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De santurrona a putona.

en Confesiones

Buenas lectores de todorelatos. Acudo a Uds. porque necesito urgentemente desahogarme. Últimamente he atravesado situaciones muy intensas que jamás me hubiera imaginado atravesar, mi vida ha cambiado demasiado y no sé cómo sentirme al respecto, y esta fué la única forma que encontré de hacerlo. De antemano agradezco cualquier opinión, comentario o consejo que me puedan brindar.

Soy una joven mujer, tengo 26 años y vivo un buen matrimonio hace 7 años con un muy buen marido, él tiene 30 años y ha sido el primer y único hombre en mi vida en todo sentido, él es muy atractivo y se ha encargado de mantenerme locamente enamorada todo este tiempo. Pero como se pueden imaginar, no todo ha sido color de rosas. El último año hemos tenido muchas diferencias, y discusiones, siempre por el mismo tema, la falta de intimidad y vida sexual de pareja.

 Verán, mi marido tiene una libido extremadamente alta, generando en él una hypersexualidad, siempre anda con deseos, siempre caliente con ganas de coger y probar cosas nuevas, además de tener una gran imaginación y una mentalidad muy abierta y directa. Por el contrario, estoy yo, siendo todo lo opuesto, siempre muy reservada y tradicionalista cuando de intimidad y vida sexual se trata, cuando comenzamos a tener relaciones le podía seguir el ritmo. Pero no pasó demasiado tiempo hasta que me quedara atrás, llegando al punto de no tener deseos sexuales por largos periodos, eso para él era letal, su única escapatoria para desahogar todos esos deseos carnales era yo, y prácticamente le estaba cerrando las puertas. Pero no era que no lo deseara, yo lo amaba a más no poder, pero simplemente era como si dentro de mí solo hubiera frio, o una llama de pasión que solo prendía cuando se alineaban los planetas. De vez en cuando yo me obligaba a mí misma, pero se notaba demasiado según él, y terminaba empeorando aún más la situación. Nunca me atreví a buscar ayuda profesional ni de ningún tipo, nunca jamás me atreví a tocar este tema con nadie.

 Tan patético era mi caso que después de todos estos años juntos, todavía no perdía el pudor a mi marido, como en el baño, por ejemplo, era impensable que él entrara mientras yo lo usaba, o después de bañarme me avergonzaba que me mirara, mucho menos exhibir nuestra relación en público con demostraciones amorosas, ni hablar del sexo donde estaba completamente bloqueada a todo lo que no fuera el coito tradicional. A diferencia de él que siempre ha sido un exhibicionista empedernido, cuando por fin logramos tener nuestro hogar propio, se volvió el nudista que siempre quiso ser y que por el hecho de estar viviendo en casa de mi madre se tenía que restringir.

Los años pasaron y pudimos sobrellevar la situación con altos y bajos, pero llegamos a este último año donde las cosas se habían salido de control, las discusiones eran casi a diario, ya no conversábamos nada y lo que más me dolía era que sentía que en cualquier momento me decía adiós y me dejaba. Tan crítica era nuestra situación que si en un caso hipotético él me hubiera dicho:”¡¿sabes qué?, tengo otra mujer!”. No me hubiera sorprendido para nada.

La ultima discusión la tuvimos hace dos meses aproximadamente, nos desahogamos por completo, nos dijimos de todo y por suerte logramos superarla. Pero algo me dijo que me marcó demasiado, simplemente no me puedo sacar esas palabras de mi mente, como si me las estuviera diciendo una y otra vez.

—¡Tu problema es que te infantilizaron demasiado, tu madre te crió encerrada en casa, y hasta el día de hoy ella y tus hermanas te siguen tratando como una niña, no es posible que a tus 26 años te sigan regalando calzones con dibujitos!...

—Después de la burbuja en la que te criaron llegaste a mi vida, ni siquiera te habías tomado de la mano con otro hombre, nunca tuviste que desarrollarte, o experimentar las cosas que a ti te gustaran o a conocer el mundo que te rodea siquiera…

—Por fin logramos tener nuestro hogar después de tanto esfuerzo, las cosas ya no tienen que ser así, aprende a disfrutar de la vida como a ti te plazca, de las cosas buenas y de las cosas malas…

Nunca le había encontrado tanta razón a sus palabras. Terminada nuestra acalorada discusión, me comprometí completamente con él a cambiar mi forma de ser, estaría más dispuesta para él, a probar y disfrutar cosas y experiencias nuevas como pareja, y los más importante a buscar lo que a mí me gustara y las cosas que a mí me dieran placer.

Terminada por fin la discusión me envolvió con sus fuertes brazos y me alzó en el aire por unos segundos, mientras me daba el beso más apasionado que nos dábamos en demasiado tiempo. Me apoyó contra la pared, sin bajarme. Me mantuvo así unos minutos, afirmándome de mis nalgas, su lengua recorría el interior de mi boca por completo, y yo le seguía el ritmo con la mía, creo que nunca nos habíamos besado con ese nivel de lujuria. Luego me llevó hasta el sillón que estaba a nuestro lado, me recostó delicadamente quedando de pie frente a mí, se quitó la polera, sus kilitos demás no arruinaban para nada su figura, pectorales marcados, brazos grandes y gruesos y espalda ancha, digno de años de orgulloso laburo de alta exigencia física. Una cosa son los músculos conseguidos en el gimnasio que no están nada de mal. Pero ese cuerpo fornido que consiguen después de años de trabajo bruto es indescriptible. Esas grandes y firmes manos que hacen parecer las mías como si fueran de una pequeña niña, mi 1,63 me hacían ver insignificante al lado de su 1,83 de estatura.

 Era evidente para donde iba esto, y la verdad es que lo deseaba como nunca, esta vez quería ser yo la que lo hiciera gozar, quería demostrarle que ya no sería la misma frígida mojigata. Apenas desabrochó su jean, se lo bajé junto con su ropa interior quedando expuesto su hermoso pene, completamente erecto, firme. Quizás no destaque por su largo que está dentro del promedio, pero de su grosor no hay nada que decir, junto con lo cabezón de su glande lo hacen ver impresionante. Comencé a acariciárselo delicadamente, llevando la cobertura hacia atrás y hacia adelante levemente, hasta que se fue detrás del todo dejando completamente expuesto su enorme glande, una gotita de semen transparente salió de su pequeño agujero, la cual la probé con la punta de mi legua, haciendo que soltara un extasiado gemido. Tenía que probarlo, tenía que hacerlo, nunca lo había deseado tanto, acerque mi boca a su pene y suavemente lo introduje en mí, tuve que abrir mucho para que entrara.

—Cuidado con los dientes mi amor y trata de llevarlo lo más adentro de tu boquita que puedas — me dijo.

Le hice caso, ya cuando me saturaba aún faltaba una buena porción para que entrara todo. En el pasado, las contadas veces que intenté darle placer con mi boca siempre terminaba haciendo arcadas pasado cierto límite. Pero esta vez era diferente, estaba tan excitada que lo quería todo dentro de mí, no sentía ni una incomodidad, todo lo contrario, más placer sentía con cada vez que llegaba más adentro de mi boca. Iba más y más rápido el ritmo con sus movimientos pélvicos, llevándolo más y más adentro de mí, con su mano me empujaba levemente por detrás de mi cabeza, ya para el final me la presionaba manos hacia su pene, mientras mis manos jugaban con sus nalgas y sus testículos. Entraba y salía de mi boca desde la punta de su glande hasta su mismo pubis a máxima velocidad, sus leves gemidos se convirtieron en intensos gritos de placer. De repente me advirtió que iba a eyacular, sacándolo de mi boca, rápidamente le respondo que no se preocupe, lo quiero recibir, —dame tu semen, dámelo todo— le dije, mientras rápidamente lo volvía a meter completo en mi boca, ahora era yo la que lo presionaba de sus nalgas hacia mi boca con ambas manos, y se lo chupaba cada vez más rápido, hasta que espesos chorros de semen salieron de su pene llenándome la boca, estaba en éxtasis, lo lleve hasta el fondo de mí y lo deje ahí, inmóvil, asegurándome que botara hasta la última gota, sentía las firmes contracciones de su miembro chocando en mi paladar. Viscoso, salado y espeso, pero estaba tan excitada que fue un placer tragarme lo más que pude, un resto escapo entre mis labios para ir a parar a mi polera rosada, para cuando me fui dando cuenta, tenía todo mi pecho empapado, cual niño aprendiendo a comer. Saliva y semen había por doquier, y una marca de humedad estampada en mi leggins gris justo en la parte de mi vagina, pero eso no venía de afuera, venia todo de lo más profundo de mi sexo.

Sin demora me recostó en el sillón levanto mis piernas y comenzando en mi culo saco mi leggins junto a mis calzones blancos de niña buena, terminaron en el piso arrumados y mis zapatillas con mis medias volaron. Mientras recuperaba fuerzas no quería perder el tiempo y lo usaría para devolverme el favor. Abrió mis piernas a más no poder alzándolas, su lengua aterrizo en mi ombligo y lentamente se dirigía a mi entrepierna, hasta encontrarse con mi pubis, bajo por mi ingle y comenzó a lamer mi vagina profusamente. Jugaba alocadamente en mi pequeño clítoris, buscándolo con la lengua y chupando la zona de vez en cuando, luego bajaba un poquito y metía su lengua en mi orificio vaginal, no le tomó mucho tiempo para darme uno de los orgasmos más intensos de toda mi vida, sentía millones de mariposas en mi sexo y me recorrían de pies a cabeza, todo mientras acariciaba su cabello presionándolo levemente hacia mi entrepierna mientras hacía movimientos pélvicos coordinando con sus deliciosas lamidas. Pasado unos minutos y otro intenso orgasmo, sentía como se disparaban pequeños chorros de líquido vaginal, encontrándose con su rica boca y cayendo por mi ingle y llegando hasta mis nalgas.

Ya no podíamos estar más locos de pasión, baje la mirada para notar que su verga ya estaba lista para la acción una vez más, sediento de placer se montó sobre mi sin dejar de abrirme las piernas, y de una certera estocada comenzó poco a poco a penetrarme, me sentía cada vez más llena y abierta. Los gemidos no se hicieron esperar, era imposible disimularlos, toda la cuadra escuchaba lo que pasaba, pero no me importaba nada, gritaba como toda una puta mientras mi macho me penetraba cual potro en celo penetra a su yegua, cada estocada me agitaba completamente. Entre intensos gemidos me decía al oído:

—Extrañaba tanto penetrar tu rico coñito, estas tan apretadita, como si fuera la primera vez, y tu cuerpo tan jovencito y suave, tu ternura he inocencia me hacen perder la cabeza ¡uff me hacía tanta falta esto!

—¿aún te gusto?

—Siempre, en especial tu hermoso culo grande y formadito, nunca lo dejo de mirar, me encanta.

—Y mis senos, ¿son muy pequeños para ti?

—Quizás no sean tan grandes, pero son redonditos y firmes, perfectos para mis manos y para chuparlos, en especial esos pezones pequeñitos y duritos.

—Espero esto ocurra más seguido, como en los viejos tiempos.

—Lo daré todo para hacernos felices, soy toda tuya, ahora más que nunca…

  No fue de mucha duración, pero si de una intensidad increíble, acabamos juntos entre gemidos y besos ahogados, mientras contracciones de mi coño y de su polla se aseguraban que saliera hasta la última gota de su rico semen y quedaran depositados en mi interior. Con mi aliento perdido y agitado le pregunté:

—¿Mi amor, recuerdas que hace semanas no me estoy cuidando, es decir, no estoy con ningún método anticonceptivo?

—¿si, por qué?

—Que pasaría si llego a quedar, tu sabes, embara..z…a…

—Sería lo que mejor que nos pudiera llegar a pasar…

Así comenzó toda esta locura, embriagada de amor y lujuria pase de ser un tempano de hielo, a la puta que siempre deseó mi marido, esto continua y desciende hasta los lugares más oscuros y recónditos que la prevención nos pudo llevar.

Espero haya sido de su agrado leerlo, me gustaría saber sus opiniones, concejos, comentarios, criticas, lo que sea, estoy abierta a todo y si les interesa saber cómo continuó todo esto.