El punto de no retorno, ya no había vueltas atrás, y aunque las hubiera no las tomaría, solo seguiría en mi lujurioso camino.
Cada vez hay menos prejuicios, tabúes y miedos autoimpuestos. ¿Hasta donde me llevará la condescendencia y los deseos de explorar en búsqueda del placer?
Así comenzó toda esta locura, embriagada de amor y lujuria pase de ser un témpano de hielo, a la puta que siempre deseó mi marido, esto continúa y desciende hasta los lugares más oscuros y recónditos que la prevención nos pudo llevar.