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El juego de los 5 minutos.

en Gays

Otra vez había vuelto a la playa para pensar en mi falta de inspiración. No en cómo solucionarla ni en posibles ideas; literalmente iba a la playa a pensar en lo mal que arrancaban mis intentos como escritor. A veces me torturo un poco. Allí solo estábamos 3 personas: dos chavales que no paraban de charlar, reír y correr o hacer otras cosas, y yo. El viento ya había moteado mi torso con arena, el sol había enrojecido mi nariz y mis hombros, y el ruido de las olas había apaciguado mi malestar.

No pensaba tardar mucho en marcharme porque llegué con el coche de mi padre y lo iba a necesitar en unas horas para volver al trabajo, así que comencé a meter la toalla y las botellas de agua en mi bolsa. Me giré un momento a ver qué hacían esos dos extraños y justo los pillé señalándome. En menos de un minuto los tenía delante, haciéndome señas para que los siguiera. Estaban hablando en alemán, así que ni idea de lo que decían. Me guiaron hasta la base de un rompeolas bastante alejado e intentaron explicarme lo que tenían en mente. No funcionó. Yo estaba un poco pachucho así que les seguí el rollo con sonrisas tuertas, sin muchas ganas de pensar en lo que estaba pasando.

Los dos chavales tenían el pelo casi rubio y corto, uno con ojos azules y el otro con ojos verdes, bastante atractivos para mi gusto, y aparentaban ser más pequeños que yo, que tengo 23 (aunque aparento 19).

Ellos estaban super excitados contándome a saber qué y parecían un poco bebidos. Cuando se dieron cuenta de que no iban a avanzar con palabras, pasaron a la explicación visual. El chaval de ojos verdes se quitó la camisa y levantó las manos como si le estuvieran apuntando con una pistola, pero para nada asustado. Entonces el otro se aceró y le pellizcó un pezón con fuerza. El de ojos verdes hizo un gesto juguetón, como queriendo decir ''eso no ha sido nada'' y ambos me miraron con la esperanza de que hubiera pillado algo. Como aún no me enteraba bien del tema, lo que hice fue imitar al de ojos azules y le pellizqué un pezón. Se alegraron mucho al momento, como confirmando que me estaba enterando, y empezaron a discutir algo. Ahí es cuando la cosa se puso tensa. Parecía que habían llegado a un trato y, después de bajarle el bañador y los calzoncillos al chico de ojos verdes delante de mí, el de ojos azules activó el cronómetro de su reloj y se sentó apoyado en el rompeolas, mientras me hacía señas que querían decir ''adelante, adelante''. Entonces comprendí que se trataba de un juego de resistencia. Ni idea de por qué hacían algo así.

Obviamente estaba cohibido, y eso que no había ni una alma en la playa ese día, pero pensé: ''¿qué demonios? Está bien bueno''.

Me acerqué sin dudar mucho y junté mis labios con los suyos, metiendo lengua al momento, a la vez que apretaba y giraba lentamente sus dos pezones con mis dedos. Su colega vitoreó, contento porque pensaba que su amigo iba a perder, supongo, fuese cual fuese la condición de derrota.

Al principio pensé que iba a ser como besar a un maniquí, pero no, el alemán me siguió el rollo y nos comimos la boca, lengua con lengua y montones de saliva. Yo seguía apretando sus pezones, que ya estaban húmedos y enrojecidos, mientras notaba cómo me crecía la polla dentro del bañador. Estuve así un buen rato, asegurándome de notar sus ligeros quejidos según aumentaba la fuerza de mis pellizcos, hasta que me separé un momento y bajé la mirada. Su rabo no estaba del todo duro, pero era precioso. Blanco como la leche, largo y gordo y con el capullo más rosa que he visto nunca. Le solté el pezón izquierdo para empezar a jugar con sus huevos, que casi no tenían pelos, mientras le miraba a los ojos y le tiraba mi aliento caliente en la cara. Los masajeé lentamente, a ratos estirándolos hacia abajo con fuerza. Él sonreía, desafiante. Entonces pasé a agarrarle el tronco del rabo con ambas manos, y coloqué el dedo gordo de la mano que rodeaba la cima encima de su capullo, apretando ligeramente. Volví a meterle lengua. Esta vez se notaba que intentaba contenerse, no me besaba con tantas ganas y creí entender el reto del juego: no correrse. Yo ya me había olvidado de que su amigo estaba ahí. Sinceramente me la sudaba todo, estaba jodidamente cachondo. Entonces le solté el rabo para guiar a sus manos hacia mi bañador y que me agarrara mi paquete, que estaba al máximo ya. Yo tenía ganas de darle la vuelta y follarle contra el rompeolas, y lo habría hecho de no ser porque el puto reloj del otro chaval comenzó a pitar. El de ojos verdes se separó de mí y corrió hacia su amigo, recogiendo su ropa torpemente. Yo me quedé con una cara de gilipollas completa, claro está. Los dos chavales, ya vestido el que hacía un segundo tenía delante, se pusieron a saltar y a reír, orgullosos por la proeza del de ojos verdes, y me soltaron un discurso mientras se piraban a otros sitio. Como ya he dicho antes, no tengo ni idea de alemán, pero me pareció entender: ''adiós y gracias, pringao''.

No conseguí la inspiración para seguir escribiendo mi libro, pero al menos me dieron inspiración para muchas pajas.