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Segunda parte con Elena

en Sexo con maduras

Segunda parte con Elena.

Como os contaba en relato anterior habíamos dejado una cuenta pendiente entre los dos, y ambos queríamos rematar el asunto pendiente.

Durante varios días recordaba lo que me había pasado con ella, no esperaba para nada que ella tuviera tanta pasión, por tanto mis pensamientos me decían que tenía que subir el listón y ver hasta donde podíamos llegar.

Elena físicamente me recordaba a la actriz porno Erica Lauren, pero de cara tenía unos rasgos más joviales, es para que os situéis un poco en el tipo de físico que se gastaba.

Nos cruzamos en varias ocasiones por la zona en la que vivíamos pero sin llegar a coincidir bien, siempre había un saludo sonriente, educado y con una mirada en la que sabíamos que teníamos deberes pendientes.

Hasta que una noche y en el bar de siempre volvimos a coincidir, hubo poca conversación, era cuestión de terminar pronto el café.

A la salida, ella me dijo, tú sígueme, vamos a mi casa. Estaba muy cerca y ya sabía dónde era.

Cuando llegamos a su salón, me abrazó y nos dimos unos besos profundos y con muchas ganas. El asunto comenzaba a caldearse.

Trajo una botella de licor y dos copas, me pidió que me sentara en el sofá y fuera sirviendo las copas. Y ella mirándome profundamente con esos preciosos ojos azules comenzó a quitarse sutilmente la ropa.

Era un streptease privado, se contoneaba y acariciaba su cuerpo, se quedó solo con un precioso tanguita azul, alargó sus brazos hacia mí para que me levantara, y me preguntó si me gustaba el menú.

Ella estaba preciosa, y estaba claro que con ganas de entregarse.

Comencé a besarla suavemente por el cuerpo, con pasión y con muchas ganas, a la vez que le acariciaba, y llegado a su tanguita se lo quité con suavidad, mientras me encontraba con sus maravillosas intimidades completamente depiladas. Aproveché, y de rodillas comencé a besarle eso que ella me había preparado.

Ella me pidió que me desnudara, me cogió de la mano y me llevó al cuarto de baño, me propuso para empezar una ducha los dos juntos. Creo que ni nos importaba si el agua estaba fría, los dos estábamos muy calientes envueltos en nuestras caricias.

Nos secamos en el cuarto de baño y le pedí permiso para cogerle un bote de aceite corporal.

Cogidos de la mano me llevó a su dormitorio, y allí le pedí que me dejara dedicarme a ella y disfrutar lentamente de su belleza.

Se tumbó boca abajo y comencé a masajearle suavemente la espalda, a la vez que le besaba en su cuello y en las orejas. El aceite también iba bajando por su espalda, y empezaba a disfrutar de ese precioso culo, mientras mi lengua comenzaba a jugar por toda esa zona.

Pasé una mano hacia adelante comenzando a jugar con su clítoris, mientras mi lengua jugaba lentamente con su ano. Ella comenzó con una lenta y profunda estimulación. Ella se retorcía de placer, y la vez me agradecía la dedicación. Cuando entendí que ella ya estaba en su punto, le pedí que se girara y se colocara boca arriba.

Fui besando y saboreando lentamente sus preciosos pechos, y avanzando lentamente recorriendo su cuerpo, los dos estábamos en la gloria.

Bajé mi boca hasta su clítoris, a la vez que le decía que ese coño se merecía un buen trabajo, trabajo que comencé con todas mis ganas pero intentando darle el máximo placer posible. A la vez y de forma muy lenta alguno de mis dedos jugaba muy suavemente con la entrada de su esfínter, todo en juego muy suave pero en parte debidamente calculado.

Ella estaba a mil, se retorcía de placer y en ese estado de placer total llegó a un maravilloso orgasmo, un orgasmo que le duró un buen espacio de tiempo. Me hizo sentirme muy envuelto en esa explosión de placer.

Después de eso noté que ella necesitaba un rato para tomar el aire, para bajar el ritmo de la respiración, aproveché esos instantes para besarle y acariciarle muy lentamente, notando como su excitación se recomponía.

Cuando estábamos más tranquilos, ella me dice que le apetecía un 69, y me pareció buena idea. Comenzamos con un 69 lento y buenísimo, sentía como ella estaba muy empeñada en darme placer a la vez que yo solo pensaba en cómo darle el máximo a ella. Seguí jugando con el clítoris y el esfínter, hasta que noté que ella nuevamente ardía en pasión y necesitaba aire para un segundo orgasmo. Poco a poco estaba consiguiendo regalarle el placer que merecía.

Nuevamente besos y caricias en los resoplos, pero ella también me tenía muy caliente, le pedí que me dejara follarle ese coño completamente encharcado. Y comenzamos con el asunto, nuevamente de forma suave para ir subiendo poco a poco la intensidad. Nos abrazábamos, nos besábamos y seguíamos recorriendo juntos los caminos del placer, fue muy intenso y hasta que ya no pude más, completamente abrazados me corrí compartiendo con ella pequeños espasmos, nos corrimos juntos en una locura de placer y de deseo.

Nos recompusimos, bebimos una copita, nos seguíamos abrazando y nos seguíamos deseando.

Cuando ya estábamos otra vez dispuestos, ella me dijo que quería más, esto no quedaba así. ¡¡¡Vaya marcha que tenía la señora!!!

Volvimos a calentarnos lentamente y me dijo que quería hacerme una buena mamada. No era como para negarse a tal regalo, pero viendo el asunto le dije que perfecto pero con una pequeña condición. Me miró con sus preciosos ojos, y simplemente dijo, tú pide. Le pedí que cuando me tuviera caliente me dejara follar su precioso culo, que me tenía loco en ese deseo.

Igual porque era aquel maravilloso día, su respuesta fue: Hace tiempo que no lo hago por ahí, pero si me lo preparas bien, me apetece mucho.  

En nada ya estaba ella haciéndome otra mamada buenísima, y me calentó todo lo que quiso, me calentaba todo lo que ella quería, y le pedí que parara que no me dejara sin fuerzas para el trabajo final. Y comencé otra vez a jugar con su clítoris y con su esfínter. Me recree con la lengua en su culo, jugando con deditos, le puse buena dosis de lubricante y otra vez los dos estábamos como bichos en celo. Pensé que había llegado el momento adecuado, se lo pregunté y dijo que lo estaba deseando.

Comencé a entrar despacito en su culo, pero qué bien iba entrando, sin problema, seguía con una mano jugando con su clítoris, y entró mi polla entera, comencé a moverla con prudencia y según iba sintiendo las reacciones de ella, hasta que me dijo que le diera sin piedad que estaba disfrutando mucho. Me tenía en loco y roto de placer, seguí bombeando y los dos echábamos humo. Cambiamos de postura y seguimos cambiando, vaya culo más rico y perfecto para el mutuo placer, locura total. Llegué a un momento en el que le dije que ya me quedaba poco para correrme y ella me dijo que eligiera como quería correrme, si en su culo, en sus tetas o en su boca, ya me daba igual dónde pero necesitaba correrme. Cogió sacó la polla de aquel agujero negro de placer, se puso de rodillas frente a mí y me remató con una mamada brutal. Me fui como un mirlo en su boca, me estallaban todos los sentidos del placer. Se tragó mi zumo de la vida y volvió a dejarme la polla brillante.

De nuevo tomábamos un poco de licor, había pocas palabras pero unas miradas que lo decían todo, nuestro tiempo se estaba acabando y a la vez éramos conscientes de haber compartido unos momentos maravillosos.

Elena me cogió de la mano y me llevó al baño, nos duchamos juntos volviendo a compartir besos, caricias y abrazos.

Nos vestimos y nos teníamos que separar, en la puerta de su casa volvió a darme un besazo y al oído me dijo gracias por todo, le miré a aquellos preciosos ojos y le dije gracias a ti.

El tiempo pasó, siempre tuvimos una mirada especial pero ya no volvimos a coincidir. Por cosas de la vida los dos vivimos lejos de aquel barrio. De todas formas nunca podré olvidarle.