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Abuso de confianza

en Gays

Como es usual en nuestra plataforma comenzaré describiéndome. Tengo 25 años, de piel blanca, practico el taekwondo y tengo unas piernas y unas nalgas fuertes. Soy muy pasivo, tanto que no me gusta que me toquen la verga, y me encanta que en el sexo mi pareja se concentre en darme placer en el culo. No soy muy velludo en el cuerpo pero si me sale algo de barba que suelo mantener de tal manera que parezca de tres días.

 

Estoy saliendo hace algunos meses con alguien de 56 años, su nombre es Mario. Separado de su familia por cuestiones de viaje, siempre ha sabido que es gay pero dada su edad debía mantener las apariencias. Él no es lo más atlético pero para su edad se mantiene muy bien, no es flaco pero tampoco gordo. Es muy velludo en el pecho y en las piernas y eso me encanta. También me gustan los hombres barbados, se lo hice saber y hoy se deja una buena barba que siempre que lo veo me excita.

 

Nos conocimos a través de grindr, salimos a tomar un café sin intenciones de nada pues ambos hemos tenido malas experiencias en esa aplicación. Toda aquella tarde estuvimos compartiendo nuestros fracasos amorosos y sexuales lo cual conllevó a calentarnos y ese mismo día consumar nuestra relación, pero eso lo contaré en otro relato.

 

Lo que nos compete hoy es lo que aconteció el pasado fin de semana. Siempre hemos sido muy abiertos a nuestras fantasías, yo siempre he querido que él me amarre y me use sin darme ninguna muestra de cariño, y él me ha manifestado el gusto por el sexo con público. Aún no hemos ido a algún sauna para darle gusto, pero hoy por hoy estoy dudando que vaya a hacerlo.

 

Pues llegué el sábado a su casa. Era una tarde lluviosa y no nos apetecía salir con sus amigos como casi todos los sábados. Preferimos quedarnos en casa ver la tele y tomarnos algunos vinos, comer algunos quesos y simplemente pasar una tarde juntos. Esa calma nunca tiene futuro entre nosotros y siempre desemboca en una sesión de sexo loco y esta vez no fue la excepción. Nos comenzamos a besar apasionadamente en el living haciendo caso omiso de la televisión, yo siempre me desnudo primero porque me gusta sentirme sumiso ante mi hombre. Estaba yo desnudo y él me acariciaba todo el cuerpo, sobre todo mis nalgas que las tengo muy sensible, nos besábamos y yo le sobaba su paquete que estaba particularmente duro. Así vestido como estaba él y desnudo yo me lleva al cuarto y me arroja a la cama, me mira con lujuria y se comienza a desvestir. Me lanza su camisa en la cara, se acuesta sobre mi y me amarra la camisa en la cabeza con la excusa de agudizar los demás sentidos. Es completamente cierto, cada detalle auditivo, cada olor  y cada tacto se percibe con mayor intensidad.

 

Mario se va a sacar algo al armario, lo escucho pero no lo puedo ver, soy un chico muy obediente y me quedo quieto, esperando. Cuando vuelve me dice que me ama mucho y me quiere hacer feliz, toma mis manos y las amarra a la cabecera de la cama y las piernas también quedando mi culo súper expuesto. Allí es cuando yo comienzo a tener una fuerte erección, la situación me tiene demasiado excitado, estoy desbordando de amor y de deseo por este hombre. Pero allí no se detiene, me pone una mejor venda en los ojos para que pueda respirar mejor y unos tapones para los oídos. Solo tengo en este momento el tacto, el olfato y el gusto disponibles en este momento para poder disfrutar de mi hombre, pero en ese momento no lo siento cerca y se lo hago saber: “¿Mario dónde estás? Te necesito dentro, ven y llename”. Pero tomó un poco más de cinco minutos que me parecieron horas en volver a sentir su aroma.

 

Llegó e inmediatamente empezó a hacerme una mamada, nunca me han gustado y él lo sabía: “Mario para por favor, sabes que eso no me gusta” - le decía, pero parecía que no le importaba. Al principio creí que quería que eyaculara, pero sólo quería torturarme porque se detuvo al ver que no conseguía una erección en mi, no estaba nada excitado en ese momento. Cuando luego comenzó a darme nalgadas y a meterme dos dedos en el culo consiguió su objetivo, mi líbido sí estaba en las nubes y así haría lo que él me pidiera. Le comencé a suplicar: “Déjame probar tu verga que me hace falta”. Inmediatamente me metió su gruesa verga en mi boca, esa verga que tanto me ha hecho disfrutar, que extraño su sabor, su aroma y su textura cada vez que vuelvo a mi casa. Me golpeaba la cara con ella, me la metía de repente a la boca y me escupía en la cara. Estaba hecho un cerdo completamente, esta situación me encantaba.

 

Se separó de mí y me puso una mordaza, escupió en mi culo y me empezó a meter la verga lentamente, la sentía más gruesa y más larga que nunca creo que debido al nivel de excitación. Me tenía las manos abriéndome las nalgas y me daba a un ritmo un poco lento pero profundo que me encantaba. Posaron otro par de manos encima de mí, me asusté mucho y ahí me di cuenta que la verga que me estaba dando no era la de Mario. No podía gritar y poco podía moverme, traté de forcejear mi escapada pero mis extremidades estaban mejor amarradas de lo que creía, no tenía escapatoria, estaba viviendo una violación, mi novio abusó de la confianza que le tenía y dejó que alguien más abusara de mi.

 

Lo único que podía hacer era relajarme y esperar que todo terminara rápido. Pero mis sensaciones no estaban de acuerdo con mis pensamientos, comencé otra vez a excitarme y a gemir, esa nueva verga me estaba dando demasiado placer. Mario me quitó la mordaza y los tapones de los oidos, escuchaba ya los gemidos del tipo que me estaba dando por el culo y Mario le decía: “¿Te está gustando el culo de mi putita? Quítate el condón que a esta perra le gusta que la llenen de leche.” Pero el nuevo solo se concentraba en penetrarme. En este punto ya no me importaba lo que dijera Mario de mí, sólo estaba allí por el placer, ya vería luego que hacer con mis sentimientos. Me metió Mario su verga en la boca de nuevo, se la mamé con mucho ahínco pues me decía a mi mismo que esa sería la última vez que lo haría, quería que se viniera pronto y me soltara.

 

A pesar de escuchar los gemidos del otro tipo no alcanzaba a distinguir quién era, yo conocía a todos los amigos de Mario, me parecía imposible que me estuviera entregando a algún extraño aunque pensándolo bien, este engaño ya dejaba mucho que pensar sobre él.

 

Casi al unísono llegaron e tipo nuevo que echó todo su semen sobre mí culo y mi verga, y Mario que me lo echó en mi cara. Él sabía que no me gustaba que me lo echara en la boca y creo que tampoco quería empeorar las cosas. Salieron del cuarto y al parecer a Mario se le olvidó que podía escuchar todo, y escuché la conversación:

- Mario tu novio es muy lindo y pasé delicioso, pero me parece terrible que le hagas esto a él.

- Andrés la verdad no creo que le moleste, mira como estaba disfrutando al final. Él se hace el santo pero es una puta igual a las que llevas a tus fiestecillas.

- Mira Mario, a mis fiestecillas como las llamas no va nadie a hacer nada en contra de su voluntad. Bien lo sabes y bien que lo has pasado allí. De verdad estoy en desacuerdo con como has tratado a tu novio sabiendo como ha sido de amoroso y entregado a tí, muchos quisieran estar en tu posición. No te voy a juzgar por esto, pero eres mi amigo y te doy un consejo: si no aprecias tu relación con él lo vas a perder.

- Bueno bueno, si me vas a dañar la noche mejor vete.

 

No lo podía creer, era Andrés, el amigo más lindo de Mario. Yo sabía de sus fiestas pero nunca estuve de acuerdo con participar de ellas. Ahora tenía demasiada información y podía aprovecharme de ella. Mario volvió al cuarto y me dijo que si quería venirme, yo le dije que me desamarrara que estaba ya adolorido de estar en esa posición. Me desató, me quité la venda de los ojos y me dijo: “Amor no te enojes, mira que ambos lo disfrutamos. Esto puede ser una nueva etapa en nuestra relación”. YO me vestía en silencio y el seguía listando las ventajas de lo que acabábamos de hacer, hasta que ya no aguanté más y le solté: “Mira Mario, eres un estúpido si crees que me voy a dejar violar de extraños cuando te apetezca. Esto no fue una nueva experiencia, esto fue un crimen y agradece que no te denuncio. Hasta nunca”. No se lo dije con rabia ni a los gritos, todo lo contrario, se lo dije suavemente y con una sonrisa en el rostro. Creo que eso hizo que se sintiera más serio y hasta un poco demente.

 

Cogí un uber a mi casa y durante el trayecto no dejaba de pensar en la verga de Andrés, me faltó probarla. No sentía tristeza ni rabia, más bien era algo de decepción y a la vez excitación. Siendo sinceros ese evento sí abrió mi sexualidad, mi mente divagaba imaginando como serían las fiestas de Andrés y a qué sabría su semen.

 

Cuando llegué a la casa estaba tan excitado que tuve que acudir a mis juguetes para darme placer y poder terminar lo que no logré en la casa de Mario. Una vez ya bañado, más tranquilo, cogí mi teléfono y le escribí a Andrés un mensaje: “Hola Andrés ¿Cómo terminó tu día? ¿Podemos hablar?”