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Calientapollas

en Gays

Era un jueves por la tarde noche, yo estaba en un bar esperando al tío con el que había quedado por Grindr. Se llamaba Lorenzo y según me había dicho era un colombiano recientemente mudado a España. Se definía como un activazo en su perfil, yo personalmente soy más activo, como ya he mencionado en alguno de mis anteriores relatos, pero cuando un tío está realmente bueno no tengo problema en poner el culo y a juzgar por las fotos que me había mandado el tal Lorenzo estaba como un tren.

Después de unos minutos esperando, finalmente apareció. No voy a mentir, fue una decepción. No es que fuera feo ni mucho menos, pero para nada era el mulato cachondo que se veía en las fotos, ni tampoco parecía tener el cuerpazo de gimnasio que me había mostrado. No es la primera vez que me pasa y sinceramente no lo entiendo, una cosa es poner fotos en la que salgas favorecido, y otra cosa muy distinta es que directamente parezcas otra persona. En cualquier caso decidí quedarme, hubiera sido muy maleducado marcharse nada más vernos, y tampoco me comprometía a nada, solo habíamos quedado a tomar algo.

Lorenzo y yo nos pedimos una caña cada uno y empezamos a hablar de nuestra vida, me dijo que llevaba tres semanas en España y quería conocer gente nueva, acababa de encontrar trabajo como camarero y más cosas. Yo también le hablé de mí, mi trabajo, amigos, anécdotas. Congeniamos bien, el Lorenzo este era simpático y nos fuimos pidiendo más cañas. Cuando ya íbamos un poco contentos empezamos a hablar de temas más íntimos, lo típico: si habíamos estado con muchos chicos, tenido novio… etc. Yo noté, por su sonrisa y sobre todo por cómo empezaba a marcarse un bulto muy interesante en sus pantalones, que estaba bien cachondo. No pude evitar sentirme halagado, aunque por otra parte era de esperar porque Lorenzo era un chico normal, tirando a mono y siendo honestos yo soy un tío guapo y con buen cuerpo.

Lorenzo sugirió que saliéramos del bar y fuésemos a dar un paseo por la noche. Yo acepté y nos marchamos, después de que generosamente Lorenzo pagase la cuenta de los dos. Fuimos andando en la noche, no se veía mucha gente por la calle. -¿Por qué no vamos por ahí, que parece un sitio tranquilo?- me dijo. Estaba señalando un callejón apartado por donde nadie pasaba. Aunque no me había gustado demasiado, yo estaba un poco tontorrón después de las cañas y además era majo, así que acepté. Cuando llegamos, Lorenzo se sonrió y se me lanzó a la boca, yo le correspondí.

Además de besarme, me empezó a magrear. Yo llevaba una chaqueta fina, que Lorenzo me abrió y luego me metió mano por debajo de la camiseta. Noté que mis abdominales y mi torso fibrado le gustaron mucho, no hacía más que sobarme con sus manos y cuando me sacaba la lengua de la boca me decía lo bueno que estaba con su dulce acento. Yo también lo pasaba bien, admito que soy un tío con un ego grande que alimentar y me gusta sentirme deseado. No es que ahora quisiese que me follase, pero siempre son agradables unos besos y magreos de un tío al que le pones mucho.

Al rato, quitó las manos de mi torso y empezó a tocarme el culo, primero por encima del pantalón pero enseguida se dejó de tonterías y me metió las dos manos por debajo de los gayumbos.   Se recreó en sobarme las nalgas e iba acercando sus dedos a mi agujerito. – Ay sí, que culito más rico tienes- me dijo. La verdad es que tengo muy buen culo y me pone mucho que me lo magreen, no sé si más cuando es un tío bueno que me lo va a follar o uno normalito que se va a quedar con las ganas, como en este caso.

-¿Podemos ir a tu casa?- me preguntó, con sus dos manos en mi culo. Yo le dije: -Me gustaría, pero es que no vivo solo lo siento- era mentira obviamente, yo pensaba dejar ahí la cosa, mientras se lo dije apreté mi paquete contra el suyo, por lo que noté me pareció que tenía una buena polla la verdad. –Me encantaría llevarte a mi casa- dijo – pero yo tampoco vivo solo y apenas conozco a mis nuevos compañeros de piso…-. Mientras se debatía siguió sobándome el culo y rozándome el ojal con los dedos. Finalmente su polla ganó el debate interno que tenía: -Venga va, ven conmigo, mis compis seguramente estén dormidos de todas formas- me dijo con una gran sonrisa. –Podemos tomar unas copas y echar unos petas- añadió. Ese plan me molaba, la verdad, así que le dije que sí a pesar de que era obvio que él quería otra cosa.

Fuimos a su casa, que no quedaba muy lejos. Por el camino no dejó de meterme mano en ningún momento, particularmente en mis nalgas. Antes de subir paramos a comprar una botella de vino, que generosamente se ofreció a pagar y yo le dejé. El pobre se le tan contento de ir a follarme que por un lado empezaba a darme remordimientos, pero al calientapollas que llevo dentro se le hacía imposible pasar esta oportunidad. Entramos sigilosamente en su piso y nos metimos en su cuarto sin que nadie nos viera.

-Bueno, que bien los dos aquí solos- dijo al entrar, con el gesto de felicidad que ponemos los tíos cuando estamos cachondos y la vamos a meter en caliente, o eso creemos. Nos empezamos a enrollar de nuevo, mientras con una mano me quitaba los calzoncillos  con la otra me metía suavemente un dedo por el ano. Al rato lo paré y le dije: -Bueno, ¿por qué no nos tomamos una copa?-. Dócil y obediente, Lorenzo fue a por el vino. Antes de servirlo se quitó los pantalones él también y luego empezó a liar el peta. Estuvimos hablando mientras fumábamos y bebíamos, aunque de vez en cuando también me metía mano el tío iba tan palote que poco le faltaba para sacarme un ojo jajaja. Cuando acabamos, yo ya llevaba un colocón importante y Lorenzo se me abalanzó salidísimo. Me llevó a la cama y sin perder el tiempo me quitó toda la ropa, luego salivó los dedos y me los metió de nuevo. Hasta entonces yo le había seguido el juego pero entonces empecé a simplemente “dejarme hacer”

-Lorenzo, creo que no me encuentro muy bien- le dije.- ¿Qué te pasa?- me preguntó. –Creo que me han sentado mal los porros y la bebida- repliqué. –Bueno ya verás cómo te lo curo yo enseguida-dijo, y siguió besándome y sobándome entero. Yo no reaccioné y le dije: -Creo que debería irme a casa-. Ahí Lorenzo empezó a preocuparse. Aún tenía dos dedos metidos en mi culo así que empezó a meterlos y sacarlos  para ver si así me animaba, obviamente sin resultados. Aunque no era el primer tío al que había calentado el rabo sin luego dejarme follar, desde luego era el primero al que había parado estando en su cama, en pelotas y con sus dedos dentro lo que me puso  a mil. Finalmente, Lorenzo vio que no iba a poder descargar los huevos y cambió de estrategia.

-Guapo, si te encuentras tan mal, quédate conmigo a dormir, es tarde y mejor que no andes sólo en tu estado por la noche- me dijo, mientras me besaba el cuello y me agarraba por la cintura. La verdad es que me daba bastante pereza ir hasta casa a esas horas y colocado así que acepté, además estaba claro que Lorenzo quería que me quedara para follarme a la mañana y ya puestos porque no calentarlo hasta el final. Así que accedí, honestamente la cara de calentón contenido que llevaba no tenía precio, para rematarlo decidí dormir en bolas, dándole la espalda. Lorenzo me abrazó por detrás y yo puse mi culo contra su polla que estaba como una estaca, y hasta que me dormí seguí sintiendo su rabo tieso entre mis glúteos, separados por sus calzoncillos ya que el pobre Lorenzo no se los había llegado a quitar.

A la mañana siguiente nos despertamos los dos temprano, ya que no tenía persianas. Empecé notando como restregaba su polla, yo le seguí el juego y apretaba el culo contra su rabo. Ahí, como una moto se lanzó a comerme el culo. Yo estaba bastante palote y cachondo, así que al poco decidí ponerme encima suyo y ponerle la polla en la cara. Lorenzo me la chupó con ganas, y yo con estando cachondo como estaba y con ganas de irme a los dos minutos me corrí en su cara. Cuando le di un lefazo en toda la cara no se lo esperaba para nada, tanto que se atragantó jajaja.

-Bueno, muchas gracias por todo, ahora me tengo que ir que tengo que pasar por casa e ir al curro- le dije. Lorenzo no se lo creía. –Pero, ¿no quieres?... me dijo, agarrándome por el culo. –Buff que va, ahora recién corrido no me hace nada- le dije, aún en pelotas. –Ya hablaremos- añadí, luego me vestí y me despedí dándole un beso en su boca y una pequeña palmada en la polla. Por su puesto, nunca volví a quedar con él.

FIN