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Club Ballbusting I

en Sadomaso

Yoyo, como todo el mundo le decía a aquel patán, era un delincuente en potencia, tenía 19 años y lo único que hacía era molestar al resto de sus compañeros de clase y ver pornografía. En su escuela se estudiaba desde la primaria hasta la secundaria y un día se fijó en una de las niñas, ella era Elena, una jovencita de 18 años y de 1,48 de estatura, cabello castaño oscuro el cual sujetaba con dos coletas, dándole un aspecto algo infantil pero que nada tenía que ver con su cuerpo, era delgada pero sus piernas ya estaban bien delineadas y sobre estas tenía un par de nalguitas firmes y paradas. Su piel era blanca algo bronceada por el sol, tenía un sensual lunar bajo el labio y sus pechitos ya empezaban a desarrollarse, era muy inteligente y practicaba deporte por lo que era muy popular entre sus compañeros. Yoyo sin motivo alguno comenzó a imaginarse como sería poner su pene entre esas nalgas y soñaba con correrse dentro de Elena, todos los días llegaba a su casa y corría al baño para agarrar su pene de 18 cm y liberar toda la carga de sus testículos que había acumulado pensando en su fantasía.

Un día, mientras espiaba escondido a su objetivo, oyó a Elena conversar con una compañera sobre un chico que le gustaba, él estaba en el salón de Yoyo y era uno de los más atractivos de toda la escuela. Yoyó sintió envidia y pensó que Elena era una zorra por fijarse en chicos mayores como también hacían las muchachas de su mismo salón a las que les gustaban los de 19 y 20 años. Pero Yoyo también pensó que esta podía ser una oportunidad para dar gusto a sus genitales y finalmente intimar con la chica.

Lo planeo todo muy tontamente, lo que haría sería básicamente decirle a Elena que el joven del que ella estaba enamorada le había mandado un mensaje con Yoyo de que se reunieran en un lugar apartado a donde Yoyo la llevaría, una vez allí él le diría a Elena que con él podía pasarla mejor que con ese otro que a ella le gustaba y tendrían sexo, si ella se resistía Yoyo simplemente usaría su fuerza física para someterla y tener sexo igualmente, en definitiva era menor y no lo enviarían a la cárcel pensó. Yoyo no era particularmente fuerte pero medía 1,66 y con eso bastaría para enfrentarla. Luego de un par de días decidió hacerlo al final de clases en el último piso de una zona abandonada de la escuela, nadie iba allí a esa hora y si había gritos nadie oiría a su víctima. Yoyo estaba emocionado por perder su virginidad finalmente con esta hermosa chica y paso 5 días masturbándose y conteniendo la eyaculación para tener mucho semen almacenado para ese momento de placer, sus huevos estaban pesados y un poco adoloridos pero él sabía que valdría la pena. Al hablar con Elena su corazón se aceleró, ella lo miro de arriba abajo con extrañeza pero al oír el supuesto recado que su amado le había enviado con este raro personaje el corazón de ella también latió con fuerza. Se despidió de sus amigas y se fue con Yoyo, él se alegró mientras se alejaban de la multitud y se dirigían a la azotea del edificio. Ella fantaseaba con lo que el chico de sus sueños le diría seguro se declararía románticamente como Elena había deseado casi desde el mismo instante en que también Yoyo fantaseaba con penetrarla. Cuando llegaron a la última escalera Yoyo le dijo que se adelantará, y pasara a la azotea, Elena corrió emocionada escaleras arriba y el pillo aprovechó para tener una vista de las bragas de la chica, y de hecho lo logró pudiendo ver que ella usaba unas ajustadas y blancas braguitas en las que se macaban muy bien los detalles de su entrepierna. Ver esa maravillosa vista produjo el inicio de una erección en el chico que se mordió los labios pensando en el placer que sentiría dentro de poco.

Elena se abalanzó fuera de la escalera batiendo la puerta que daba a la azotea y mirando a todos lados buscando a su amado, pero no lo vio en ninguna parte. Se volteó hacia Yoyo para preguntarle dónde estaba su príncipe, pero lo que vio le dejo muda. Yoyo se mostraba ante ella ya con su pene y testículos colgando por fuera de su portañuela y diciéndole al tiempo que masajeaba su miembro:

-No te asustes, esto es un favor que te hago, con el seguro no sentirías nada, los chichos lindos como él, al final son gay y prefieren estar con otro tipo.-

Elena no salía de su perplejidad viendo la enorme masa que Yoyo portaba entre sus piernas, ella nunca había visto un pene en la vida real y ahora estaba viendo uno demasiado grande con dos enormes pelotas coloradas colgando debajo. Ella gritó levemente del susto pero nadie lo oyó como Yoyo había pensado, entonces este siguió diciendo:

-¡De nada te servirá gritar, te he traído aquí para que nos divirtamos los dos y sepas lo que es un hombre de verdad! Así que si quieres bien y si no también, quítate la ropa!- Elena comprendió el peligro en el que estaba y se dirigió hacia la puerta diciendo: -¡Estúpido! Se lo diré a los profesores para que te expulsen.-Pero el delincuente juvenil no le permitió huir cerrando la puerta detrás de él y diciéndole que se arrepentiría de no haber dicho que sí. Ella entonces corrió hacia la baranda del techo y con todas sus fuerzas pidió ayuda pero fue inútil, esa zona estaba demasiado lejos de alguien que la pudiera oír y entretanto Yoyo la agarro por detrás lanzándola hacia el suelo y gritándole: -¡Ya me cansé de ser bueno! ¡Ahora voy a hacerte el amor como siempre he querido así que estate quieta y no te resistas o tendré que partirte la cara!- Dicho esto se lanzó sobre la indefensa chica que comenzaba a sollozar sobre el suelo, la agarro de las muñecas pero esta logro darle una cachetada que lo enfureció haciendo que se la devolviera aturdiéndola un poco, pero Yoyo no se detuvo allí y le dio otras dos para asegurarse de que se quedará quieta. Ella quedo llorando inmóvil tendida bocarriba con su agresor encima de ella. Entonces el se deslizó hacia la parte baja del tierno cuerpo de su presa y movió la falda de la niña hacia su vientre para ver las bragas blancas de antes, sin contemplarlas demasiado las tomo por los elásticos y tiró hacia abajo para descubrir una hermosa y blanca vagina, daba la impresión de estar muy apretada y con un pequeño monte de vello púbico, recién brotado. El pene del chico se puso más duro que nunca incluso creyó eyacular con solo haber visto el sexo de Elena pero se contuvo y siguió bajando la ropa interior de la chica hasta sus rodillas.

Pero de pronto Elena dejo de sollozar y con rapidez saco ambos pies de las bragas y llevo ambas rodillas hasta su pecho para luego lanzar las piernas con fuerza a la cara de Yoyo, este que estaba arrodillado no tuvo tiempo de reaccionar y recibió todo el impacto rompiéndole la nariz en el acto, el chico cayó de espaldas mientras Elena se incorporaba rápidamente, para ver como su atacante se cubría su magullada cara con ambas manos mientras su pene y sus testículos se sacudían libres. La chica estaba llena de rabia y no lo pensó dos veces antes de acercarse a Yoyo, levantar su rodilla lo más que pudo y luego bajarla sobre los parduscos genitales pisándolos con fuerza. Yoyo gimió de dolor y agonía al sentir sus huevos llenos de semen aplastados por la zapatilla de la niña, esta, lejos de detenerse repitió el golpe esta vez con más fuerza y precisión. El segundo golpe hizo que Yoyo entonces se preocupara más por sus genitales que por su cara y esta intento levantarse pero Elena no lo dejo lanzándose sobre él sin miedo alguno y pegándole varios golpes en la boca y la nariz, él ya estaba sufriendo ya terrible dolor y logro quitársela de encima para intentar escapar. Se volteo e intentó incorporase pero ella lo hizo más rápido y por la espalda, si saber bien si acertaría, apunto a la ingle de Yoyo y por suerte para ella logro darle el tercer golpe en los testículos lo que hizo que el chico gritando se lanzará nuevamente al suelo agarrando sus maltrechos testículos y retorciéndose de dolor.

Ella ya se sabía dueña de la situación, en una ocasión había peleado con otro niño de su clase y lo había derrotado dándole una simple patada en los testículos. Ella pensó que por tratarse de un chico mayor era lógico que le pegara más duro y más veces para lograr el mismo resultado, pero con solo 3 golpes parecía ser suficiente. Yoyo estaba tirado en el piso intentando levantarse con mucho dolor, Elena pensó que lo mejor sería correr y buscar a un profesor pero, en ese momento pensó en lo que le acababa de pasar, en cómo le pegaron en su bello rostro y en que casi fue violada. Vio que nadie había oído sus gritos de ayuda y ahora si su atacante pedía ayuda debería ser igual, así que se acerco a Yoyo que estaba de nuevo bocarriba y le dijo: -¿Todavía te quieres divertir? ¿Te gustó lo que le hice a esas horribles cosas que tienes ahí? – Dijo señalando la entrepierna del chico que la miraba con rabia y le decía:- ¡Puta, cuando me paré vas a ver…!- Ella lo interrumpió diciendo: -¿Qué voy a ver? ¿Un hombre? Los hombres no le pegan a las niñas tu eres un cobarde y lo único que voy a ver es como te aplasto los huevos. ¡Ven! ¡Levántate si eres tan machito!- Lo desafió Elena prepotente. Él se levantó mirándola con odio y encorvado por el dolor se dirigió hacia ella gruñendo, Elena hábilmente le dio un gran rodillazo en la boca cuando este estuvo suficientemente cerca tomando su cabeza con ambas manos. Pero Yoyo se sobrepuso al dolor y la tomo por la cintura lanzándola contra la puerta de la azotea, Elena estaba ahora contra las cuerdas pero logro agarrarlo del cuello para asfixiarlo pero él no se detuvo y rasgo la camisa escolar de la chica dejando sus sujetadores al aire, lo cual lo emocionó más. Elena estaba perdiendo el control y entonces tomo un desagradable decisión, soltó su mano derecha del cuello de Yoyo y con esta bajo hasta su portañuela donde ambos testículos colgaban como frutas maduras.

Ella agarro como pudo el testículo izquierdo del muchacho y lo apretó y torció con fuerza. Inmediatamente Yoyo la soltó para liberar la delicada mano que lo ponía en tal sufrimiento pero ella apretó su cuello y huevo a la vez. Mirándolo a los ojos con seguridad le dijo que se agachara lentamente, el lleno de dolor y pánico obedeció, cuando estuvo de rodillas Elena tomo con dificultad ambos cojones con su mano y con todas sus fuerzas tiro de ellos hacia arriba, entonces mientras él gritaba terriblemente cruzó una pierna por encima del hombro del violador y dejo caer su peso hacia adelante cayendo sentada sobre la cara magullada de Yoyo que casi quedo inconsciente al chocar su cabeza sobre el suelo aplastada por la vagina de su víctima. Elena sintió una sensación rara nunca nadie había estado tan cerca de su vagina y ahora tenía la nariz de un hombre frotando su clítoris, ella sintió un poco de placer por esto pero también por saber que había derrotado al que intentó violarla a tan tierna edad, pero aun no había acabado con aquel maldito.

Con sus huevos en su mano derecha los torció y jaló a su gusto al tiempo que tomaba a Yoyo por el cabello y apretaba con rabia todo su cuerpo contra su cabeza como para aplastarla justo debajo de su coño. El gemía y se retorcía inútilmente, no podía respirar bien con aquella vagina en tus fosas nasales y la presión en sus huevos lo ponía al borde del colapso. Luego de unos segundos dejo de moverse y Elena  se levantó liberando los retorcidos testículos de Yoyo, él estaba tendido en el suelo sin sentido, la niña tuvo miedo por un instante de haberlo matado, ella sabía que le había causado un gran dolor desconocido para ella como mujer  pero terrible para cualquier hombre. Le tocó el  cuello y se sintió aliviada de sentir el pulso, entonces se volteó y le prestó atención al  paquete genital del adolescente.

Ambos huevos estaban un poco enrojecidos debido a las agresiones que habían sufrido y el  pene reposaba semierecto echado a un lado de la portañuela. Elena sonrió diciendo:- ¿Eso es todo, unas pataditas y un apretón ahí y te desmayas? Que flojos son ustedes. Que suerte que las niñas no tenemos algo tan vulnerable y feo como esas bolas tan ridículas.- Ella estaba un poco decepcionada  y a la vez contenta pues pudo derrotar al  pervertido rápidamente pero ella pensaba que  sus  golpes habrían causado más daño a aquel par de pelotas. Entonces recordó  que estaba sin bragas y rápido corrió a ponérselas, sin  embargo  sentir el viento pasando  entre su entrepierna desnuda al  tiempo que miraba el  tentador  pene de Yoyo  le hacía sentirse  muy excitada, era una sensación que  pocas veces  había  sentido  antes. Además, estaba muy exaltada por la forma en la que había peleado y sometido a un chico mayor y más fuerte ella, los gritos de dolor y la sensación elástica al  patear  sus  cojones  la llenaban  de una extraña satisfacción que la ponía muy  caliente.

Elena realmente  quería vengarse  y averiguar  cuánto daño era capaz de causarle a los testículos  de Yoyo, sabía que eso le daría una lección al él y mucho placer al ella. Decidida a divertirse con el sufrimiento  del ahora  inofensivo  violador, se  aproximó a  él  y empezó a despojarlo de  su ropa, comenzó por los zapatos pues eran parte importante  de su plan, luego la camisa y por último los pantalones. Elena le quito el calzoncillo con un poco de dificultad por el peso del muchacho y lo apretado que estaba, cuando Yoyo  estaba desnudo al fin la niña contempló con desagrado las peludas pelotas del atacante, era evidente que el chico no se afeitaba  sus partes  y un tupido vello púbico coronaba la base de su pene. La chica pensó:- Qué asqueroso, con eso tan peludo y queriendo tener sexo conmigo.- Entonces disgustada  lo pateó nuevamente en los huevos que rebotaron hasta su vientre para ser recibidos por una segunda patada que los hizo regresar casi hasta el ombligo del adolescente pero  sin que este siquiera se enterara. Elena dejó  rápidamente la azotea  sin preocuparse  de ponerse  su ropa interior se fue  al interior  de la escuela  a buscar  algo que necesitaba, corrió pues sabía que Yoyo  despertaría  pronto.

Yoyo recobró la conciencia al poco tiempo pero se sintió raro. No podía mover sus brazos y sus huevos estaban más pesados y adoloridos que nunca, sintió el viento en todo su cuerpo y pronto noto que estaba desnudo. Oyó entonces una voz femenina que decía: -Miren, se está despertando.- Cuando alzó la vista vio a Elena parada frente a él, pero esta no estaba sola. Al lado de la chica que lo había derrotado estaban Daniela y Gabriela, dos alumnas del mismo salón que Yoyo, y como él bien sabía estar desnudo y maniatado frente a estas tres chicas pero sobre todo a las últimas dos no era para nada una buena noticia para sus genitales.

Daniela era una muchacha de la misma edad que Yoyo, de cabello negro y largo, era alta para su edad y su culo era un regalo de los dioses, profesores y estudiantes no podían evitar contemplar aquel par de nalgas y gruesas piernas cuando Daniela caminaba por los pasillos de instituto, sería la chica más deseada y popular de la escuela si no fuera por un defecto ante los hombres. Cada vez que un imprudente se atrevía a mirar su culo demasiado o peor aún se lanzaba al suelo para poder ver sus tangas, que era lo que siempre usaba, Daniela no se molestaba demasiado sino que sin ninguna contemplación iba a por las pelotas de ese chico y le causaba el mayor daño posible, todos en la escuela sabían que no debían molestarla además eso implicaba que tendría que vérselas con su amiga inseparable que tenía peor fama aun. Gabriela era una chica hermosa que siempre iba bien maquillada y con el cabello teñido, aquella semana de rojo, tenía una cara angelical, al igual que su amiga era alta y tenía un buen par de piernas pero sin duda lo que la hacia más llamativa eran sus tetas como melones. A diferencia de Daniela, Gabriela era muy reservada, casi nunca hablaba con nadie que no fuera de su círculo de amigas. Los chicos la evitaban por un rumor que decía que en su anterior escuela un joven intento abusar de ella pero de algún modo ella atravesó sus testículos con un lápiz castrando al adolescente y no fue a un centro de menores solo porque su familia era millonaria y llegó un acuerdo con aquel tipo. De cualquier manera no era solo un rumor Gabriela era toda una sádica a la hora de pelar con un hombre y gustaba muchas veces de intentar destruir la masculinidad de sus compañeros con la ayuda de Daniela.

Yoyo no creía la historia del lápiz pero sintió un miedo terrible de estar en esa situación. Elena hablo entonces:- ¡Qué bien! Ya puedo empezar con mi lección privada de lo que le pasa a los cerdos voladores… digo violadores.- Yoyo temió lo peor pero se mostró amenazante diciendo: -Renacuajo, suéltame y yo te voy a enseñar quien es la cerda, antes solo tuviste suerte. ¡Vamos suéltame y verás cómo le doy rabo a ti y a esas putas que trajiste!- Daniela y Gabriela habían estado calladas hasta entonces mirando al brabucón y a sus hinchados testículos, Elena lo había amarrado con los cordones de sus propios zapatos y de un par extra que ella tenía en su casillero, a una tubería de agua que pasaba por la pared de la caseta de acceso al techo del colegio. Yoyo no podía incorporase bien, sus brazos estaban muy cerca de la tubería a la altura de su nalgas lo que lo obligaba a reclinase hacia atrás y abrir las piernas, una posición muy ventajosa para el plan de las chicas.

-¡Cállate! ¡Eres un asqueroso marrano, Elenita nos ha contado lo que le quisiste hacer, pero veo que te pasó lo que te mereces!- Dijo Daniela acercándosele lentamente hasta estar a su lado y con una mano en la pared y la otra en la cintura mirándolo a los ojos le dijo en voz baja:- Pero eso no es suficiente, siempre supe que un día tendría que darte una lección y hoy me has dado un motivo.- Terminando de decir esto la culona lo le pego dos fuertes cachetadas en ambas mejillas, el intento defenderse con sus piernas pero antes de que pudiera, el pie de Gabriela apareció estrellándose con una fuerza descomunal contra sus testículos desnudos. Yoyo sintió un dolor indescriptible que lo hizo doblarse y gritar pero el grito fue acallado por Elena que le pego un puñetazo en la boca partiéndole el labio, aumentado el dolor de su rostro que ya tenía la nariz rota. - Quedamos en que primero sería mi turno. ¿No?- Pregunto la pequeña, a lo que Daniela respondió que sí, se disculpó por no haberse contenido y ella y su secuaz retrocedieron dejándole el campo libre a Elena, Gabriela sacó su móvil y le indico a la niña que podía comenzar. Entonces la chica comenzó a hablar al móvil como si de una audición se tratará.

-Hola me llamo Elena, tengo 18 y hoy voy a demostrar que no por ser solo una niña no puedo romper un par de testículos.- Yoyo estaba en shock entre la terrible patada y que no comprendía todas las tonterías que hablaba la otra. Pero ella seguía como si nada.-Este es un pervertido al que daré una lección por intentar violarme, empecemos.- Terminando de decir esto ella se aproximó al chico que solamente entendía que sus bolas estaban en peligro así que forcejeó para liberarse pero sus intentos fueron detenidos por una suave patada de Elena que comprimió su huevo izquierdo.

Ahhh, puta. Gritó el muchacho, a lo que la niñita contestó:- Empezaré con 10 patadas y por cada vez que caigas aumentaré 3… mejor 5.- Finalizó. El intentaba soltarse de sus ataduras con locura, quería salir de allí. Rápidamente Elena lo pateó con extrema fuerza e alcanzando ambos testículos. Yoyo desistió de liberarse pues el dolor no lo dejaba ni moverse. Sus huevos estaban macizos, llenos aun del semen de 5 días, su escroto le ardía y ya la chica se preparaba para dale la segunda patada, esta fue directo a su cojón derecho haciendo que ya no pudiera soportarlo y empezará a suplicar que se detuviera pero ella respondió con una tercera patada con la que impacto su ingle pero no sus testículos de cualquier manera su pierna los comprimió y el dolor se hizo presente. Entonces ella le gritó que se callará, retrocedió un metros y con impulso le asestó la cuarta patada a las pobres gónadas, Yoyo brinco por el impacto y cayó al suelo pidiendo ayuda y llorando como un bebé, entonces Elena dijo:-Ahora serán 11 patadas más.- Las chicas que grababan el espectáculo rieron y animaron a su joven amiga a que le diera más duro a esas bolas. Ella agarró los dos testículos de su víctima con ambas manos para que se levantara, impulsado por el tirón, Yoyo se incorporó en silencio, entonces continuo la maratón de patadas.

 Elena le pegaba aun sin bragas pero no le importaba y se sentía bien pulverizar esas bolsas llenas de un semen que este cerdo había querido momentos antes derramar en el interior de la chica.  Los huevos del muchacho cada vez eran más grandes y morados él se aguantaba de la tubería como podía para no caer pero tenía muchas ganas de agarrar sus genitales y tirarse al suelo a llorar. Elena llegó a la patada 10 y entonces se acercó a Yoyo mirándolo con una sonrisa le dijo. -¿Quieres que pare? ¿Te duelen mucho tus huevitos?- Él respondió llorando que sí y le rogó que lo dejara ir. -¿Quieres agarrarlos con tus manos para que te duelan menos?- Pregunto ella inocente a lo que él respondió:- Si por favor, me está matando el dolor, déjame agarrármelos, estoy muy arrepentido, por favor.- Ella siguió: -Yo puedo agarrarlos por ti y así no te dolerá tanto.- Y acto seguido agarró un testículo en cada una de sus manitos y los exprimió con todas sus fuerzas, sacando el peor de los gritos de agonía que salió de las entrañas del indefenso joven. Daniela vitoreó la crueldad de la chica y Gabriela le gritó: -¡Sigue así! Eso es lo que hace una verdadera mujer!- Cuando Elena soltó los inflamados testículos Yoyo se desplomo sobré el suelo nuevamente casi desmayado, ella se alegró porque ahora serían 6 patadas más pero estas se las dio en el suelo con Yoyo arrodillado y con extrema potencia en cada puntapié, le pegó en el pene y en los testículos indistintamente, lo hizo llevando el pie muy atrás en todas las patadas y en menos de 10 segundos.

Los genitales de Yoyo estaban realmente magullados, su pene tenía algunas heridas y raspaduras, sus muslos estaban colorados por dentro y el color de sus testículos era un doloroso rojo brillante, incluso en algunos lugares de su escroto parecía haber sangre y además estaban bastante inflamados.  Las dos chicas mayores se acercaron a contemplar el paquete genital del muchacho, lo enfocaron bien con el móvil diciendo:- ¡Dios mío! ¡Mira esas pelotas, están completamente hinchadas y rojas! ¡Esos huevos ya sirven para poco!- Al oír a las chicas burlándose de él y de sus destrozados atributos Yoyo rompió a llorar rogando ya sin voz ni fuerzas que estaba arrepentido y que lo dejarán ir. Daniela lo miró y le dijo con voz severa:-¿Acaso dejaste escapar a esta niña cuando te rogó, violador de mierda?- Elena lo miraba con asco pero también feliz pues sus huevos se veían muy simpáticos ahora. La culona del instituto no dijo más y poniendo sus manos en los hombros del chico levantó su gruesa rodilla aplastando con fuerza ambos testículos, Yoyó sintió por primera vez la fuerza de una rodilla de mujer el dolor se fue por encima de todo lo que había experimentado, tanto que se limitó a abrir la boca casi sin emitir sonido pues quedo petrificado. Mientras disfrutaba la reacción del joven, ella agarro esas dos calientes esferas con su mano derecha halándolas bien hacia adelante hasta el punto de estirar el escroto como no se pensaría posible. Yoyo no soportó el horrible tirón al que se sumó el dolor de las largas uñas de Daniela hundiéndose en la rojiza masa de sus huevos y lanzó un atronador grito.

-AAAAHHHHH- Se escuchó por toda la vacía azotea, la chica apretó bien sus dedos alrededor de las bolas, las venas del escroto eran perfectamente visibles para todas las chicas, acto seguido la carnosa verduga del muchacho le indico a su amiga: -Hazlo.- Luego de eso Yoyo sintió un terrible golpe en el extremo más bajo de sus alargados testículos pero no fue hasta unos segundos después que sintió el indescriptible dolor que le produjo una precisa patada que Gabriela dio a sus genitales comprimidos en la mano de Daniela. La pelirroja no esperó a que el cerebro de su víctima analizará y nuevamente le dio un potente puntapié en ese pequeño bulto que eran sus dos huevos estirados a más no poder, Elena sonrío por lo precisas y coordinadas que eran las dos amigas a la hora de reventar unos testículos. Daniela daba vítores a la acción de su amiga, la cual que no quitaba sus ojos del venoso par de bolas sin decir palabra alguna. Ya había dado 4 demoledoras patadas a su objetivo con sus formidables piernas asegurándose de que la puntera de su zapatilla hiciera el mayor daño a esos cojones.

Pero a la 5ta vez fallo y la patada quedo en los dedos de Daniela que con un gesto de dolor soltó los testículos de Yoyo quejándose por el fuego amigo. Gabriela rápido cambió su expresión de indiferencia y preocupada por la mano de su amiga fue a ver el daño que no era gran cosa para una mano comparado con el daño que le había causado a aquellos huevos. El escroto del chico estaba en un estado tétrico, la piel sangraba por los raspones causados por Gabriela, y ahora ambos testículos estaban casi del doble de su tamaño original, seriamente inflamados y de color purpura y el chico gritaba y lloraba de dolor a todo pulmón. Gabriela de dijo a su compañera que mejor hacerlo a “su estilo”, Daniela sabía a lo que su tetona amiga se refería pero Elena no, cuando la niña preguntó, la chica de la mano magullada la tranquilizo diciendo:-Ahora lo verás- Al oír a Daniela hablar, a Yoyo se le heló la sangre pues nada que fuera el “estilo” de Gabriela podía ser bueno, recordó el relato sobre el lápiz con el que castro a un chico y esperó lo peor. Gabriela sin mucho preámbulo tomo una mochila que había llevado y tomo de su interior un rollo de cinta adhesiva y un condón. Con sendos objetos en cada mano se arrodillo entre las piernas del perplejo chico quedando con su pene flácido frente a su angelical rostro. Yoyo no entendía el propósito de aquello pero no dejo de intentar escapar pero con iguales resultados. Gabriela de pronto, tomo con su mano el pene del muchacho y comenzó a masturbarlo vigorosamente.

Elena miraba asombrada, creía que era asqueroso darle cualquier tipo de placer a un cerdo como ese, pero Daniela le insistió que mirará con atención. La tetona continuaba con su intensa paja al pequeño violador y lo miraba a los ojos con una ligera sonrisa en su rostro, ella lo estaba disfrutando, Yoyo también sentía placer de ser masturbado por aquella hermosa chica y dejo crecer su miembro a plenitud. Las adolescentes se impresionaron al ver aquel pedazo de carne creciendo frente a ellas, Gabriela dijo entonces volteándose hacia Elena:-Si este idiota te llega a meter este pito te dejaría medio muerta, incluso para nosotras es bastante grande, por eso tenemos que encargarnos de él, por la seguridad de las chicas de la escuela.-

 -Eres una puta al final.-Dijo el depravado.-Siempre te haces la difícil y andas esparciendo rumores sobre que castraste a alguien, pero mírate haciéndome una paja y disfrutando de mí rabo, te gustaría que te lo metiera ¿Verdad? Tú y esa culona son un par de putas y deberían hacerme la paja entre ambas.- Para cuando Yoyo terminó su alocución, su pene estaba duro y listo para eyacular, fue entonces que Gabriela le sonrió al chico y acerco su rostro al enorme glande del cual brotaba una pequeña gota de líquido pre seminal. El muchacho no la miró con intriga pero pronto dejo de prestarle atención para concentrarse en el placer de sentir la lengua de la adolescente frotándose contra su pene erecto y limpiando el líquido, fue una sola lamida pero casi hace que Yoyo se corriera.  Sin más, tomo el rollo de cinta y cortándolo con sus dientes pegó un buen trozo al pene erecto del violador para que quedara unido a su vientre y no le molestará. Luego se volteó a Daniela diciéndole:-Dice que deberíamos hacérselo juntas, Dani.- Daniela sonrió y se acercó diciendo que estaría encantada de participar y entregándole el móvil a Elena para que continuara grabando todo. Yoyo no comprendió muy bien como de costumbre pero pronto todas las dudas quedarían aclaradas.

Daniela tomo el condón y lo abrió agachándose junto a su amiga frente a los descubiertos testículos de Yoyo que inflamados y rellenos de semen colgaban bien abajo separados como 10 cm del cuerpo del chico. Daniela estiro el condón y lo ato a la base de los testículos con fuerza le hizo dos buenos nudos y el paquete tomo entonces forma de pera, de pera de boxeo porque apenas Daniela apartó sus manos Gabriela le lanzo a los restringidos huevos un potente puñetazo. Yoyo comenzó a gritar nuevamente como loco al sentir sus testículos siendo masacrados sin misericordia por el femenino pero nada suave puño. -¿Qué sucede Yoyo, no querías que lo hiciéramos juntas?- Preguntó la de bellas nalgas.- ¡Pues toma esto!- Y dio ella el segundo puñetazo que mando los testículos mucho más atrás que el anterior. Las dos adolescentes sujetaban las respectivas piernas para mantenerlas abiertas y con la otra alternaban potentes jabs a las desprotegidas pelotas, causando las carcajadas de Elena que ya entendía todo y enfocaba bien su paquete para un buen video y causando también los gritos de agonía del pobre Yoyo que prefería ahora haber callado antes. Así pasaron un tiempo las dos amigas riendo al ver inflamarse como nunca los testículos de su víctima con cada puñetazo. Lo hicieron a mucha velocidad como si en realidad se tratará de una pera de boxeo, los huevos rebotaban sin pausa estrellándose contra sus puños que poco a poco se fueron enrojeciendo también. Luego de algunos minutos, Yoyo había quedado desmayado y sus huevos estaban peor que nunca, parecían  dos  inmensas manzanas rojas entre sus piernas, llenas de sangre y moretones, Daniela y Gabriela estaban impresionadas nunca habían logrado algo como aquello en todas sus aventuras de cascanueces.

Elena también tenía un gran asombro de ver el estado en que quedaron los testículos de su atacante. Daniela entonces tomo ambos cojones con ternura entre las yemas de sus dedos y diciendo para la cámara: -Miren este par de pelotitas, tan rojas, tan grandes y tan patéticas.-No hay nada que me caliente más que un par de bolas bien destrozadas.- Dijo Gabriela.  Las tres chicas rieron con alegría de haber dejado a aquel macho en ese estado.

-Los hombres son unos simples cerdos, miren que peludo tiene eso.-Dijo Elena señalando la tupida entrepierna del adolescente.- Si, es repugnante.- Dijo Daniela-¿Quieres que hagamos algo al respecto?- Sería bueno, creo que le haríamos un favor de hecho. A nadie le gusta un bosque de ladillas.- Concluyó la niña.-A mí me gustan los chicos que se depilan, pues el escroto es suave y los huevitos se sienten muy rico cuando los exprimes y también es más doloroso, jajaja.-Explico Daniela a sus amigas.

Decidieron desatarlo y quitar el condón de sus huevos, luego lo pusieron sobre el suelo acostado, Gabriela sacó se su mochila un pote de crema depiladora y la untó en abundancia por toda la entrepierna y el pubis de Yoyo. Daniela le indicó a Elena que frotará bien toda aquella crema sobre los genitales del chico antes de que se despertará, la niña obedeció y froto con fuerza y sin asco los enormes testículos con la crema. Sabía que aquella tarde seguiría siendo divertida, aprovecho para abofetear, pellizcar y apretar los huevos de su víctima a voluntad. Luego de algunos minutos, Yoyo volvió en sí y se sintió aliviado por un segundo de estar con sus extremidades libres, pero enseguida sintió el horrendo dolor en su entrepierna, bajo su vista e intento tomar sus huevos pero al tocarlos sintió un ardor insoportable y no pudo además lo que vio lo paralizó. Su vello púbico no existía, su escroto estaba completamente alargado y sin un solo pliegue ni un solo pelo, estaba totalmente lampiño, pero lo peor era el tamaño de más del doble de lo normal  y el color que brillaba de lo inflamados y rojos que estaban los testículos. Todo gracias a la crema que había irritado tanto la piel del escroto que había perdido todos los pelos y ardía como el infierno pero además había que añadirle el daño atroz que las chicas le habían propinado con mucho gusto. -¿Te gustan?- Pregunto Elena que paraba junto a él enseñando orgullosa sus bragas blancas ya vueltas a poner.

-¡Oh! ¡Dios santo! ¿¡Que me han hecho en los huevos!? ¡Locas de mierda! ¡Ahyy, como arde!- Gritó el chico en agonía. –Esto es para que nunca se te ocurra otra vez intentar violar a una mujer en tu vida, pedazo de mierda.- Dijo Daniela parándose con las piernas abiertas sobre la cintura de Yoyo que en medio de su dolor no dejo de contemplar la hermosa tanga que apenas cubría la vagina de la trigueña y que dejaba ver en todo su esplendor las fuertes nalgas de la chica.  Gabriela sostenía ahora el móvil, se acercó al despojo humano que era el adolescente y se colocó junto a Elena. Yoyó notó que las tres chicas estaban descalzas, entonces la nalgona tomó con sus manos los tobillos del derrotado atacante y levantó ambas piernas hasta la altura de su cadera, Yoyó entonces suplicó:

-¡No por favor, déjame, NO!-

Pero la chica no hizo más que levantar su pie desnudo y aplastar las pelotas de Yoyo con toda su fuerza, al tiempo que halaba de sus tobillos impidiéndole escapar. Pisoteo las enormes y flácidas bolas 4 cuatro veces, el sonido era como si la chica estuviera chapoteando en un charco, las otras dos miraban complacidas como cada pisada deformaba el grotesco saco escrotal. En el quinto golpe un abundante chorro de semen salió disparado desde el pene del chico que se sacudió en medio del dolor, el placer y la humillación más grande que había sentido. El ya amarillento líquido lo baño completamente hasta su rostro y salpico el pie de Daniela, a la cual lejos de molestarle le satisfizo. Yoyo se desmayó nuevamente como era de esperar sintiendo el peor dolor de toda su vida. Daniela soltó sus tobillos y palpo con su pie ensangrentado las bolas del adolescente, se podía ver el placer en su rostro como si tuviera un orgasmo al sentir la textura de los maltrechos y deformes testículos bajo su pie. Elena y Gabriela también posaron sus bellos pies sobre el caliente escroto y disfrutaron junto a su amiga de juguetear con aquella enorme masa en la que habían trasformado los genitales del muchacho.

Esa tarde al salir de clase, todos los alumnos y alumnas vieron con asombro a un chico desmayado y desnudo a la entrada del colegio con múltiples heridas en su rostro y los testículos del tamaño un par de toronjas, llenos de sangre y totalmente lampiños. Con un cartel escrito con marcador negro en su vientre que decía: “Soy un violador castigado por el Club de Ballbusting”.