miprimita.com

La universitaria (continuación)

en Autosatisfacción

La mañana siguiente me despertaba a deshora. No había accionado el botón de la alarma así que las primeras horas de universidad me las perdería. No quise mantenerme en cama ni un momento más así que me decidí a levantar. Cuando me moví para bajarme me di cuenta que era necesario sacar las sábanas ya que estaban todavía empapadas. Las toqué por toda la zona inundada con mis fluidos y desde allí mismo las jalé para sacarlas. Abriendo la puerta me aseguré que no hubiera nadie cerca y como una delincuente corrí con las sábanas hacia la lavadora. Por mi mente pasaban pensamientos sobre qué haría si mi mamá se enterara del por qué llevaba esas sábanas en mis manos. Aún era temprano y era muy insólito que esa situación se estuviera dando así que apresuré los pasos. Ya en el baño respiré tranquila porque nada había pasado en el trayecto por lo que coloqué pestillo y dirigiéndome a la máquina la abrí para colocarlas y lavarlas inmediatamente. Cuando levanté la tapa de la lavadora dentro había ropa así que sin demorar nada la tomé y cuando la iba a colocar en un recipiente seco me di cuenta que era ropa de hombre… ¡era la ropa de mí tío! La arrojé al recipiente velozmente. Me quedé mirándola fijamente mientras mi corazón latía fuertemente. Intenté tomar mis sábanas para distraerme de esa ropa, pero un fuego comenzó a subir por mi cuerpo. Mis manos comenzaban a sudar. De pronto, de la nada, un instinto salvaje me hizo tomar sus pantalones para abrazarlos y besarlos por todas partes sin poder detenerme… besaba y lamía su marrueco desesperadamente; toda la noche había imaginado estar allí con ese marrueco abierto por el que salía esa verga que me estaba trastornando. La imaginaba con verdaderos deseos de tenerla entre mis manos. Había comenzado a buscar más prendas cuando sonó la puerta.

“Hija ¿eres tú?” —preguntó mi mamá con una suave voz desde fuera.

“Si mamá soy yo. Estoy ocupada” —le respondí lo más calmada que pude.

“Hija necesito sacar la ropa de tu tío que está en la lavadora” —argumentó.

“Bueno mamá de inmediato te la paso, dame un momento” —le respondí mucho más calmada metiendo mis sábanas a la lavadora.

Mi mamá no es una persona que le guste esperar mucho tiempo por algo así que tomando el pantalón que había dejado sobre el recipiente lo junté con las demás ropas y las envolví como si todas hubieran sido sacadas y enrolladas a la vez. Abrí la puerta y le entregué el recipiente.

“Gracias hija… a tu tío se le dio vuelta la mermelada en el pantalón…” —me dijo al recibirlos a modo de disculpa por molestarme mientras estaba ocupada en el baño. No le respondí nada y solo cerré la puerta mientras ella se alejaba inmediatamente una vez tomara el recipiente con la ropa. Respirando hondo y sacándome el pijama me metí a la ducha.

Desde que salí de casa hasta que volví, en mis pensamientos estaban esas imágenes que no me dejaban tranquila ni un momento… hablara el profesor o hablaran mis compañeros la imagen de mi tío desnudo cayéndole el champú por su cuerpo se paseaba ante mis ojos. Me deleitaba pensando que le bajaba su marrueco y con mi manito le sacaba su tronco caliente y suave que apretaba, que jalaba, que sobaba… No sabía que iba a hacer o que iba a suceder conmigo pero mi cuerpo se prendía en todo momento a causa de ello.

Cuando llegué a casa me encerré en mi habitación inmediatamente. No sabía que hacer… no podía estudiar ni leer porque no me podía concentrar… y tampoco podía ver televisión porque no me entretenía… mi mente solo se entretenía con la verga de mi tío dura y potente que me hacía sentir un placer que no había sentido jamás. Tendida en mi cama imaginé mil situaciones sobre qué podría hacer… para bien o para mal… traté muchas cosas también para alejar esos pensamientos de mí ¡prometo que lo hice, en verdad que sí! pero no había resultado, mi cuerpo siempre me recordaba lo bien que me hacía pensar en su cuerpo.

Nuevamente cuando me llamaron a cenar mi mamá me dio el lugar junto a mi tío. Éste, siempre atento, me separó la silla para que me sentara en ella. Nunca había vivido una galantería así. Durante la cena viví lo mismo que la noche anterior pero esta vez no fui al baño a tocarme… me contuve con todas mis fuerzas de hacerlo aunque de vez en cuando presionaba mi entrepierna con las mismas piernas o con mi mano libre mientras miraba de reojo el bulto de mi tío.

“Sobrina espero que hoy no se vaya inmediatamente a su pieza” —dijo mi tío repentinamente al final de la cena. Yo me asombré al no entender de qué hablaba.

“Es que ayer hija queríamos ver una película juntos… como antaño” —dijo mi mamá, tal vez viendo mi cara de asombro.

Evidentemente la noche anterior dieron por terminado mi día al irme a mi habitación. Pero sacando cálculos mentales ver una película los tres sería mi mejor opción para tener a mi tío muy cerca de mí. Una alegría vino a mí rostro.

“Bueno mamá, no tengo problemas… ayer pudieron habérmelo dicho también” —dije alegremente con algo de ansiedad.

Nuevamente metimos todo al lavavajillas mientras mi tío iba antes a la ducha como era su costumbre.

Juntito a mi tío nunca le presté atención a la película que pusieron… las imágenes solo pasaban frente a mis ojos los que de vez en cuando se centraban en el paquete de mi tío. Mi mente volaba en ello.

La película no iba ni en la mitad supongo cuando ayudada por mis pensamientos a mi concha comenzó a salirle más y más líquidos. En un comienzo tuve miedo ya que me había puesto unas mallas en lugar de una falda, si continuaba manando fluidos así pronto marcarían la tela, pero ayudada por la luz tenue que pusimos y con el pasar de los minutos el temor fue menguando.

No sé en qué minuto de la película me di cuenta que mi mamá dormía en su costado del sillón, pero eso me dio una linda idea.

Haciéndome la cariñosa y con cara de tuto di un bostezo pronunciado inclinándome luego hacía el hombro de mí tío.

“Tal vez sea mejor irnos a dormir” —dijo mi tío mirando hacía su costado donde mi mamá dormía y yo me apoyaba en él.

“No tío yo estoy viendo la película” —dije rápidamente para evitar que se levantara de su lugar.

“Pero tu mamá está durmiendo” —dijo tratando de hacerme ver las cosas.

“Si, pero siempre hace lo mismo tío” —dije invocando el comportamiento de mi de mamá a la hora de ver películas.

“Bueno es verdad… ayer hizo lo mismo” —recordó.

Así que nos quedamos allí los tres.

No sé cuánto tiempo pasó desde esa pequeña plática hasta que mi mente nuevamente se fue a divertir con él. Cuando mi cuerpo más extasiado estaba me acomodaba en el brazo de mi tío para frotar mi concha con mis piernas. Sin embargo el calor era mucho y unos cuantos movimientos no me bastaban para tranquilizarme por lo que, en ocasiones, sutilmente bajaba mi mano y me presionaba mi vagina con la puntita de mis dedos. Sentía miedo y placer algo que comenzaba a gustarme demasiado.

De pronto dos voces comenzaron a sonar en mi mente…

“No lo hagas” —decía una.

“Hazlo” —decía la otra.

Y es que no sé cuándo, pero en uno de esos acomodamientos sobre el brazo de mi tío me di cuenta que su verga estaba erecta. Al principio me asusté, pero luego me entró la intriga. ¿Mi tío se había dado cuenta que me estaba frotando mi cosita mientras estaba en su brazo? O ¿se le había parado por alguna escena de esa película que no le había puesto la menor atención? No sé qué había pasado pero tener la verga erecta de mi tío a centímetros de mí me había calentado como no se puede tener idea.

“Hazlo” —me decía la voz nuevamente.

Yo estaba completamente asustada… no me atrevería a hacer lo que esa voz me decía.

“Hazlo”

No me atrevía a mirar a mi tío a la cara por lo que no sabía si él estaría mirando la película o a su sobrina que se estaba manoseando al lado de suyo. Dejaba de tocarme por puro miedo. Pero no era mucho el tiempo que podía dejar de hacerlo ya que mi cuerpo lo pedía como también esa voz impositiva.

“No quiero” —le respondía con toda mi fuerza.

“Sabes que lo quieres, solo tienes miedo, admítelo” —me respondía.

Mi mano ya no solo se paseaba por mi conchita sino que también lo hacía ahora por mi nalga que quedaba al aire. Miraba a mi mamá y dormía, mientras mi mano se hundía de vez en cuando en mi raya. Ya no aguantaba más necesitaba irme de allí.

“Hazlo”

Una imagen se había apoderado de mí desde que vi el bulto erecto de mi tío. Por eso mi mano ya no se conformaba solo con hundir la punta de los dedos en mi vagina necesitaba ahora sentir más calor y mi raya del culo no le bastaba… quería agarrar esa verga erecta que estaba frente a mí.

Cada vez más y más fluidos manaba mi fuente a causa de las imágenes que proyectaba mi mente con mi mano agarrando aquel pene. Ya no me importaba si se marcaban mis líquidos en mis mallas solo quería sentir las cosas hermosas que estaba sintiendo en esos momentos.

En un momento de máximo placer me aferré con mis dos manos del brazo de mi tío… con todas mis fuerzas contuve una convulsión que me había provocado con mis dedos en la vagina.     

Ya me había decidido… creía estar preparada o al menos creía haber reunido el valor… tenía miedo es cierto, pero sentir esos brazos así me había hecho tomar una decisión; lo haría. Pensé mil formas de cómo hacerlo, pero en todas ellas no podría explicar por qué lo habría hecho, salvo decir la verdad, pero al menos acabaría con esa tortura que me estaba carcomiendo por dentro y, además, lo más importante, existía la posibilidad de que mi tío me viera como mujer después de aquello y me tomara, ¡por fin me tomara! de la cintura y me enterrara su verga en mi conchita que ardía por él.

Hubo un momento anterior al tiempo preciso de la decisión donde todo había dejado de importarme, fue en ese momento en el que el mundo se detuvo para mi… mi mano, sudada y temblante, iba en pos de aquella verga endurecida que me estaba destrozando por dentro en mis pensamientos… era el momento de la verdad donde lo único que esperaba era no arrepentirme… ¡Hazlo! decía una voz; ¡no lo hagas! decía la otra...