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Decidiendo nombres, II

en Dominación

Violeta puso las bolsas con las compras en el mostrador de la cocina, se acercó al refrigerador para poner la leche dentro, pero se distrajo viendo la pequeña foto en blanco y negro colocada con imán ahí.

—Gemelos dijo con una sonrisa.

La visita al ginecologo la semana pasada había puesto fin al misterio del embarazo de Violeta, sólo tenía 8 semanas de embarazo, pero iban a tener GEMELOS. Dos preciosos bebés para adorar y amar, la euforia de Liam y Joaquín tan evidente desde el momento que habían confirmado el embarazo se había duplicado con la noticia.

Violeta dejó las bolsas en la mesa y caminó al cuarto a cambiarse antes de preparar la comida.

 

Un rato más tarde, Joaquín y Liam llegaron al departamento después de cerrar el negocio, llevaban comida de para los tres.

—Violeta se va a enojar cuando lleguemos con la comida.—Una sonrisa se formó en la cara de Joaquín.

—Va a estar suave y cansada cuando azotemos ese dulce trasero por gritarnos.—Liam abrió la puerta y se dirigió directamente a la cocina.—Creo que nuestra pequeña sumisa estaba muy cansada.

—Ordenemos esto y servimos la comida.— Propusieron al mismo tiempo. Se rieron y chocaron los puños.

—¿Cómo vamos a elegir nombres y apellidos?—Dijo Joaquín mientras empezaba a sacar las cosas de las bolsas y separarlas.

—Se va a poner fúrica si no la incluimos.—Contestó Liam. —Me encanta hacerla repelar para después poder azotar su trasero.

— Lo sé. — Joaquín se rió entre dientes. Él prefería amarrarla y hacerla gritar de placer hasta que le rogara que se detuviera, lágrimas rodando por sus mejillas, su cuerpo laxo y lleno de sudor, sus jugos corriendo libres por sus piernas. — Empecemos por decidir el orden de los apellidos. — Dijo intentando no tener una erección.

—Podemos hacer una competencia, entre tú y yo.—Sugirió Liam mientras guardaba las verduras una erección se empezaba a formar en sus pantalones al imaginarse todo lo que quería hacerle a su chica. — Algo un poco diferente a lo que ella sugería.

—¿La amarramos, le vendamos los ojos y tiene que adivinar quien la lleva al cielo?

—Es buena identificandonos con los ojos vendados... podemos comprar juguetes, siempre estamos buscando cosas pero sólo tenemos esos dos que compramos para el gimnasio. — Liam sonrió cuando los recuerdos lo inundaron, la erección que tenía ya parecía tienda de campaña.

Joaquín guardaba los trastes limpios, intentando recordar el orden en que le gustaba a Violeta guardar todo.

—Tienes razón, nos hemos concentrado tanto en hacer que la relación fuera de la cama funcione, y crear nuestro negocio que olvidamos muchas fantasías que teníamos cuando nos conocimos.

—Podemos pintarle en la panza las puntuaciones. —Aportó Liam con una sonrisa traviesa en la boca, adoraba verla marcada, ya sea dejar su trasero rojo con la palma de su mano, o usar pinturas para escribirle cosas en el cuerpo.

—El que gane es él quien pone el primer apellido, y el que pierda él nombra al primer nacido. Violeta es la única que tiene poder de veto en los nombres.

— Si hay un nombre que vete, tendremos que mmm… negociarlo con ella.

—Me parece bien. Tenemos un plan entonces. — Dijo Joaquín terminando de poner la mesa.

—Bien, no le digamos nada hasta que la tengamos amarrada y nuestros juguetes listos. — Liam terminó de calentar la comida y repasó mentalmente todo. — Listo, podemos ir por nuestra muñeca y comer.

—Bien, vamos.

 


En la cama Violeta estaba semi sentada durmiendo con un zapato puesto. Liam se subió del otro lado y se acercó a desabrocharle la blusa, exponiendo su sujetador azul de encaje. Joaquín hincado a su lado le desabrochó el zapato que tenía puesto y se lo quito. Poco a poco empezaron a desnudarla completamente.

Haciendo pequeños ruidos somnolientos Violeta cooperó. —Ahorita hago la comida rápido, compré cosas para hacer una ensalada rápido, y bisteces de pollo.

—Ya trajimos la comida. —Dijo Joaquín mientras masajeaba la planta de los pies de ella.

—Pero yo les dije que iba a cocinar…

Liam pellizcó un pezón de Violeta acallando sus protestas y arrancándole un suspiro.

—Si, oh gran señor del fuego, obedeceré ciegamente, — se burló Violeta ganándose una mordida en el hombro de parte de Liam y otra en el muslo de Joaquín,

—Pequeña traviesa, llevaré una cuenta de tus faltas, y después de que nazcan nuestros hijos, azotare tu culo tan fuerte que no vas a poder sentarte en un mes.

—Vamos a comer que tenemos que regresar al negocio y terminar de preparar el pedido de mañana.

La llevaron desnuda al comedor, y la pusieron en su silla.

 

Los muebles del comedor fueron los primeros que hicieron para su negocio, Liam con una carrera en Diseño de interiores y Joaquín en Electrónica fueron sus ideas gracias a la cuales se habían conocido a través de un amigo en común.

Las sillas estaban forradas desde el asiento cubriendo todo hasta el suelo así que no se podía ver a través de ellas, la silla de Violeta escondía un dispositivo creado por ellos, que vibraba y junto con unos engranajes estratégicamente diseñados, simulaban unos nudillos que al girar rozaban desde el culo, pasando por los labios hasta el clítoris manteniendo a Violeta goteando por más pero sin dejarla correrse.

Liam tomó el mando que de controla la velocidad con la que gira el engrane y Joaquín el mando de la vibración.

— ¿Qué vamos a comer? — Dijo Violeta mientras abría uno de los contenedores.

— Trajimos un poco de arroz blanco, milanesas de pollo y ensalada de zanahoria. — Dijo Joaquín sirviendo una ración para cada quien en los platos.

— Siéntate, nosotros serviremos todo. — En cuanto Violeta se sentó, Liam activó el engranaje en la mínima velocidad, arrancando un gemido gutural de ella.

— Oh, amos. — Violeta intentó alejarse del engrane que daba la vuelta acariciando a lo largo de su húmeda raja.

— Siéntate muñeca o te amarramos.

— Si señor. — Tragándose un suspiro, ella se sentó otra vez, sintiendo como el engrane separaba un poco sus labios y los acariciaba.

Joaquín prendió su dispositivo directamente en una velocidad media haciendo que Violeta diera un gritito, empujara su cabeza hacia atrás cerrando los ojos, enviando sus tetas al frente, con los pezones totalmente duros, las manos apretando el borde de la mesa con tanta fuerza que sus nudillos se pusieron blancos.

Violeta se mecía lentamente adelante y hacia atrás buscando llegar al orgasmo cuando alguien agarró su pezón derecho y lo jaló sin soltarlo.

— Come muñeca. — Dijo Liam, soltó su pezón y sirvió el agua.

La comida pasó lentamente para Violeta, el dispositivo estaba programado para torturarla, a esa velocidad nunca la iba a llevar al cielo, pero no evitaba que ella lo intentara.

Dando pequeños bocados para no ahogarse con la comida, movía las caderas en círculos buscando la liberación.

Frente a ella, Liam y Joaquín disfrutaban verla sufrir, un sonrojo cubría todo su cuerpo, sus pezones convertidos en duros picos asomaban sobre la mesa, su cuerpo brillaba con la pequeña capa de sudor que la cubría y el olor de su excitación llenaba el ambiente.

— Bien hecho muñeca. — La voz llena de deseo de Joaquín la felicitó cuando terminó de comer.

— Ahora limpia la mesa. — Dijo Liam, el dispositivo de tortura se detuvo inmediatamente.

Sosteniéndose sobre sus inestables piernas, Violeta llevó los trastes al fregadero, regreso por los manteles y demás hasta dejar la mesa limpia, guardó la comida sobrante apenas y poniendo atención a lo que hacía, podía sentir sus jugos resbalar hasta la mitad de sus muslos, su coño tan inflamado que cada que daba un paso, un estremecimiento la recorría.

Sacó de un compartimento estratégicamente escondidos en la cocina, unas toallas, y limpió su silla que estaba inundada de sus flujos, y las colocó en el tambo de la ropa sucia del compartimento.

Liam y Joaquín se levantaron y ayudaron a Violeta a subirse a la mesa, con el embarazo se encontraban en la búsqueda de nuevas y cómodas posiciones para montar a su pequeña sumisa.

— Aquí acuéstate. — Liam dio palmaditas a la superficie de la mesa.

Joaquín había sacado unas esposas de tela y velcro, que le puso en los tobillos, le dio un par a Liam. — ¿Cuál es tu palabra para expresar incomodidad?, muñeca.

— Amarillo, señor.

— ¿Cuál es tu palabra de seguridad? — Liam ató los brazos de su sumisa uno al otro, y los estiró para amarrarlos a una lámpara de araña que colgaba del techo.

Violeta miró la lámpara y sonrió, la mayoría de las personas que llegaban a invitar a su casa, siempre expresaban su curiosidad por una pieza tan antigua en un departamento tan minimalista, la respuesta era sencilla, era un regalo de bodas, y por eso no podían rechazarlo o deshacerse de él, lo que no contaban era que estaba diseñado por un amigo alemán, y que tenía dos funciones, ser una lámpara de aspecto antiguo y delicado, y ser un dispositivo para colgar a personas de hasta 120kg, en diferentes posiciones. Con la mirada clavada en la lámpara, ella vió como Joaquín abría sus piernas y las amarraba lo más separadas posible que se podía sin incomodar a los bebés dentro de ella.

— Que bonita te ves. — Exclamó Liam, él y Joaquín dando de vueltas alrededor de ella, dejando caricias sobre su piel sensible por el juego anterior llevándola rápidamente a un estado de excitación alto.

— Abierta y lista para nosotros. — Joaquín rozó ligeramente el coño de Violeta arrancándole un grito de placer y necesidad.

— Yo creo que todavía tiene hambre. — Liam tenía su polla en la mano y acariciaba los labios de Violeta con la punta de ella, dejando un ligero brillo de su presemen.

— Si, por favor, tengo hambre de polla. — Suplicó Violeta intentando lamer la polla de Liam, pero no la alcanzaba, aunque se intentaba estirar, las ataduras que mantenían sus extremidades en el aire, y las manos de Joaquín en sus caderas se lo impedían.

— No sé si se merezca el postre Liam, últimamente ha dejado claro que es muy independiente. — Se burló Joaquín rozando su polla en el coño de su sumisa.

Violeta sabía que sus palabras dichas en un arranque de hormonas iban a regresar a morderle el trasero, sólo que esperaba que literalmente fuera una mordida en el trasero.

— Por favor, prometo que me comportare mejor.

— Mmm no lo sé no suenas muy convencida, pequeña muñeca. — Liam enfatizó cada palabra con un golpe de polla en la boca de ella.

— Oh por el amor de Dios, sólo… — La insolente réplica de Violeta fue interrumpida por Joaquín con un azote directamente en su clítoris que la hizo estremecerse de pies a cabeza. — Ahh.

— No te aproveches de que estas embarazada y no puedo azotar ese culo como se merece. —Liam pellizco y retorció sus pezones, arrancándole gemidos guturales.

— Llevemos una lista de sus insolencias, le azotarémos ese culo tan fuerte después de que nazcan nuestros hijos que no va a poder sentarse ni cuando ellos terminen la carrera.

La propuesta de Joaquín sorprendió a todos, usualmente Liam era el aficionado a los azotes. —Vale, llevaré una lista de infracciones.— Contestó, y con una mirada a Joaquín metieron de una sola embestida sus pollas hasta el fondo, tomando por sorpresa a Violeta, que no le dio tiempo de procesar lo que estaba pasando cuando un orgasmo arrasó con ella, su cuerpo se arqueó lo más que pudo con los gemelos creciendo en su vientre, empujó su cabeza más atrás, llevando la polla de Liam tan profundamente dentro, que la nariz de ella estaba pegada a las bolas de él.

— Eso es, muñeca. Puedo sentirla apretando a mi alrededor.

— Su boca es la gloria, siento como cierra su garganta en mi.

Sin delicadeza, ambos empezaron a empujar dentro de ella, cayendo en un ritmo que la volvía loca. Lentamente otro orgasmo se fue formando en la parte baja de su vientre. La mano de Joaquín se deslizó desde la parte más alta de su vientre, hasta su clítoris, y lo empezó a jalar sin piedad, llevándola al borde y lanzandola del precipicio a otro orgasmo.

Liam masajeo sus tetas, — ¿Cuándo crees que podamos ordeñar a esta preciosa vaquita?

— El ginecologo dijo que tendremos que esperar a que nazcan los niños.

— Odio a ese hombre, también dijo que tendremos que esperar 40 días antes de poder montarla.

— El coño, el culo es otra historia.

Violeta no podía dejar de exitarse por la conversación, cuando estaban jugando la encendía que hablaran de ella como si fuera un objeto. Podía sentir la polla de Liam tocando el fondo de su garganta, y a Joaquín tan profundo que seguro sus hijos lo podían sentir también.

Liam y Joaquín aceleraron las embestidas, y antes de que cualquier otro pensamiento se formara en su mente, un tercer orgasmo la recorrió, pronto Liam sacó su polla de su boca y le llenó la cara de semen, enviando chorros a sus tetas y panza.

Joaquín no tardó en seguirle, llenando su coño de su leche.

Con cuidado y amor, ambos la desamarraron, Joaquín la tomó en brazos y la llevaron a su cama. La acomodaron en medio, y se aseguraron de esparcir el semen por todo su cuerpo. Les encantaba que quedaba pegajosa y oliendo a ellos hasta su próximo baño.

Desnudandose, ellos se acercaron a la cama.

— Vamos, muñeca limpianos. — Dijo Liam llevando su polla a la boca de Violeta, ella la chupo y lamió hasta comerse todo el semen que había quedado colgando, después él se acostó a la espalda de ella,y Joaquín tomó su lugar.

La polla de Joaquín sabía a él y a los jugos de ella, con mucho entusiasmo limpio la polla hasta dejarla reluciente. Con cuidado se acomodó frente a ella.

— ¿Cómo te sientes?, muñeca.

— Saciada.

Así juntos y satisfechos se quedaron los tres dormidos.