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La Merienda 2

en Hetero: Infidelidad

Hola de nuevo. Queridos lectores.

Vuelvo a ser Silvia y mi marido David. (Relato La Merienda) Os recomiendo leer la primera parte, antes de leer este.

Os quería dar las gracias, por los Correos que me habéis enviado , en estos días.

Por vuestras palabras, contándome lo que os ha producido.

Por vuestras fotos , mostrándome el efecto, jajaja

Por vuestras proposiciones indecentes, jajaja

He intentado responder los más morbosos e interesantes. ( He recibido más de mil en cuatro días)

También quería explicaros porque no se veían las fotos de mi primer relato.

Creo que ha sido por el formato en el que las envié. Las envié desde el iPad y creo que solo admite jpg

Para los próximos relatos, intentare solucionarlo.

Y como muchos, me habéis pedido que contase como acabo La Merienda, aquí está.

Besitos a todos.

 

 

Mientras yo me daba una larga ducha, ellos volvieron al salón.

Cuando volví envuelta en una mini batita, me los encontré tomando una copa de vino.

Estaban sentados, cada uno en un sillón. Con sus trancas morcillonas. Comentando como lo habían pasado.

La imagen de esos pollones en reposo, que hacía quince minutos, me habían dado tanto placer. Me dejo impactada. Que hermosura.

No lo pude evitar y me puse a gatas en la alfombra, para acercarme a Pablo. Fui como una gatita que va a ronronear. Solo rozar mi cara con su rabo, hizo que reaccionase. Y empezase a ponerse dura. Qué maravilla.

- Que quiere la gatita?

- Más leche caliente.

Mi lengua lamia sus huevos, que quedaban en el borde del sillón. Su rabo respondía a mis lamidas y ya estaba dura pegada a su abdomen. Yo no utilizaba las manos, solo mi boquita y lengua.

Diego y mi marido, no perdían detalle y sus trancas también estaban duras, al verme mamar.

Yo les miraba, mientras no paraba de lamer ese duro rabo.

Le di un besito al capullo de Pablo y gatee hacia mi marido. Comencé igual, lamiendo sus huevos.

- Que te pasa? Quieres follar mas?

- No, ya me he corrido suficiente. Quiero más leche.

- Quiero saborearla de nuevo y dejaros las pelotas vacías.

- Para que vean que soy una buena gatita, y me llamen, cuando las tengas repletas.

- Que zorra eres, y como me gustas.

- Puedes estar segura, que te llamaremos para darte otras tardes de merienda.

Mientras yo lamia el rabo de mi marido, Pablo y Diego se la meneaban suavemente, sin perder detalle.

Ver cómo los tíos se la menean por mi, me ponen muy perra. Súper salida.

Recuerdo un día de nuestras vacaciones en Cap D'Agde. En la playa, mientras yo chupaba un chupa-chups y seis tíos, a un par de metros de mi, se la meneaban como salidos, viendo como sentada en la arena, con las piernas abiertas, mostraba mi chochete, chupando.

Pero eso es otra historia, que ya os contare.

Me metí el rabo de mi marido en la boca y empecé a mamar a conciencia, tragando desde la punta, hasta más de media, que es lo que me entra. Si sigo más me provoca la arcada.

Lo hacía con la boca bien abierta, para babear. Como me había recogido el pelo en una coleta, para ducharme, mi marido me la agarro, para llevar el ritmo de la mamada. Como sabe lo que me gusta.

Estuve un buen rato mamandosela y me fui como una gatita, a por mi tercera polla.

Diego se la meneaba suavemente, y no dejo de hacerlo, mientras yo lamia sus huevos.

Mi marido se levanto y cogio la cámara de fotos que siempre llevamos a estas fiestecitas.

- Esta no la tienes en tu álbum.

Y es cierto. Un tío sentado con los huevos en el borde, y yo entre sus piernas, lamiendo a cuatro patas, mientras él se la menea. No estaba aún en mi álbum. Puse mi mejor cara de zorra, mientras cambiaba las poses. Con la legua en sus huevos, con ellos dentro de la boca, lamiendo sus dedos, el capullo, etc

Cuando dejó de hacer fotos, Diego me cogio la cabeza con ambas manos y metiéndola en mi boca, fue moviendo la cadera arriba y abajo, follandome bien la boca. Que cabron.

- Eso es, dale rabo.

- Mira como babea.

Cuando me dejo respirar un poco, les pedí que se sentasen juntos en el sofá, para poder mamar una y menear las otras dos.

Qué maravilla, teniendo las tres tan cerca, iba pasando de una a otra.

- Joder, que mujer tienes, que boca.

- Como chupa, como le gustan las trancas.

- Mira que hemos conocido chicas, pero ella es la más mamona.

- Nos va a ordeñar otra vez

- Que lengua tiene..

Yo disfrutaba como una niña con un chupa chups. Sus hinchados capullos, sus troncos venosos y súper duros, sus huevos.

Mi marido se levanto. Dejándome con los dos.

- Os la dejo un momento , no os corrais aún.

No sabía que iba a hacer, pero conociéndole. Seguro que planeaba algo morboso y para mí placer.

Volvió al ratito, y poniéndose a mi espalda, saco varías fotos, mientras ellos ponían sus pollas juntas y yo chupaba los dos capullos.

Yo seguí a lo mío, disfrutando de esas dos trancas.

Dejo la cámara y empezó a tocarme por detrás. Pasando la palma de la mano, por mi mojado chochete. Sabía que no me iba a follar más, pero algo tramaba.

- Están ricas, golfa?

- Vaya atracón de rabos que te estás dando.

De repente note un chorro de aceite en mi culito y como empezaba a masajear mi agujerito. Lo hacía con el dedo gordo. Metiendo aceite y dilatándolo. Yo arquee más mi espalda, subiendo más mi culete. Para que lo pudiese hacer a bien. Ya sabía lo que me esperaba. Yo no dejaba de mamar.

- Que salida estas, como se te abre.

Ya me estaba metiendo dos dedos, e intentaba meter el tercero. Que cabron.

- Le queréis dar por el culo?

La pregunta de mi marido hizo que sus pollas diesen un respingo en mi boca.

- Por supuesto, estoy deseando encularla como a una perra.

- Le vamos abrir el culo a esta zorra.

Pablo se levanto, sacándomela de la boca, y ocupando su sitio en el sofá, mi marido.

Me echo un buen chorro de aceite en mi culo y metió dos dedos.

- No tienes algo más gordo que meterme? No me quieres empalar?

- Clávamela ya. Que quiero notar cómo me abres.

Apoyó su gordo capullo en mi agujerito y empujó.

- Dios, que rabo, como lo noto, empuja, móntame cabron.

- Toma zorra, toma rabo.

Joder, como notaba su tranca, entrar dentro de mi, abriendo mi culito.

Cuando notó que su rabo se paseaba sin dificultad por mi culo, se puso a horcajadas sobre mi y me la clavó hasta el fondo.

- Eso es cabron, móntame como a una yegua, móntame.

Joder, como estaba gozando. Me sentía repleta. Como noto que no duraría mucho, si seguía enculandome así. Les dijo:

- Encularla otro, que si no me voy a correr, y quiero llenarle la boquita otra vez.

- Vamos Diego, móntala

No hizo falta que se lo repitiese más, colocó su capullazo en mi dilatado agujero y empujó.

- Que culito tienes perrita. Qué rico. Como se abre. Se nota que te enculan a menudo.

Me estaba corriendo, no podía más. Su rabo se paseaba por mi culo a todo meter.

- Sigue, por favor, sigue, sigue. Soy vuestra yegua, enculameeeee!

Diego se dejó llevar y agarrado a mis caderas, empujaba como un salido.

- Me voy a correr, te voy a llenar el culo de leche, zorra. Toma, toma, toma.

- Sigue cabron, lléname de leche, lléname las entrañas. Soy vuestra puta.

Madre mía, mientras me corria, con sus embestidas, notaba sus chorros de leche llenando mis entrañas. Y no paraba de embestir. Seguía y seguía, haciendo que a cada embestida, saliese leche de mi culito.

Mi marido se puso de pie y cogiendome de la coleta, llevo mi cabeza a sus huevos, a la vez que se la meneaba como un desesperado.

- Zorra, que puta eres. Vas a tragar otra vez. Te gustan estos chicos?

- Me encantan, tiene unos rabos deliciosos. Y son unos cabrones salidos.

No había terminado la frase, cuando dijo:

- Abre esa boca de tragona, toma, toma , toma crema.

Que corrida me echo. Buenos goterones de leche caliente, que llenaron mi lengua y boca.

Les miraba a los ojos mientras la saboreaba y relamía.

Pablo dejo que lengüetease el rabo de mi marido y no dejase ni una gota. Y cuando vio que ya la había rebañado bien, me dijo:

- Levántate y siéntate aquí.

Me dio la vuelta y me hizo sentar sobre su rabo, clavándome la en el culo, de nuevo.

Me dio una palmada en la nalga.

- Vamos golfa, que yo vea lo que te gusta clavarte mi tranca. Cabalga.

- Que cabron, me estás usando.

Con sus manos en mis nalgas hacía que subiese y bajase por su estaca.

No podía dejar de hacerlo. Y a la vez que me empalaba, notaba como salía de mi culito , la leche de Diego.

- Sigue zorrita, demuéstrales lo golfa que eres. Ordeñale con tu culo.

- No lo va a conseguir, cuando me vaya a correr, le voy a llenar la boca otra vez.

- Estoy deseando ver cómo relame otra vez.

Apreté mi culo y aumente mi ritmo. Subiendo y bajando por su tranca. Sabía que me correría, pero el también. La notaba súper dura.

- No querías empalarme otra vez? Pues toma, te la voy a exprimir.

No aguantaba más y lleve mis dedos al clitoris. Esto hace que apriete más mi culo y la sensación sea brutal.

No aguante mucho así, y me vino una corrida salvaje y larga, que no acababa nunca. Fue increíble. Diego no aguanto más y me la saco corriéndose sobre su abdomen, lo lleno de unos buenos chorros de crema. Recupere el aliento de la súper corrida.

Y no lo dude ni un segundo. Me arrodillé y se la agarre para terminar de menearsela.

Quería exprimirsela bien y que saliese hasta la ultima gota que hubiese en su tranca.

La imagen era un manjar. Todo su abdomen lleno de leche, goterones de crema espesa.

Empecé a lamer como una gatita, recogiendo con mi lengua cada goterón.

Que golfa, podría estar todo el día tragando leche.

- La paladea a conciencia. Mira que le gusta.

- Vamos a tener que decírselo a algún amigo, para que se sacie.

- Si, por favor. Pero tiene que tener vuestros rabos y venir bien cargado.

Yo seguía lamiendo, metiendo la punta de la lengua en el ombligo, que estaba llenito de crema.

- Que rica, me vais a llamar para merendar más veces?

Esto se lo pregunte poniendo carita de niña buena, jajaja

- Ya veras la de meriendas que te vamos a preparar.