Después de la experiencia con Vilma, iba a actuar de una forma distinta, tenía una sensación especial.
Vilma no quería quedarse con Antonio... y nuestra protagonista Magda era su salvación.
Una vida muy estructurada y en perfecto equilibrio, pero una nueva sensación cambiará todo.
Se queda sin trabajo (por respetar sus principios) y su única forma para poder afrontar los gastos es alquilar un apartamento anexo a su casa. Una mujer acude interesada en la oferta.
Iba a ver de nuevo a Eva y al muchacho, su cuerpo estaba inquieto ante la situación.
Debería acostarse con el hijo de su amiga para iniciarle en el sexo, y luego contarla como había sido todo...
Provocando a su tío, era un juego pero terminó en algo más.
Hoy sería inivitada por Celia para ir a cenar... y Magda acepta.
Recuerdo con las mas atrevidas caricias y el sueño me encuentra entregada a un recuerdo que aunque pasional y agradable tiene la crueldad de una ausencia que nunca deseé.
El bulto que veía entre las piernas de Él la empezó a llamar mucho la atención, hasta que lo hizo suyo.
La soledad y la tristeza de ese día la hacen pensar en Mónica... necesita consuelo.
Ya no es un examen médico ni una situación casual: ambas hermanas se sinceran en cuerpo y espíritu alcanzando un climax de amor y sexo.
Magda cree oír a su hermana y su pareja haciendo el amor en la habitación de huéspedes y no puede evitar masturbarse y fantasear.
El examen médico de la vagina de su hermana termina en una furiosa masturbación mientras imagina como ella hacía el amor con su novio en la habitación contigua la noche anterior.
Se repite un último examen, pero esta vez la comunicación interior entre las dos mujeres raya lo sublime al tiempo que el sexo trasciende lo meramente físico.