El primer asalto entre nosotros había sido como un sueño. Como las mejores de las fantasías que ambos habíamos compartido a través del teléfono o de la red.
Una cita muy caliente y antes de llegar a la habitación ya habían perdido el control de sus cuerpos excitados.
Lo que me ocurrió hace unos meses fue increíble. Pensé que estas cosas no pasaban en la realidad, pero al parecer yo mismo seria el actor principal de una de esas historias que leía por ahí.
Una chica es la última clienta que queda en el gimnasio. El muchacho que atiende las instalaciones babea de gusto tras ella. Y en las duchas...