Entusiasmado con el modo de socializar de mi esposa, Roberto les cuenta a los muchachos de la oficina y se vienen todos al humo.
Vamos avanzando con Ali. Y viene mi compañero Roberto, interesado por las cosas que le conté, en socializar con mi señora.
Jugamos a que yo le creo a Alicia las andanzas que me cuenta. Son tantas y me las imagino tan bien, que termino calentándome, y Alicia se aprovecha.
Por su ingenuidad, nuestro protagonista no atina a ver las infidelidades de su novia.
Mi señora es bastante más joven que yo, y le encanta socializar con la gente del barrio, especialmente los varones. Pero ahora ha comenzado a socializar con mujeres. Me pregunto si entendemos lo mismo por "socializar"...
Después de acariciar el pezón de Silvia en un viaje apretados en colectivo, hasta hacerla acabar, en presencia de su novio Andrés, sin que este advirtiera nada, mi siguiente aventura fué con Marta, una amiga de mi madre, con su niño en brazos a quien, en un viaje en subre, le fuí aubrepticiamente acariciando la concha hasta hacerla acabar. Y la cosa siguió.
Por casualidad descubro que lo que más me calienta son los contactos subrepticios. Comenzó en un viaje en colectivo con un compañero de facultad y su novia.
Me decido a seguir a Alicia por las noches, y veo que mis sospechas eran infundadas... me parece...
El novio de mi amiga la estaba celando conmigo. Así que tengo que convencerlo, pobre muchacho...
Una compañera del gimnasio se interesa por mi gran clítoris...
Un reportero me entrevista en mi camerino. Y tiene mucha curiosidad por ver si es cierto lo que se dice de mi gran clítoris. ¡Pobre!.
Tengo un clítoris enorme que, cuando lo muestro nadie, sea hombre o mujer, puede resistir la tentación de chupármelo.
No te preocupes, papito, si no se te para... yo sólo quiero jugar con este gran chipote tuyo... jugar y jugar y jugar... Y me lo seguía acariciando con insistencia. Claro que yo tengo que satisfacerme, papi... Así que me voy a refregar mi conchita en tu cara...
Sus ojos fueron hacia mi entrepierna, para luego desviarse rápidamente de mi nabo erecto. Yo no había vuelto a subir mi pantaloncito. Me zambullí nuevamente de espaldas y luego de bajarle el pantaloncito paseé mi cara por su sabroso culo, y luego mi pecho, mi abdomen y al fin mi poronga al palo que recorrió la raya entre sus nalgas lentamente, de modo insoslayable de notar. Ya la cosa estaba dejando de ser un juego de niños. Y Jorge se estaba descubriendo en aspectos que jamás había sospechado de sí mismo
Hace ya un año que salimos, y de penetración nada. Pero me vuelve loco a pajas. Y no tengo la voluntad para impedirlo. Por ejemplo, estamos en algún rincón oscuro besándonos y toqueteándonos. Y entonces Alicia me agarra la poronga, a través del pantalón, y empieza a acariciármela. La agarra muy bien. Y una vez que la agarra estoy perdido.
Entre las dunas, en la playa, soy cojido por un travesti, que me sedujo mostrándome el culo...
De niño, jugando con un compañerito gordito, descubrí el placer de metérsela por el culo. Y de ahí en más seguí con ese habitos, ya sea con niños, niñas, señoras y señores.
El monumental culo de la monumental Julia. O como ser dominado y abusado sin violencia.
Vuelve a visitarme Silvita, esa lujuriosa niña de trece, me da vuelta con su culito. Y luego me presenta a Julia, su monumental amiga dominante.
Fuí a visitar la granja de mis tíos y terminé teniendo un revolcón...
En una nueva visita a su primo ciego, Alicia, la novia de este comete frente a sus propias narices, divertidos abusos con el enorme aparato de Roberto.
Carola empeñada en aumentar el tamaño de sus tetas lo consigue mediante un especialista, pasando por experiencias muy calientes. Y cuando le consigue comienza a hacer estragos. Y sus fabulosos pechos siguen creciendo...
A Margarita le encanta el sexo. Pero en vez de ser penetrada prefiere la masturbación creativa, especialmente de su novio.
Roberto, permite que tres amigas lesvianas usen su enorme nabo como consolador.
Nuestro exageradamente dotado héroe va al médico y recibe un inesperado tratamiento gay.