No puedo olvidarte y lo necesito. ¿Cómo quieres que te olvide si me compras el alma a plazos? Y esa luz de letanía se esfuma y pena y adolece mis sentidos. Yo muero por ti. Y quiero creer que es más tu muerte que la mía. Pero te quiero, y no puedo evitar quererte.
- Pues yo estoy en camisón. - Mmmmmmm. ¿El negro? - Sí, el nuevo. Te gusta, ¿eh? - ¿Te lo quitas por mí? - ¿Quieres que me lo quite?
Me sentía una quinceañera al lado de ese hombre maduro, de mirada penetrante. Mi sexo palpitaba cada vez más fuerte y ardía en deseos de descubrir si el suyo también.
Sé cuál es tu próximo movimiento, te conozco. Quieres volverme loca. Me muerdes el cuello y te tumbas sobre mí. No puedo luchar, me tienes atrapada con tu olor.
Se había empeñado en follarme y tendría una sorpresita. Llamó a la puerta y cuando abrí estaba de espaldas a mí. Le quité las gafas y le vendé los ojos con un pañuelo de seda.
Yo siempre había notado que me gustaban también las chicas aunque pensé que sólo eran un estímulo. Pero al salir del baño ella me lanzó una mirada azul penetrante y me dejó hipnotizada.