Tengo diecinueve años y estoy estudiando. Vivo con mi hermana mayor, que es enfermera y está casada.
Bueno, todo empezó cuando postulé a la universidad. Ahí llegan chicos y chicas de todos lados, pues unas bonitas otras feas y unas con un cuerpo que para qué te digo. Si sólo con la mirada ya las estoy desnudando y me imagino haciendo sexo con ellas, como pudiera comérmelas a todas me sentiría satisfecho, pero en fin éso es otra historia.
Yo soy un profesor de 29 años de edad y enseño el curso de matemáticas en la secundaria. Pasando el tiempo noté que una de las alumnas era muy movida y traviesa, casi como una puta pero no le tomé importancia, debido a que yo era un profesor muy distinguido en mi ciudad y no tenía tiempo para observar y preocuparme por esos "asuntos".
Me encontraba tan excitado que deseaba echarme una paja de antología mientras veía a tan esbeltas putas; Vivi se acercó a Evelyn y la besó en la boca con tal pasión que mi verga se puso tan dura y palpitaba tan fuerte que sentía que la leche quería salir reventando mis entrañas.
Un fin de semana de verano Maria y su amiga Ana habían decidido pasarlo en la montaña, haciendo una ruta sencilla, pero q les llevaría todo el fin de semana, a fin de quitarse el stress de los exámenes finales.
Primero con la madre (más madura que él) y posteriormente con la hija (siendo su padrastro), las mujeres de esta familia son fantásticas.
Me gusta ver a las colegialas con su uniformes de falda azul y camisas blancas. Desde siempre me he sentido atraído por estas pequeñas ninfas, pero nunca había podido imaginar que podría llegar intimar con una de ellas.
Una chiquilla de 13 años luego de descubrir a su hermano y a su cuñada hace un pacto con ésta para aprender todo acerca del sexo.
Un dia que parecia de lo mas aburrido y la suerte aparece en forma de una chiquilla, tras arreglar un desperfecto en el armario en la casa de su tia.
Me había puesto definitivamente en situación precaria con respecto a mi cliente. Montándomelo con Sheila había interferido con los asuntos de Chantell, en vez de ser un observador objetivo de los acontecimientos, como requería la profesionalidad. Así que tenía dos opciones. Una, podía admitirle que me había envuelto en el asunto y recomendarle algún otro sabueso; o dos, podía intentar ocultar que me había envuelto y esperar que ella no se diese cuenta. Considerando mi mermada cuenta bancaria, la opción uno no parecía muy atractiva por el momento.
La rutina de un detective privado cambia cuando una noche una cliente perturbadora le encarga una mision que le cambia la vida...