Cuantas fueron las veces que nos imaginamos tocando mis pezones con la punta de su verga o metiendolo en medio de ellos y que la punta llegara hasta mis labios y darle lamidas con mi lengua humeda y bañada de saliva.
Al decirle esto, Bianca soltó mi pene y se levantó. Se aliso el cabello y me dijo: amor quiero que me vuelvas a coger por detrás. Pero antes quiero darte una mamada a tu verga que no quiero que olvides jamás. Ese será tu otro regalo.