Vuelta a las andadas. Tras dejarlo con mi ex, con un buen par de cuernos en mi cabeza, me desfogo en Internet ante la atenta mirada de cientos de desconocidos.
Inmerecido e inoportuno descanso.
Ese gran descubrimiento. Así fue.
Ir de compras no sirve para curarlo todo.
Un viejo recuerdo piscinero mientras me distraigo de compras.
De perdidos al río, o cómo regodearse una tarde entera en la propia adicción. De paso, os presento a mi amigo del alma.
Me encanta la azotea de mi edificio. Está alta, tiene cuerdas para tender la ropa y a veces le da sol.
Soy adicta, lo reconozco. No hay razón para seguir engañándome a mí misma. Soy una adicta a la masturbación.
El primer día de terapia no ha terminado aún, y hay muchos pepinos sueltos por ahí.