Aquello de quien espera, desespera se estaba haciendo cierto, pero ella estaba allí arrodillada frente a mí para darme cátedra de fellatio aunque yo en ese instante desconfiara de su destreza...
Dediqué este relato un día y en silencio a alguien que amé profundamente. Sirva hoy de homenaje a su recuerdo.
Porque hay cosas que deben decirse a tiempo y sin miedo. Esta es mi confesión y la comparto con ustedes.
Dediqué este relato un día y en silencio a alguien que amé profundamente. Sirva hoy de homenaje a su recuerdo.
Una vida chata y gris, sin futuro aparente, salvo por la presencia de ella. La había visto crecer ante sus ojos: la flor de la casa. Aquella muñeca delicada y prístina como un jazmín paseaba su fresca belleza por el lugar causando en él emociones encontradas.
Mis piernas tiemblan y mi sexo late, tomo tu mano con fuerza y nuestros dedos se entrelazan. Sonreímos abiertamente y el círculo de aprobación se cierra.
Pero allí estaba yo, voluntaria presa de aquel desconocido por más que fuese un respetable profesional y vistiera un traje importado. No me importaba que me sometiera allí, a la vista de cualquiera que pudiera asomarse a alguna de las ventanas del edificio de enfrente.
Soy por norma un hombre atildado pero un vez más te has ido. Debería contarte esta experiencia, pero te perdería, me muero por verte de nuevo y soñar por un instante que me tienes en tus lúbricos sueños...