Mis manos en la cara interna de los muslos, hicieron que su dueña abriera sus piernas para dar rienda suelta a las pretensiones de mis caricias
Pasaron un par de meses hasta que la situación fue propicia para dar un paso más, y esta se presentó cuando un sábado por la mañana al coger el ascensor para subir a casa...
Me senté en el salón extendí la prenda en el sofá y acaricié sobre el pubis como si la tuviese puesta ella en ese momento, acerque mi cara hasta rozar la tela con mis labios, pegue mi nariz aspirando su aroma...
Continúa el viaje y las sensaciones
Esta historia es una esperiencia real