Hace unos años para ir ahorrando un dinero trabajaba para una empresa de limpieza que ofrecía sus servicios más bien a otras empresas. Fue ahí donde un trabajador de una de ellas no pudo aguantar sus ganas de follarme al verme todas las tardes ir a limpiar a su oficina.
Lo que empezó como un juego inocente de intercambio de fotos se convirtió en algo más y acabamos follando como salvajes ocultándo nuestros polvos a la familia.
Después de entrevistar a unos cuantos por fin encuentro al chico adecuado. Es reservado, no es un musculitos de gimnasio y parece que no da mucho el coñazo. Mi reto es meterme su polla bien dura en la boca hasta que no pueda parar de correrse.