El viejo y su sobrino gordinflón me llevan a la casa de mi amiga Elena, compañera del gim y de las tragaperras, que también han caído en sus garras. Nos someten a las dos a sus caprichos y nos ofrecen a un negro con una polla descomunal. El vicio del juego y las tragaperras tuvo la culpa.
Marisa, una mujer casada con un cuerpo espectacular, está enviciada con las máquinas tragaperras. Para que su marido no se enteré del dinero que pierde se ve sometida a los deseos más sucios y turbios de un desconocido.