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Nuestra noche

en Hetero: Primera vez

Era de noche cuando mi novia Patricia llegó a mi casa, nos pasamos a la sala a conversar; después de varios minutos ella se acercó a mí dándome un beso en los labios por unos segundos, ese beso fue apasionado, me acomodé de modo que pudiera estar lo más cerca de su cuerpo. Le correspondí con otro beso dándole pequeñas mordidas suaves en sus labios y cuello varias veces; yo ya estaba excitado y quería que ella también lo estuviera, para ello le desabroché el suéter que traía y ví que vestía de forma muy apetecible; traía un pequeño top que solo le cubría sus tetas, se le notaban los pezones.

Mi pene reaccionó poniéndose más duro, que se notaba en el pantalón; mi novia lo vió y puso su mano en mi pene apretándolo; entrados en la pasión le quité el suéter y besé en sus labios, cuello y pecho volviendo a sus labios mientras con mis manos acariciaba por encima del top sus tetas y su vientre. Al ver que ella respondía a mis actos acariciando mi pene y mi cuerpo, le dije –vamos a mi recámara- nos levantamos y fuimos al lugar; estando ahí los 2 de pie, la besé acariciando su espalda; la fui llevando hacia la cama hasta que se sentó y luego al acariciar sus tetas la acosté para colocarme arriba de ella.

Continuamos besándonos; le desaté los tirantes de la espalda que le sujetaban el top y con movimiento lento le fui quitando la ropa que cubría sus tetas para enseguida besar su pecho, tetas y pezones. Paty se encontraba muy excitada, me apretaba contra su cuerpo con fuerza, buscaba mis labios como desesperada para darme un beso interminable. Le quité la minifalda y con el pene erecto hacia arriba, lo puse a la altura de su panochita haciendo movimientos hacia arriba y hacia abajo frotando el área de su clítoris; los gemidos de placer salían de sus labios, su cuerpo jadeaba y su respiración era rápida y ardiente, pidiéndome que la hiciera mía.

Se sentó en la cama un instante para quitarme el pantalón, mi pene se veía erecto detrás de la trusa que lo aprisionaba; se volvió a recostar y yo encima de ella. Usaba una tanguita blanca muy pequeña que solo cubría la rayita de sus labios mayores. Coloqué mi pene en su conchita y sentí como se acomodó entre sus labios mayores. Frotaba mi pene contra su clítoris; mi novia movía su cadera a mi ritmo gimiendo cada vez más fuerte y presionando con fuerza mi cadera contra su cuerpo; chupaba sus pezones despacio con mordiditas que la hacían estremecer, besaba sus labios con pasión. El movimiento de su cadera se hizo más intenso y vino un grito de placer en el orgasmo; ella seguía moviéndose después del orgasmo y yo la seguí mientras chupaba sus labios; vino otro orgasmo y su grito fuerte se ahogó en mi boca; su movimiento fue disminuyendo hasta que se detuvo; puse mi cabeza al lado de la de ella y nos quedamos descansando, reponiéndonos del gozo y disfrute sexual; era un momento exquisito estar los 2 casi desnudos tocando nuestros cuerpos erizados por la excitación.

Mi novia me dice al oído –te amo, gracias por se tan lindo conmigo; quieres hacerme el amor- yo contesté –sí, mi amor-; me puse de rodillas en los pies de ella, le quité la tanguita que estaba mojada por el líquido de sus orgasmos; su conchita estaba mojada, rasurada por completo; rocé mis labios con sus labios mayores y se sentía suavecito, terso, como las pompis de bebé. Ella me quitó la trusa que estaba un poco mojada y mi pene quedó muy recto hacia su cara; se acercó y lo tomó con su mano haciendo uno movimientos como si me estuviera masturbando, saliendo de la punta hilos de líquido; besó mi pene desde la cabeza bajando hacia mis testículos acariciándolos con sus labios y dedos.

Acosté con suavidad a mi novia, le separé las piernas y me puse a besar su panochita; abrí sus labios mayores, ahí estaba su clítoris hinchado; con mis labios tomé la punta del clítoris y lo empecé a chupar; el cuerpo de mi novia de inmediato reaccionó, con gritos entrecortados contorsionando su cuerpo, apretando sus labios para acallar un poco sus gritos, su respiración a medias y jadeante; bastante líquido caliente brotó del orificio de su vagina bañando sus nalguitas; aunque continuaba gritando de éxtasis y moviendo su cuerpo de un lado a otro, yo no dejaba de chupar, morder y succionar su clítoris; deseaba que disfrutara al máximo nuestra primera vez. Cuando me gritó –ya, ya por favor, ya no puedo más, mi amor, por favor- solté su clítoris y me acosté arriba de ella abrazándola; después de que su cuerpo se relajó y estuvo tranquila, levanté mi cadera un poco colocando la punta de mi pene en la entrada de su vagina; estaba a punto de penetrarla, cuando Paty me dijo –mi amor, hazlo despacio; por favor que no me duela, soy virgen y mi virginidad es tu regalo de cumpleaños, te amo- me volví a acostar encima de ella abrazándola, mientras reflexionaba sus palabras; le dije –gracias mi amor por el regalo tan preciado que me das, te lo valoro-

Me bajé de la cama, le pedí que se acostara poniendo las pompis en la orilla con las piernas abiertas apoyando sus pies uno a cada lado; yo de pie a la orilla de la cama me puse en medio de sus piernas, acerqué mi pene hasta introducir la mitad de la cabeza en su vagina, me incliné hacia adelante para besarla, moví un poco mi cadera para penetrarla, pero le dolió; me retiré. El orificio de su vagina era estrecho, le dolía aun estando muy lubricada; volví a penetrar mi pene en su vagina pero ahora lo haría hasta que entrara la cabeza; lo hice despacio deteniéndome en cuanto le dolía, tardamos un poco, hasta que entró; quedaba lo más difícil penetrarla por completo lo que le causaría el mayor dolor. Le chupe sus pezones y acaricié sus piernas hasta excitarla, en el momento que la sentí entregada al amor, fui penetrando mi pene poco a poco, en cuanto sintió dolor me detuve por un instante y de un movimiento rápido penetré todo mi pene hasta el fondo, en lo que ella dio un grito de dolor abrazándome con fuerza con manos y piernas, yo también la abracé fuerte y empezó a llorar, me quedé así por uno minutos mientras se le pasaba el dolor; la besé como a ella le gusta, sus ojos, sus labios, y sus tetas; me moví un poco para sacar mi pene y le dolió, esperé un rato más mientras la seguía besando.

Saqué un poco más mi pene, estaba manchado de sangre, y luego lo volví a meter; empecé a hacer movimientos de penetración de mi pene en su vagina; sus líquidos combinados con sangre salían en abundancia mojando todo; por la lubricación en exceso cada penetración era más y más profunda y placentera, su vagina y mi pene se hacían más sensibles al roce en cada penetración; el sonido que hacían nuestros cuerpos al chocar y el líquido en cada fricción era excitante.

Ella en su excitación empezó a emitir gemidos más fuertes anunciando un orgasmo; su vientre ardía, su cuerpo se movía en exceso, y vino su orgasmo con una descarga de líquido ardiente que bañó mi pene y testículos. Ya no aguantaba más quería venirme dentro de ella, mi pene estaba muy erecto, quería desahogarme; se lo dije a mi novia y ella aceptó, tomó mis testículos con su mano masajeándolos, la excitación era tal, que mi cuerpo estaba caliente, sentía que me venia y le dije –me voy a venir-, en ese momento mi pene tomó más erección y descargué todo mi semen dentro de ella, sintiendo como algo me quemaba por dentro mientras salía el semen por mi pene; brotaba y brotaba semen que deposité en su vagina; ella volvió a tener otro orgasmo cuando sintió los chorros de semen caliente en su vientre; me acosté encima de ella con mi pene adentro de su vagina y nos quedamos más de media hora descansando.

Deseamos tener otro orgasmo así que chupe sus pezones succionándolos, acariciaba sus piernas; con el pene erecto hice penetraciones lentas porque la excitan; sus ojos con una miraba penetrante brillaban reflejando amor, pasión, excitación, lo que su corazón y su cuerpo sienten. Llegó el momento en que me mormulló al oído con una voz que hacia estremecer mi cuerpo –me vengo mi amor, ya, ya, ya, ya, ya- y dejó escapar el torrente de placer que había acumulado durante la excitación; sentí su líquido caliente bañar mi pene lo que me hizo tener mi orgasmo eyaculando dentro de ella, haciendo penetrar más mi pene para sentir mayor placer. Ella se quedó en silencio con los ojos cerrados, saqué mi pene erecto lentamente de su vagina y su cuerpo se estremeció dando un suspiro atrapándome con sus piernas; nos acostamos en centro de la cama abrazados hasta quedarnos dormidos.