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El Masajero

en Hetero: Primera vez

Mi nombre es Daniel y soy de Salamanca, y esto ocurrió hace muchos años, aunque siempre ha sido un recuerdo tan fuerte que parece que fue ayer.

Ocurrió cuando tenía 15 años, yo como todos los niños del mundo he jugado a los médicos con mi vecina, mi vecina se llamaba Chusi (de Mª Jesús) y es de mi misma edad, no se ciertamente a que edad empezamos a jugar a los médicos, supongo que a los 7 ó 8 años ni quien propuso jugar a quien, lo que se es que duramos un montón de años así hasta que cumplimos los 12 años en los cuales Chusi no quiso volver a jugar nunca más. Nunca comprendí por que tan de repente zanjó ese asunto solo se que a mi me creó una gran obsesión sexual, y desde ese día a los 12 años siempre he querido volver a "jugar" con ella a lo que fuera, pero nada de nada, ella se volvió extremadamente puritana y esquiva a todo lo que concierne el sexo.

Así pasaron los 12 años, los 13, los 14 y llegaron los 15, en plena adolescencia el paso de los años se hace eterno y más si durante todos esos años vas cambiando físicamente tan radical y hormonalmente que ni te da tiempo a asimilarlo, el hecho es que Chusi con 15 años era una autentica preciosidad, una niña elegante, guapa y con un cuerpo endiablamente perfecto (y en años posteriores se pondría aún más buena), y lo curioso es que yo era un niño de 15 años bastante guapín, espabilado y ligón que en el instituto conseguía atraer la atención de otras chicas, pero con respecto a Chusi siempre me albergaba una timidez enfermiza y un corte desmesurado al estar cerca de ella, supongo debido a la gran atracción sexual que me unía a ella.

El hecho es que éramos amigos pues se pasaba siempre por la tarde en mi cuarto charlando de temas triviales y absurdos, y además yo estaba siempre tan cortado que no podía decir nada ocurrente ni imaginativo que la llamara la atención, además Chusi iba a un instituto de monjas por lo que estaba siempre de uniforme y eso fetichistamente me daba mucho morbo, muchísimo, con esa rebeca azul oscuro, esa camisa blanca y esa falda a cuadros, me excitaba cantidad, y me volvía loco verla todas las tardes, hasta el punto que deseaba no verla, ya que al no verla al menos no lo pasaría mal (sobra decir, que mi primera paja de mi vida fue por ella, el año anterior, con 14 años).

Pues bien, llego por fin el día que habría de cambiarlo todo, el jueves 14 de Marzo de 1991, yo como siempre con las hormonas adolescente ebulliciendo bestialmente, ella con su uniforme puritano y recatado (lo cual me excitaba más con ese aurea de virginidad que desprendía), el hecho es que en un momento dado de la conversación salió el tema de lo dura que había sido estudiantilmente esa semana y lo mucho que le dolía el cuello, a lo que yo repliqué lleno de inocencia y sin doble sentido:

- Si quieres te doy un masaje

- Genial, me vendría genial, ¿lo harías?

- claro que si

Ella se sentó en mi cama de espaldas a mí y yo empecé a frotarle el cuello, en ningún momento propuse lo del masaje con connotaciones eróticas o para aprovecharme de algún modo, fue puro instinto inocente, pero fue como magia como ese momento de masajear su cuello se fue convirtiendo en extremadamente erótico y sensual, no tenía nada de especial mi masaje, pero tener mis manos por su cuello apartando un poco el cuello de su camisa almidonada me excitaba cantidad, de tal manera que se formó tal erección en mi pantalón que no pude disimularla, por lo cual me tiré con el masaje muchísimo tiempo hasta que conseguí que desapareciera la erección. Por supuesto ella no se dio cuenta de esto en ningún momento.

Al cabo de un rato ella como agradecimiento me dio un masaje a mí en el cuello, sin animo de ofender, su masaje fue rápido, malo y hasta doloroso por lo mucho que apretó. Finalmente ella se fue a su casa.

Y llegó el viernes, ella otra vez de uniforme, y de nuevo no se de donde saqué el valor pero le propuse otro masaje para "compensar" lo dura que había sido toda la semana estudiantilmente hablando, ella accedió sin ningún reparo (lo cierto es que lo dije muy inocente e ingenuamente tal y como quería que sonase, aunque muy centro de mí el sentido era otro), por lo que empecé a acariciarla el cuello y un poco de la espalda, me tire así unos 5 minutos, y le dije muy tranquilamente: "Túmbate en la cama bocabajo", ella obedeció, y yo seguí con mi masaje acariciando su rebeca por la espalda, su cuello y casi atreviéndome a tocar levemente el culo, pero no lo hice, no toque ninguna zona prohibida ni tabú, lo cierto es que estaba bastante cortado y tímido y solo con acariciar zonas permitidas me daba por satisfecho.


Al acabar le dije: "Date la vuelta", ella se pudo bocarriba, y yo empecé a masajearla muy suave y con mucho tacto todo su cuerpo, aunque por supuesto solo el cuello, los brazos, un poco el ombligo y algo las rodillas, no toque nada erógeno, lo esquive constantemente, ni las tetas ni nada por el estilo, no quería que bajo ningún concepto tuviese ella excusa para enfadarse y largarse a su casa para no volver, me estaba gustando tanto esto del masajero que quería conservarlo durante mucho tiempo, aunque eso conllevase no tocar nada de lo que estaba deseando tocar.

Lo cierto es que ese día nos tiramos mucho rato así, por lo menos 20 minutos, ella luego me dio a mí otro masaje a mí, aunque mucho más rapido y sobre todo tan puritano como el que yo le había dado a ella. Pero poco a poco iba haciendo progresos, no solía ser yo un tio paciente pero en esto estaba volcando una paciencia infinita por que se lo mucho que me jugaba.

Y llegó el sábado, y estaba realmente preciosa, buenísima, como un tren, reconozco que me encantaba fetichistamente verla de uniforme pero cuando vestía de calle estaba soberbia, ese inolvidable sábado llevaba un jersey lila, debajo de él una camisa lila más claro y unos vaqueros que le quedaban de maravilla, absolutamnete de maravilla, estaba absolutamente elegante y preciosa, y a mi eso me puso cardiaco a punto de explotar, yo creo que al principio al verla así lo pasé mal de lo malito que me puse.

Estuvimos un rato viendo la tele, luego fuimos a mi habitación, al cabo de un rato al ver que de ella no salía se lo propuse yo aunque bastante temeroso por que algo me decía que me iba a decir que no, pero tenía que intentarlo, por lo que solté lo más espontaneamente que pude.-

- ¿Te apetece un masaje?

Ella se encogió de hombros dando a entender que no le apetecía mucho pero por aburrimiento que podíamos hacerlo, con lo que replicó con un ambiguo:

- Bueno...

Se sentó en la cama dispuesta a tumbarse bocabajo, y en ese momento estuve muy orgulloso de mí porque sinceramente no se de donde saqué esa espontaneidad y naturalidad al decir:

- Quítate el jersey

Me salió tan natural, espontáneo y nada premeditado que me quede yo mismo asombrado, pero es que en ese mismo instante me pareció tan lógico que si le iba a dar un masaje lo normal es hacerlo sin jersey por eso dije esa frase tan oportuna. Posiblemente si lo hubiese planeado o pensado con anterioridad jamás la hubiese dicho, por que el estar cerca de Chusi me cortaba mucho y ese día estaba especialmente sexy lo que acrecentó más aún mi timidez. El hecho es que a ella debió parecerle tan lógico como sonaba pues se lo quitó sin ningún problema.

Y verla quitarse el jersey me excitó muchísimo, pero cantidad, fue extremadamente erótico, quitárselo poco a poco, ver como lo colocaba en una silla, contemplarla solamente con esa camisa lila, me quede un poco perplejo, atontado y casi sin saber que hacer, eso si este atolondramiento no evitó que se formase una erección en mi pantalón, la cual creció más y más al tumbarse Chusi bocabajo en la cama.

Me encantó verla bocabajo con esa camisa (estaba preciosa, la verdad), yo empecé a masajearla el cuello y la clavícula, muy suave, sutil y delicadamente, por toda su espalda y sus brazos, no roce ni una sola vez su culo (que estaba magnífico en este vaquero, pero impresionantemente magnífico, indescriptible), siempre siendo fue formal y puritano con mis tocamientos, pero lo cierto es que no paraba de pensar una y otra vez como podía hacer algo sin que ella se enfadase, sabía que si me sobrepasaba un poco se enfadaría y no volvería a ver ningún masaje más, por lo que me contuve con una frialdad calculadora asombrosa.

Tras un buen rato le dije:

- Date la vuelta

Ella lo hizo sin ningún reparo, y yo seguí masajeando su cuello por delante, era un momento fue erótico, ella con los ojos cerrados, sin apenas hablar ni el uno ni el otro, y delante mía con esa camisa que le quedaba tan guapa. Seguí con mi formal masaje por todas partes: brazos, piernas, rodillas, etc... pero se me ocurrió algo que aunque no era un acción muy radical si que era lo suficientemente significativa para tantear y ver como reaccionaba. Me acerqué a la manga derecha de su camisa, y le desabroché el botón de la manga, remangando ese brazo de la camisa, me sentí tremendamente excitado y nervioso al hacerlo, se que parece una gilipollez pero con 15 años eso es todo una victoria si se lo haces a la chica que más te gusta, ella no hizo ningún gesto de desaprobación, por lo que hice lo mismo con el otro brazo. Fue un momento lleno de una sensualidad asombrosa, cierto que había visto miles de veces su brazo desnudo (sobre todo en Verano), pero el rollo fetichista de remangarle la camisa me excitó cantidad.

Volvía pedirla que se diera la vuelta, lo cierto, y bocabajo seguí con el masaje pero desenganchando un poco la camisa del vaquero, poco a poco, muy lentamente, eso fue una pura gozada, cierto que avanzaba muy lentamente, apenas le sacaba unos centímetros de camisa del pantalón, pero cada milímetro era una victoria, y cuando le desenganché del todo la camisa del vaquero me encontraba tremendamente excitado y empalmado como nunca, pero como nunca, algo fuera de serie, era muy erótico saber también que ella se estaba dando cuenta y que no ponía ningún pero a lo que estaba haciendo (que pensandolo bien tampoco era tan raro, simplemente le desenganchaba la camisa del vaquero para darle el masaje más a gusto, pero ambos sabíamos que no era solo por eso).

Se volvió a dar la vuelta, y así ya le saqué bien la camisa del pantalón, por supuesto que no la subí nada la camisa, ni siquiera hasta el ombligo, nada de nada, solo con desenganchársela me daba más que contento ese día, lo que si tantee un poco es acercar un poco mis manos hacia sus muslos y masajeárselos, pero casi nada, pero también fetichistamente me imponía mucho acariciar ese vaquero que tan fabulosamente bien le quedaba.

Más tarde me dio ella un masaje a mí, tan cacto y puro como cabría de esperar, y eso que se debía notar mi erección un montón, pero ella me apuesto lo que sea a que no me miró ni una sola vez a mi entrepierna. Ella al acabar de metió la camisa por dentro, se puso el jersey y se fue (y curiosamente fue el momento que más me excito, el verla meterse ella misma la camisa por dentro del vaquero y poniendose ese jersey). La cuestión es que esto del masajero diario se estaba convirtiendo en una vía maravillosa de poder ir consiguiendo cosas de Chusi aunque fuese tan lentamente como iba siendo hasta ese momento.

Y llegó el domingo, el domingo 17 de Marzo, ella vino con la misma ropa que el sábado (lo cual me encantó), y no se si por los miniprogresos del día anterior yo estaba bastante confiado en mi mismo y con bastante valor, dejando aparte esa timidez que me había asolado siempre que he estado cerca de Chusi. El hecho es que enseguida surgió lo del masaje, y lo mejor de todo, sin decirla nada, se quitó el jersey y se tumbó bocabajo en la cama. Lo cierto es que estaba buenísima, con 15 años estaba tremenda, y yo estaba totalmente obsesionado por ella, y sabía que algo iba a pasar, no se ni que ni como, pero que algo tenía que intentar.

Fue un rato breve de masaje, y enseguida le desabroche las mangas y la remangé la camisa, y también muy sutilmente como el día anterior la saqué la camisa por todos lados hasta quedar totalmente suelta. Y tras un rato de intenso masaje baje mis manos hacía su vaquero y le desabroché el pantalón, lo hice con una naturalidad asombrosa, increíble, como si lo hubiese hecho toda la vida, y con una tranquilidad que yo mismo me quedé flipado de lo sutil que lo hice. El que ella no se moviese y siguiese en esa posición tan hierática me dio ánimos para seguir, por lo que bajé un poco la cremallera, pero casi nada, enseguida volví a disimular y seguí con el masaje por otros lados.

Pero mis caricias ya no eran tan sutiles, ya que poco a poco fue rozando sus tetas, pero poco, solo leves roces para tantear como reaccionaba, de hecho me ponía muy nervioso, cada vez que por el gesto de su cara veía que me estaba sobrepasando entonces enseguida me iba a los brazos o al cuello a masajear para disimular, pero si que le toque las tetas y a veces de un modo muy ostentoso. Pero en lo que si avancé es en lo de los muslos, empezaba muy inocentemente masajeando las rodillas pero subia muy tranquilamente como si a donde me acercaba no fuesen zonas prohibidas, no llegue a tocarle el coño nunca, eso no, pero si que manosee descaradamente todo los muslos de alrededor, y además apreté con fuerza, me producía mucho morbo apretar ese vaquero, y contemplarla lo guapa que estaba con su camisa lila y su vaquero mientras la apretaba, eso si que fue una victoria total.

Es realmente curioso que nunca me dio por pensar que ella perfectamente se daba cuenta de esto, inocente de mí siempre pensé que lo hice todo tan inteligente y sutilmente que ella nunca se percató de estos tocamientos y que seguía siendo un masaje tan puro como el primer día. Y solo cuando han pasado los años he reparado que ella desde el principio tuvo que saberlo y darse de cuenta de todo. Lo cierto es que estaba tan contento con mis progresos, que egoistamente solo pensaba en mí y nunca me dio por pensar que pensaba ella.

El masaje que me dio posteriormente ella a mí ese domingo fue como siempre, quizás masajeó mis piernas más de lo normal, pero poca novedad. Yo ya estaba bastante cardiaco pero me contuve bastante y decidí seguir tanteando con inteligencia poco a poco, día a día, porque sabia que Chusi en el fondo era muy tonta y en cualquier momento si hacía algo que la molestara se largaría y se me acabaría el chollo de los masajes. Además estaba ya loco de contento, la había tocado las tetas por primera vez en mi vida y casi poco a poco un poco la entrepierna, e insisto, eso para los 15 años es una victoria descomunal.

Y llegó el lunes, ella con su uniforme tan sexy rezumando virgnidad por los cuatro costados, y como no, llegó el inevitable masaje que tanto nos gustaba a los dos (bueno, a mí sin duda mucho más que ella), en cuanto se tumbó enseguida le desabroché el par de botones que tenía abrochados de la rebeca y se la abrí, y empecé con mis caricias por todo su cuerpo, como siempre por el cuello, para luego tirar por sus brazos y sobre todo cada vez menos disimuladamente por sus tetas, hasta el punto que manosee escandalosamente sus tetas de forma reiterativa y cada vez menos delicadamente, aunque eso si, en cuanto veía algún mínimo gesto de desaprobación en su cara lo dejaba y me iba a acariciar otra zona, pero desde luego no me podía quejar de lo mucho que la toqué. Además me daba muchísimo morbo tocarla las tetas con esa camisa blanca que siempre ha simbolizado tanta castidad, virginidad y pureza.

Más tarde empecé por sus piernas, y eso fue lo mejor, juro que ni me lo plantee previamente, pero sin el menor disimulo fue subiendo su falda bastante, como lo más normal del mundo, hasta el punto de casi ver sus braguitas, y me puse ciego de tocarle los muslos, de un lado a otro, un buen rato, solo debía estar a unos centímetros de su entrepierna pero no me atreví, y me fui de un muslo a otro todo el rato sobando suave pero intensamente cada uno de ellos. Luego se dio la vuelta ella y se puso bocabajo, la falda se le bajó un poco, pero enseguida yo se la subí, no llegue a verla las braguitas en ningún momento pero estuvo genial. No avancé y obré con cautela reservándome para el día siguiente. Sobra decir que el masaje que ella me dio a mí no tuvo nada de especial ni provocativo.

Y llegó el día siguiente, ella de nuevo con su uniforme, y yo con tal confianza ya en mi mismo que me propuse avanzar todo lo que pudiera (además ya lo necesitaba), por lo que enseguida me puse manos a la obra. La desabroché la rebeca, y empecé a masajearla el cuello, para bajar luego descaradamente hacía sus tetas, ya manoseándolas sin pudor, sin ningún reparo y con confianza, que diferencia de los días previos que no me acercaba a sus tetas ni por asomo, fue una gozada, y lo que tenía que pasar acabó pasando, y además lo hice muy bien, me enorgullecí, siempre pensé que si algún día me atrevía a desabrocharla la camisa lo haría muy lenta, sutil y cuidadosamente, pero no, no fue así (ante mi propio asombro), simplemente lo hice como si lo hiciera todos los días, asombrosamente natural, empecé a desabrocharla, y le desabroché la camisa por completo, no a mucha velocidad pero si a un ritmo considerable. Se que ahora ese fetichismo suena absurdo, pero con 15 años eso es la mayor gozada fetichista que puede tener un adolescente, y por mucho que años más tarde haya follado mucho, nunca he vuelto a tener tanta excitación y placer como cuando le desabroché la camisa por completo a Chusi, gozada al 100%.

Le abrí la camisa y pude gozar viendo su sujetador y esos dos preciosos pechitos en ese sujetador blanco que aunque no fueran muy grandes a mí a esa edad me parecían maravillosos y grandes, y no me corté en tocarla las tetas por todas partes y desde todos los ángulos, y mi erección ese día llegó a extremos de escándalos, no se como no me explotó el pantalón de lo empalmado que estaba. Le pedí que se diera la vuelta, y empecé a jugar con sus piernas, poco a poco, pero luego más aceleradamente empecé a subir su falda por detrás, hasta dejar a la vista por primera vez sus braguitas, un espectáculo que me encantó, y es que ese culo respingón de 15 años embutido en esas braguitas blancas me excito mucho y me ilusionó cantidad. No me corte ya nada, y masajee ese culo con descaro, incluso metí un poco mis manos por debajo de sus braguitas pero solo durante unos breves segundos, y no llegue a profundizar en nada. Me reserve para el día siguiente.

El masaje que ella me dio a mí fue un poco más atrevido que de costumbre, me desabrochó mi camisa e incluso me desabrochó el pantalón, pero como más, y no me toco en mi entrepierna en ningún momento aunque yo estaba deseando que lo hiciera. Ella era extremadamente pudorosa y aunque ella se dejaba a mí luego no me hacía nada.

Y ya vino lo peor, una posibilidad en la que ya no pensaba, lo cual hizo que me dolería más de lo normal, al día siguiente no vino para mi casa, ni al otro, eso me obsesionó cantidad, podía jurarme una y otra vez a mi mismo que el martes no se fue ni enfadada ni ofendida, y aunque si me pasé bastante ella no se lo tomó mal, me chocaba enormenente, llegue a ir yo a su casa y se lo insinué levemente, pero nada, ella no volvió a querer, se cerró en banda con ese tema, y nunca más volvió a surgir el tema del masajero. Y ahí si que le di vueltas una y otra vez las siguientes semanas remordiéndome no haberme aprovechado más esos días de masajero y no haber llegado a mucha más, me obsesionó cantidad, me sentí más excitado sexualmente por Chusi más que nunca y ahora si que se convirtió en un inalcanzable objeto prohibido de deseo, y según pasaron los días más la desee, y al no tenerla, más se acrecentó mi timidez y distanciamiento hacía ella.

Como ya he dicho anteriormente el paso de los años en la adolescencia se hace eterno, cada día es intenso, y los años son intensos, y durante casi 3 años Chusi y yo nos distanciamos muchísimo conservando simplemente una leve amistad. Pero por fin llegó la compensación que tanto estuve anhelando y deseando. LLegó el ya inolvidable 19 de Febrero del 94. Sobra decir que ya hacía siglos que yo había perdido toda expectativa de un nuevo masaje a Chusi, además ya con 18 años no quedaba ni por asomo ni un ápice de esa inocencia infantil erótica que nos inundó a los 15, muchas cosas habían pasado en esos 3 años (por lo menos a mí), me había enamorado y desamorado de más 40 chicas, había tenido ya algunos rollos y ya era un adolescente camino de una madurez responsable, pero es curioso como aún conservaba en mi subconsciente todo lo acaecido en Marzo del 91 y como me alegró el poder reanudarlo tal y como ocurrió.

Ese sábado Chusi se quedó sola en casa e iba a dar una fiesta con un mogollón de peña a la cual me invitó, pero a lo largo de la tarde a la peña le fueron surgiendo imprevistos y al final se canceló la fiesta (en parte me alegré pues no estaba yo muy fiestero), por lo que por la noche solo estábamos en casa de Chusi ella, otro chico y yo, vimos una película en video, y ese chico también se fue. Yo me iba a ir 5 minutos después, pero como ninguno estaba cansado pues empezamos a charlar de cosas triviales (y puedo jurar que no tenía ninguna otra intención en ese momento), lo cierto es que fue un momento en que me di cuenta de lo mucho que habíamos cambiado ambos en estos 3 años y no solo físicamente, sino en nuestra aparente "madurez" al hablar. Acabamos viendo otro rato la televisión, ambos en el sofá, ella en un determinado momento dio un leve bostezo y yo medio en broma le masajee el cuello diciendo: "venga, no te me vayas a dormir ahora, no fastidies", lo del masaje del cuello lo hice inocentemente y sin ninguna connotación sexual, pero al decir ella: "ay, que gustito, hazlo de nuevo" pues se abrió una especie de veda, aunque yo me lo tome con mucha cautela pues no quería sobrepasarme bajo ningún concepto.

El hecho es que me encantaba lo guapa que iba, informal pero guapa, con una camisa vaquera y unos vaqueros, estaba preciosa, por lo que fue una gozada masajear ese cuello como en los viejos tiempos. Mi masaje paso de su cuello a sus hombros y seguidamente a sus brazos, yo estaba extremadamente nervioso aunque intentaba no aparentarlo, si hubiera estado con otra chica probablemente no estaría nervioso y por supuesto atacaría por todos los frentes, pero tratándose de Chusi era otro cantar, debía ser muy sutilmente inteligente y saber llevar bien eso para por fin quitarme esa obsesión sexual que siempre he arrastrado por ella desde que jugábamos a los médicos de niños.

Siempre en un tono bufón medio en broma-medio en serio le dije: "recuestate un poco", se tumbó bocarriba en el sofá con total confianza, como veía que llevaba una camiseta blanca debajo de la camisa vaquera pensé que no pensaría nada malo si se la desabrochaba, sería lo más normal del mundo, aunque a mí solo con desabrochársela me volvería loco de excitación. Lo empecé a hacer, pero nada impulsivo, muy natural y lentamente, primera tres botones, y luego al cabo de unos segundos los botones restantes, me encantó hacerlo, más que cuando tuve 15 años, mucho más, le abrí la camisa y me encantó contemplar su cuerpo en esa camiseta, que le estaba un pelín grande por lo que no se marcaba nada. seguí masajeando todo el cuerpo, ella seguía con sus ojos cerrados relajada y como en meditación, yo roce un par de veces sus tetas, y no se inmutó, por lo que seguí, y me animé.

Dude muchísimo de seguir o no, ya había escarmentado de meter la pata a los 15 años por lo que no quería por nada del mundo volver a hacer que se cabrease y tirarme otros 3 años sin conseguir nada, pero tras mucho debatir conmigo mismo me lancé y lo intenté. Acaricie con fuerza sus piernas, con mucha intensidad, y sin mucho disimulo puse como sin querer mi mano en su entrepierna, y la acaricie, dulcemente, muy dulcemente, y luego poco a poco con mayor fuerza hasta el punto de agarrarlo, mi pene se puso bestial, estaba que reventaba. Empecé a desengancharla la camiseta del vaquero, lo hice bastante rápido, y cuando me disponía a desabrochar el botón de su vaquero ella me paró diciendo: "bueno, ahora te voy a dar un masaje yo a tí", mi mundo de ilusiones se fue al suelo y me sentí hundido y desilusionado totalmente, pero yo sumisamente obedecí porque lo último que quería era enfadarla, y quería tenerla contenta para otro día poder volver a insinuarle el masaje.

Me tumbé en el sofá bocarriba, y ella empezó con su masaje, pero gran sorpresa la mía cuando comprobé que ella con toda la naturalidad del mundo me desabrochó el botón del pantalón y me bajó la cremallera, no hizo nada más, pero eso me encantó, luego me subió el jersey y me masajeo el pecho (aunque eso fue meter mano, no masajear), se al 100% que ella se daba cuenta de mi erección, lo se, aunque ella disimulaba genialmente y me hacía dudar constantemente, pero esto me dio muchos animos para ir a por todas, y aunque su masaje fue muy normalito me dio ánimos para lo que pasó después.

Ella bostezó un par de veces más por lo que decidimos irnos a acostar (cada uno a su casa), nos incorporamos, pero yo no me abroché el pantalón ni me subí la cremallera para ver si ella decía algo al respecto, no dijo nada, nos fuimos por el pasillo hasta su habitación, lo normal hubiese sido en ese momento un "buenas noches" pero ya ahí todo se avalanzó más de lo que supuse, estando detrás de ella volví a poner mis manos en su cuello, volví a masajearlo fuertemente, cogí su camisa con mis dos manos, se la bajé por sus brazos y la tiré en medio del pasillo, como si de un acto de pasión desenfrenada me envargase, en medio del pasillo nos pusimos a besarnos en la boca, con mucha pasión, rapidez y como a trompicones. Entramos en la habitación, y bruscamente caimos en la cama, mientras seguíamos con nuestros besos que empezaban a ser ya chupetones y algún que otro muerdo.

Todo ya se aceleró, apreté con fuerza su vaquero a la altura de la entrepierna, con agresividad, me desnude rapidisimamente de cintura para arriba, y puse mi mano en sus tetas las cuales empecé a masajear, muy lentamente, pero muy lentamente, pude comprobar como dentro de mi pantalón creció con este masaje aún más todavía mi pene, algo descomunal, lleno de confianza bajé mis manos a su vaquero, lo desabroché, bajé su cremallera, y ahí reconozco que me quedé un poco cortado sin saber que hacer, hoy en día parece muy natural haberla quitado el pantalón a toda hostia pero era todavía a los 18 años tan inocente que estaba un poco perdido y cortado todavía a pesar de la tremenda excitación de ese momento.

De todos modos esos titubeos duraron poco ya que todo se avalanzó tanto por mi parte como por la suya, durante un buen rato nos besamos con pasión mientras la acariciaba las tetas, y fui subiendola la camiseta poco a poco, y meter la mano por debajo de ella, también tocaba su culo de vez en cuando, pero lo que ya fue el acabose fue cuando ella se incorporó y me dijo: "quita de aquí, ponte de pie", al principio me asuste pues pensé que se acababa ya la historia, pero nada de eso, quedé de pie delante suya, y ella me empezó a bajar un poco mi vaquero, solo un poco, y me miró tímida y cortadamente a la cara como para pedirme permiso para seguir, me encantó esa inocente mirada llena de inseguridad e ingenuidad, hice un gesto afirmativo (más afirmativo no pudo ser), por lo que me bajó el vaquero lentamente hasta las rodillas, mi pena formaba un bulto descomunal en el calzoncillo, ella se cortó y no me lo bajó, pero ahí yo si que tomé cartas en el asunto y me lo bajé mucho más rápido de lo que se puede imaginar, quedando mi pene por fin al aire y a tan solo unos 20cm de la cara de Chusi.

Ella se puso de pie junto a mí, yo firmemente le quité la camiseta del todo, e intenté quitarle el sujetador, como ella vió que no era capaz de desabrocharlo bien acabó echándome una mano y se lo quitó, quedando por fin sus dos maravillosas tetas al aire, y ciertamente eran maravillosas, unas tetitas adolescentes perfectas, absolutamente perfectas, una gozada visual, me quedé totalmente atolondrado viendoselas, por fin ante mí las tetas que más he deseado en toda mi vida, la mayor obsesión sexual de mi adolescencia por fin ante mí, algo que no se puede describir con palabras. Solo se que me puse a acariciarlas y que pude por fin volcar todo el deseo que siempre he tenido hacía Chusi en ese preciso momento, un mágico momento.

Ella se volvió a tumbar, yo aproveche para sacarme del todo los pantalones y calzoncillos y tirarlos lejos, estaba tan excitado, yo completamente desnudo y ella solo con sus vaqueros desabrochados, me senté en sus rodillas, muy cariñosamente le empecé a bajárselo, la verdad es que lo hice con bastante cariño y delicadeza teniendo en cuenta la gran pasión excitada del momento, se los quité del todo, me sentí muy cohibido a la hora de bajar sus braguitas, era como algo sagrado que no debía hacer, y lo empecé a hacer sin mirar, mirándola a los ojos, sin mirar a su entrepierna, me cortaba no se por que, se las saqué y las tiré lejos. Al fin desnudos los dos frente a frente tirados en la cama, lo cierto es que a pesar de tener ya 18 años yo al menos me sentía como un niño que está haciendo algo malo y es que en ese preciso momento estaba a punto de exorcizar todos mis más íntimos deseos desde la niñez hasta la adolescencia, el momento álgido de mi vida.

Y así empezamos a hacerlo, me encantaría contar que fue glorioso, pero no lo fue, a ella le dolió mucho, lo intentamos un montón de veces y a ella le dolía, y cuando ya más o menos empecé a penetrar bien acabé corriéndome por que no podía aguantar más la excitación (es que en total fue más de un hora empalmado excitadisimo y aguantar sin correrme era ya imposible), por lo que se puede decir que fue un desastre absoluto, pero me dio igual, a mi me encantó y a ella también, lo bonito fue los preliminares (unos preliminares de 3 años de duración, ¿no?), fue estupendo, maravilloso y sobre todo agotador pues enseguida caímos los dos dormidos.

A lo largo de esa noche tuve varias erecciones a su lado, pero no la desperté, y estaba deseando que llegase el día siguiente para hablar de lo ocurrido. Más me valdría no haberlo deseado, pues al día siguiente a pesar de todo lo ocurrido Chusi volvió con su indiferencia y frialdad característica en ella, no quiso hablar del tema, lo esquivo y nunca más se volvio a saber de este importante evento, como si no hubiera ocurrido, yo me quedé flipado, siempre he sabido que las tías son muy raras y más en la adolescencia, pero esa aptitud a la defensiva de Chusi me dejó bloqueado y frustrado. Y me dolió que jugase siempre así conmigo, pero poco a poco lo fui asimiliando y pasé del tema, estaba contentísimo de haber perdido mi virginidad con ella, y aunque reconozco que me hubiera encantado tirarme 30 días seguidos follando sin parar, lo importante es que conseguí mi gran sueño inalcanzable, por supuesto que quería que hubiera pasado a los 15 años, pero que pasase a los 18 endulzó más ese evento que jamás olvidaré.

Y es que las pasiones hormonales de la adolescencia es un cúmulo irrepetible de sensaciones maravillosas que nunca vuelves a repetir en tu vida aunque estés follando todos los días, y más de una vez me planteo que renunciaría a todos los polvos que echo ahora en un año con tal de volver a echar un polvo tan excitantemente nervioso como fue aquel, pero soy muy consciente de que ese tiempo ya no volverá, y sin duda es lo que más me entristece de este maravilloso mundo de la sexualidad.