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Las crueles colonia (II)

en Fetichismo

LAS CRUELES COLÓNIAS (2ª PARTE)

Alejandro era mi monitor a los 12 años. Tenía 16 años, era rubio, con el pelo liso, delgado, de un metro sesenta de alto, ojos grisáceos, y una cara tan imberbe como fina.

Vestía de manera bastante pija (ropa de marca) siempre deportiva.

Para mí era un modelo en el que fijarme, me caía de puta madre, sin duda era mi monitor favorito de todos los que he tenido, y había una cosa en él que me volvía loco... sus pies.

Sus pies eran una obra maestra, eran perfectos, muy bien formados, sus dedos, uñas, talones, tobillos, todo era genial, además siempre llevaba zapatillas deportivas, botas de montaña, sandalias y calcetines de buena calidad y de primerísimas marcas.

Pues ese mismo verano nos fuimos de ruta por la montaña con el esplai, yo ya le dije que quería dormir en la misma tienda de campaña que él, y no sólo dormí en su tienda sino que además, como eran ultraligeras y sólo cabían dos, dormí a solas con él.

Por las noches, cuando él estaba dentro de la tienda, aprovechaba para deleitarme oliendo sus botas de montaña. Caminábamos casi todo el día y además había ocasiones que terminábamos cruzando algún riachuelo, y todo en general hacían que de sus botas se desprendieran un olor a usado intenso.

Y mientras dormía hacía lo propio con sus calcetines sucios, los cogía me cubría la nariz con ellos y respiraba intensamente, haciéndome parte de mí ese exquisito aroma a sudado.

No podía reprimir masturbarme, y es que el olor de sus pies me ponían a cien.

Todas las noches igual, hasta que una en concreto:

"¿Qué estás haciendo con mis calcetines Carlitos?" me dijo sorprendiéndome en tan embarazosa situación.

"No, nada"dije sin más.

"¿Te gusta oler mis calcetines sucios?"

"No, es que yo los estaba oliendo para saber si eran mios".

"No me mientas, la otra noche me desperté y vi como te masturbabas, se que te gustan mis pies, por tu forma de observarlos".

Abrió la cremallera de su saco, se libró de el y me colocó un pie justo delante de mi cara, con el dedo gordo y anular me sujetó la nariz y moviendo su pie de un lado a otro hacía moverme la cabeza con el.

Los dos empezamos a reír, lo cierto es que era divertido, me llevaba la cabeza con su pie a donde le apeteciera.

Cuando me soltó la nariz (que la tenía roja como un tomate, jeje!) me quedé con la mirada clavada en sus preciosos pies.

"Vamos Carlitos, ¿a que esperas para chuparlos? son todo tuyos, adelante chúpalos".

Agaché mi cabeza y cubrí con mi boca su dedo gordo, el cual comencé a chupar como un chupete, fui pasando de dedo a dedo, luego empecé a lamerle las plantas, al principio daba lametones pequeños y luego lametones que iban desde el talón hasta las puntas de sus dedos. Estaba en un éxtasis de sabor, con mi lengua le proporcionaba cosquillas, un relajante masaje y al mismo tiempo ( por el tamaño que su slip cogió) placer.

"Ven Carlitos, ven aquí" dijo, y me colocó justo con la cabeza entre sus dos piernas, sabía que debajo de aquel slip de dibujos de frutas había un pene y unos testículos como los míos pero del tamaño de un chico cuatro años mayor que yo.

"Vamos a jugar al juego de las frutas, como ves en mis calzoncillos hay dibujado diferentes piezas de frutas, el juego consiste en que cuando yo diga una fruta, tu tienes que localizarla en mi calzoncillo y darle un beso".

El juego era tan simple como sensual. Primero me dijo sandía, y había una justo delante de mí, acerqué mis labios hacia ella, noté sus huevos detrás de la fina tela, y respiré todo lo profundo que pude para disfrutar de ese embriagante aroma.

Me fue diciendo diferentes frutas, y yo le iba dando diferentes besos a todas las partes de su slip, y la última fue la fresa, estaba situada justo en la punta de esa mini tienda de campaña (el efecto de su slip con la trempera).

Él al notar el contacto de mis tiernos labios con la punta de su pene dijo:

"No puedo más" y bajándose el slip con una mano y con la otra sujetándome la cabecita por los pelos me dijo:

"Va Carlitos, mamame la poya que estoy deseando que alguien me la chupe, me gustaría que fuera una chica pero tu boca ya me es suficiente para descargar en ella toda mi leche"

Tengo que decir que a pesar de mi joven edad a los 9 años ya chupé alguna poya (lean la 1ªparte) aunque esta vez era diferente, no me sentía obligado, al contrario lo deseaba con todas mis ganas, así que sin demora empecé a chupar su rosado prepucio, que de su punta desprendía liquido preseminal que me estaba gustando horrores, para luego introducir toda su barra de carne, casi hasta los pelillos de su rubio vello púbico, al cabo de un instante, su poya empezó a escupir grandes lechadas que tuve que necesitar al menos tres largos tragos para poder engullir su corrida entera.

Sin duda había descargado en mi boca todo el semen que tenía almacenado en sus huevos.

"Gracias mi monitor, por alimentarme con tu leche" le dije.

"De ahora en adelante te daré toda la leche que quieras, pero con una condición".

"Cual" conteste.

"Que me limpiaras todos mis calcetines sucios con tu boca, que me limpiaras las plantas de mis pies con tu lengua, que aspiraras todos los pedos que me tire en tu cara, y que además... dame tu cantimplora" se la di, se la colocó justo delante de su pene y empezó a orinar en ella "además beberás mis meados jejeje"

Lástima que no pudiera volver otra vez a vivir aquella ruta por la montaña, pero no importa siempre y cuando alguna persona (chico o chica, no importa la edad, yo 22) quisiera ofrecerme sus pies para que yo los pueda disfrutar saboreándolos, mi mail es carlxgon@yahoo.es