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Penitencia

en Sadomaso

Ella entra en la capilla, no hay casi nadie. Aprovechará para confesarse. Se acerca al confesionario, donde se arrodilla y empieza a confesarse.

    El cura la va dirigiendo hacia los temas de sexo, que realmente le interesa, haciéndole preguntas cada vez más escabrosas.

    El cura, silenciosamente, abre la rejilla y, sacando su mano, empieza a manosear el pecho de ella

    Ella jadea, conteniéndose. Intentando mantener la compostura.

    El cura continuaba tocando y manoseando por encima de la blusa de verano su escote

     Soltó un botón y accedió a sus pechos, haciendo que se contrajeran sus pezones

    Cada vez que ella callaba o erraba en una respuesta, él pellizcaba firmemente un pezón y ella gemía, por lo que volvía a pellizcárselo con más fuerza, indicándola silencio.

    El cura continuaba hablando, como si en realidad no estuviera manoseándola. Hablaba de los pecados y de la penitencia, así que cuando llegó el momento de la penitencia le dijo que no iba a ser algo habitual, que ella merecía otra cosa y le indicó que fuera a la sacristía, que se arrodillara en el reclinatorio y se quitara las bragas.

Ella, se levantó confusa y aturdida, asustada y excitada ¡Sus bragas estaban empapadas!

     Entró en la sacristía, se quitó avergonzada sus bragas, y se arrodilló, en el reclinatorio, como le habían indicado. Y estuvo así, desnuda por dentro, sintiendo cómo aumentaba su humedad y resbalaba por sus muslos, a pesar del frío que hacía y del olor a moho que impregnaba la estancia durante una eternidad

    Oyó el chirrido de la puerta cuando empezaban a dolerle las rodillas. Alguien levantó su falda, mostrando sus nalgas

     Tembló

    Unas manos elevaron sus caderas, obligándola a apoyarse sobre los pies, mientras permanecía inclinada, de forma que su sexo esta abierto y accesible. Brillaba sonrosado bajo las nalgas, con las piernas abiertas

    Empezó a recibir azotes en sus nalgas que estallaban en su cerebro en una extraña mezcla de dolor y placer. Había sido azotada y estaba excitada

Unas manos acariciaron sus nalgas enrojecidas provocándole un gemido. Ahora sintió como le manoseaban su sexo, tirando de sus labios mojados y retorciéndoselos, yendo adelante y atrás. Tropezando con su vulva y dejándola.

    Ella, perdía el control de su cuerpo y balanceaba sus caderas, sin querer, buscando el contacto.

    Unos dedos hurgaron en sus entrañas, donde se movieron con fuerza

    Ella sintió un vació y la necesidad de juntar sus piernas, apretar y liberar la tensión que tenía su cuerpo, pero la mano que la controlaba se endureció, sin permitírselo

    Ahora otra mano tocaba sus pechos con fuerza, casi le dolía, - pero estaba demasiado excitada para ello.

    De pronto su sexo quedó vacío y palpitante

    Una verga dura y poderosa ocupó el lugar de la mano, embistiendo con fuerza una y otra vez, mientras las manos tironeaban de los maltratados pechos, alternando con agarrones y palmadas en las enrojecidas nalgas

    Su respiración era una serie de gemidos, acompasados a las embestidas, una y otra vez; cada vez más profundos; cada vez más firmes; cada vez más largos y más rápidos.

    Ella cruzó las piernas, sintiendo con más fuerza la carne en su interior. Se paralizó un instante, justo antes de convulsionar sobre el sexo que tenía dentro.

    Su sexo palpitó y sus caderas se balancearon con suave cadencia

    Él sintió la explosión en su verga y fue succionado por las entrañas de la penitente que palpitaban en un violento orgasmo.

    Sintió como era absorbido y se dejó llevar, explotando en su interior, vaciándose completamente

- Ahora, vete y no peques más le dijo y no vuelvas la cabeza o te pesará

    Ella, se incorporó y salió de la sacristía. Allí quedaron sus bragas, aún húmedas.

 

Busco un amo que me inicie en la sumisión y el dolor. lolagferrera@yahoo.es