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Mejor ducharse acompañada que sola

en Interracial

Al final me quedo sola en el vestuario. He disimulado ante mis compañeras hablando sin parar del partido de basket que acabamos de jugar los de la oficina. Creo que ninguna se ha dado cuenta que me he quedado la última queriendo.

Estoy terminando de desnudarme cuando, según lo acordado en la oficina, escucho a Joaquín llamar a la puerta. Estoy muy excitada, llevo todo el día excitada. La promesa de hacer realidad una de mis fantasías sexuales me ha dejado en ascuas, no sé que me espera.

Quito el pestillo de la puerta y me vuelvo hacia dentro, sin esperarlo. Se abre la puerta y escucho como entra. Voy desnuda, con excepción del tanga y todo mi cuerpo está todavía sudado del partido. Se la perspectiva que tiene de mí, mi espalda, mis nalgas... sé que le gusta, me lo ha demostrado tantas veces... escucho su respiración entrecortarse de placer.

Me quedo de pie esperándolo. Noto como se acerca, como sus manos rodean mi cintura. Noto su cuerpo pegado al mío, noto su excitación bajo sus pantalones, con una prometedora erección restregándose por mis nalgas. Su lengua empieza a jugar por mi nuca, sus manos me acarician, subiendo, hasta apresar mis pechos.

Me acaricia, pellizcándome con deleite mis duros pezones mientras nos vamos dando la vuelta. Quedo de frente a la puerta y abro los ojos. No estamos solos. Mis manos suben hasta mis pechos, sobre las manos de Joaquín, tratando de ocultar mi desnudez en un acto reflejo.

Delante nuestro, contemplando la escena con una sonrisa lujuriosa y unos ojos llenos de deseo veo la sorpresa que me tenía reservada Joaquín. Es un hombre de color. Un negro descomunal. De unos 35 años, alto, musculoso, sin un gramo de grasa en el cuerpo. Lo había visto rondar alrededor de la cancha de juego, pero no imaginaba tenerlo ahora delante.

Me gusta. Aparto mis manos de las de Joaquín y las dejo caer en acto de sumisión. Joaquín hace lo propio, dejando que mis senos queden a la vista de su amigo. Me pregunta si me gusta su regalo, y ante mi gesto afirmativo, el negro empieza a desnudarse. Me lo presenta, Samu se llama y hace año y medio que vino desde Camerún. Se quita la camiseta y contemplo extasiada su torso potente y atlético.

Estoy a mil, y Joaquín sigue acariciándome. Sus manos recorren mi vientre, mi cintura, se introducen bajo mi tanga y juegan por mi ingle, rodeando mis labios. Empieza a bajarme el tanga, agachándose a medida que lo hace. Sus labios recorren mi espalda y no puedo contener un gemido placentero a la vez que el vello del cuerpo se me eriza.

Delante de mí, ese Dios de ébano sigue desnudándose, acercándose a mí. Sus pantalones caen al suelo, dejándole tan solo con un slip que no puede ocultar toda su hombría. Contemplo extasiada como también el slip cae entre sus piernas, dejando al aire todo su ariete, todavía no erecto. Lo contemplo con los ojos medio cerrados de placer, del placer que Joaquín me proporciona con sus manos, con sus dedos.

Se acerca a mí, se acerca hasta pegarse a mi cuerpo. Sus manos rápidamente acarician mis pechos, mientras nos besamos con pasión. Mis manos, deleitándose, bajan raudas a acariciar el miembro que se apoya sobre mi vientre. Lo acaricio suavemente, con ambas manos, subiendo y bajando. Paso mis manos por detrás, abrazándolo y acariciando su duro trasero.

Joaquín se aparta de detrás de mí, aprovecho para apartarme de Samu y dirigirme a las duchas. El viene junto a mí, abrazado a mi cintura, acariciándome las nalgas con una mano y los pechos con otra. Nos besamos con pasión, su lengua entra impulsiva entre mis labios, explorándome, buscando mi lengua.

Nos metemos bajo el agua y nos abrazamos. Sus manos recorren mi espalda, mis nalgas... mientras las mías hacen lo mismo por su espalda y sus nalgas. Su miembro se frota contra mi vientre, creciendo mientras el agua tibia recorre nuestros cuerpos.

Sus labios abandonan los míos, para recorrerme de arriba abajo. Sus labios recorren mi cara, mi cuello, se recrean con mis senos, succionando mis pezones mientras sus manos aprisionan apasionadamente mis pechos. Sigue bajando, mi ombligo... me vuelve loca, mi vientre... se acerca. Rodea y juega con mi sexo antes de introducirse en mi intimidad. Ahh, todavía recuerdo su lengua, larga y puntiaguda.

Me derrito de placer, apoyo mi espalda contra la pared, dejando que el agua caiga sobre mis pechos y baje hasta Samu. Miro a la puerta de las duchas, Joaquín está de pie, contemplándome excitado, masturbándose mientras me sonríe.

Mi semental negro vuelve a levantarse, deshaciendo con su lengua el camino que antes había bajado. Cuando lo tengo de pie, besándome de nuevo, noto su verga en todo su poder, apretando mi vientre. Nos besamos con pasión mientras su pene busca mi entrada. Me agarro a su espalda, apretándome contra él a medida que su sexo entra poco a poco en mi vagina.

Es fantástico, empieza a mover sus caderas y vuelvo a notar a Joaquín detrás de mí, acariciándome las nalgas, acariciando la entrada de mi ano, lubricándome. Me abandono al placer que me proporcionan, el pene tremendo de Samu y los sabios dedos de Joaquín en mi ano. Mmm. Sus besos en mi nuca, su respiración en mi cuello, sus palabras obscenas pero encantadoras...

Noto ahora como su pene se apoya en mi entrada. Buscando el camino mientras Samu me está volviendo loca de placer. Noto como entra, como se abre camino. Y me abandono al placer que ambos me proporcionan.

Mis gemidos aumentan de intensidad, estoy muy excitada y el primer orgasmo no tarda en llegar. Prácticamente no recuerdo aquel momento, solo un placer que me envolvía por completo, en una sobredosis de lujuria como nunca había conocido.

Ahora mientras lo recuerdo para escribirlo, excitándome de nuevo, solo puedo rememorar momentos aislados de placer, tres cuerpos frotándose, penetrándome... sus penes entre mis manos, reanimándolos... mis labios y mi boca saboreando sus sexos, nuevamente preparados, no sé si para el segundo o para el tercer asalto o para el que fuese. Solo recuerdo la caja de preservativos acabó vacía en la basura mientras me vestía.

Y también recuerdo como se me torcían las piernas, temblorosas, en la cena de empresa que esa misma noche se celebraba para recibir las vacaciones.

Y bueno, esta fue mi gran experiencia del verano. Total, Joaquín se iba de vacaciones y no volví a verlo en casi un mes. Pero me dejó esta gran experiencia como recuerdo.

Espero que os haya gustado tanto como a mí me gustó.