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Zona Roja Travesti

en Fetichismo

Era un sábado a la noche, no tenía ganas de quedarme en casa, tampoco sabía a dónde ir ni con quien; pero decidí salir. Tenía ganas de vestirme provocativa. Hacía frío, pero igual me puse un vestido negro con breteles pegado al cuerpo cortito, medias negras, botas altas negras y una campera de cuero.

Salí en el auto no sabía dónde ir, no sé movida por qué fuerza interior me dirigí hacia la zona roja, tengo que reconocer que me erotiza mucho ver a los travestís y, las prostitutas.

No se por qué esa noche había un montón, todos vestidos con ropas muy excitantes. Di varias vueltas, yo los miraba y ellos se insinuaban todo el tiempo para que los subiera al auto, incluso, en un momento uno se levantó la remera que tenía y me mostró sus tetas, la verdad, ese gesto me pareció muy tosco pero me gustó ver esas tetas. Seguí dando un par de vueltas más y cuando ya me disponía a volver, la vi. Una hembra infernal, alta, pelo castaño, una cintura perfecta, cola bien parada y redondita y lo que más me

gustó, un par de tetas, redondas, perfectas. Tenía puesto una remera de lycra blanca apretada, con cuellito alto, cortita, mangas hasta los codos; y un pantalón pescador, también de lycra blanco, pegado al cuerpo que mostraba la perfección de su cuerpo, sin un gramo de grasa, con curvas marcadas. Jamás me había sentido atraída por una mujer... hasta esa noche...

Me gustó tanto que di la vuelta y para verla mejor bajé la ventanilla, pasé muy despacio sin dejar de mirarla. Ella se acercó al auto cuando me vio venir, yo no pensaba parar y mucho menos hablarle, sólo quería verla. Sentí un profundo calor recorrerme el cuerpo. De repente, miré hacia delante y clavé los frenos, un auto cruzaba por la otra calle, casi choco, me asusté, quedé así, con el auto detenido en el medio de la calle por unos segundos para relajarme del susto y cuando puse primera para arrancar, escuché una

voz que me dice. –Hola, me estabas buscando?- Miré hacia la ventanilla y allí estaba ella, esa mujer espectacular, apoyando sus tetas perfectas en mi ventanilla, no pude mirarla a la cara, porque mis ojos se fijaron en sus pechos perfectos. –Te gustan, me preguntó, moviéndolos de un lado al otro-. –No, discúlpame, te estás confundiendo-, le contesté. –Vamos, se te nota que te morís por tocármelas, dale, animate, nunca tocaste una mujer?-. Increíblemente, sentí un profundo deseo de tocar a esa mujer, de pasar mi

lengua por sus pezones, que se marcaban en la remera. Me asusté por la calentura que estaba creciendo en mi, provocada por una mujer. Le dije: -discúlpame me voy- y así lo hice, me fui a toda velocidad, sentía algo muy raro en mi interior, estaba muy, muy caliente, pero el pensar que era una mujer la que me estaba calentando me asustaba. Di varias vueltas por el centro, estaba nerviosa, ansiosa. Movida por no sé qué fuerza interior, volví al lugar donde había visto a esa mujer infernal, no la encontré, di varias vueltas esperando encontrarla, me desesperé, ni miraba el tráfico, sólo la buscaba. No la encontré, me sentí muy decepcionada, paré el auto en la esquina donde la había visto por primera vez, recliné mi cabeza sobre el volante y cerré los ojos. De repente siento que alguien se apoya en la ventanilla del auto y me dice: -Me buscabas?- Allí estaba ella. –Subí- le dije. No lo dudó, moviendo sus caderas de un lado a otro, provocándome,

insinuante, pasó por delante de mi auto y se subió. Arranqué. –A dónde me llevás- me preguntó. –A tu casa o a la mía- le dije. A la mía, me contestó. Me indicó cómo llegas, entramos. Yo estaba muy nerviosa pero terriblemente excitada. Sacó una botella de champagne de la heladera, sirvió dos copas y se acercó a mi muy insinuante. –No tengas miedo- me dijo mientras acercaba a mi boca la copa y me hacía probar el champagne, acercó al mismo tiempo su boca a la mía... Allí estábamos ella y yo, terriblemente cerca, las bocas a 3 centímetros... la deseé, me acerque yo, hasta que quedamos allí apenas

rozándonos los labios por varios segundos. En eso, sacó su lengua, húmeda, gruesa, larga y la pasó apenas por mis labios. Apreté mis ojos, sentí como mi vagina se humedecía. Entreabrí mi boca para permitir que su lengua entrara. Me pregunté cómo podía ser que una mujer me calentara tanto!. Nunca me había pasado. Ella supo que yo estaba en ese estado. Subió sus manos, las puso en mi cuello, eso hizo que se me erizara la piel. Tenía manos grandes, fuertes, firmes, suaves. Me acarició el cuello y comenzó a bajarlas por mi espalda. Yo estaba inmóvil. Supo que estaba muy nerviosa. -Gozá de este momento, no tengas miedo- me dijo. Bajó sus manos hasta las mías, entrelazó con sus dedos los míos y comenzó a subir mis manos. Hizo que le rozara sus caderas, su cintura, su panza, apenas sus pechos, en ese momento volvió a correr una lago de humedad entre mis piernas y detuvo sus manos con las mías en su cara. La suavidad de su piel me erizó. No contuve más mi deseo. Tome su cara, la incliné, abrí mi boca, y con mi lengua le abrí de prepo su boca. Comenzamos a besarnos apasionadamente. Sus manaos recorrían todo mi cuerpo, sin pasar por mi pecho ni cola ni mi entrepierna. Yo pasaba mis manos por sus brazos y cintura. En eso se detuvo. Me miró fijamente. Supo que deseaba tocar sus pechos. Tomó mis manos y con una interminable lentitud las llevó hasta sus tetas. Otro mar de humedad corrió por mi, al sentir la firmeza de

sus pechos. Los rocé primero y después los apreté fuertemente. –Siiii apretalos me dijo-. No aguanté el deseo y le dije –Vos también apretame mis tetas- No lo dudó. Esas manos fuertes y firmes de mujer estaban en mis tetas. Creo que debía ser muy excitante vernos. Nos besábamos apasionadamente con las bocas abiertas, húmedas, y nos apretábamos las tetas una a la otra. Qué ganas de vernos. –Vení, vamos a mi pieza, dijo. Cuando

llegamos me empujó sobre la cama. Había espejos por todos lados. Caí sobre la cama boca arriba. Ella se acercó muy sensual, se arrodilló sobre la cama en 4 patas, en una excitante posición felina. Sin dejar de mirarme. Abrió mis piernas, corrió mi tanga y pasó suavemente su lengua por mi clítoris. –Siiiiiiiii, siiiiii, chupame-, le dije. Era una perra increíble, chupaba mejor que un hombre. Yo abrí mis brazos en cruz, abrí bien mis piernas y me quedé allí, viendo por un espejo como una mujer me estaba haciendo gozar con su lengua entre mis piernas. –Si, más, más- decía yo mientras gozaba como

una gata en celo. Ella sabía perfectamente lo que hacía, sabía en qué lugar meter su lengua, sabía cómo moverla. Qué excitación!, qué placer. Agarré fuertemente su cabeza, la apreté entre mis piernas y comencé a moverme retorciendo mi cintura. Mis movimientos se aceleraron cada vez más. –Me estás cogiendo con tu lengua- le dije. Quería acabar!, yo puedo tener muchos orgasmos, y esa noche quería batir el record, mi primera noche con una mujer lo merecía. Aceleré más y más mis movimientos y ella metía y sacaba su lengua, mientras con su nariz jugaba con mi clítoris. –Siii, siii siii,

grité sin temor ni vergüenza, cuando los golpes que estallaron en mi hicieron que levantara mi cadera y no parara de moverla de un lado al otro. –Sos más puta que yo, cómo gozás!.- me dijo. Quería más, quería tener otros orgasmos, pero también quería que ella los tuviera. Así que después de relajarme unos segundos me levanté, la recosté y comencé a acariciarle sus pechos sin dejar de mirarla fijamente a los ojos. –Te voy a chupar tu concha- le dije. Apretó sus ojos, pude sentir su placer. Pero

repentinamente, antes que me pudiera llevar mi boca a su entrepierna me detuvo y dijo: -antes quiero hacer un show para vos- Se paró, puso una música muy erótica y comenzó a bailar mirándome fijamente. Supe en ese momento que a demás de puta era streeper. Empezó a bailar y a sacarse lentamente la ropa. Muy lento se sacó la remera, dejando ver su corpiño y debajo esos hermosos pechos. Bailaba muy bien. Pasaba sus manos eróticamente por todo su cuerpo. El baile se prolongó. En un momento se puso de espaldas y moviendo su cintura de un lado a otro comenzó a sacarse el pescador,

lento, sensual; lo bajó hasta que apareció su culo, perfecto, redondo, qué deseos sentí de tocarlo; pero seguí mirándola. Se agachó y se lo sacó todo junto con la bombacha, yo estaba esperando que se diera vueltas para verla entera de frente, dio vueltas sólo la cabeza, me miró insinuante. Yo le dije: -dale puta, date vueltas, dejame ver todo ese cuerpo perfecto de frente. Lento, bailando se dio vueltas. Me paralicé, sentí que el aire no entraba en mis pulmones, cuanto deseo sentí! No podía dejar de mirar lo que

veía, me calenté mucho más, estaba viendo una pija impresionante que salía de su entrepierna. No era una puta, era un travestí y con una pija perfecta. Ella me miró mas insinuante que nunca. –Te gusta mi pija- me preguntó. –Siiii, con razón me calentaste tanto, me vuelven loca los travestís- Querés tocar mi pija?-. –Si, vení, quiero chupártela- Se acercó. Abrí mi boca y comencé a chupársela. Sentí como su cuerpo tembló en ese momento. –Chupame putita- me dijo. Se la chupé intensamente. Me di cuenta que tenía muchas ganas de chupar una pija. Me agarró de los pelos y aceleró mis movimientos.

–Chupame, chupame, me decía-

La chupé. En un momento sentí ganas de hacer algo que no había hecho nunca. Mojé mis dedos, pasé mi mano por entre sus piernas, sin dejar de chuparlo y comencé a tocar su culito. Emitió un suspiro, supe que le había gustado. Entonces no lo dudé. Empecé a mover mi dedo en círculos para hacer que se relajara y se abriera. Sabía que le estaba gustando mucho. Me levanté, lo puse en cuatro patas, me arrodillé detrás de él, abrí su cola con mis manos y suavemente empecé a pasarle mi lengua por ese agujerito que se había vuelto en objetivo de nuestro deseo. Pasé mi lengua, la metí, la saqué, lo

humedecí bien. El se retorcía de placer. –Si putita, culeame-, me dijo. Entonces le metí mi dedo. El agarró su pija y comenzó a pajearse. Ahí estábamos. El en cuatro patas pajeándose, yo, detrás de él metiendo mi dedo en su culo, mirando la espectacular escena en el espejo. Lo cojí. Cada vez más y más rápido. –Siiiii, asiiiiiii, culeameeee- gritaba. No podía dejar de retorcer su cuerpo de placer mientras yo lo culeaba, él se pajeaba. –Asiiiiii asiiiiii asiiiiiii,- gritó. En ese momento, sacó mi dedo de su

culo y sin dejar de pajearse se dio vuelta quedando frente a mi. En ese momento un mar de semen salió de su pija estallándose contra mi cara. Yo abrí la boca para tragar lo más posible. Mientras tanto le chupé la pija, primero intensamente mientras salía su leche, después más suavemente mientras se relajaba. Caímos rendidos en la cama. El quedó boca arriba, yo me recosté sobre su pecho. Le saqué el corpiño, le saqué los forros inflados que se había puesto. Comencé a pasarle suavemente mi lengua por sus pezones.

El acariciaba mi pelo. –Mañana te toca disfrazarte a vos-, de qué te vas a disfrazar? Preguntó....