Estaba limpiando en mi casa, como todos los domingos a la noche, muy aburrida, porque Diego estaba trabajando. En eso, encontré unas fotos que nos habíamos sacado de solteros en un motel con una cámara instantánea. Ya nos habíamos olvidado de la existencia de esas fotos. Me tiré en la cama y me puse a verlas y tengo que reconocer que me excitaron mucho. No eran nada del otro mundo, sólo Marcelo y yo en poses eróticas y haciendo el amor....
Pero hubo una foto que fue la que más me movilizó... una en
la que él estaba vestido de mujer. Tengo que reconocer que el ver a Marcelo
vestido con mi ropa me gustaba mucho. Me excitó al extremo de comenzar a
acariciarme, hacía tiempo que no lo hacía sola. Ahí estaba, tirada en el medio
de la cama, con mis piernas abiertas, mi mano dentro de mi tanga recordando
aquellos tiempos. En eso se abrió la puerta y alguien entró.
Era Marcelo y me vió. Se quedó mirándome paralizado, por momentos tuve miedo que
se enojara, pero todo lo contrario. Su sonrisa pícara me hizo notar que se
estaba exitando. Entonces seguí con lo que estaba haciendo. Yo seguí, moviendo
mi mano en mi entrepierna. Sin dejar de mirarlo, saqué mi mano, me la llevé a la
boca, mojé mis dedos y seguí masturbándome. El se acercó, se sentó sobre la cama
me dio un suave lenguetazo en la oreja y me dijo al oído. -Ah putita, con que
pajeándote mientras no estoy- Sin dejar de hacer lo que estaba haciendo lo miré
y le dije. -Me calentó el recordarte vestido de mujer- Pude ver a través de su
pantalón como su excitación se agudizaba.
En ese momento puso su mano sobre mis senos y los apretó. -Chpámelas- le dije.
Así lo hiizo. Me pasó la lengua por los pezonessuave y lentamente, sabe muy bien
que eso me vuelve loca. Me retorcí de placer y eso me hizo acelerar los
mkovimientos de mi mano en mi entrepierna. El me chupaba las tetas de dejar de
mirar como me pajeaba. -Su putita, pajeate- Esas palabras em calentaban aún más.
Sentía que me dolía la mano por la presión que estaba ejerciendo en mi vagina,
cada vez más y más rápido. Es supo que estaba por estallar de placer porque en
ese momento mordisqueó mis pezones. -Aaaahhh!- Eso hizo que mi orgasmo sea más
intenso. -Puta, cómo gozás!-.
Se acercó y me besó tiernamente mientras me relajaba.
-Marcelo tengo ganas de hacer algo-. -Qué se te ocurrió-. -Nada malo, recordar
viejos tiempos-. Abrí el placard y busqué entre ropas que tenía en una bolsa.
Saqué un cojuntito de nylon y algodón fucsia, una pollera pegada al cuerpo roja
y una remera ajustada tambien negra, un portaligas y un par de medias rojos y
mis viejas botas altas. Lo miré y e dije -Te animás?- El estaba ahí tirado en la
mano, apretándose fuertemente la pija. Por supuesto que se iba a animar. -Si,
pero con una condición- me dijo. Abrió el cajón de una cómoda y sacó uan mini
tableada a cuadritos, una corbatita, una camisita ajustadita y transparente
blanca, medias 3 cuarto y un corcete blanco con portaligas... -Si vos te ponés
esto-
El pensar en los dos vistiéndonos de esa manera me volvió a calentar. Sin dejar
de mirarnos, nos sacamos la ropa. En el momento de ver la pija dura y grande de
Marcelo, no resistí la tentación de ponerme de rodillas y comenzar a pasale
suavemente la lengua, primero por la puntita, ne círculos, después por toda su
extensión y después metérmela suavemente en la boca hasta llegar a mi garganta.
-Qué gran pija tenés- le dije muy exitada. El mientras tanto se vestía y gozaba.
Al mismo tiempo yo me empezaba a vestir. Me puse el corcete blanco y la camisita
transparente, el no dejaba de mirarme. -Mmmm qué sensual! La camisa transparente
inocente de colegiala deja entre ver el corcete de puta que tenes abajo.
Estiró su mano y tocó mis tetas. Pasó un dedo por el medio de
las dos, ese dedo húmedo y suave me hizo estremecer. Me acerqué y lo besé
apasionadamente. El devolvió el beso metiéndome muy profundo su lengua en mi
boca, yo se la succioné varias veces. Así nos vestimos, nos maquillamos. Cuando
terminamos nos paramos los dos frente al espejo y nos mirábamos. Era muy
excitante ver esa puta travesti infernal hermosa mujer con pija, y esa nena de
apariencia inocente pero tan puta y deseosa d e sexo como la otra.
Nos miramos fijamente y nos besamos con pasión. El me agarró fuertemente la cola
y me apretó contra él. Yo respondí apretándole las tetas rellenas con
preservativos inflados con mucha fuerza.
Noté que se calentaba más y más y yo también. Pero le detuve las manos y le
dije: -No!, ahora quiero otra cosa!. -Me iró preocupado. -Qué?- Preguntó con
temor a la respuesta-
-Vamos a algún lado-. -A dónde, estás loca-. -Si, siempre lo estuve, vamos a
algún lado-. Noté por el movimiento de su pija que la idea le gustó. No lo dudó
más, agarró la llave del auto y dijo vamos. Eran las dos y media de la madrugada
de un lunes... no hay muchos lugares para ir en Rosario y menos vestidos así. -Y
dónde vamos- me preguntó. Yo sé dónde ir... y la vamos a pasar muy muy bien.