La vendedora de cosméticos
(quinta parte)
La nueva vendedora.
"Rocío y Raquel se hicieron grandes amigas. Pronto quedó olvidado la forma un
poco traumática de como se habían conocido; las satisfacciones posteriores
superaron con creces los malos momentos (realmente fueron malos ?) pasados por
Rocío.
Se reunían cada vez que sus actividades se lo permitían. Rocío, a instancias de
Raquel, había realizado el curso de vendedora de cosméticos en la prestigiosa
empresa Miss Valón. Fue un curso duro, tenía que estudiar mucho y conocer todos
los productos al dedillo, nada se dejaba librado al azar. Pero Rocío siempre se
destacaba y sacaba las mejores notas; pronto le dieron la credencial, el
uniforme color salmón y como zona de venta el sur de la provincia de Santa Fe.
Rocío había pedido una semana de vacaciones en el trabajo, que a regañadientes
el presidente le había otorgado. Quería recorrer toda su zona personalmente y
aprovecharía esa semana para así hacerlo.
Se reunió con Raquel en su departamento ahora coquetamente decorado con cortinas
color rosa y flores por todos los rincones, para que le diera los últimos
consejos. Allí fue Raquel y como siempre recordaron aquel momento feliz que
habían pasado cuando asaltaron la oficina: Fue una tarde, los ladrones entraron
simulando que eran tres importantes empresarios con imponentes attachés,
diciendo que venían a ver al presidente de la empresa para tratar un negocio de
varios millones de dólares. Al no tener cita se quedaron hasta casi entrada la
noche esperando en el hall de recepción.
Rocío los atendía sirviéndoles café y coqueteando un poco. Se veía que uno de
ellos estaba interesado en entrar en conversación.
Raquel había llegado a buscar a Rocío a la oficina, para irse juntas y se quedó
charlando con ella. Como a las 19:30 el presidente llamó a Rocío por el
intercomunicador diciéndole que estaba solo y desocupado y que hiciera pasar a
los visitantes. En ese momento los tres sacaron de entre sus ropas armas y
apuntándoles a la cabeza a las dos chicas y tomándolas de los brazos por detrás
pasaron al despacho del presidente.
- Quieto o te quemamos a vos y a tus secretarias - fue la orden de uno de los
asaltantes - vamos abrí la caja fuerte o acá corre sangre !!- El presidente no
se negó, abrió la caja fuerte. Los asaltantes tomaron tres sillas y los ataron a
los tres; Raquel y Rocío se sentían muy cómodas y deseaban (sin decirlo) que les
apretaran más las sogas que las ataban.
A los tres los ataron de la misma forma, las piernas a cada una de las patas de
las sillas, con varias vueltas de soga por los tobillos y los muslos. Los brazos
por detrás del respaldar, con muchas vueltas de soga en las muñecas y un tirante
unía a una de las patas delanteras.
A las chicas les pusieron una mordaza con cinta de embalar sobre la boca y al
presidente le pegaron otra cinta sobre los ojos. Así quedaron maniatados y sin
posibilidad alguna de moverse. Rocío y Raquel estaban excitadísimas y sentían
que su clítoris se hinchaba y su ano se les dilataba pidiendo a gritos que algo
entrara en él.
Mientras dos asaltantes revisaban y seleccionaban cosas de la caja fuerte, el
que sentía alguna simpatía por Rocío se acercó a ella. Lentamente le levantó la
pollera y metió su mano por debajo, buscando algo, cuando encontró un clítoris
más grande de lo que pensaba, se sobresaltó; Rocío estaba babeando de
excitación. El asaltante se bajó los pantalones y sacándole la mordaza a Rocío
le dijo: - A ver dulce, si sabés que hacer con esto - y le puso su pene en la
boca. El presidente tratando de defender a las chicas (aunque nadie se lo había
pedido!) a ciegas luchaba para zafar de las ataduras hasta que, él y la silla,
rodaron por el suelo y no se pudo mover más.
Raquel tragaba saliva y se desvivía por lamer un poco ella también.
Rocío hizo su trabajo impecablemente, lamió de un costado, del otro, lo metió
todo en la boca, movía la cabeza acompasadamente hacia adelante y atrás, hasta
que el asaltante llegó al orgasmo y le derramó su esperma entre los labios,
cuello y pecho. Tan bien lo hizo que el asaltante le dio un beso en la boca de
despedida y le pidió su número de teléfono para llamarla en alguna otra
oportunidad.
Los otros le dieron un coscorrón en la cabeza y los tres salieron corriendo con
un attaché lleno de dinero y otros valores.
Cuando llegó la policía, solo contaron las cosas que se habían robado de la caja
y comentaron que los ladrones habían sido muy caballerosos en el trato con las
damas.
Si bien Raquel se quedó con algunas ganas ese día, siempre que lo recordaban
sentía la misma excitación y se insertaba un vibrador en su cola para calmarse.
Pero volvamos al relato.
Al día siguiente muy temprano Rocío partió hacia Rosario. Tenía muy claro a
quien visitar. A eso de las 10 tocó timbre en un departamento de una calle
céntrica.
Una mujer de unos treinta y algo, vistiendo joggins y con lagañas en los ojos le
abrió la puerta. Rocío con su uniforme de promotora, (saquito cruzado color
rosa, debajo una blusa blanca, la mini del mismo color del saco, apenas cubría
la parte superior de sus piernas enfundadas en medias blancas de lycra) no pudo
decir su discurso de presentación cuando Bárbara, la mujer que había abierto la
puerta, comenzó a gritar excitada hacia el interior del departamento: - Marta,
Marta, una vendedora de Miss Valón. - y dirigiéndose a Rocío - Al fin nos vienen
a visitar! esperábamos hace tiempo que viniera alguien ! - y de un empellón la
hizo entrar.
Marta apareció y se abrazó con Bárbara y semi paralizadas miraban a Rocío. Ella
estudió un instante la situación y comenzó su discurso: - Buenas días señoras,
vengo de la empresa Miss Valón, estamos lanzando al mercado una nueva línea de
cosméticos y accesorios para la mujer moderna, ...- . Inmediatamente fue
interrumpida por Bárbara: - Si, si, ya conocemos los cosméticos, díganos que
cositas tiene, de esas que a una le hacen sentir cosas nuevas ! - dijo tipo
metralleta.
- Bueno, Miss Valón está lanzando al mercado estas sogas de algodón y la línea
de mordazas ultra fina con correas de cuero; que si Ustedes me permiten quisiera
hacerles una demostración, totalmente gratuita - y mientras hablaba sacaba un
manojo de sogas del bolso.
Excitadas Marta y Bárbara aceptaron enseguida. Bárbara se quitó el jogging y en
bombacha y corpiño se sentó en una silla. Rocío prolijamente le comenzó a atar
las piernas (recordando cómo lo habían hecho los asaltantes de la oficina),
luego le quitó el corpiño y le puso soga alrededor de los senos apretándoselos
fuertemente, cuando terminó parecían dos matambres colgando. Las manos atadas
detrás y fijas a las patas traseras y finalmente una mordaza de bola roja en la
boca.
Bárbara inmovilizada como estaba comenzó a excitarse tanto que de su vulva
salían chorros de líquido.
A Marta la desnudó completamente y la puso sobre la cama boca abajo. Le ató los
pies por los tobillos y las manos por detrás, luego juntó pies y manos por la
espalda. Le puso una soga al cuello y el extremo lo ató a la conjunción de pies
y manos. Marta quedó en una posición incómoda, arqueada y con la cabeza erguida,
pero sumamente excitada.
Rocío se subió la mini dejando a la vista de Marta su miembro hinchado.
Marta abrió los ojos desmesuradamente al reconocer aquel aparato y exclamó:
- Roberto ! sos vos !! -
- No! ahora soy Rocío - le respondió y tomándola por los cabellos la obligó a
succionarle el miembro.
Bárbara se retorcía de placer y trataba de zafar de las ataduras ya que quería
participar en todo. Como podía gemía y quería llamar la atención.
Rocío por un instante se acercó a ella y colocando la bombacha de lado le clavó
dos vibradores de buen tamaño, uno para cada uno de sus agujeros.
Lágrimas de dolor y placer caían por las mejillas de Bárbara.
Rocío volvió con Marta a quién desató y volvió a atar pero esta vez boca arriba
y cada extremidad a una punta de la cama. Se sacó la mini, dejando ver sus
portaligas y su miembro erguido en toda su plenitud y se acostó sobre Marta.
Marta jadeaba de placer con todo el miembro de Rocío dentro suyo. Bárbara atada
en la silla, se sacudía clavándose cada vez más profundamente sus dos
consoladores.
Rocío llegó al orgasmo llenando la vagina de Marta con sus líquidos. Se retiró
un momento. Marta estaba exhausta y trataba de recuperar el aliento, cuando vio
aparecer a Rocío con un consolador doble de cintura puesto.
- Esta es una de las últimas creaciones de Miss Valón - dijo y desatando
nuevamente a Marta la puso en posición de perrito sobre la cama y por detrás le
introdujo simultáneamente los dos consoladores en sus dos orificios. La cabeza
de Marta giraba, su cuerpo se estremecía, las manos y rodillas sobre las que
estaba apoyada flaqueaban y, cuando Rocío apretó un botón del juguete y liberó
chorros de líquido viscoso en su ano y vagina, cayó casi desmayada sobre el
colchón.
Marta le rogaba a Rocío que la llevara con ella de nuevo a Buenos Aires, que
nunca había disfrutado tanto, que se convertiría en su esclava por siempre, que
todo sería como antes.
Rocío le dijo que las cosas serían mejor que antes, ahora ella era vendedora de
Miss Valón y podía conseguir los productos a precio promocional. Loca de
contenta Marta hizo las valijas y llevándose al bebé partieron a Buenos Aires.
A Bárbara le sacaron la plata de la billetera para pagar los productos que
habían utilizado en la demostración y que prolijamente habían acomodado sobre la
cama. La dejaron atada, con los consoladores y mordaza puestos, y se despidieron
de ella con la esperanza de que a la noche llegara alguna amiga para desatarla."