miprimita.com

Amor de mujeres

en Erotismo y Amor

Historia de dos mujeres que se amaron

Lo más lindo fue quizas, la primera vez que la vi.

Ella estaba sentada, como si nada a su alrededor importara realmente, llevaba puesta una gran sonrisa, mientras leía un libro, que hasta ese momento no me había interesado.

Al principio, pase por su lado, y me senté en la mesa que me dejaría frente a ella, para poder verla y aprender de ese magnifico ser.

En el momento que puse mis ojos en su cara, fue difícil quitarlos, ella me vio y me invito sentarme a su lado.

Me pare con dificultad, ya que los nervios invadieron mi cuerpo, pero ella no lo noto, era demasiado perfecto el momento para entrar en detalles.

Al oírla puede descubrir, que sus palabras sonaban como una sinfonía de Ángeles, era exquisita la manera de expresarse, los sonidos y gestos que hacia, y su boca.... su boca era el cielo, quise ser la brisa, por un momento, para pasar a través de ella y poder sentirla.

Cuando me miraba, mi cuerpo se estremecía, mis pensamientos volaban, como sin limites, el limite era su boca.

Para mi suerte, creo que sintió lo mismo, que ese momento era especial, y que de alguna forma, debíamos hacerlo perdurar.

Nunca antes había besado a una mujer, ella tampoco, pero fue como un nuevo camino virgen, pidiendo a gritos ser explorado.

Nos fuimos para su casa, nos sentamos a observarnos, todo fue místico, fue increíble.

Ella se acerco a mi, sin pensarlo, nunca antes había actuado tan impulsivamente, con el deseo, el corazón, ahí sentí que el mundo me sonreía. Me tomo del cuello, y comenzó a besarlo lentamente, sin perderse ninguna parte, lo acariciaba y lo lamía tiernamente, pasando en mi los pensamientos mas ardientes.

Luego me acaricio toda cada centímetro de mi cuerpo, lo recorrió con tal ternura que me sentí única, beso mi vientre, mis manos, mis brazos, todo, y no supe como responder a tal regalo, mas que de la misma forma.

Besar sus labios me hizo saber, que nunca había probado un manjar tan exquisito, tan suave, tan cálido, como su cuerpo entero. La besé hasta que mi boca no podía mas, pedía a gritos sentirme así por siempre.

No sabia como tocarla, mas halla de mi inexperiencia, sino que tal musa me inspiraba demasiados deseos, tal como un pintor, me volví loca dibujando mis sentimientos en su cuerpo con nada mas que mis manos y mi lengua.

Ella clamaba por mi, de la misma manera que yo por ella.

Nos quedamos amándonos toda la noche entera, recorrí los mas desiertos lugares, nunca antes besados por nadie, y su mente también.

La besaba con tantas ganas, que parecía fuera parte de mi cuerpo.

Lo mas tierno que nadie hizo por mi, ni por ella.

La bese, la toque, la acaricie, con manos suaves de mujer, pero de mujer totalmente cegada por el deseo.

Cuando llegue a sus piernas, las recorrí enteras, desde el comienzo hasta el final, tomando un descanso detrás de sus rodillas, tibias y húmedas.

Cuando llegue al lugar que nadie antes lo había sabido complacer, simplemente me tome mi tiempo, acaricie con dulzura y ternura, pasando por recorrerla suavemente con mis labios, y mi lengua, ella gemía a mas no poder, pero eran mas las ganas mías por besarla que las que ella podría haber sentido nunca.

Me sentí completa cuando la vi desbordarse de placer, y quedar tendida como un ángel sobre la cama, abrazada a mi, besándome y diciéndome lo bien que se había sentido.

Me sentí orgullosa, de haber complacido a tal mujer. Al igual que ella a mi. Aunque lo había logrado ya, cuando me miro por primera vez, y sus labios pronunciaron amor.

Al estar las dos acostadas en esa cama, abrazadas dándonos calor mutuamente, me di cuenta de que nada seria lo mismo, de que no había vuelta atrás. Lo sucedido había sido único, nunca antes sentí esa conexión con ninguna persona, ella me amo, y yo la ame por un momento, pero con el alma, mas allá del cuerpo.

Algo que provenía desde el fondo de mi ser. El placer era tal, que no podía aguantar el llanto, pero lo hice. Había sentido y dado amor a un ser espectacular.... al cual hice mío por una noche, por un segundo fuimos una, por una noche, vivimos en éxtasis, y como lo valió.