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Fantasia compartida

en Sexo con maduros

Lo que a continuación relato es uno de mis grandes deseos.

Desde hace unos años vivo fuera de mi ciudad natal. Allí deje a mi amante solo y desconsolado.

Nos conocimos hace un par de años atrás de una forma muy casual y nuestra relación empezó cuando me integré en su familia como un amigo más.

Con el paso del tiempo y el roce diario, nos dimos cuenta que nos gustábamos y en una ocasión propicia, nos desvelamos los verdaderos sentimientos.

A partir de ahí comenzó la mejor de las relaciones que he tenido y según sus palabras, para él también.

Al existir tanta amistad con su familia (esposa y dos hijos), yo permanecía mucho tiempo en su casa. La excusa era la cercanía de mi lugar de trabajo con su casa, añadiendo que mi hogar quedaba muy lejos estos dos anteriores.

Se nos presentaban muchas ocasiones de estar solos, lo cual aprovechábamos para hacer el amor de muchas formas.

Para que se hagan una idea, voy a describirnos físicamente.

Yo tengo 37 años, soy de ojos y cabellos negros, piel trigueña, 1,78 de estatura y 85 kilos.

Él tiene 56 años, cabello canoso, piel morena, ojos marrones claros, velludo, grueso y fuerte, 1, 79 y 98 kilos.

 

Estando en la cama nos entendemos perfectamente: yo soy pasivo y él es muy ACTIVO. Coincidimos en gustos: me encanta chuparle su verga gruesa y cabezona, le gusta meterme varios dedos en mi culo para dilatarme, nos da mucho gusto que me siente en su miembro y cabalgarle, disfrutamos haciéndolo en la ducha, bueno sería muy largo explicar cada posición.

Este ritmo de convivencia y sexo nos duró 5 maravillosos años, hasta que por razones ajenas a mi voluntad, debí irme de la ciudad, buscando un mejor porvenir.

Cada vez que tengo la oportunidad, viajo a casa de mis padres y aprovecho para vernos y tener largas sesiones de sexo y charlas.

Para mi próximo viaje, quiero cumplir una fantasía que tengo en mente desde hace mucho tiempo. Consiste en encerrarnos en la habitación de un hotel de una ciudad cercana y pasarnos dos o tres días sin salir y hacer el amor hasta saciarnos.

Gracias al trabajo que tengo actualmente, puedo costear ese gasto y cualquier otro antojo que se me presente.

Ya hemos charlado de esta fantasía y los dos estamos muy ilusionados con cumplirla.

Mi mente ha recreado muchas cosas que podríamos hacer.

Me gustaría que se sentara en una silla, desnudo y yo deslizarme desde abajo para chuparle los huevos y subir hasta su verga gruesa y deliciosa, para tragármela hasta el fondo. Y de verdad que me la trago literalmente. Desde que nos conocimos he aprendido a que se me deslice toda su verga hasta el fondo de mi garganta. No se explicar como lo hago, pero disfrutamos mucho haciéndolo.

También he pensado en acostarnos, ponerme encina de él y chuparle cada uno de los dedos de sus pies mientras me dilata el culo con sus gruesos dedos de la mano. En alguna ocasión le medí el ancho de su verga comparándola con los dedos de su mano, y corresponde a tres dedos.

Una de sus cualidades es que puede controlar su eyaculación, con lo cual ganamos en tiempo para juegos eróticos.

Uno de esos juegos es empezar en la cama con cualquier posición, luego irnos a la ducha para jugar con el jabón y luego terminar haciéndolo en la cocina, encima de la mesa o de la encimera.

En una ocasión, antes de irme de viaje, y con mucho sentimientos a flor de piel, me pidió algo que jamas habíamos hecho y que yo deseaba muchísimo; que le pasara mi lengua por su culo mientras le hacia una paja y él me follaba con sus dedos. Para mí fue como tocar el cielo con las manos. Su excitación fue tal que su verga creció más de lo acostumbrado y no pude evitar tragármela hasta el fondo, descargándome una derrama de leche como nunca antes, a la vez que yo le depositaba toda mi leche en su estomago.

La siguiente vez que nos vimos, repetimos esto con el mismo o mayor grado de satisfacción.

Con algo de suerte, para el próximo mes de agosto, podremos hacer realidad este sueño compartido.

Gracias a todos los lectores de TODORELATOS y hasta una nueva oportunidad.