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Perdí mi virginidad con un maduro hermoso (2)

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PERDER MI VIRGINIDAD CON MI VECINO MADURO (2)

Continuo el relato de mi relación con mi vecino maduro.

Como les dije la vez anterior, mantuvimos relaciones por cuatro años y medio, casi cinco.

Realmente estaba basada en lo físico, pero era suficiente ya que me encantaba su cuerpo velludo, firme, acorde con su estatura y su cara preciosa.

El procedimiento era siempre el mismo. Al enterarme de su presencia en su casa (somos vecinos), estaba atento al momento de su salida y yo salía también. Cualquier mirada o guiño del ojo, ya entendía que nos encontraríamos en el parque a la misma hora.

Me recogía en su auto, salimos en dirección a las afueras de la ciudad donde se podía escoger cualquier motel de paso, donde dábamos rienda suelta a nuestros bajos instintos. Teníamos sesiones de sexo de un par de horas donde nos fundíamos en un solo cuerpo sudoroso explorando cada centímetro de nuestra anatomía.

Mi papel pasivo me permitía tocar todo su cuerpo, tanto con las manos como con la boca, menos, lo que para muchos hombres de mi ciudad es lo más valorado de su hombría, su ano. La verdad no me sentía mal por eso, pues me gustaba pensar que me estaba acostando con un heterosexual. Además, sin pedirlo, me tomaba la polla y me hacia unas pajas increíbles.

Él tiene eyaculación precoz, que al principio era un inconveniente, pero con la practica, encontramos la mejor forma de no terminar tan pronto. Los juegos sexuales se extendían por mucho tiempo. Chupaba todas las partes de su cuerpo y cuando llegaba a su polla, la lamía muy despacio, para dejarla y volver a sus piernas, brazos, pies, cara, orejas, dedos. Nos metíamos en la ducha para jugar con el agua y el gel de baño por todas partes. Me restregaba la polla por la cara, las orejas, el culo, las piernas. Jugábamos mucho. Y al final, lo mejor, me penetraba de forma calmada y suave para disfrutar cada instante. Cuando sentía que se corría, la sacaba y respiraba profundo, para metérmela nuevamente. Alternaba el ritmo para sentir más y más. A mí me gusta mucho que me la metan, me la saquen toda y vuelvan a meterla toda. Cambiamos de posición; con mis piernas en sus hombros, en el borde de la cama, como perrito, en el sofá, en el cuarto de baño, de píe, de espaldas, de lado, caballito, piernas cruzadas, todas la que conocíamos. Inevitablemente llega la descarga de leche espesa y abundante. Muchas veces me la dejaba dentro, otras en la espalda, otras en la cara. Y mi leche, según la posición; en mi barriga o en la suya, en la cama, en el suelo, en la pared, etc.

Para relajarnos, quedábamos acostados, abrazados y hablando de lo bien que lo pasamos.

Salíamos a comer algo y volver a la casa de cada uno.

Esa era la parte que yo más disfrutaba. Pero también existe la otra parte. La indiferencia cuando estabamos frente a nuestras familias y amigos. Yo con ganas de abrazarlo y besarlo delante de todos. Pero no podía. Si quería mantenerlo a mi lado, tenia que ser así.

Era consciente de su forma de ser. Es de esos hombres que muchas mujeres quieren entregárseles. Y él a sabiendas de eso, se aprovechaba de cualquiera para conseguir su objetivo, ya fuera material o sexual. Por ese motivo se le presentaron mucho problemas en su casa. Y el único que tuvo conmigo se los comento ahora.

Al cabo de cuatro años de relaciones me pidió algo que no me gusto.

Mi padre tenia un comercio de herramientas profesionales para arquitectos, dentro de las cuales había una que a Alfredo le serviría mucho y que no compraba por su precio elevado. Me sugirió que le "regalase" esa herramienta. La escribo entre comillas por que me quiso dar a entender que se la robase a mi padre para dársela a él.

Luego de mucho pensarlo decidí que no lo haría. Y de paso acabaría con esa relación. De verdad lo gozaba mucho, pero no llegaría a nada serio con él. También coincidió que empece a trabajar en una gran empresa de mi ciudad y con los estudios, no me quedaba mucho tiempo para él.

Llego el momento indicado y se lo dije. Lo tomó muy mal. Se enojo y pidió explicaciones. Como buenamente pude, expuse mis motivos. No los quiso entender. Creo que no estaba acostumbrado a que lo dejaran. Pero no dude y mantuve mi decisión.

Al cabo de los meses y coincidiendo con las fiestas de fin de año, se reunieron nuestras familias en mi casa. Era una reunión muy animada con comida, bebida y música. En el momento de terminar un año y comenzar el nuevo, se acostumbra a dar un abrazo y un beso a tus allegados y seres queridos. Cuando nos tocó el turno a Alfredo y a mí, él estaba con unas copas de más en la cabeza y me dio un abrazo muy fuerte y un beso en la mejilla que buscaba mi boca. Lógicamente lo evite. Me dijo que quería que volviéramos a estar juntos, que ya no le interesaba esa herramienta ni nada material, que le hacia mucha falta, que se sentía solo, y todas esas cosas que se dicen cuando quieres recuperar a alguien.

Eso fue muy fuerte para mí: ese hombre hermoso que tanto me gustaba y deseaba, me pedía que volviéramos. Si hubiese pensado con el culo, seguro que caigo, pero pensé con cabeza fría. Le dije que ya no podía ser y así termino la noche de fin de año.

Transcurridos unos años, Alfredo abrió un comercio de cámaras fotográficas y yo tenia que comparar una para un viaje de placer que haría dentro de poco tiempo. No tenía ninguna excusa para no comprársela. Fuimos a ver el surtido de cámaras y quedamos solos en su oficina. Me pidió que volviéramos y tanto insistió que accedí, pero con una condición: SOLO SEXO. Y acepto.

Retomamos nuestra relación de sexo por otro año más. Hasta que por enfermedad de su anciana madre, se mudo al extranjero. Mantuvimos correspondencia por un tiempo.

En una oportunidad recibí mi carta devuelta por que, al parecer, se había mudado. Y hasta el sol de hoy, no he sabido nada de él.

Sus hijos cambiaron de ciudad y su esposa se caso con otro señor.

Así termina mi historia de sexo con el hombre al que considero EL MÁS HERMOSO: ALFREDO.

Espero os guste, hasta pronto.