miprimita.com

La Reconciliación

en Hetero: General

La Reconciliación

Silvia es una chica de 26 años, morena con melena lisa a la altura de los hombros y ojos grandes y negros. Es realmente guapa, tiene la cara fina y una boquita pequeña con unos labios carnosos y muy apetitosos que siempre están formando una alegre sonrisa. Es alta, 1.80 metros y muy dulce. Sus pechos son deliciosos, y lo digo porque los he probado. No son excesivamente grandes, casi los puedes rodear con las manos. Son duros, firmes. Entre ellos hay un pequeño canal con el que disfruto mucho. Los pezones son lo mejor. Gordos como un garbanzo consiguen ponerse bien duros cuando mi boca se acerca a ellos. Me encanta comérselos, me podría pasar horas y horas lamiendo cada pezón. Me excita mucho intuirlos cuando lleva una camisa fina y parece que quieren atravesarla. Tiene una cintura estilizada. Sus piernas se me hacen interminables, larguísimas. Pero lo que más me excita de su cuerpo es su trasero. Un culo de infarto, bien redondo y respingón. Me pongo enfermo cada vez que se desnuda por las noches y puedo apreciar como el tanga desparece entre los cachetes de su culito. Silvia sabe andar como ninguna, casi siempre va con tacones y mueve su cuerpo de la manera más sensual que os podáis imaginar. No pasa desapercibida para nadie. Es una suerte estar con ella y poder disfrutar de su cuerpo.

Pues Silvia, mi novia. Llevamos juntos algo más de 10 meses. Me costó mucho conquistarla. Ella, por lo contrario, me había conquistado desde el primer día que la vi. Éramos compañeros en el bufete de abogados y digo éramos porque al poco tiempo de empezar a salir, consiguió un ascenso y se convirtió en mi jefa. Entonces la relación cambió, se volvió más fría. Nos fuimos a vivir juntos pero no había la misma pasión que al principio. Antes nos comíamos con la mirada. Aprovechábamos cualquier rato libre para follar apasionadamente y devorarnos el uno al otro. Ahora ella me sigue excitando muchísimo, pero los problemas laborales están interfiriendo en nuestra relación.

Justo el día que cumplíamos 10 meses juntos, decidí hacer algo para recuperar la pasión perdida. Ella llegó a casa a las 10 de la noche más o menos. Llevaba un traje de chaqueta negro con una camiseta blanca debajo con un gran escote. Se había recogido el pelo y aun con gafas estaba preciosa.

Pensé en una cena romántica, pero al final me decidí por una noche romántica en la cama. Compre unas sabanas de seda blanca. Comprobé que la sensación del cuerpo desnudo sobre ellas era increíble. Bien suave y permitía deslizarte con total facilidad. Bajé las luces de la habitación y me acosté, cubriendo la parte inferior del cuerpo con las sabanas y dejando mi torso descubierto.

Le esperaba acostado, mirando al techo y con las manos bajo mi cabeza. Ella entró hablando con el móvil. Asuntos de trabajo. Cogió su camisón y aun hablando con el móvil entró al cuarto de baño sin apenas fijarse en mi. Yo como de costumbre si me fijé en ella. Me fijé en su sonrisa, en como se movía el culo a cada paso que daba, en sus pechos bien marcados en la camiseta blanca. Consiguió que me calentara en un segundo.

Pero ella ni se fijó en mi. Así que la seguí hasta el baño de la habitación. Tenía la puerta entreabierta. Ya había terminado de hablar con el movil. Se soltó el pelo y lo movió de un lado a otro para desenredárselo. Se desabrochó los botones de la chaqueta, uno a uno, mirándose en el espejo, y se quedó solo con la camiseta.

Se "bajó" de los tacones, se sentó en el taburete y se empezó a quitar las medias aprovechando para darse un masaje en las piernas. Yo seguía mirando desde la rendija de la puerta, desnudo, completamente erecto. Con alguna dificultad alcanzaba a ver debajo de la falda negra un precioso tanga blanco. Cuando se quitó las medias se puso de pie y se bajó la falda. Se me entrecortó la respiración al ver como se marcaban los abultados labios de su coño en el tanga blanco.

Me parecía que se estaba desnudando más lento que nunca. En cada prenda que se quitaba aprovechaba para mirarse en el espejo y tocarse su cuerpo. Se quitó la camiseta y rápidamente el sujetador. Quedó solo con el tanga blanco, frente al espejo, mirándose fijamente en el espejo. Se me puso la piel de gallina cuando vi que apoyó su espalda contra la pared y comenzó a acariciarse, por encima del tanga blanco, con un dedo su coñito. Cerró los ojos. Se acariciaba suavemente y se le escapaban pequeños gemidos. Poco a poco el tanga se fue mojando y los gemidos eran más intensos. Con la otra mano se acariciaba los pechos, todo con mucha dulzura. Aproveche no solo para mirar sino también para aprender. Estuve a punto de entrar al baño pero finalmente no lo hice. A estas alturas mi mano ya subía y bajaba por mi polla a una considerable velocidad, era la primera vez que me pajeaba viendo a mi novia.

Se bajó el tanga y lo tiró cerca de la puerta desde la que yo le estaba mirando. Quedó al descubierto su coño totalmente rasurado y bien mojado. Introdujo un dedo dentro de él. Por su cara y su respiración entrecortada me di cuenta de que estaba muy excitada. Yo desde la puerta también estaba bien mojado. Metía y sacaba su dedo muy despacio, disfrutando de cada momento, alguna vez se lo llevó a la boca donde sus labios carnosos, aun con pintalabios, le recibían. Saboreaba el flujo que tantas veces yo había tomado directamente de su coño.

Siguió un rato jugando con sus dedos y su chochito. Cada vez eran más los dedos que entraban y que la penetraban. No tardó mucho en correrse. Lo hizo en silencio, arqueando su espalda y sujetándose con su mano libre a la pared. Yo también me corrí, toda mi leche se estrelló contra la pared. La limpié como pude y me metí desnudo en la cama esperándola.

 

Ella llegó a los pocos segundos, con un camisón blanco y corto que transparentaba su cuerpo desnudo. Me miró y me sonrió. Se acercó a la cama y nos dimos un largo beso. Saboreé su lengua todo lo que pude. Se fue directa al espejo que tenemos enfrente de la cama.

Yo me levanté y puse música suave. Sin que se diera cuenta me acerqué por su espalada y le abracé por la cintura. Empecé a besarle por detrás de la oreja, bajando por el cuello y apartando su suave melena hacia un lado. Olía muy bien, Le baje el tirante derecho del camisón y empecé besarle el hombro. Tenía una piel muy suave. Mi mano acariciaba su cintura sobre el corto camisón. Ella se dejaba hacer. Le bajé el otro tirante y el camisón se deslizó por su cuerpo hasta el suelo. Quedo completamente desnuda, de espaldas. Apreté todo lo que pude mi verga contra su culo.

Con mis manos recorría su cuerpo. Sus hombros, sus pechos. Suaves y largas caricias. Sin decir nada Silvia se dio la vuelta. Me miró fijamente y me volvió a besar apasionadamente. Debió durar mucho aquel beso. Nos comimos la boca como si fuera la última vez en que fuéramos a estar juntos. Agitadamente nos abrazabamos y nos tocábamos el uno al otro. Desgaste su culo con mis manos, ella hizo lo mismo, mientras el beso aun continuaba.

Se arrodilló delante mía y puso su boca a la altura de mi polla. Mirándome a los ojos se arrimó a mi dura verga. La recorrió entera con la lengua. Se metió mis huevos en su boca y los devoró. Me comió la polla como nunca. La saboreaba en cada chupada. Sus carnosos labios la recorrían de arriba abajo y su lengua jugaba en el interior de la boca con mi capullo. Me podría haber corrido en su boca pero pensé que era el momento de que ella disfrutara. Así que saque la polla de su boca y le ayude a incorporarse. Le volví a besar para compartir los fluidos que mi verga había dejado en ella.

Besándonos me la llevé a la cama. Se tumbó con las rodillas flexionadas y las piernas bien abiertas. La imagen de su coño depilado y bien humedo era espectacular y apetitosa. Me tumbé sobre ella y recorrí su cuerpo con la boca, la lengua y las manos. Teníamos todo el tiempo del mundo, quería que ella disfrutara. Juntamos los dos cuerpos como si fuera uno solo.

No pude evitar detenerme en sus tetas. Lamí salvajemente sus pezones y las besé ansiosamente. Estaban deliciosas. La respiración entrecortada delataban mi tremenda excitación. Ella cada vez respiraba más agitadamente.

Bajé por su abdomen y llegué donde quería llegar. Me encantaba el olor que había entre sus muslos. Acerque mi cara a ellos y respire fuertemente. Mi lengua se dirigió a su coño. Empecé con golpes suaves y rítmicos sobre su vagina. Ella movía su pelvis alrededor de mi lengua. Continué propinando a su coñito largos lametones como si estuviera chupando un helado desde abajo hasta arriba cubriendo toda la superficie de sus ricos labios vaginales. Me bebí todos sus deliciosos flujos. Estuve así un rato y mis manos empezaron a jugar con ella.

Puse mi mano sobre su coño, presionándolo hacia dentro. Dos de mis dedos empezaron a entrar en él. Tal y como había visto que ella lo había hecho en el baño. Entraron con total facilidad y estuvieron un rato jugando dentro de él. Silvia tenía los ojos cerrados. Solo gemía. De vez en cuando algunos espasmos agitaban su cuerpo.

Fue ella la que sacó mis dedos de su coño. Lo hizo para llevárselos a la boca. Nos volvimos a besar. La penetré de un solo golpe. La metí hasta el fondo y suavemente le fui embistiendo. Follamos durante un buen rato, abrazándonos bien fuerte. Aceleré las penetraciones cuando íbamos a corrernos. La cama crujía y ahora sí que eran más salvajes las embestidas. Ella me cogía bien fuerte del culo como intentando controlar la velocidad. Llegá a clavarme las uñas en mi trasero cuando se corrió, soltando un fuerte gemido que seguro que oyeron nuestros vecinos Yo me corrí dentro de ella, llenándole con mi leche.

Nos mirámos y nos volvimos a besar. Esta vez de manera más tierna. No nos habíamos hablado en toda la noche. Nos acostamos desnudos, cubrí su cuerpo desnudo con la sabana blanca de seda y me acosté de lado pegado a ella.. Con mi paquete bien pegado a su culo. No dormí en toda la noche. Solo podía pensar en Silvia por la que cada día me sentía más atraído, de la que estaba enamorado.

 

Muchas Gracias por leerme! Si teneis algún comentario, critica o sugerencia me la podéis hacer al siguiente mail: tonirivas20@yahoo.es