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Mi amiga Maria

en Hetero: General

Esta historia me ocurrió hace dos años. Fue con una compañera de profesión, a la que llamaré María, aunque por supuesto no es su verdadero nombre. Los dos ahora tenemos 23 años, por entonces, teniamos 21. Ella es morena, medirá 1,68, tiene 102 de atras y 95 de pecho y es muy, muy morbosa, muy liberal para el sexo y una verdadera furia en la cama.

..Pues bien, lo que sucedió fue un viernes en la tarde, en la casa de María, en el mes de enero de ese año, aprovechando que sus papás iban a estar una semana de vacaciones. La verdad es que llevábamos un tiempo de tonteo, nos gustábamos y los dos lo sabíamos, pero ninguno se atrevía a dar el paso definitivo. No sé cómo, pero un día, hablando por teléfono, surgió una charla muy hot entre ambos. Le dije que tenía ganas de hacerla mía; al fin, me decidí. Ella se expresó en idénticos términos. Al final, decidimos  que sería en su casa, en Rancagua (Chile), no sin antes, yo picarla, diciéndola que no se atrevería.

..Ese viernes llegue a su casa. Estuvimos un rato hablando del trabajo, ya que, aunque no trabajábamos en la misma empresa, si en la misma area,  y tomamos algo. De repente, ella me dijo que me iba a enseñar un bikini que se había comprado para las vacaciones. Cuando apareció de nuevo en el living de su casa, lo llevaba puesto. Era muy sexy y sensual. De muchos colores y, como las chicas sabrán, de tanga muy reducido, con tiritas a los lados, y por la parte de arriba, apenas unos pequeños triángulos tapaban sus tetas.

..Se acercó a mí caminando muy sexy y con una sonrisa que delataba sus verdaderas intenciones. Además, mi pene no tardó en reaccionar ante tan sublime visión.

..- ¿Te gusta? - me dijo.

..- La verdad, estás muy guapa así y te sienta muy bien - le respondí yo.

..Esas fueron las únicas palabras que desde entonces cruzamos. A continuación, y sin más dilación, la besé. Nuestras lenguas enseguida se entrelazaron con pasión, con furor, como si la vida nos fuera en ese beso. Al instante, nuestras manos empezaron también con un profuso y frenético juego de toqueteos, sobeteos, que derivó en una masiva caía de ropas al suelo, hasta que piel contra piel, nos entregamos a la locura y al sexo en su expresión más absoluta.

..Me sentó en el sillón. Mi verga apuntaba muy, muy alta. Su concha chorreaba y sus pezones estaban tan duros que casi cortaban. Ella se arrodilló frente a mí y comenzó una mamada ante la cual tan solo pude reclinar mi cabeza hacia atrás y suspirar. Al principio, fue lento, para ir, poco a poco incrementado el ritmo. Yo mientras, bajé mis manos hasta sus tetas y luego, una de ellas hasta ese corolario del placer y la humedad que albergaba entre sus piernas.

..Durante un cuarto de hora nos dedicamos al increíble juego de la masturbación mutua. Ella alternaba boca y mano en mi verga o las dos simultáneamente. Yo jugaba con sus tetas y su clítoris, sin dejar de meter hasta cuatro dedos por su caverna del deseo. Los gemidos leves y los suspiros, la pasión desenfrenada y el sexo sin límites y sin vergüenzas, se adueñaron del salón. De repente, ella se levantó un instante. Se tumbó en el sillón boca abajo y me pidió que la penetrara por detrás.

..- ¡Métemela por el culo! - me dijo.

..Sin más, me dispuse a cumplir con su deseo. ¿Qué hombre se hubiera negado?.

- ¡No entra, la tienes muy grande. Espera, ahora vuelvo! - agregó a continuación, al ver que era imposible que mi polla entrara en su culo.

Volvió del baño con un recipiente de crema. La destapó, metió cuatro dedos en ella y atrapando entre sus dedos un buen poco de crema, me la empezó a extender por la verga, como si me estuviera haciendo una paja. La imité, cogí una buena cantidad en una mano y me dediqué a dilatar y lubricar con mis dedos, al mismo tiempo, ese culo tan tentador que deseaba culearme. Se volvió a tumbar y me lo volvió a pedir

- ¡dame en el culo, pero de golpe! - dijo entre gemidos y suspiros

Y así lo hice. De un solo empujón entró, esta vez sí, hasta dentro. Ella agarró fuerte entre sus manos un cojín y al tener su cara pegada al asiento, impidió que un intenso gemido delatara el verdadero placer y el dolor que aquella estacaba la había producido.

A partir de ahí comencé un mete saca lento, al principio, hasta acostumbrar su culo y más intenso con posterioridad. Se puso a cuatro patas sobre el sofá sin dejarme sacar mi verga de su culo. La crema, fruto del calor que el roce entre nuestros cuerpos se producía, se iba derritiendo y caía gota a gota sobre el sofá. El calor de enero y el esfuerzo de ambos, cada uno empujando en sentidos opuestos para que mi verga entrara más y más, se encargó del resto. Al final, terminamos en el suelo del salón. Ella a cuatro patas, con los antebrazos en el suelo y las caderas y el culo en pompa y yo entre sus piernas, inmerso en un frenético vaivén de mi cintura.

- ¡Me estás reventando el culo, cabrón! - acertó a decir entre aullidos, que ya no eran gemidos, de placer.

- ¡Sigue, sigue, no te pares ahora, culeame mas duro! - me agregó.

Después de más de 20 minutos culeandola, acabe dentro de su culo. Cinco y hasta seis chorros de semen salieron disparados dentro de su culo. Caímos los dos rendidos y empapados en sudor al suelo.

- ¡ufff, me encanto como me culeaste! - me dijo, para besarme a continuación.

- ¡Nadie, hasta ahora, me lo había hecho como tú. Muchas gracias! - soltó mi amiga, María, desde los más hondo de su ser.

Diez minutos permanecimos tumbados en el suelo, boca arriba. Yo con mi brazo por detrás de su cabeza y ella acariciando mi verga, aunque había perdido algo de fuelle, no había bajado del todo. Era algo más que media erección. Algo que no pasó desapercibido a María. Entonces, se puso a horcajadas sobre mí y mientras me besaba y me ponía sus pezones entre mis labios, con una mano me agarró la verga y me la empezó a menear. No tardé en reaccionar y en cuanto la notó otra vez dura, se fue escurriendo por mi cuerpo hasta alcanzar mi polla con la boca y hacerme una estupenda mamada. En diez minutos le estaba llenando su boquita con mi semen. Otra gran corrida.

Nos duchamos y nuestra particular orgía siguió entre agua, esponjas y jabón. Ya se pueden imaginar. no se como terminarla... ojala les guste