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Dándo ordenes por internet

en Sexo Virtual

Dando ordenes por internet

Este texto lo escribí siguiendo tus órdenes mi ama. Está inspirado en lo que vivimos, (aunque lo arreglé un poco).

Después de escribir esto estoy nuevamente exitado, creo que tendré que pasar por el baño antes de poder hacer nada...

* * * Nos habíamos conocido on-line poco tiempo atrás, incluso habíamos estado jugando alguna noche a excitarnos a la distancia, pero en general no había nada especial en esa relación y parecía destinada al olvido como muchos otros encuentros virtuales. Ella era relativamente tímida para contarme cosas y no había forma de sacarle lo que la excitaba o cómo pasaba las noches más calurosas en su habitación.

Hasta que una noche de chat, compartiendo fotografías, me llegó una que mostraba a una mujer echada en la cama, con las manos atadas en la espalda. Le pregunté que si alguna vez la habían atado, me respondió que no, pero que siempre le había interesado eso. Esas palabras removieron algo en mis entrañas, pero esa noche no conversamos mucho más del tema.

La siguiente noche que nos vimos ya había decidido probar suerte con aquel descubrimiento. Cuando empezamos a jugar como muchas noches, le envié un mensaje que decía: "me gustaría tenerte atada en mi cama".

Ese simple mensaje cambió algo en ella. Casi podía sentir como se humedecía frente al teclado cuando me dijo: "Te dejaría hacerlo". "Qué más me dejarías hacerte". "Lo que tu quisieras". Pero lo que yo quería de verdad es que ella se hiciera todas esas cosas, nos encontrábamos en diferentes países para planear algún encuentro pero la excitación podía hacerse de muchas maneras y una de ellas era convertirla en una hermosa esclava sumisa, nunca lo había hecho a distancia pero algo me decía que estaba dispuesta. "¿Te gustaría hacer todo lo que te pida?", le pregunté. "Si, cualquier cosa" afirmó su deseo. "Serías mi esclava". Dudo un rato, posiblemente entre el miedo y el deseo, pero finalmente respondió con un escueto "Si". "Cómo me tienes que responder". Comprendió su error y entró inmediatamente en el juego "Si mi amo". Todo iba mejor de lo que esperaba. Le escribí diciendo: "A partir de hoy te empezaré a enviar instrucciones que tendrás que cumplir sin protestar, si no lo haces recibirás un castigo". "Si mi amo".

A partir de ese día le envié varias mails con instrucciones. El primero le pedí que se me describiera su cuerpo lo más detalladamente posible. El siguiente le pedí que me contara todas sus experiencias sexuales, tanto acompañadas como solas. Después le empecé a dar instrucciones para su entretenimiento, y para el mio.

"Tengo la piel ligeramente morena, el cabello largo (hasta media espalad), los ojos cafés, la nariz pequeña y la boca carnosa. Tengo el cuello largo. Tengo los pechos pequeños pero duros y muy paraditos.

Los pezones oscuros que cuando se excitan se levantan. Tengo el vientre plano, el ombligo redondito parece un ojo pequeño. Tengo las piernas largas, me gusta mucho depilarme así que siempre están suaves.

Tengo el chocho bien cuidado, no es muy peludo y los labios mayores son delgados. El clitoris es pequeño y bien escondido. Tengo el trasero firme y redondo y de piel muy suave. Tengo los pies pequeños, los dedos de los pies bien cuidados y las uñas cortadas con cuidado".

Solo de leer su primer mensaje me empecé a excitar. Hasta ahora no me había enviado ninguna foto muy buena, pero según la descripción me había ganado el premio. Su segundo trabajo me sorprendió aun más: "Soy virgen. Lo máximo que llegué con un novio fue a que me desabrochara el sostén y me besara los pechos. Alguna caricia sobre el pantalón y no mucho más. Cuando estoy sola me gusta meterme un dedito o dos, nunca he hecho nada más, pero tengo muchas ganas de provar".

Era virgen, era muy jovencita y por eso se entendía. Pero se notaba que no había tenido mucha experiencia hasta ahora. Ahora más que nunca supe lo mucho que le servirían mis tareas. Esta fue la primera tarea que le envié: "Como me dijiste me vestí sin ponerme ropa interior. Nunca lo había hecho y solo eso ya me excitaba. Tenía los pezones parados que se marcaban contra la polera, me gustaba como los raspaba y eso me ponía más aun. En la calle me dijeron cosas, pero no les hacía caso. La corta caminata que hice a la tienda sin ropa interior me humedeció de una forma que tenía miedo que se notara a través del pantalón".

Estaba dispuesta ha hacer lo que le enviara. Así que empecé a subir la presión.

"Anoche, como me indicaste, acerqué una silla al espejo, me desnude y me senté. Abrí las piernas y me lo miré al espejo. Dije en voz baja – este cuerpo pertenece a mi amo – y empecé a acariciarme. Nunca había tenido una masturbación como esa, empecé incluso a gemir. Ver mi rostro exitado, mis pechos en punta, mi chocho abierto mientras un par de dedos humedecían me excitaban en sobremanera. Tenía la piel húmeda de sudor. Me saqué los dos dedos y me los llevé a la boca como me pediste. Era de sabor medio salado pero me gustaba. Casi no reconocía mi propio rostro en el espejo." Finalmente llegamos hasta donde yo quería. Le pedí que se consiguiera una cuerda porque le daría una sorpresa. Esa noche le envié un diagrama de cómo se debía atar.

"Tuve que aprenderme el diseño de memoria, no quería que me pillen con ese papel. Pero lo hice bien. Me até, la cuerda me raspaba los pechos y se metía en mi chocho. Sólo de caminar parecía que me iba a venir un orgasmo. Apagué la luz y me acosté. No pude evitarlo y empezé a estirar la cuerda para metermela más adentro. Me pellizcaba con fuerza los pechos y estiraba la cuerda. Después de tener dos o tres orgasmos me dormí agotada. Cuando me desperté tenía las marcas de la cuerda en mi piel. Eso me excitó nuevamente, sentir que tu me dejaste marcas".

Cada noche que nos encontrábamos después de una de sus tareas teníamos una sesión en el chat cada vez más excitante. Ella se acariciaba sobre la ropa o se metía un dedo bajo el pantalón. Yo me sacaba el pene y lo acariciaba pensaba que era ella quien lo hacía. En una de esas charlas le pregunté si alguna vez había probado meterse un dedo por detrás. Me dijo que no, que le daba miedo. Le dije que lo tenía que hacer, que consiguiera crema y que se metiera uno o dos dedos. "Si mi amo", fue su escueta respuesta. Cada día le buscaba nuevas cosas para hacer, y cada día llegaba más lejos. Le pedí que buscara un cinturón y que se diera azotes, que se atara las piernas y que se metiera un dedo entre las piernas apretadas. Esa noche se durmió aun atada. Se sintió sucia de sus jugos pero le encantó. Otra noche le pedí que se masturbara en algún lugar público y ese mismo día pidió el baño del cibercafé donde se encontraba y empezó a meterse dos dedos por delante y dos por detrás. Tuvo que morderse los labios para no gemir y revelar lo que hacía.

Hasta que una noche le pedí que consiguiera una webcam porque teníamos que acabar juntos.

Ese día fue sin ropa interior como le pedí. Y cuando encendimos la cámara me reveló una hermosa jovencita con un rostro de exitación que no conocía. Con la cámara me mostró que se había venido con una falda corta y una blusa con botones por delante. Se encontraba en su casa y su familia no se encontraba así que podría hacer todo el ruido que quisiera.

- Que linda que estés.

- Gracias, estoy así para ti.

- Tienes ganas de jugar conmigo.

- Claro que si amo, cuando tu lo dices a mi me dan ganas inmediatamente.

- Que me harías si estuvieras aquí.

- Me sentaría en tus faldas y te empezaría a besar.

- Que me besarías.

- Primero la boca, te chuparía la lengua. Y después el cuello.

- Yo mientras tanto empezaría a acariciarte. Mi mano pasaría por tus cintura y bajaría hasta tus piernas. Se meterían por debajo de tu falda y empezaría a acariciarte tus piernas.

- Yo te empezaría a abrir los botones de tu camisa.

- ¿Estás con ropa interior?

- No mi amo, como me lo ordenaste.

- Entonces mi mano acariciaría tu trasero y un dedo pasaría por encima de tu ano.

- Que rico.

- Te abriría los botones de le blusa para besarte los pechos.

- ¿Quieres que me abra la blusa?

- Si esclava mia. – en la webcam

vi como esa hermosa mujer empezaba a abrirse la blusa para dejar al aire sus pechos. Yo me quité la camisa porque ya me empezaba a hacer calor.

- Me metería uno de tus pechos a la boca mientras pellizco tu otro pezón.

- Yo te abro el pantalón, te bajo el cierre y te lo quito. – Hice lo que me decía, me senté en ropa interior frente al ordenador.

- ¿Lo besarías? –

- Primero lo besaría, después lo recorrería con la lengua y después me lo metería a la boca.

- ¿Te gusta?

- Me encanta.

- Y si me corro - Me lo tragaría entera.

- ¿Sabes que eres una zorrita?

- Sólo para ti mi amo.

- Te gusta que te llame esas cosas, que te insulte?

- Si.

- ¿Qué más te gustaría hacerme?

- Me abriría de piernas y me sentaría sobre tuyo.

- ¿Te penetrarías?

- Si, yo solita, sin ayuda.

- Cabalga

- Lo hago, empiezo a sacármelo y metermelo

- Muestra lo que haces. – La webcam se movió y enfocó un par de dedos que entraban y salían con furia de un chochito bien húmedo.

- Te haría parar y te sentaría en la mesa.

- ¿Qué me harías?.

- Te subiría la falda y te penetraría de una estocada.

- AAAHHH - Te subiría las piernas hasta mis hombros para poder entrar más profundo. – Veía por la cámara como inclinaba el rostro hacia atrás excitada.

- ¿Te gusta eso?

- Si, me gusta mucho.

- De quien es tu cuerpo zorrita

- Todo tuyo mi amo.

- Te daría la vuelta y te inclinaría sobre la mesa. Te metería primero la lengua en el ano. Lo más profundo posible. Después un dedo para lubricártelo. – Ella había subido las piernas sobre la silla y empezaba a meterse un dedo por el ano mientras escribía con la otra mano.

- Cuando estuviera bien abierto te pondría mi pene en la entrada y empezaría a empujar.

- Si - Empiezo a sacarlo y meterlo. - Me encanta - Te gusta eso - Si - Eres mi perra - Soy tu perra - Te cogería del cabello - Estíralo - Te golpearía el trasero por haber sido mala

- He sido muy mala, castígame

- Eres una perra, una verdadera puta

- Si, lo soy

- Te lo meto con fuerza.

- Más rápido. Soy una perra.

- Estás por venirte.

- Si

- Muéstramelo - Yo también quiero verlo – bajé la cámara a la altura de la entrepierna. Estaba frotándome con fuerza el pene, nunca habia tenido una exitación así. Mientras tanto por su cámara veía como tenía metido dos dedos en el ano y el pulgar en su chocho. Toda la zona estaba húmeda y brillante. Yo estaba a punto de venirte - Me vengo – dijo ella inmediatamente.

Ambos nos corrimos ruidosamente. Estábamos a miles de kilómetros de distancia pero compartimos un ruidoso orgasmo.

- Me tengo que ir - Yo también mi amo, quiero meterme en la ducha.

- Te masturbarás de nuevo

- Quizás si

- Pensando en mi

- Claro que si.

Esa fue una de las muchas historias que tuvimos juntos. Poco tiempo después me contó que tenía una amiga que la excitaba, se habían sacado eróticas fotos juntas (que me envió) y le pedí que la invitara a una de nuestras conversaciones.

Pero eso es otra historia.

Si nos quieren escribir (a cualquiera de los dos o a los dos juntos), pueden hacerlo al mail: amo.narrador@gmail.com