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Entrenando para el trío

en Bisexuales

Entrenando para el trío

Después de un delicioso duchazo y estando acostadas completamente desnudas, nuestras manos se buscaban por toda la superficie de nuestros cuerpos. En ese momento, como que caí en la cuenta de lo que había pasado con Clarita la inquilina (Ver relato "Clarita la inquilina". Categoría Bisexual). Pasaron por mi mente ya despierta, las imágenes y sensaciones vividas la noche anterior. Había sido mi primer contacto sexual pleno con una mujer y lejos de sentirme extraña o con remordimientos, me sentía satisfecha y contenta. Había sido una noche espectacular, con una mujer espectacular, cuya imagen y sensualidad habían acompañado mis masturbaciones de la última semana. El resultado superaba las expectativas sexuales que había imaginado, teniendo en cuenta que lo que había motivado este encuentro, era una fantasía de Germán, que terminé compartiendo y después, deseando ardientemente que fuera una realidad al conocer a Clara… Me sentía feliz y plena por la nueva experiencia. A mi mente acudieron varios interrogantes que debía responder para poder determinar los pasos a seguir: "Clarita se dejaría complacer por Germán y por mi simultáneamente?" "Le gustaría que entre las dos complaciéramos a Germán?" "Se uniría con Germán para complacerme a mi?" "Clarita estaría dispuesta a complacer a Germán?" "En resumidas cuentas, participaría ella de nuestra fantasía?

Mis pensamientos fueron interrumpidos por su voz suave."¿Cómo pasaste anoche?" -me preguntó posando sus ojos en los míos. "Muy bien" –respondí- "fue la noche más loca de mi vida".

Me respondió con una sonora carcajada. Tomé su rostro con mis manos y le dije muy cerca de su boca y sin dejar de mirarla: "Quiero más, necesito de ti, de tus manos, de tu boca, de tu lengua…" Le mordí sus labios con fuerza y deseo. Le dije que quería verla en tanga, que nos pusiéramos tangas, que así nos veríamos más sensuales. Le expliqué que me había acostumbrado a tener sexo y a masturbarme con los pantys puestos porque a Germán le fascinaba verme así y clavarme así… Clarita sonrió de manera cómplice, y me dijo "Me encanta la idea, pero que te parece si más tarde nos ponemos más divinas y lo hacemos con ropa puesta?". "Me parece bien" –le dije complacida. Ella se fue acercando más a mí. Comenzó a sobar mis tetas. Nos arrodillamos en la cama y no parábamos de besarnos. Acerqué más su cuerpo al mío, y sus tetas rozaron las mías. Que divina sensación! Mi sexo ya estaba totalmente húmedo. Se separó de mi y se bajó de la cama, pudiéndola apreciar en su magnifica desnudez. Me tendió la mano y yo la cogí. "Ven linda" – me dijo. Lentamente me llevó hacia su alcoba y me hizo sentar en el escritorio que había allí. Se colocó frente a mí y sin dejarme de mirar, con sus dos manos acarició mis muslos y los separó.

Me pidió que me moviera más hacia el borde del mueble. Ella estaba de pie, en medio de mis piernas abiertas. Entonces su boca lentamente fue bajando a mis tetas. Me continuaba mirando mientras agarraba mis pezones con su boca y los mordía rico. Entre el dolor y el placer, la sensación era fenomenal, y no pude seguir sosteniendo su mirada porque el placer me obligó a cerrar mis ojos y echar la cabeza hacia atrás. Su mano derecha, aprovechando la separación de mis piernas, se decidió a trabajar en mi cuqui, metiendo dos y tres dedos dentro de mí, mientras su boca se paseaba entre mis tetas y mi boca. Yo movía mi cintura en claro ademán de aceptación y sincronía con esos dedos expertos… Sentí su aliento en mi oreja y su voz que me preguntaba: "Te gusta como se siente putita?" Era la primera vez que una persona diferente a Germán me llamaba "puta" y la sola palabra, en el estado de excitación que me encontraba, me hizo estremecer y responder con una exclamación, que fue más un gemido de placer: "Hummmmm! Siiiiiiiii, que ricooo!". Sin dejar de mover sus dedos dentro de mi chocha, me dijo que llamara a Germán al celular. Sorprendida y animada por su petición, aceleré mis movimientos de cintura y apreté con ahínco sus dedos que no pude retener, porque se salieron para jugar con mi clítoris hinchado. Me dijo al oído que lo llamara y le dijera como nos habíamos comido durante la noche y como estaba gozando en ese momento. Su dedo acariciaba mi clítoris con precisión, en un movimiento que acompañado con sus palabras, desencadenaron una lujuria y un ansia de sexo inmediato…

Dejó de acariciar mi chochita y se chupó el dedo mayor con lentitud y con provocación. Lo fue metiendo lentamente hasta el fondo de su boca para después sacarlo y dejar que su lengua lo envolviera una y otra vez. Mis movimientos de cintura continuaron por reflejo, como si tuviera los dedos de Clarita todavía entrando y saliendo de mi cuca. Sentía la madera del escritorio mojada por mis líquidos. La miré y con la respiración entrecortada y agitada le pedí que no parara. "No pares zorra, no me dejes así…" –alcancé a gemir. Ella, sin dejar de mirarme, se acarició su sexo con el dedo mayor, el que estaba lleno de mis jugos, y después me lo pasó por la cara. "Huélelo putita. Siente como me tienes", – me dijo. Ese olor de mujer en celo, tan peculiar y especial, llenó mis sentidos aumentando mi arrechera. Ella jugó con el dedo por toda mi cara, acariciándola y haciendo que girara mi cabeza en la dirección que ella lo movía. Con mi boca traté de agarrarlo para chuparlo, saborearlo, pero Clara hábilmente me lo impedía. Volvió a meterlo en su cuqui, pero esta vez agregó el dedo índice. Excitada vi como se metía esos dos dedos en su chocha y salían empapados por la humedad. "Imagina que estos dedos son la verga de Germán, que acaba de clavarme hasta hacerme correr y que tu debes chupar…", – me dijo, mientras me los acercaba a la boca. "Mmm, si muñeca, dame esa verga", – exclamé temblorosa y todavía moviéndome- "la quiero con tus jugos de zorra, pero debes meter otro dedo porque el diámetro de la verga de Germán equivale a tres dedos". "Ah! Sí?" –gimió ella excitada. "Mira como me cabe toda" – suspiró. Y sin pensarlo metió otro dedo, para sumar uno a los dos más que entraban y salían de su cuca con precisión. Sacó los tres dedos brillantes por su tremenda humedad y esta vez si me los permitió chupar, pero no me los dejó meter en toda su longitud como era mi intención evidente. En ese momento comprendí que Clara participaría de nuestras fantasías. Mis inquietudes quedaron resueltas.

Me tenía al borde del orgasmo, pero lo demoraba a su antojo. "Siéntate en el sillón y ábrete bien de piernas", – me dijo. Me levanté y me dirigí hacia el sillón en el que el día anterior me había masturbado esperándola mientras se duchaba. Me senté hacia el borde del asiento y abrí bien las piernas, de manera que cada una de ellas descansaba en los brazos del sillón. Clarita se movió hacia su bolso y sacó el celular. "Llama a Germán y dile lo que te estoy haciendo". Me entregó el aparato al tiempo que bajó hacia mi chocha que pedía atención inmediata. Sentí su lengua moviéndose ágilmente en mi cuqui y escuché la voz de Germán en el teléfono. "Hola muñeca linda, cómo estás?" Ella envolvía mi clítoris con su lengua y me miraba desde abajo. Yo no podía articular palabra. Solo gemía y mi mano izquierda presionaba la cabeza de Clara contra mi sexo. "Te estás masturbando putita, cierto?" –me dijo Germán. "Sigue muñeca, me encanta que me llames cuando lo estás haciendo. No pares" – terminó de decir él. Yo estaba gimiendo y suspirando aceleradamente. Pasé saliva y pude exclamar, casi gritando: "Es Clarita nené que me está comiendo la chocha…" Sentí un suspiro de Germán. "Dina. Eres una divina", –exclamó respirando con dificultad. Los labios de Clarita tenían presionado mi clítoris y movía su cabeza de un lado a otro, provocándome un grito que no pude reprimir y movimientos de cadera más enérgicos.

De repente, sus labios soltaron mi clítoris y desde allí, arrodillada frente a mi cuqui me dijo que le pasara a Germán. "Hola Germán. Alcanzas a escuchar como chupeteo la cuca de Dina?" -preguntó Clara. Me lamió el clítoris nuevamente colocando el celular al lado del punto de unión de su boca con mi chocha. "Está deliciosa tu puta", – dijo Clara, mientras yo movía mis caderas en el sillón para arriba y para abajo. Sus labios apretaron mi clítoris. "Mmmm, tiene el clítoris rojo y superhinchado. Escucha como gime", – dijo ella finalmente. Puso su mano izquierda en mi monte de Venus y dos de sus dedos me abrieron más la cuca, y sus labios y lengua presionaron con firmeza y con avidez mi clítoris. Su otra mano, la que tenía el celular, la elevó hacia mi cara para que Germán pudiera escuchar mis gemidos. Mis dos manos estaban con fuerza sobre la cabeza de Clarita que se movía al ritmo de mis caderas, en un movimiento de perfecta sincronía que acompañaba mis sonoros y ya desesperados gemidos y suspiros. Sin retirar su boca de mi cuqui y sin dejarme venir todavía, bajó el teléfono nuevamente a la altura que unía su lengua con mi sexo y dijo: "La escuchaste? Divina cierto? Quieres escuchar como tu puta se viene en mi boca?" No sé que respondió Germán pero Clarita se despidió con una sonrisa. "Me encanta que te guste. Un beso". Y colgó.

Ella se levantó y acercó su cara a la mía. Yo estaba desesperada. Imagínenme: sentada casi al borde de ese sillón con una pierna a cada lado sobre los brazos de ese mueble, es decir, toda abierta de piernas, mi cuca empapada y al aire, a punto de venirme varias veces gracias a la boca y los dedos de Clarita. No podía más. Le cogí con mis dos manos su cara y le dije que me hiciera venir. "Soy tuya y no quiero que me dejes así" –dije, respirando con dificultad y fundiéndome con ella en un delicioso beso. Clarita respondiendo a mi beso con pasión me dijo: "Lo que pasa es que tenemos que entrenar mi putita". Se dirigió hacia su clóset y de la gaveta sacó a su "Mancho". Obviamente ella no sabía que ese vibrador yo lo había chupado algún día de la semana anterior, buscando precisamente su olor y sabor. Tampoco sabía que yo tenía un vibrador igual con el nombre de Mancho. Como yo estaba sentada en el sillón, ella se arrodilló frente a mi y acercó su cara a la mía. "Debemos entrenar para cuando estemos con Germán. Te parece bien esta verga?", – me preguntó ella, mientras me la acercó a mi cara. Prácticamente me frotó esa verga artificial por mi cara, en un movimiento que me recordó inmediatamente a Germán, porque a él le gusta ponerme su verga frente a mi cara y jugar con ella por mi rostro, logrando arrecharme hasta hacerme, generalmente, pedir a gritos que me la meta toda en la boca y que me deje mamársela.

Clara puso este aparato a la altura de nuestras bocas, y nuestras lenguas empezaron a recorrerlo de arriba abajo hasta que se encontraron en ese glande artificial, donde unimos nuestras bocas en un beso que cobijó la cabeza del juguete. Después me lo metió todo en la boca. "Quiero ver como la mamas putita", –me dijo, y me metió todo el consolador en la boca. Lo movió hacia fuera y hacia adentro varias veces y yo moví mi cabeza hacia delante y hacia atrás intentando coger el ritmo a la mamada. "Eso puta, cómete toda esta verga, que te gusta. Trágala", - me dijo, y me la metió poco a poco y mi boca se abrió para contener todo ese instrumento. "Eso. Te ves divina mamando verga. Ahora chupa la cabeza y yo le doy lengua al tronco", - exclamó excitada, y me dejó la punta del juguete en mi boca y ella lamió con placer el resto. Como Clara era la que tenía el aparato yo estaba a su merced. Separándose de mi se levantó y de pie, muy cerca de mi, levantó su pierna izquierda y la puso sobre uno de los brazos del sillón, lo que me permitió bajar mis piernas que hasta ese momento tenía en los brazos de este mueble. Prendió el vibrador y comenzó a frotarse la chocha. Yo me acerqué más al borde del asiento para estar más cerca de su sexo, que estaba casi en frente de mi cara. Mis manos se posaron en sus nalgas y bajaban por sus muslos y volvían a subir a su trasero divino.

El movimiento de su mano era controlado y preciso. Lentamente lo fue metiendo en su raja hermosa. Alcé mi vista para ver su cara y tenía los ojos cerrados y la boca entreabierta. Con cada centímetro que se metía, dejaba escapar un gemido. "Ya lo tienes todo adentro zorrita. Ahora déjame a mi", -le dije. Diciendo esto, retiré su mano del juguete y lo agarré para empezar a manipularlo yo. Su mano acompañó a la otra en el masajeo de sus tetas y pezones, de tal manera que yo quedé en plena libertad para meterle y sacarle esa verga artificial a mi antojo. Me arrodillé en el tapete para acomodarme mejor y a medida que manipulaba a este "Mancho", acerqué mi boca hasta su clítoris para lamerlo y chuparlo. Me excitaba escuchar sus exclamaciones de placer. "Rico, nena. Mmmmm. No pares", -casi que gritaba ella, a la vez que se estremecía también con el masaje que se daba en sus tetas. Giraba y movía el vibrador en su cuca buscando que sintiera sensaciones extremas en cada una de las paredes de su raja. Aumenté el ritmo y mi lengua acompañó el compás. "Eso me vuelve loca", - gritó Clarita muy agitada.

Sabiendo que ahora era yo quien tenía el control, retiré el vibrador de su chocha y levantándome, empecé a lamerlo y a meterlo en mi boca, con los ojos abiertos y fijos en los de ella, sabiendo que ella los abriría para ver que pasaba. Apenas nos vimos, coloqué la verga de juguete en medio de nuestras bocas hambrientas y ambas la lamimos y chupamos con pasión y bastante desespero. Logramos alternar la mamada, teniendo como señal nuestras lenguas y miradas. Me senté en el sillón y me abrí de piernas como estaba anteriormente. Le di el vibrador a Clara y le dije que lo quería adentro. "Lo quieres adentro, puta linda?", -me preguntó mientras se acomodaba de rodillas para clavarme. "Siii. Lo necesito!", -respondí jadeando. "Todito adentro?"- volvió a preguntar. "Hummmm. Si nena. Todo!", -le exigí. Clarita abrió mi vulva con sus dedos y me chupó el clítoris con cuidado. Lo lamió con agilidad y después muy lentamente fue metiendo cada centímetro del vibrador en mi cuqui. Cuando lo tenía todo adentro, ella sacó el juguete y me lo entregó. "Quiero ver como te masturbas. Toma. Saca la puta que llevas dentro", -me dijo levantándose y caminando hacia la cama.

Cogí el vibrador y con la calentura que tenía no lo pensé dos veces y me lo metí completo, de una, lo que me arrancó un grito de placer. Mi otra mano acariciaba mis pezones que sentía muy grandes y a punto de explotar. Clara observaba tirada en la cama, masturbándose con su mano derecha. Mis gemidos se escuchaban fuertes y Clarita también comenzó a gemir. La imagen no podía ser mejor: Dos hembras lindas, arrechas, desnudas y abiertas de piernas, masturbándose y llenando el espacio con sus gemidos y grititos de placer. Era tanta la excitación y arrechera acumulada que me corrí rápidamente. Sin embargo, no podía parar de lo rico que era tener ese aparato en medio de mi cuca abierta y húmeda. Escuché a Clarita animándome y gritándome: "Sigue así Dina. No pares. Métete toda esa vergota, zorra divina". Seguí moviéndome hasta alcanzar otro orgasmo, que llegó abundante e intenso. Dejé caer mis piernas de los brazos del sillón, y tomé aire para permitir que mi respiración se acompasara. Con cuidado retiré el vibrador de mi sexo y pude notar algunas gotas de mis líquidos rodando por el tronco de aquel juguete.

Los gemidos de Clarita se acentuaron en evidente indicación que estaba a punto de venirse. Me levanté y la observé. Me pareció más linda. Su mano derecha era la encargada de manipular su raja. Podía ver nítidamente como su dedo mayor entraba y salía de su agujero rozando el clítoris frontalmente. Su mano izquierda masajeaba con fuerza sus pezones y su boca se abría dejando escapar un jadeo constante. Me acosté a su lado, chupé el pezón que estaba libre de su mano y subí el vibrador por en medio de sus dos tetas hasta su garganta, por su cuello y lo puse frente a su cara. "Tu boca necesita estar llena, zorrita. Coge esta verga y veamos si puedes mamarla y venirte en mi boca al mismo tiempo", - le dije, y se la fui metiendo en su boca que se abría todo lo que podía para recibirla. "La mamo si es la de Germán", -me respondió jadeante. "Si linda, es la de él, que acaba de hacerme venir y está lista para correrse en tu boca", - le dije yo, entregándosela. Ella la tomo con ambas manos. Sus caderas seguían moviéndose hacia arriba y hacia abajo. Elevó ambas piernas hasta casi tocarse los pezones con las rodillas y me dijo: "Dina, quiero que pruebes a tu hembra, que de ahora en adelante es tu puta y si tu dejas, la puta de Germán también". Complacida por sus palabras, me coloqué entre sus piernas abiertas y bajé mi boca hasta su cuca abierta, que me esperaba con ansia. Con mis dos manos sobre sus muslos, sostuve sus piernas abiertas y elevadas. Sus líquidos estaban a la vista y su olor de hembra arrecha me llegó de golpe. Aspiré todo lo que pude, como intentado llenarme con el aroma de esa raja divina. Con mi lengua, abrí los pliegues de su cuca y con desespero la metí hasta lo más profundo de su chochita. Mi lengua estaba como loca disfrutando de sus jugos y sentí como se vino en un orgasmo que explotó en mi boca. Moví mi lengua por toda su abertura y a lo largo de su cuqui, para recoger todos sus líquidos. Que delicia! Nuestros cuerpos temblorosos, nos pedían un descanso. Me coloqué al lado de Clarita y descansamos un rato, tiradas una al lado de la otra. Nos abrazamos exhaustas y así nos quedamos dormidas.