El maravilloso reinicio de la vida sexual de Sandra y yo ahí...disfrutando a la par de ella.
Era tanta la fuerza del empuje de estos dos hombres que la cabecera de la cama (tamaño King size) golpeaba contra la pared y parecía mecerse al compás de ese pistoneo incesante.
Me sentí como en una película porno, donde todos empiezan a tirar apenas se conocen. Pero la verdad, eso aumentó mi morbo. Yo estaba muy caliente y con gusto moví mi trasero hacia atrás, sobándome contra el poderoso mástil de Germán. Además, Juan me inspiró confianza por el solo hecho de ser amigo de mi prima. Había gusto, deseo y necesidad. ¿Para qué más? En ese momento decidí que me acostaría con él sin dudarlo.
Me estremecí de gusto. La posibilidad de tener sexo con más personas ese día me tenía en un grado de excitación intolerable. Un intenso calor me consumía por dentro y deseaba que Germán me poseyera; quería sentirlo enterrado dentro de mí; mi chochita la sentí más abierta, como avisándome que estaba lista a ser taladrada por ese ariete que ví terso, duro, más poderoso.
Sandra a medida que iba metiéndose ese poste adentro gimoteaba en una extraña mezcla de dolor y placer. Pero era claro que el placer era la sensación que más la consumía, toda vez que no dejó de moverse hacia atrás un solo instante, hasta que tuvo literalmente las bolas de él pegadas en sus nalgas. -Perfecto. Tienes toda la verga adentro en tu culo dijo Germán iniciando un contoneo cuidadoso de lado a lado para que el ano se terminara de dilatar y se acomodara al visitante.
A medida que masturbaba a mi cuñado, mi prima sacaba su lengua repetidamente para humedecer sus labios. -¿Sabes porque nunca termino una paja? le preguntó a Germán, haciendo un evidente esfuerzo por hablar. -Dime le respondió el mirándola y acariciándole las tetas. -Porque no resisto la tentación de tener una verga en mi mano sin mamarla -dijo de un solo envión.
Sandra cambió de posición y se colocó en cuatro con su culo levantado hacia el techo mientras su dedo mayor permanecía insertado en su ano. Desde mi posición, tenía la visión perfecta de su ano dilatándose a medida que su dedo se abría paso en su interior. Su torso descansaba sobre la almohada y su boca se esforzaba por lamer y chupar a Mancho simultáneamente con la clavada de su culo.
- Dina -me dijo ella notoriamente congestionada y todavía sorprendida - no imaginas como estoy con lo que has contado y con lo que he tomado, soy capaz de cualquier cosa...contigo. Pasó saliva y sonrió. Su rostro reflejaba una mezcla de asombro y gusto por lo que había escuchado. Sus ojos se abrieron inmensos y brillaron más que nunca. -Cualquier cosa puede pasar ésta noche le respondí con una sonrisa provocadora e insinuante. No era necesario disimular el deseo evidente de ambas y que se respiraba en el aire. Quería abrazarla para sentirla cerca de mí, acariciar cada parte de su cuerpo, besarla y juguetear con su lengua y eso mismo leía en sus ojos.
-Tiene razón agregó mi novio por eso es que adoro a Dina, porque mantiene intactos su recato y compostura. Actualmente hay mucha puta. Yo sonreí. Si corazón, no te imaginas cuanta puta hay por ahí, -pensé jocosamente porque yo me sentía una de ellas. Como no sentirme así con dos dedos de mi amante jugando en mi cuca prácticamente en frente de mi novio. No había duda para Carlos, que yo era una dama de principios, recato y valores. Pero claro que lo era. Lo que pasaba era que sexualmente me sentía y me comportaba como una zorra. Una dama en la calle y una puta en la cama.
En verdad era la tranca más grande e imponente que había visto nunca (aunque la verdad es que tampoco había visto demasiadas). Me conmovió de modo muy especial que fuera tan gruesa, lo que me hizo pasar saliva y relamerme los labios. Dudé que pudiera abarcarla toda con mi boca pero estaba dispuesta a tragármela hasta donde pudiera. ¿Quién dijo que el tamaño no es importante? ¡Por favor! El tipo que se coma ese cuento está jodido. Es pura cuestión de presentación y de impacto. Punto.
Estaba muy arrecha y me costó trabajo controlarme para no acabar. Me puse el pantalón y salí. No llevaba calzones y tenía una mano olorosa y mojada por mis intimidades. Es una deliciosa locura me dije mentalmente. Me acerqué a Germán por detrás y le acaricié la cara con la mano que tenía mi humedad adherida, intentando que fuera un movimiento cariñoso normal. Me incliné y lo besé en el cuello mientras mi mano se movía con delicadeza por su rostro. Sentí como su cuerpo se estremeció y se tensionó al percibir mi olor y mi sabor. Descubrí con placer que en ese momento yo tenía el control.
Me colocó contra la pared y sentí maravillada, su enorme verga que a través de la ropa, se sobaba impunemente contra mi cuca. La fuerza de su empuje hacía que mi chocha se abriera cada vez más al compás de sus movimientos, y que lubricara en exceso. Yo estaba tan arrecha que no quería preámbulos. Sencillamente quería su tolete inmenso entrando y saliendo de mí. Lo deseaba en mi cuqui, en mi boca, en mi culo.
- Me encanta tu olor, tu sabor, tu calor, sentir la humedad de tu chocha me enloquece, -dijo y volvió a colocar la tanga en su puesto y pegó su boca contra ella, presionando con su boca en pequeños movimientos circulares y de arriba abajo. Y así, por encima de los calzones, su boca me fue guiando a un orgasmo intenso, que me hacía retorcer en la cama, con una sensación insoportable y a la vez con el deseo de que no terminase nunca.
Me despojé de mi ropa y quedé totalmente desnuda. Levanté el panty sucio del suelo y descubrí el líquido seminal brillante en la tela. Cubría toda el triangulo delantero y la tira trasera. La venida fue abundante porque la tanga estaba demasiado mojada. Casi sin pensarlo me la llevé a la cara desesperada y la moví, como si estuviera esparciendo una venida directa de su verga en mi rostro.
Ella estaba en medio de los dos y sacó el culo hacia atrás para que John lo sintiera más. Los tres se balanceaban juntos, sin despegarse. Ella empezó a besarse con Germán y pude captar como esas lenguas se reconocieron y se frotaron una con otra, mientras las manos de John desde atrás comenzaron a jugar por la espalda de ella. Despacio ella giró la cabeza hacia John para besarlo. El acercó sus labios, abrió su boca y recorrió con su lengua la boca de ella. Clarita con su lengua fue respondiendo a su beso, y juntas lenguas se probaron sin tregua. Germán mientras tanto acariciaba los pezones de ella y bajaba una de sus manos hacia la cuca de ella. Pronto, él empezó a chuparle los pezones y a acariciar con la palma de la mano abierta la chocha de ella, mientras John hambriento, la besaba en la boca. Ella empezó a menear la cadera con cadencia presionando su cuqui contra la mano de Germán. Su meneo aumentó en intensidad y leves espasmos empezaron a sacudirla.
Yo estaba muy caliente y miré ese aparato con ansias, con deseo y sin pensarlo mucho, me lo metí en la boca para chuparlo, lamerlo, limpiarlo Y así de rodillas como estaba, me subí más la falda, que por su corte angosto estaba a la altura de la parte media de los muslos, separé más las piernas y llevé el juguete hasta mi gruta que ansiosa lo esperaba. Corrí el panty hacia un lado y me metí ese consolador hasta el fondo de mi cuqui, que lo aprisionó con fuerza.
Con la pericia que lo caracteriza, sostuvo mis tangas corridas hacia un lado y empezó a meter la cabezota de su inmenso pene primero. Fue una metida lenta y precisa. Esperó a que mi ano se acomodara, pero yo no lo necesité pues mi culo estaba muy dilatado y demasiado lubricado. El también lo sintió así y por eso continuó con su estocada. Su empuje fue firme y continuo. Me contorsioné, elevé mis caderas y grité sin parar a medida que ese trozo de carne que estaba hirviendo, entró hasta el fondo. Ufff, asi nene, sigue hasta el fondo, la quiero sentir toda adentro. No paresss,- dije jadeando muy excitada por la sensación.
Germán cogió a Clarita por la cintura y la puso al borde de la cama, en cuatro, como perrito. Le corrió la tanga hacia un lado y le hundió la verga en su chocha de una estocada. Yo me coloqué debajo de ella, en 69, y empezamos a mamarnos las dos. Ese día descubrí que pocas sensaciones son tan placenteras como mamar simultáneamente una verga y un clítoris mientras aquel entra y sale con fuerza de una cuca dilatada y dispuesta.
Clara puso este aparato a la altura de nuestras bocas, y nuestras lenguas empezaron a recorrerlo de arriba abajo hasta que se encontraron en ese glande artificial, donde unimos nuestras bocas en un beso que cobijó la cabeza del juguete. Después me lo metió todo en la boca. Quiero ver como la mamas putita, me dijo, y me metió todo el consolador en la boca. Lo movió hacia fuera y hacia adentro varias veces y yo moví mi cabeza hacia delante y hacia atrás intentando coger el ritmo a la mamada.
Sentí que empezaron a jugar con mis tetas y que succionaban mis pezones paraditos. Clarita estaba succionando lentamente mis pezones y yo estaba gozando. Una mujer me estaba chupando las tetas y yo lo estaba disfrutando!. Pero no quería parecer tan evidente. - No, Clarita. Para, por favor! -intenté detenerla, pero sin ninguna convicción. Ella sólo me soltó el pezón para decirme ¿por qué si te gusta?.