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18 años

en Bisexuales

Paseaba mi mirada por lo largo y ancho del parque; como si el sermón que María me estaba dando se lo pudieran llevar los buses.

Definitivamente mal; algo que no entendía muy bien acerca de su mejor amiga me estaba desquiciando, pues como era de esperarse: el problema de su amiga me dejaría sin mi merecida dosis de sexo.

Basta decir que hasta antes de todo esto ( casi 9 meses) yo era completamente heterosexual, no veía mal a los gays; ya que creía que: si iban a ser homosexuales, que lo sean, pero que no traten de imitar a las mujeres, pues eso me resultaba ( y resulta) espeluznante y desagradable.

A mis 18 años no he tenido demasiadas experiencias de parejas, a mi parecer sólo las necesarias: pues me ha ido muy bien, he conseguido niñas de buenísimas formas y esencias. Dios me ha retribuido todas las que me ha hecho en piernas y caderas, y yo no me he quejado ni me quejaré.

Soy un chico, a mi parecer muy normal: en forma (ejercicios diarios producto de mi aburrimiento), ojos cafés, cabello negro muy corto, una personalidad ultra-social , y un rostro muy agraciado al parecer de todas mis amigas, decorado con rasgos naturales muy masculinos, 1.70 m; si no soy muy alto, lo achaco a mi desarrollo, pues ha sido mas lento que el de la mayoría: y parezco como de 15, aunque no me desespero pues eso me ha resultado más beneficioso que molesto.

María es un bombón, sus ojos claros contrastan bellamente con su larga cabellera castaña y una tez limpia, casi transparente. Su cuerpo es muy bien proporcionado: pues su metro 65 de estatura no es impedimento para su belleza: los ojos se deslizan por cintura hasta su cadera de una manera casi poética, apenas me creo eso de la idealización del ser amado; pues además de todo, es inteligente.

Éramos la pareja de moda en la academia: mi vida social transcurría entre las bromas junto a mi grupo de amigos y los continuos rechazos que les daba a las chicas fáciles de la clase, todo por el amor que le sentía a María… y porque odio ser segundo plato de las fáciles. Pues aunque ambos sabíamos de la comitiva de gente enamorada que cada uno traía tras de sí: nunca nos separaron problemas de terceros, puedo atreverme a decir que estaba totalmente enamorado de ella, y ella de mí.

... Pero todo hombre necesita sexo… y su defecto radicaba en eso. No cedía a más allá de una mamada o toqueteos; y aunque me molestaba, trataba de considerarla a ella antes que a mí. Si lo digo así, es porque de veras me traía loco aquella chica.

Ya en el parque, parecía que su amiga se había llevado mis últimas esperanzas de cogérmela esa semana, pues yo debía ir a la casa de mi abuela ese mismo día al salir de la academia para pasar el fin de semana allá. Le di un beso casi frío que Ella percibió.

Estás bien? – adjuntó a su cara de ángel preocupado

Si… creo. – Contesté ( PUES NO!!!! ME MUERO POR COGERTE!! ME TIENES COMO BURRO, POR DIOS ¡!! PIEDAD!!!!!!!)

Ya sé que teníamos planeado el fin de semana. Pero… además … -Rompió a llorar.

MIERDA!!! -pensé para mis adentros-, ¿ya no soy la víctima?, ¿ Se habrá enojado? …

Qué te pasa, amor? –atiné a preguntar rápidamente.

Nos mudamos. – me respondió casi inexpresiva, evadiéndome.

Mierda – No era momento para cuidar mi vocabulario; ella se iba… así de simple y fatal: SE IBA.

Mi mamá me lo dijo hace tres semanas. –Confesó llorando.

¿Por qué no me lo dijiste? – Exigí.

Lloraba, lloraba sin alzar la vista; sin mirarme. A decir verdad dudo que haya visto cualquier cosa en ese momento. Su tristeza tenía vida propia, y me estaba abrazando en ese preciso momento. Sólo atiné a besarla con todo mi ser.

Llevarla del brazo a su casa me hizo olvidar toda referencia a sexo – lo cual es bastante difícil, créeme: pero lo logró- nos besábamos con cada parte de nosotros, estabamos condenados a terminar todo ese mismo día, si era posible: en ese instante, pero dolía demasiado.

Yo paseaba sólo en mi cabeza cuando, ya en su casa, le dí un beso y le dije todo lo que sentía, lo cual no repetiré para no angustiarlos ( guarrísimos pervertidos! jeje).

Cuando salía d su casa me di cuenta que su casa había estado vacía los 20 minutos que tardamos en despedirnos en su sala, nisiquiera volteé la vista hasta que, en el pórtico, su mano me detuvo. Me miró, y me dio uno de los besos más apasionados que recuerde. Lo demás fue mecánico.

Me empujó al sofá mientras yo hacía jugar mi lengua y barbilla en su cuello: enloqueció. Me sacó la camisa más rápido de lo que yo hubiera imaginado ( a costa de tres botones, claro), mientras me soplaba frases sin sentido al oido, yo procedí a sus caderas con mis manos; las rozaba, bajaba a su suaves y blancas nalgas, las rondaba con ansias y me perdía entre sus senos. Estaba empalmadísimo; ella restregaba su torso frenéticamente contra el mío: sobándomela con una fuerza y ritmo exactos. Había resultado ser toda una fierita mi ángel.
La acosté en el –afortunadamente acolchonado- sillón de su sala, abrazándola cuidadosamente: bajé mucho más cómodo, excitando su piel con mi lengua y dedos- como había aprendido recientemente con una fácil de discoteca-, bajé con cuidado todas sus prendas: lamiendo y besando cada terreno que acababa de descubrirse. Lo húmeda que estaba sólo me provocaba aún más excitación y me dispuse a jugar con su clítoris: el primer dedo entró sin problemas, me rasgaba los hombros con sus uñas. No importaba: el líbido lo convertía todo en placer. El segundo dedo me provocó a penetrarla , pero desistí y seguí haciendo círculos en su virgen hoyito.
Estube casi 10 minutos masajeandola y lubricándola sin prisa, y apenas paré: ella supo lo que quería. Abrió las piernas; me abrazó y la levanté del sofá; le lamía los pezones como poseso, ello me dio tiempo de recordar que no traía condones.

MIERDA Y MIL VECES MIERDA!!!... no me lo podía creer, pero tampoco me podía culpar: llevábamos 6 meses sin necesitarlos y me viene con esto tan repentino!.

- Olvidé los condones – dije, un tanto avergonzado.

- Mi hermano debe tener- me respondió. Amén, pensé para mí mismo.

Subió al cuarto de su hermano tras acomodarse el sostén y ponerse la minifalda sin interiores… me traía loco la excitación de verla así; tan salvaje.

Pero –santos condones en el cuarto de su hermano, batman- mi erección se desvaneció tras escuchar el forcejeo de una llave en la puerta.

Más rápido de lo que se va un sueldo de político, me vestí, aprovechando los casi dos minutos que tardó su tío en llegar hasta la sala, interrumpido muy oportunamente por un vecino que le retuvo en la puerta.

- Hola, que tal- atiné a decir

- Hola, muy bien, gracias – respondió con un gesto de desconcierto.

Reí fuerte pero bajo: - Que imagen se tendrá ahora mismo de mí!!- le dije… La verdad es q acompañé a María desde la academia para que me devolviera unos libros, pues me enteré que se mudaba.

Ah… , toda una lástima… ¿eres su novio o su amigo?...

Afortunadamente María había entendido mi fuerte risa y había ido a espiar qué pasaba, y tras analizar el espectáculo: bajó muy decentemente vestida a abrazar al tío, al tiempo que me daba un libro que nunca había visto en mi vida y me decía: "Gracias por el libro".

El tío se la tragó entera, y no desconfió cuando María me dejó en la puerta, y tras uno de sus descuidos, me dio un memorable beso de despedida.

Nos vemos

Nos vemos…

Saliendo de todo eso me sentía un poco aturdido y muy distraído; cuando un taxi me tocó la bocina a sólo dos metros, casi ni lo sentí. Del timón del auto se soltó un vozarrón que me llamaba por mi nombre, era mi tío Hugo.

Mi tío Hugo es primo hermano de mi padre; mide como 1.74, tiene la pinta de mujeriego empedernido; la clásica barba de candado, tiene un buen cuerpo; pues trabajaba como seguridad antes de ser taxista, cabello negro corto y un rostro muy duro, pero que irradia ternura. A pesar de su viril atractivo no se le conocían ligues, pues era cristiano. Tenía un hijo, producto de una relación fallida que terminó en la custodia de la madre sobre el menor, y la posterior salida de la mujer de la ciudad; aún así, cada vez que mencionaba al niño se emocionaba a tal punto que, a pesar de su imagen de duro, no podías evitar quererle mucho.

Él era, de alguna manera, mi figura paterna más querida: ya que mi padre estaba en USA desde que tengo uso de razón y no lo conozco bien, por ello nuestros pocos encuentros eran muy reconfortantes para ambos.

Mi tío me estimaba mucho, además porque yo le daba mucha lata al debatir sobre toda clase de temas y ayudaba a mi mamá (que es abogada) con sus problemas legales ( y los de toda la familia, realmente). Por ello, al verlo no me sorprendió que se ofreciera a llevarme a casa de mi abuela, donde él ocupaba una habitación de las que allí se rentaban.

El viaje era largo: y los temas tan triviales como entretenidos, pero aún así no pude disimular demasiado, pues me preguntó que pasaba.

Es que mi novia se va de la ciudad.- dije con aire triste y forzadamente indiferente.

Hasta donde sé la querías mucho. – Me dijo mi tío.- Lo sé porque en tu manera de decirlo se nota que te esfuerzas por no sufrir.

Ah sí??, no me había fijado- dije un tanto avergonzado, pero sereno.

Pero porque no lo intentan a distancia?

No sirve. Somos jóvenes, es normal que nos interesemos por otras personas una vez separados… para qué atarnos- dije muy tranquilo.

Siempre supe que eras más maduro que tus primos.

Es un honor… considerando qué casi ninguno pasa de los ocho años… – El rió, pero yo no podía reír, aún así: de alguna manera me reconfortaba hacerlo reír a él.

Llegamos a casa y sólo estaba la esposa de uno de mis otros tíos.

Casi siempre que había una película nueva para ver, me acomodaba en alguno de los sillones de la sala. Pero era costumbre mía jugar con mis tíos al buscarles pelea lanzándome sobre ellos cuando estaban echados sobre el sofá. Mi tío Hugo estaba solo y desprotegido ante mi repentino ataque nada letal, así que entre carcajadas, aceptó mi reto, al final de una pelea que perdí, me dejé caer sobre él con la intención de provocarlo a seguir, a pesar de que estaba muy cansado para continuar. Seguíamos riendo.

Estábamos burlándonos de un estúpido programa de TV cuando, sin esperarlo, empezamos a hablar de nuestros problemas. Yo hablaba de mi totalmente ausente padre, mi exigente madre y mi reciente rompimiento; él hablaba del abandono de su esposa, de su querido hijo, de las pocas veces que lo veía; y la conversación se tornó triste. Aunque me gustaba el calor que emanaba de ambos, no me gustaba verlo afligido: al principio pensé que preocuparme por él era una reacción normal de sobrino, así que no caí en cuenta de que, accidentalmente, nuestros labios se rozaron cuando volteó a verme, provocándonos escalofríos; entonces sentí sus manos alrededor mío, llevaban allí buen rato, pero no ASÍ. No podía creerlo: sus ojos se buscaban en los míos… y ¿¿¡¡YO LE CORRESPONDÍA!!?? … Todo estaba pasando demasiado rápido: entendí que no sólo lo estimaba, sino que lo quería mucho más que a otras personas. Que sólo María estaba sobre él… rayos. ¿Qué estaba pasando?: No podía salir de sus ojos.


Yo nunca lo había visto como algo que no fuera un padre ideal, pero allí estábamos: mirándonos…
El preludio a algo que no nos esperábamos, algo más fuerte que los dos.