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18 (2: Hugo)

en Bisexuales

Nos quedamos en un espacio de tiempo que parecía haberse detenido…

Ya basta – pensé para mí mismo- si voy a hacer lo que sea: lo hago ahora.

Lo besé sin pensarlo, casi asustado.

Me sorprendió que me correspondiera aún más apasionadamente de lo que yo lo besaba, la idea de ser rechazado se fue con el miedo a ser descubiertos: ¡¡ pero si estábamos en la sala!! Cualquiera podía pasar!!. Aún así mi sentido común no tenía botón de encendido, y fue lo de menos, pues la razón sólo me duró los cinco primeros segundos.

Nuestros labios se rozaban suave pero fuertemente; mi mano sobre sus definidos pectorales suavizados por un poco de descuido, paseaban enérgicamente hasta su torso, cubierto únicamente por una camiseta ceñida al cuerpo. Por la fuerza con la que me abrazaba hacia él parecía querer soldarme a su cuerpo, mientras yo atinaba sólo a acariciarle la barbilla y el rostro. Era un beso increíblemente masculino: ninguno tenía complejo de puta reprimida; éramos simplemente dos machitos de diferentes edades, en los extremos opuestos de la balanza; el era un bellísimo oso bien cuidado y yo un arrogante hetero bien parecido: no había ni imaginado que me podía atraer un hombre, y él, además de ser casi mi padre, tenía un hijo y varias parejas mujeres en su pasado.
La exagerada naturalidad de nuestros instintos nos encantaba, sentía sus manos recorrerme de una manera tan poderosamente delicada que percibí algo más allá de la experiencia más increíble de mi vida, yo bajé a lamer su cuello y lo aferré a mí como si fuera una más de las tantas fáciles que se me daban en bandeja... sin embargo no podía simplemente pensar en mí: paseé mi lengua por los bordes de sus labios, pues sabía que si se hace sutilmente, produce espasmos de placer. La técnica estaba demás, ya no parecía importarme y eso me asustó, pues me daba cuenta por el amor que su beso me transmitía que no se trataba de sólo de placer sexual.

Caí en cuenta que me estaba enamorando de él cuando no pude mantener los ojos abiertos durante el beso.

Llamaron a la puerta.

Paramos; nos quedamos abrazados una milésima de segundo fui a ver de quién se trataba mientras él se acomodaba en el mueble.

Afortunadamente se trataba sólo de un vendedor, aún así cuando viré la cabeza para buscarlo tras despachar al minorista, no lo encontré. Se había ido a su habitación y se encerró en ella. Al principio no sabía que creer, o peor aún: qué hacer, una parte de mí deseaba haberse muerto al final del beso, y la otra… la otra me hizo entrar al desocupado cuarto de mi abuela. Me acosté en la cama con un mareo extraño. Y empecé a llorar.

Me quedé dormido y, al despertar, la casa aún estaba vacía y sentía la necesidad de evitar a mi tío Hugo a toda costa: así que fui a la casa de mi mejor amigo, quien vivía muy cerca de allí, y a quien conocí el tiempo que estudié secundaria en casa de mi abuela.

Pasamos la tarde entre juegos de video y tonterías; aún estaba algo aturdido por lo que acababa de pasar, llegué a sentirme terrible al punto de vomitar y fue entonces que decidí ir a descansar a casa de mi abuela.

Cuando vi las luces encendidas me relajé, ya que eso significaba que estaban todos en casa. Así fue, todos estaban y pasé la noche hablando con mi abuela y mi primo Steven (quien tiene mi misma edad) y viendo películas con mis tíos. Un día normal, excepto por que no había rastros de mi tío Hugo, pero todos suponían que era porque estaba en el taxi.

Al día siguiente traté de olvidar el tema, pero tras de encontrarme a mi tío en el desayuno tan cariñoso como siempre me desconcerté aún más. Entonces mi abuela propuso que él y yo vayamos hasta el centro de Lima por un encargo y de paso comíamos, puesto que ella saldría y no podría cocinar en casa. Era domingo así que no tenía excusa para rehusarme.

El comportamiento tan natural de mi tío era digno de ganar un Oscar, pues en si en casa lo lograba, estando a solas era tan convincente su aura paterna, que resultaba inimaginable que ese hombre pudiera haberme besado como lo hizo, yo asentía y no hablaba. Ello pareció perturbarle, pero no era mi intención molestarlo, sino me era imposible disimular esa extraña incomodidad.

Que pasó? – pregunté cuando me molestó demasiado que él pretendiera simplemente ignorarlo. Guardó silencio y, al rato de estar callado, me dijo:

No sé, creo que estábamos demasiado vulnerables, y por eso es normal que …

Normal??? – me exasperé, él estacionó el vehículo en el último cupo disponible de la playa, paradójicamente estaba muy lejos del paso peatonal.

A tu edad es fácil dejarte llevar por …

Seamos objetivos, ¿si?..

A que te refieres? – dijo casi ofendido.

Me avalancé sobre sus labios, abrazándolo y fingió tratar de detenerme; pues si hubiera querido hacerlo lo hubiera hecho, pero muy por el contrario me tomó la espalda y empezamos una rozadera total, nuestras vergas erectas se sobaban a través de los jeans, me senté sobre él con las pierna abiertas y seguimos besándonos; ya no era un beso sensual como la vez anterior: así q soltamos nuestro lado más puto: él me presionaba sobre su verga, mascullándome frases al oído con una de esas voces gruesas que provocan escalofríos:

Te tenía unas ganas, hijito…- Su lengua me invadía la boca. Le cogí su precioso culo de machote rudo.

Aprovecha, algún día te lo voy a romper.- le dije sin contemplaciones.

Pero hoy eres mío. -Me calló de un beso rapido. Empezó a meter sus colosales manos en mi pantalón:

Me encanta lo que me traes, bebe.- Yo estaba demasiado excitado para responder, además que no es mi estilo eso de andar de puta de nadie; pero con él era diferente.

Me cogió la pija erecta: mis 16 centímetros eran normales para mi edad, pero mi mejor atributo era su grosor, aún así: verla en sus manotas me daba cierta timidez, empezó a pajearme suavemente, mientras que yo le acariciaba el torso por debajo de la camisa, y le restregaba el culo en su virilidad, la cual se adivinaba en 20 cm, me excitó sólo imaginar ese trozo, lo deseaba, deseaba todo de él.
Paramos a los 15 minutos, nos miramos a los ojos, no hablábamos. Nada.

Esta vez él me besó lento, me abrazó muy despacio y fuerte, le empecé a besar la nariz, las orejas, los ojos, todo aquello que pudiera darle placer, Luego sólo nos miramos por casi 5 minutos (no es broma).
Volví al asiento del copiloto y él encendió el motor, me miró de nuevo, yo me reí sólo para verlo sonreir, nos quedamos en silencio.

Pasamos la tarde en el centro de Lima, y tras recoger el encargo de manos de una joven con un rostro bellísmo pero con un trasero minus-culo y unos pechos que parecían más un producto del acné que de la pubertad, fuimos a comer: nuestro trato después de salir del auto fue, incluso, mejor que antes: volvimos a los juegos tontos que acaban en risas cómplices, estabamos mas conectados que padre e hijo o mejores amigos, aún así no queriamos despertar sospechas de nada: así que no habían demasiados acercamientos.

Camino a casa, entre bromas, surgió la gran pregunta:

Que vamos a hacer? – me dice

No sé - dije

Es muy cruel…

Qué? – contesto yo

No poder besarte cuando lo necesite- me dijo mirando el camino.

Basta! Me vas a hacer llorar – dije sonriendo…

Sabes? no quiero lastimarte- su seriedad me asustaba

Pues traerte problemas no está entre mis metas de vida. Sabes?.- fingí una sonrisa.

- Mejor, mejor hacemos como si nada hubiera pasado.- dijo casi indiferente.

Casi no tenía palabras; yo sabía que había algo más allá de sexo entre los dos, me había enamorado de él, María me había roto el corazón, y el rompió los pedazos que quedaban … Solo atiné a verlo, pero me evitaba; -Como quieras.- Dije imitando su tono de voz.

Entiende que esto q hacemos, es pecado- me dijo muy nervioso.

PECADO??- respondí casi sin dejarlo acabar su conversación- jajaja… me besas, luego me masturbas: y me vienes con eso ¿?... si es así JODETE; francamente si te besé fue porque necesitaba hacerlo; pero si es así: bien. Como quieras: AQUÍ no ha pasado nada.

No te enojes, entiendeme- dijo en voz baja- no vamos a…

ENTENDͅdije, cortándolo

ESCÚCHAME BIEN, NO PODEMOS: NINGUNO QUIERE JODER A LA FAMILIA CON ESTO: claro, cúlpame a mi de que no esté bien besarnos en la casa CON TOTAL normalidad ni nada… te comportas como un NIÑO!! – sus gritos hacían que el auto vibrara.

Y entiendo, pero tu entiendeme; es difícil caerse dos veces seguidas…

Oye – su voz se tornó dulce- es tu primera vez con otro hombre?

Si- dije entre avergonzado y orgulloso.

Por si te interesa, yo también estoy asustado– me dijo sin sacar la vista de la vía expresa.

Una vez bajemos del auto- dije-, todo se acaba.

Muy bien- respondió más frío de lo que yo podía soportar.

Faltando veinte minutos para llegar, el aire entre los dos se hizo incontenible: así que sugerí que bajásemos un rato a estirar las piernas.

Él no hizo caso. Y se desvió un barrio de aquellos en los que nunca pasa nadie;

Podía adivinar. Las ventanas polarizadas ayudarían.

La parte trasera del Station Wagon negro permitía estar ligeramente recostado sin estar demasiado incómodo, en esa posición, mi hombre de casi 40 me esperaba sin camisa y con el boton del pantalón jean libre, me abalancé a sus pezones, rodeados de una mata de vellos que hacían las lamidas más placenteras a mi lengua; mientras él me sobaba en culo con una mano y con la otra me masajeaba la espalda: una de mis manos le apretaba sus duras nalgas y la otra apoyaba mi peso en el asiento. Los besos furtivos, las caricias de sus grandes manos me tenían sin cuidado de parecer la más puta del mundo cuando le pedía que me pajeara, lo cual hizo sin prisa. Una vez hubo sacado mi boxer con sumo cuidado, acariciaba mi adolescente anatomía con una lujuria lenta y animal, le mordía los dedos de las manos cuando los acercaba a mi boca: estábamos tan ensimismados el uno en el otro que cuando empezó a mamármela; el infierno, el cielo y el mundo se fueron –literalmente- al carajo. Subía lentamente su boca, jalando todo mi prepucio y dejando su mezcla de saliva y precum en su camino; para luego bajar, masajeandome el tronco con los dientes y la cabeza con su garganta: se notaba su inexperiencia, pero lo hacía tan dulcemente que no importaba: su mamada más la abstinencia me hizo venirme a los diez minutos, él se tragó los restos de mi leche en mi piel con besos; para luego subir y compartirlo. A partir de ese morreo: decidí que debía repetir eso (aunque sea en otra vida), su lengua tenía un sabor que me embriagaba, gran parte de mi corrida se quedó en nuestros labios y rostros, pues no pudimos evitar derramarla en el roce, pero aún así: fue la experiencia que nos unió.

Bajé a su gigantesca polla, presionada por el boxer a medio bajar: retiré sus interiores y empezé a lamerle el tronco, pues mi boca no podía albergar el grosor de su bate. Su verga medía 20 cm ( eso lo supe después de medírsela en juego, tiempo después), era gruesa y casi recta: toda una belleza de falo, No me arrepiento de q el haya sido el único hombre en mi vida.

Mi mamada se basaba en lo que había visto a mis novias hacerme y el lo que me gustaría que me hagan a mí:

Así, mi amor: dale a una chupadita a papi .. si??

Sus palabras me motivaron a intentar meterme su tranca entera a la boca.

Hijo, Relájate y deja caer tu mandíbula. – me sugirió Hugo.

Así lo hice, y una vez superado el grosor: pude darle algo más que lenguetazos a su herramienta, pese a q sabía que me daría arcadas, decidí meterme ese bastón hasta el fondo.

Procuré darle todo el placer que pude a costa de que no disfrutaba mucho esto, empecé a masturbarlo y él me tomo de las manos y me guió a su pecho.

Nos dimos nuestras narices se acariciaban mutuamente y , otra vez, un beso largo y profundo. Definitivamente mi adorado amante me había besado más en un día de lo q muchas parejas me habían besado en semanas.

En esa posición sentía su gran falo apuntando a mi virgen hoyito; lo cual me arrechó al extremo:

La quiero dentro – dije con voz profunda.

No mi amor, no estás listo- me respondió con un beso corto

Intentemoslo, nunca voy a estar listo si no me enseñas- dije entre pícaro y grosero.

Pero júrame que si te llego a lastimar en algún momento, me lo vas a decir: no quiero que termines sin poder sentarte en meses –reimos- sería demasiado sospechoso.

Te lo juro. –menti.

Sacó de algún lugar aceite de bebé: y me se lo echó en los dedos, untó una buena cantidad a mi estrecho ano y empezó a masajear. Yo no sabía que los masajes anales podían provocar espasmos similares a orgasmos, pero él me explicaba todo, y aunque yo ya sabía de la próstata y todo eso: no lo interrumpía porque verlo así, tan preocupado y dulce me cautivaba.

- Mierda. – dice; más informativo que molesto.

- Que pasa? – le pregunto relajado; ya iba dandome con el dedo casi diez minutos.

- Amor, estás demasiado estrecho – dice calmadamente.

- jajaja , no jodas- asentí riendo- bueno hay que cambiar eso.

- Eres virgen de aquí atrás, se nota- dice casi burlón.

- Exacto.

- Mi amor - dijo suplicante- desiste de esto; no lo vas a disfrutar la primera vez.

( ¿¿NO ES UN AMOR ESTE HOMBRE?? – eso fue bastante poco masculino: ¡¡¡pero q mierda!!)

Te amo- le dije mirandolo a los ojos.

Yo … - me miró mientras jugaba con mi cabello- te amo más de lo que crees.

Embarré su empinada verga con todo el aceite que pude, entonces tras sobarla con mi mano, él me dio la vuelta, puso la bolsa de ropa que habíamos ido a recoger debajo de mi pene, dejando mi culo a su disposición.

La cabeza de su poderoso falo hacía una presión deliciosa a mi orificio, pero no podía entrar. "Relajate; haz como si fueras al baño" me dijo. Entonces un escalofrío me hizo cerrar el esfínter inesperadamente: grité de dolor ante el centímetro invasor: la punta de su enorme cabeza estaba dentro mío a costa de todo el dolor del mundo; escondí mi cabeza entre mis brazos para que él no viera mi dolor.

A los tres minutos, apenas había terminado de entrar la cabeza entera y yo ya estaba llorando de dolor, entonces una de sus manos abandonó mis nalgas y fue a mi rostro, volteándolo hacia él: estaba hermoso. Apenas vio mis lágrimas sacó lo poco de su pene que había entrado en mí, provocando un "POC" que resonó en el auto. Me besó nuevamente y me dijo que no debía mentirle, que tendríamos mucho tiempo para intentarlo.

Le hice una paja con mamada para que se viniera, nos morreamos su leche y nos quedamos casi media hora abrazados.

Nunca olvides que te amo- me dijo.

Eres un idiota total- le dije. El rió.

Entonces experimenté uno de los más horribles sentimientos de culpa que me hayan golpeado jamás. Abrazado a mi hombre de 38 años; luchaba contra María, la inocente María que me dijo " nos vemos", con la que vimos tantas veces la puesta del sol en la playa… a ella la amaba: eso era claro. Pero... a él … ¿¿lo amaba o eran mis ganas de sexo??. Sólo tenía claro que estaba totalmente confundido.