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18 (3: Nicolle)

en Bisexuales

(ANTES QUE NADA QUIERO DISCULPARME SI DEJO LOS RELATOS A MEDIAS PERO, LA VERDAD, ES UNA HISTORIA MUY LARGA, SI NO ES DE VUESTRO AGRADO, CRÉANME QUE TRATO DE MEJORAR: ESTOS SON MIS PRIMEROS RELATOS, BASADOS EN EXPERIENCIAS REALES… Exacto: ¡¡ mi vida es un desastre!!…)

 

Terminado el fin de semana en casa de mi abuela: tuve que regresar a casa sin opción a réplica.

Mi mamá había descubierto – mejor dicho: MI COMPRENSIVA HERMANA LE HABÍA AVISADO- que yo había faltado a un puto seminario de la universidad el domingo en la tarde. No tenía una mejor coartada que la verdad: "estuve follando de lo lindo con mi tío Hugo en el carro, mami"… POR FAVOR! Obviamente, me ahorré esa explicación y sólo dije que se me olvidó.

Me prohibió ir a casa de mi abuela, pues según ella me relajaba demasiado con mis amigos ( Hay mamá…, si supieras que mis amigos son lo que menos me RELAJA cuando estoy por allá….). Y eso no me pareció tan mal, pues la hora y media de viaje en bus hasta mi casa bastaron para tomar decisiones: fue un cargamontón de sentimientos encontrados; sentía asco de mí, de mi tío, de María, de todos… nunca había considerado la bisexualidad (cabe recalcar que yo tenía 18 recién cumplidos ese mismo mes). O eras marica O no: Fin del tema.

Preferí terminar todo lo referente a Hugo; consideré evitarlo totalmente… pero era imposible: la familia sabía que antes nacería un político honesto que una razón que nos alejara del otro: tan era así nuestro cariño -antes de todo esto- que muchas veces me habían preguntado si él era mi padre, y a veces hasta me presentaba como su hijo.

Me sorprendí de lo fácil que resultó evadirlo… sólo cuando recordaba la calidez de su manera de besarme lo extrañaba, sólo cuando recordaba sus profundos ojos viéndome con ternura lo añoraba, sólo cuando recordaba su voz gruesa diciéndome en voz baja que me amaba; maldecía a todo aquello que nos separaba… sólo cuando lo evocaba: lo amaba. El resto del tiempo simplemente era un universitario sociable, ligón y loco.

Oye.. ¿¿adivina que tengo para ti?? – mi amiga Nicolle y su –algo tonta- pregunta sacaron mi cabeza de entre mis brazos, recostado sobre la carpeta en la U, había estado pensando en llamar a María… ¿habíamos terminado así?¿"hasta luego", ¿habíamos terminado realmente?, digo: ¿así de fácil todo term…?…

Oye!!! Adiviiiiiiiinaaaa…- repitió, sacudiéndome el brazo para ganar mi atención.

Además de esa estúpida pregunta??? … pues no; no tengo idea de qué me traes... – respondí irónico, no disimuló la leve sonrisa que le provoqué; Una vez ella me había dicho que tenía un "sarcasmo que liberaba sensualidad".

Pues sip! Te tengo algo más: Una invitación para la fiesta de aniversario de la Facultad de educación… vienes??- me dijo emocionada, al parecer ella estaba de muy buen humor.

No sé… la verdad es que creo que me tienen castigado…- respondí fingiendo molestia, pues la verdad quería estar sólo para ordenar mis ideas… al menos toda la semana. Ella era una de mis mejores amigas y ya se me había declarado mucho antes: exactamente hace seis meses: más exactamente dos días después que comenzé con María…aceptar salir con ella significaría dar pie a algo.

Vamos..! NOOOOOO… no lo puedo CRE-E-ER… TÚ Te estás rehusando a una fiesta??? – dijo alzando gradualmente la voz, hasta lo último que salió de su boca fue un grito, un grito que todo el salón oyó y comentó festivamente:

¡¡¡NO QUIERE A LA FIESTA DE EDUCACIÓN!! .. DIOS PERDÓNAME POR MIS PECADOS AHORA QUE ES EL FIN DEL MUNDO!!! – vociferó la muchacha, seguida por el coro oficial de risas del salón.

Tenía tanto odio reprimido contra mí mismo que no tardé en salir del aula con cara de pocos amigos, empujando a quien se me pusiera delante.

Saqué un cigarro, y lo encendí en el último piso de la facultad de humanidades, siempre me había preguntado por qué, a pesar de siempre estar vacío, nunca nadie subía a pensar en vez de a coger. Ya había hecho esto último antes, pero me sentía como el único que subía a pensar. Tantas cosas… tan poco cerebro…

Oye… no esperaba que te molestaras por lo que dije en el salón…- aceleró su voz, como excusándose- es que tu siempre tienes tan buen humor y te apuntas a estas cosas con tanta naturalidad que …

Entiendo. – respondí brevemente a Nicolle, que había subido únicamente a darme alcance, no la había visto llegar.

Es María? … - preguntó casi tímida.

Si.

Tienen problemas?

Si.

Puedes contármelo si qui…

No.

Mejor me voy.

Buena idea.

Ya estaba bajando por la escalera iluminada por luz blanca cuando la detuve; la abracé y me correspondió algo aturdida: -gracias por preocuparte- dije pausada y claramente. Su cuerpo tenía el calor que yo necesitaba: el calor de una amiga, la miré a los ojos agradecido. Mierda: Ella malinterpretó todo y me besó.

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Déjenme decirles tres o cuatro cosas sobre Nicolle:

Es muy dulce; mientras todos mis amigos decían que María era insoportablemente perfecta, de ella decían que era perfectamente imperfecta: de veras que estaba muy buena fisicamente; y aunque verla reír alto podía no ser muy atractivo para algunos, la chica q jugaba a ser una niña rica en sus bromas conmigo tenía una personalidad q me encantaba, decía estupideces cómicas como yo y no le importaba cantar horrible para pasar un buen rato. Creo que todo esto la hizo mi mejor amiga; sin embargo no me había fijado en lo mucho que había cambiado desde que la conocí como una niña que vestía de verde y rosa: tiene la misma estatura que María, su cabello negro se desliza traviesamente hasta sus hombros, como si sus ondas jugaran con su voz; una carita tersa, inmaculada y pequeña, casi ocupada totalmente por su sonrisa: su adorable sonrisa estrepitosa y alegre, y sus lentes de descanso… una excusa propia para reirse de ella misma. Un encanto que floreció en 19 años .

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Ella había estado enamorada de mí hacía tiempo, y yo lo sabía: pero estaba babeando por María en aquel entonces… su pasión contenida me tomó por sorpresa, su beso apasionado acalló en cierta parte mi dolor: a decir verdad sólo lo dejó de lado, pues yo sabía que lo que necesitaba en ese instante era un amor puro… pero ¿cómo culparla?.. no podía leer mi mente, así que dejé que me aliviara a su manera sin recriminarle.

Me empezó a acariciar la espalda con los dedos temblorosos, mientras sus labios paseaban mi cuello y orejas; nunca me habían mordido debajo de la oreja: DIOS MIO!!... yo no hacía ni esfuerzo por moverme…

-Mi amor, tanto tiempo..-su voz entrecortada por la emoción me conmovía.

-Disculpa si te he hecho sufrir- dije, sin saber por qué.

-No te imaginas que ganas de matarte cada que me hablabas de María..- dijo, un tanto cómica.

- No sabes que ganas de tenerte sin perderla… no sabía que te amaba tanto. – mentí para hacerla sentir bien: no la amaba, sólo la quería, y eso bastaba para echarme un polvo anti-estrés con ella: si han leído algo anterior se imaginarán como estaba de revuelto mi cerebro.

Me desinhibí totalmente y la agarré de la cintura, apegándola bruscamente contra la pared; por un lado la fresca temperatura de la pared en sus espaldas contrastaba con mi caliente verga luchando por romper mis jeans y entrar en su coñito violentamente sin más: empecé a lamer su cuello, a morderlo con salvaje desesperación, lo que parecía encantarle; fui bajando a sus redonditos senos blancos… limpios y con unos ejes rosados virginales que se endurecían ante cada roce de su lisa y nívea piel… tome sus pechos como si fueran copas de cristal: masajeándolos de abajo hacia arriba, iban definiéndose lentamente en mis manos, hasta quedar duritos, tal como me gustaban. Me empujó al peldaño de la escalera y apagó el interruptor, dejando a oscuras aquel pasadizo por el que no pasaba nadie, eran cerca de las once de la noche y casi nunca habían clases q se postergaran hasta esa hora.

Se sentó sobre mi trozo y me restregó su coño desnudo sobre los jeans, no me dí cuenta en qué momento había desaparecido su minifalda rosa de putita asolapada, ya no importaba: mi atención estaba en sus bellísimos senos rebotando en mi cara: la abrazaba fuertemente de la cintura para sobarle mi empalmado falo como perro en celo. Ella me besó todo cuanto pudo el rostro y el cuello, además de prodigarme rasguños en la espalda que me hicieron ver ángeles follando a mi alrededor.

Cógeme amor, CÓGEME!!! – tuve que besarla para que se callara; hubiera sido más discreta poniendo un aviso en alto parlante diciendo : "Por favor, estudiantes, atención al pasillo 3 del tercer piso de humanidades: les agradecemos prestar atención a los dos estudiantes de primer año de derecho semidesnudos cogiendo en las escaleras, gracias"

Silencio mi amor, no queremos arruinarlo todo: verdad? – me sentía terrible diciéndole "amor", pero la follada que prometía bien valía ser un ruin aprovechado.

Déjame darte una … hummm… -la muy zorra me masturbaba la pija, expuesta tras romperse el botón de mi jean y jalar mis slips –algo flojos- hacia un lado, muy lentamente… bajó su cabeza hasta mi verga y empezó una mamada fulminante.

La chica estaba más arrecha que yo, y eso se notaba: pues no me la habían mamado con tanta gula y tan rápido: se metía toda y se la sacaba entera con igual facilidad, dejando un hilo de precum entre sus labios y mi glande que me hacía agua la boca, su juego de morderme el prepucio me dolia un tanto, pero entendía que esta salvaje merecía ser satisfecha de vez en cuando y no hacía más que gemir y murmurarle que no pare, ella captaba y me mordía levemente el tronco: nunca me lo había echo nadie, y me trastornó de placer, paró inesperadamente y subió a mi boca, pero no me besó ( me dejó con ganas de morrearmela, pues ella no sabía cuanto me gustaba hacerlo ) y simplemente se sentó en mi verga sin más.

Llevaba meses de desear comerme una vagina y acababa de ensartarme a una puta reprimida; no había marcha atrás ni razón para eso. Bajé mis dedos hasta su conchita, masajeandole los alrededores con cierta rudeza y me exité aún más cuando me aseguré con el tacto de haber invadido su hoyito completamente. Nicolle se sacudía haciendo gestos de dolor fingido, acompañados de unos cuantos gemiditos soeces que me dejaban el juicio al mismo nivel que el de un burro. Abrir los ojos me era por poco imposible, sólo verla relamiéndose de calentura me provocaría una venida demasiado veloz; y yo no soy un precoz, pero hay veces en q uno se arrecha a tal grado… Seguía su Cabalgada como si se le fuera la vida en ello, el salto de sus pechos sobre sí era extraordinariamente sensual y le daban un aire de perversión al asunto, además el hecho de poder ser descubiertos por un ratón de biblioteca nos ponía en el límite en el que el sexo se vuelve un exquisito riesgo: le acariciaba el culo siguiendo su vaivén diagonal, estos movimientos me ejercían una deliciosa presión extra sobre mi caliente mástil que ya no tardaba en estallar en leche.

Me vine en litros de ardiente leche dentro de ella, que iba por su quinto orgasmo en quince minutos (según ella misma), y acababa de lograr el sexto con mi corrida en su coñito; la muy viciosa hacía círculos con la verga ya seca pero aún erecta dentro de sí, provocando que nuestros fluidos combinados se resbalaran por los extremos de su hoyo. Me besó de nuevo, con mucho amor esta vez, sobándome la caja y repitiendo lo mucho que me amaba y que deseaba ser mía siempre.

Ella se fue sin mucho que decir, un tanto avergonzada: creo, y día siguiente le propuse que comenzáramos una relación, teniendo como único trato previo el que se tomara un anticonceptivo de emergencia en el acto (el cual yo compré con toda la vergüenza del mundo, pero la vergüenza era lo de menos en esas situaciones), aceptó y empezamos a frecuentar. Desde aquel lunes en la noche hasta el viernes en la mañana follamos con locura ( y con condón, claro) en cada lugar en el que podíamos ser descubiertos para aumentar la apuesta de nuestros juegos.

El viernes en la tarde ya me la había follado en la mañana en un salón desocupado, y así sin querer empecé a recordar a María… me sorprendí hablando de ella como de una "niña tonta algo estúpida con complejo frustrado de virgen" , caí en cuenta que ya no la amaba: perfecto, un problema menos. La había conocido en la academia hacía seis meses: ahora estaba en la Universidad y me parecía justo conocer gente nueva. Además estaba empezando a amar a Nicolle y eso estaba bien, pues ella me correspondía en todo y eso facilitaba aún más las cosas.

Hasta mi humor cambió y volví a ser el eje social que siempre fui… mi vida parecía haber recobrado su eje en sólo una semana; demasiado bueno para ser verdad.

Repito "demasiado", pues mi cuando mi mamá me dijo que debía viajar con Hugo a provincias a resolver un papeleo en donde había nacido el hijo de mi tío, recordó que estaba comprometida a ser la madrina del bautizo de la hija de su mejor amiga el mismo fin de semana que debía hacer el viaje. Así que me ofreció el trabajo de urgencia; a modo de práctica y por algo de dinero: acepté casi furioso, pues creí que iba a recuperar mi vida olvidando a mi tío Hugo… sin embargo una parte de mí moría por hacer ese viaje sólo con él, necesitaba verlo.

Del viaje a estar desnudo; enredado en las sábanas y los brazos mi recio amante de 38 esa misma noche, fue un paso. Ambos mirando las estrellas que el cielo despejado nos había regalado como único testigo de aquel amor tan puro y tan prohibido, sabíamos que nos era imposible escapar… El destino luchaba por acercarnos, aún así: no se puede confiar del todo en el destino… a veces es mejor resistirse; pero nunca se sabe.