Entró corriendo al servicio. Llevaba demasiado tiempo de
viaje y habia bebido demasiados refrescos: mala combinación; por ello habia
tenido que parar en un area de servicio casi desierta, aún bastante lejos de su
destino.
No le gustaba ir a baños públicos, pero al menos el cubículo del wc de aquel
sitio estaba bastante limpio. Le sorprendió ver en la pared de su izquierda, un
agujero circular de no más de 10 centimetros de diametro. Fue a echar una mirada
a través de él antes de irse, pero justo cuando le pareció vislumbrar al otro
lado una oscura habitación, un enorme falo carnoso atravesó el agujero,
oscilando desafiante ante su rostro.
Lo contempló sorprendida unos instantes. Era la situacion mas absurda que habia
vivido jamás. ¿De donde habria salido aquello? ¿Que se suponia que debia hacer
con... con eso? Como si el propietario del cimbrel hubiera escuchado sus
pensamientos, con una voz firme, la apremió a chuparlo.
Durante un instante dudó, suficiente para que el poco recato que le quedaba,
huyera de su mente para dejar pasó a una incipiente excitación. Acercó sus
labios con curiosidad y precaución, como si aquel pene fuera a saltar sobre ella
en el momento más inesperado. El miembro respondió al timido beso que le dio en
la punta, con un intenso movimiento, golpeando su nariz.
Sobresaltada, se alejó de él. Pero no podia dejar de mirar cómo se movia; como
un pez en busca de alimento. Lo agarró fuerte entre sus dedos, domando sus
movimientos. Lo sentia resistirse en su mano: duro, caliente... Probó a
acariciarlo lentamente, arriba y abajo, deslizando su piel una y otra vez, cosa
que parecia gustarle, pues a ella le pareció que se endurecia en respuesta a sus
atenciones.
Como confirmación de que lo estaba haciendo bien, unas gotas de liquido
preseminal bañaron su glande. Lamió juguetonamente la punta y degustó su sabor.
Lo contempló fascinada. No era la primera vez que hacia algo asi claro está,
pero se sorprendia de estar haciendo aquello con un perfecto desconocido, en
mitad de ninguna parte.
La firmeza de la verga que retenia en su mano fue diluyendose. Amenazaba con
perder toda su robustez. Dispuesta a que eso no ocurriera, abrió sus labios,
deseando abrir otros en las antipodas de su cuerpo. La piel del glande
retrocedio suavemente ante la voluptuosidad de los labios que empezaban a
cubrirlo.
Inexplicablemente, aquello le estaba excitando hasta límites insospechados. Se
desabrochó la blusa, dejando sus pequeños senos al aire, esperando ser
acariciados por sus manos, ansiosas por posarse sobre el torso desnudo del
hombre que se ocultaba tras la pared.
Se acariciaba al compás de los lametones con los que su lengua obsequiaba a toda
la longitud de aquel descomunal miembro; desde la enraigada base, hasta la
húmeda y vibrante punta. Intentó imaginarse al dueño de aquel estilizado dulce
¿Cómo seria? Puede que un rudo camionero, con brazos gruesos y duro semblante,
descansando de un largo camino, o un ejecutivo en viaje de negocios dispuesto a
relajarse... no le importaba. En ese momento solo existian ella y la gruesa
polla que albergaba en su boca, a la que no cesaba de besar y chupar.
Pronto sintió en su boca las convulsiones previas al climax. Deberia haber
sacado el volcán que tenia aprisionado entre sus labios para que eruptara fuera
de ella, pero la cadencia de los lametones y besos la tenia hechizada. En lugar
de retirar el falo, lo besó con mas pasión, aumentando el ritmo de los caricias.
Con un fuerte espamo, oleadas de semen salieron disparadas hacia su garganta,
atragantandola al principio, hasta que se repuso de la sorpresa, tragándoselo
todo diligentemente, sin pensar en nada.
Ella no paró de lamer y lamer hasta que no quedó constancia alguna de aquella
explosion de placer. Satisfecha, dejo el miembro ya flácido libre de su carnosa
prision y se relamió de gusto. El agujero quedó vacio de nuevo. Se agachó para
mirar a traves de el, pero la habitacion a la que daba, estaba vacia. Se
recompuso la blusa y se levantó.
El corazón se le detuvo por un instante cuando llamaron a la puerta del baño....