El oscuro telón de la noche descendía lentamente sobre la
solitaria playa. A pocos kilometros de allí, centenares de familias y guiris se
apiñarian en un pequeño trozo de arena en pocas horas, pero en aquella recóndita
cala, Lucia lapiedra podría disfrutar de un baño nocturno desnuda, con la
tranquilidad más absoluta de que nadie más la veria asi. Sólo los miles de
sátiros que habian comprado y/o descargado sus peliculas.
Cuando sus labios se arrugaron por el agua, salió del mar y con una toalla
procedió a secar su tersa piel. Le encantaba sentir el excitante tacto del
algodón acariciandola, le producia un cosquilleo que se iniciaba en su espalda y
bajaba rápidamente a zonas más deleitosas. Se tumbó con las estrellas como
únicas espectadoras de la estilizada figura de la diva hispana del porno.
Estuvo un rato contemplandolas. Se preguntó cómo harían el amor los marcianos y
si tendrian una industria porno que protegiera los derechos laborales de los
actores, con un seguro médico y una pensión de jubilación. Pero dejó sus
reflexiones sindicales para otro momento, pues escuchó una dulce voz pidiendo
auxilio. Alguien estaba saliendo del mar.
La luz de la pálida luna llena, inundaba la cala. No le fue difícil distinguir
el trabajado cuerpo de una mujer. Melena larga, pelo oscuro quizás, pechos
turgentes, caderas amplias e insinuantes, y muslos gruesos y apetitosos. Cuando
estuvo a unos metros de ella, la reconoció.
- ¡Tú eres Kira Miró! - gritó sorprendida - oye, ¿te quitaron la parte de arriba
los peces? - dijo señalando su desnudo torso. Con el par de senos que se
gastaba, lo que menos importaba es qué hacia allí.
- Oh no, uno de los marineros a los que me iba a tirar me quitó el bikini. Se ve
que no habia nadie al timón y chocamos contra un arrecife. Fue horrible, con el
impacto a punto estuve de arrancarle el miembro al capitán y el muy cerdo se
corrió en mi mano ¿te lo puedes creer? no dejó nada para que me lo tragara.
Lucia se compadeció de la tiritante figura que se alzaba ante ella. Aunque en la
playa se estaba bien, el mar estaba muy frio.
- Acercate Kira, estarás helada - propuso solicita Lucia, cuyos ojos se habian
iluminado ante tanta belleza - quitate la ropa, que te vas a resfriar.
Kira se deshizo de la única pieza del bikini que le quedaba y se acercó a la
actriz, que no tardó en cubrirse junto a ella con una amplia toalla, que habia
ocultado más de un escarceo amoroso en los soleados días de playa de Ibiza.
Con sus senos aplastados en el estrecho espacio que le dejaba la toalla, podia
sentir clavarse en su carne los duros pezones de Kira. Los suyos no quisieron
ser menos y no tardaron en vigorizarse, iniciandose una pelea de afilados
pezones, con estocadas y fintas que fueron calentado la atmosfera hasta que se
se lanzaron al suelo, echadas sobre la toalla dispuestas a aplacar su fuego de
la manera más lúbrica posible.
Sus manos recorrian sus suaves curvas, estremeciendolas y avivando su pasión,
electrizando la piel que acariciaban sus juguetones dedos. Pronto se notó la
experiencia de Lucia en las lides amatorias, y Kira se abandonó al placer que
recibia de manos de su sorprendente compañera, que amenazaba con llevarla al
climax, con sólo rozar su clitoris ya hinchado, hacia el cual se iban acercando
sus caricias, rodeandolo sin descanso, pero sin llegar a tocarlo, lo que
frustraba a la presentadora, que arqueaba su espalda en busca del deseado
contacto que le haria alcanzar el cielo y un orgasmo como hacía mucho que no
habia tenido.
- Por favor, no me hagas sufrir más - susurró entre jadeos; a lo cual respondió
Lucia con un rápido movimiento que terminó con su mano sobre el monte de venus,
en contacto pleno con su vulva, bastante mojada y no por haber estado en el mar
precisamente.
El cuerpo de Kira se contrajo de placer, mientras los aventureros dedos de la
rubia exploraban las profundidades de su hendidura, palpando sus jugosas paredes
destilantes de satisfacción. Entre eléctricos movimientos de cadera a los que
respondian sus dedos, introduciendose más y más dentro, Kira terminó por
correrse en manos de la experimentada actriz.
Con los gritos de placer de Kira resonando aún en sus oidos, Lucia se dirigio a
su mochila, donde rebuscó durante unos segundos.
- ¿Que es eso que has cogido? - preguntó con la voz entrecortada todavia por el
goce recibido.
- Es una sopresa. Cierra los ojos y abre la boca - le ordenó pícaramente la
actriz.
Acepto sumisa las indicaciones. Se pregunto qué podria ser, ¿comida quizás? En
cierto modo así era. De pronto sintió cómo un inmenso objeto cilíndrico se
deslizaba por su boca, camino de su garganta. Tuvo que comenzar a lamerlo para
evitar atragantarse. Abrió los ojos y se encontró a Lucia recostada sobre ella,
sonriendole con lujuria y con un inmenso consolador en la mano,
introduciendoselo por la boca una y otra vez con aparente sadismo.
- Eso es cariño, chúpalo bien, porque ahora es mi turno para disfrutar.
Cuando el consolador estuvo bien lubricado, se tumbó junto a ella. Introdujo la
lengua en su boca al tiempo que le daba el objeto de plástico y guiaba su mano
hasta su vagina.
- Lo quiero bien dentro - le susurró al oido.
Timidamente al principio, pues Kira nunca habia manejado un cacharro como ese,
fue introduciendolo en el cuerpo de Lucia, que se retorcia sobre la arena como
una perra en celo, a medida que iba sintiendo la dureza del juguete presionando
contra ella, abriendo sus muslos más y más para que desapareciera en su
interior. Cuando empezó a sacarlo, sintió como si se quedara sin respiración. Un
prolongado gemido huyó de su boca. Fue el primero de una larga serie de ellos,
producido por el movimiento penetrante de la mano de Kira, que no paraba de
horadarla una y otra vez, al tiempo que disfrutaba de los movimientos
convulsivos de la rubia a la que tenia sometida con un simple pedazo de
plástico.
Cuando Lucia se sintió cerca del orgasmo, agarró con las dos manos el consolador
y se lo introdujo de golpe, al tiempo que abrazaba con una fiereza inaudita el
cuerpo de su amante circunstancial, que no solo no se resistió, sino que
aprovechó la cercania para inundar de besos y lametones su torso, los cuales
ayudaron a que la actriz explotara de placer en medio de una orgia de jadeos que
hicieron que una bandada de gaviotas que reposaba a pocos metros, alzara el
vuelo del sobresalto.
Una vez recuperó el control de su cuerpo y de su conciencia, rodeo tiernamente la cara de Kira con sus manos y la obsequió con un dulce beso.
- Ha sido una suerte que vinieras a naufragar aquí.
Y cayeron rendidas sobre la toalla, hasta que se despertaron
al día siguiente, rodeadas del equipo sueco de bronceado, pero esa es otra
historia.
Advertencia: Los nombres de Kira Miró y Lucia Lapiedra corresponden a personajes de ficción. Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia.