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Interesante cena

en Hetero: General

Como casi todos los grupos de gente que están unidos por alguna circunstancia, cuando se acerca la navidad, comienzan las cenas y reuniones para celebrar tal fecha, nosotros, no íbamos a ser menos. Somos un grupo de lo más heterogéneo en cuanto a edades, personas dedicadas a la administración que estábamos realizando un curso encaminado a la mejora de nuestro trabajo.

Como decía, la edad de lo más dispar, los más jóvenes rondábamos los veinticinco años, los más mayores en torno a los cincuenta, pero a pesar de las diferencias, desde el primer día hubo química entre todos, aunque especialmente la química se produjo entre Rodrigo y yo.

Rodrigo tiene cuarenta y cinco años, que para nada aparenta, a excepción de su pelo cano que le hace más interesante todavía, de porte atlético, alto, elegante y con una mirada penetrante, de esas que llaman la atención cuando te lo cruzas por la calle. A pesar de esas condiciones físicas, lo que más me atrae de él es su educación, es un caballero por encima de todo, que sabe regalar el oído y camelar con tan solo una palabra.

Hasta el día en que nos fuimos a cenar nunca había dado signos demasiado evidentes de querer nada conmigo, o si los había dado, yo siempre le había quitado importancia por su forma de tratar a las mujeres, siempre tan "correcto" con nosotras, además está casado y nunca pensé que pudiera querer algo que conllevara una infidelidad. Pero esa noche... esa noche parecía ir a por todas, llegamos al restaurante y nos sentamos juntos, con el resto del grupo, pero juntos, en cierto momento en que la gente estaba despistada, me susurró al oído que estaba muy guapa, me gustó que lo hiciera con un susurro, denotaba que había una intención especial en sus palabras.

Pasado un rato, vio que yo tenía una mano bajo la mesa, deslizó la suya y la puso sobre la mía y comenzó a mover mi mano por mi pierna hasta que levantó un poco mi vestido hacia el muslo. Yo estaba sorprendida con esta actitud, extraña en él, pero me gustaba ese juego y sobretodo me gusta ese hombre, así que decidí dejarle hacer a ver donde llegaba, le sonreí y continué hablando con el resto de compañeros intentando disimular lo que estaba ocurriendo bajo el mantel. Saqué mi mano, pero la suya se quedó ahí, siguió acariciándome la pierna durante un rato, rozando mis medias, deslizándose con mucha suavidad.

Me levanté y me fui en dirección al baño, cuando estaba llegando vi que él también se había levantado e iba en la misma dirección. Decidí que iba a provocarle, que aquella noche ese hombre iba a ser mío. Pasé y me quité el minúsculo tanga que llevaba, un tanga negro, de encaje por delante y de apenas un hilo por detrás, lo doblé cuidadosamente y esperé a oírle salir del baño, en ese momento salí y sin decirle ni una palabra metí el tanga en el bolsillo de su chaqueta. Vi la mirada de lujuria con la que me miró cuando entró su mano en el bolsillo e identificó lo que le había guardado. La guerra estaba declarada...

Regresamos a la mesa como si nada, no hubo provocaciones de ningún tipo hasta que salimos del restaurante, pero yo sabía que estaría pensando en mí, sabiendo que bajo mi vestido mi sexo estaba descubierto, excitado por y para él. Fuimos a un pub con el resto de compañeros, la alegría de la fiesta y la alegría de la bebida, nos llevó a bailar, la oportunidad era perfecta, solo tendría que ir poco a poco acercándome a él para bailar juntos. No me costó mucho trabajo, al parecer él también estaba deseando.

Empezamos a bailar primero separados, pero eran ritmos latinos que incitaban a la sensualidad, cada vez estábamos más juntos, las miradas eran constantes, había un brillo especial en sus ojos que decía que me deseaba, comencé a notar su sexo entre nosotros, estábamos muy juntos y muy excitados, me sorprendió el tamaño que parecía tener su pene, este hombre era una caja de sorpresas bajo su apariencia de formalito. Sus manos iban desde mi cintura hasta mi culo, de vez en cuando hacía como que me decía algo y me besaba en la oreja, me estaba derritiendo, pero nadie podía darse cuenta de esa situación, sería un escándalo. Yo me hacía la inocente, me dejaba hacer, me encantaba que me besara en la oreja tan disimuladamente. Me dijo que le encantaba mi tanga, que si no estaba dispuesta a darle alguna prenda más... Me fui al baño y quité mi sujetador, era también negro, de encaje, lo doblé para que no se notara que lo llevaba en la mano y realicé la misma operación que con el tanga, lo metí en su bolsillo, pero la situación era más descarada, estaba con el resto del grupo sentados en una mesa, me senté a su lado y lo introduje. Observé como miraba mis pechos, el vestido era oscuro y no se podía ver como mis pezones estaban de punta al sentir el contacto directo con la tela, pero él sabía como estaban, sabía que estaba tan excitada como él.

Sentados como estábamos, dejé caer una pulsera al suelo, el lugar tenía poca iluminación y él muy amablemente se agachó conmigo a buscarla, cuando estábamos agachados sin que nadie se diera cuenta abrí mi escote y le dejé ver un pecho, fue fácil de hacer como no llevaba sujetador, él pudo ver una espléndida panorámica de mi escote y uno de mis pezones. En ese momento me dijo que me fuera con él, que necesitaba tenerme. Simulé tener sueño y les dije que me iba, que al día siguiente tenía que madrugar y era tarde. Marta, una de las chicas de clase, dijo que no me fuera sola, que alguien me acompañara y Rodrigo, se ofreció voluntario. Estaba saliendo todo perfecto, nadie sospecharía lo que había entre nosotros.

Salimos del pub, pero Rodrigo ya tenía pensado donde ir, nos dirigimos a un hotelito pequeño que había en las afueras, había reservado habitación allí, porque no quería volver a casa después de haber bebido. Me dio las llaves del coche, quería que condujera yo, aunque extrañada, acepté, había bebido menos que él, en el coche no paró de meterme mano, de acariciar mi sexo desnudo, me subió el vestido y tocaba mi coño que estaba excitado al máximo, nunca me habían masturbado mientras conduzco y la situación era más que morbosa, tanto, que antes de llegar al hotel, tuve mi primer orgasmo...

Entramos y subimos al ascensor, comenzamos a besarnos mientras subíamos, con mi rodilla rozaba su entrepierna, buscando su excitación, el ascensor se abrió y llegamos a la habitación. Entramos, le quité la chaqueta y la corbata y lo tumbé sobre la cama, puse un pie encima de él y muy despacito fui quitando mi media, ahora quería ser yo quien llevara las riendas, cambié de pierna y fui deslizando la otra media muy lentamente, mirándole a los ojos y sabiendo que al tener la pierna encima de él, la visión de mi coño era perfecta... lo tenía frente a él, depilado casi por completo, con los labios húmedos por el orgasmo en el coche... Me quité el vestido y me quedé completamente desnuda, me senté a horcajadas sobre él y fui desabrochando botón a botón su camisa, acariciándole cuanto podía y rozando mi coño contra su bragueta, aún cerrada...

Terminé con la camisa, me quité de encima y fui quitándole el pantalón y el slip a la vez, aquella polla que intuía grande estaba ahora ante mis ojos, esperando ser devorada por mi, volví a subirme sobre él, metí su polla en mi coño, pero no le dejé moverse, le pedí que no lo hiciera, quería hacerle sufrir un poco... En esa postura fui besándole poco a poco por el cuello, por los hombros, por los pezones, notaba como quería moverse por la excitación pero yo no le dejaba, empecé a contraer los músculos de la vagina y la expresión de placer de su rostro era indescriptible, me cogía el culo con las manos, apretando con fuerza, por fin comencé a cabalgarle, veía como observaba mis pechos moverse, como su mirada seguía el balanceo de estos, estábamos al límite, pero entonces era Rodrigo el que quería hacerme sufrir y gozar, paró de repente y me quitó de encima, me tiró sobre la cama y me empezó a recorrer el cuello, los hombros, las tetas... comía mis pezones mientras tenía una mano jugando con mi coño.

En ese momento no puedo más, necesito que me coma el coño, se lo pido en un susurro... eso le excita más y se dirige hacia mi entrepierna... primero muy lentamente va rodeando mis labios con la lengua, luego dirigió su lengua de abajo a arriba, lamiéndome entera, haciéndome disfrutar como una loca... me miró a los ojos mientras metía la lengua en mi coño, penetrándome con ella en cortos movimientos que me excitaban más y más... cuando sintió que estaba a punto de correrme paró, me puso de rodillas sobre la cama y me penetró con fuerza, me embestía con una fuerza que yo nunca había sentido, de repente introdujo dos dedos en mi ano y estallé de placer al tiempo que él derramaba toda la excitación contenida aquella noche.

Pasamos la noche juntos, hicimos el amor varias veces y de vez en cuando solemos salir a cenar con nuestros compañeros, cenas que nunca tienen desperdicio por los juegos y las provocaciones contenidas, juegos que algún día os contaré...

 

Ariadnna