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De camino a Xalapa

en Sexo Oral

En el autobús a Jalapa

Por algunas razones tuve que ir a la capital del Estado, para ver cosas de la Universidad, ustedes saben, que las firmas en los documentos y otras cosas que, si no vas tú, a la escuela le vale madre. Pero en fin, eso no tiene importancia, bueno, no tanta como contarles lo que me ocurrió en el viaje, que yo pensaba que iba a ser de lo más aburrido, pero mira que la vida te da sorpresas (mmjm).

Abordé el autobús como a las diez de la mañana, me daba güeva irme temprano… no quería desmañanarme para ir a arreglar todo ese papelerío... Iba un poco lleno, pero alcancé asiento. Poco a poco se fue llenando y llenando y la gente se fue haciendo para atrás y para atrás. Total que una señora embarazada quedó exactamente enfrente de mí, y como todo un caballero le ofrecí el asiento, cual debe… la señora se sentó y pos me fui de pie, y la gente subiendo y subiendo. En eso, vi que una chica como de unos 20 años estaba parada al fondo, luchando para mantener la vertical, porque antes de llegar a Huatusco, como a dos horas de camino y una antes de llegar a Jalapa hay unas curvas cabronas en la que tienes que agarrarte muy bien para no azotar.

Bueno, pues me fui acercando a ella lentamente, pero de manera que quedáramos de espaldas, nalga con nalga… sentí su trasero paradito y sus nalguitas firmes; y quizá por el movimiento o por cachondería, pero sentí como se meneaba de manera que rozábamos nuestras nalgas. Pude sentir su calzoncito que le quedaba a la mitad del glúteo, no era tan grande pero no era tanga, se sentía muy bien el borde de su ropa interior, y es que llevaba un pantalón de vestir que me dejaba sentir su costura y la calidez de su piel. Sentía que más paraba el culo, y yo hacía lo mismo, de manera que estábamos empezando un juego muy rico.

Me giré para preguntarle la hora y ni me acuerdo qué me contestó, nomás me acuerdo que tenía una voz angelical y unos labios suculentos.

Me quedé en esa posición y una curva me hizo agarrarme del tubo del asiento de enfrente, de tal manera que quedé pegado a ella. Después de 10 minutos no pasaba nada, así que pensé que nuestro jueguito sabroso se había terminado, pero…

Pasado el rato, empezó a mover su trasero nuevamente y a tallarse contra mi pene, que estaba a medio dormir, pero ella se encargó de despertarlo; llevaba un slip que permitía sentir muy bien ese masaje, así que me dediqué a disfrutar lo que la chica me hacía, más tarde me entería que se llama Karla y lo demás… ya les diré…

Mi verga empezó a crecer y a crecer, la verdad no estoy superdotado ni tengo un miembro de caballo, solo 20 cms, pero que, según me han dicho, los sé utilizar muy bien, estos son comentarios que me han hecho algunas amigas que no han quedado con ninguna queja de mi.

Bueno, pero a lo que estaba. Se me ocurrió la idea de que, si no se había cortado al sentir mi miembro recargado en su culo, era hora de lanzarme a fondo, total que tenía mucho que ganar y nada que perder. Me saqué el pene del slip y quedó colgando como si fuera desnudo, listo para que se lo embarrara más. No sé si se dio cuenta de mi acción, pero empezó a mover más el culo, como gatita en celo y puse mi cabeza junto a su hombro y de vez en cuando le soltaba unos leves suspiros y gemidos para ponerla más arrecha… y creo que funcionó, porque movía en círculos sus nalgas y atrapaba mi pene en la rajita de su culo, eso me hizo soltarle un -uuhh al oído que hizo dar un respingón de miembro que ella sintió más rico, lo supe por la sonrisa que expresó cuando me sintió tallarle más mi paquete.

La gente iba cada quien en su pedo, unos platicando, unos que iban sentados iban durmiendo y así, cada quien un rollo y nosotros en el nuestro. Como si lo hubiera solicitado se desocuparon dos asientos de la última fila y le dije:

Vamos a sentarnos.

Vamos. Me respondió y me tomó de la mano y nos fuimos al fondo del camión.

Pidiendo permiso pasamos al último asiento y yo me senté junto a la ventanilla y ella junto al pasillo. No sé si el cortado era yo, pero empezamos una charla como si fuéramos amigos, es decir, no seguimos con el calentamiento que traíamos en el pasillo cuando veníamos de pie.

¿Vas a Jalapa? Pregunté.

Sí, de allá soy –me respondió. ¿Y tú?

Yo soy de Orizaba, pero tengo que ir a bla, bla, bla… Le conté todo el asunto de la escuela y esas cosas.

¿Y siempre eres así de caliente? Me preguntó.

No, sólo contigo, la verdad es que me encantaste desde que subiste. Ni cuenta me di cuando se subió al carro, veía a medio despertar.

Pues tú también me gustas mucho –dijo.

La verdad entre le creí y no, digo, la verdad no estoy tan pa’l perro, pero tampoco soy un Adonis. Así como para impactar a alguien la neta no creo, pero en fin. En el momento que decía eso, puso su mano derecha sobre mi pantalón y me dijo al oído:

Además de que tienes un pene sensacional.

¿Cómo dices eso, si no lo has visto? En ese momento yo iba por todo, total, lo peor que podía pasar era de que me mandara a la goma y me dejara ahí sentado y caliente, pero no pasaría de eso…

No, pero ya lo sentí, y me gustó tanto como a ti… Me dijo y sentí su aliento en el oído que me provocó cosquillitas en el alma.

Sí, me encantó, tanto que a mí mismo me sorprendió la atención que puso mi pene, creo que no tenía una erección como esta desde hace algún tiempo.

Me gustó mucho sentir tu miembro en mis nalgas, y presionarlo para sentirlo más rico en mi culo –me decía un poco dejándose llevar por la calentura. O tal vez porque pensaba que no nos volveríamos a encontrar.

Ya no sigas tallándote así porque te mueves tan bien que vas a hacer que me venga –le dije al oído con el poco aliento que me quedaba.

Uy que rico!!! Y me siguió torturando haciendo que mi pene se erigiera a cada momento, amenazando que en cualquier momento derramaría su contenido.

En un pueblito que se llama Totutla, la gente que iba en la parte de atrás del autobús se bajó y todas las verduras que llevaban en el pasillo, me tomó de la mano y nos fuimos corriendo hasta los lugares del fondo. Me senté junto a la ventanilla y ella me pasó su mano izquierda por la cintura, la mano derecho se fue directo al bulto que traía entre mis piernas y que reclamaba a gritos ser liberado, lo bueno era que los asientos estaban bastante cómodos y eran altos, así que no dejaban ver al resto de los pasajeros las maniobras que iba haciendo Karlita que, cuando me bajó el cierre y me sacó la verga del bañador, abrió los ojos como platos y exclamó un ¡Gauu! de sorpresa al tener mi instrumento entre su mano. Bueno, no es que tenga un súper miembro, nomás 18 cms. pero tiene una forma singular: en la base es mas delgada que en el tronco y la cabeza termina en punta.

¿Te gusta? Le pregunté susurrando.

Es hermosa – me dijo. Me gustaría darle un besito

¿Y qué esperas? –le dije con un tono de reclamo. Abrió su boquita y se la metió con astucia, marcándomela toda con su labial rojo, pero empleando su lengua de una manera que me sentía tocar el cielo. Me pasaba la punta de su lengua por todo el glande, haciéndome cosquillas y la apretaba de la base, de tal modo que se me inflamaba y la hacía verse más grande. Se daba golpecitos en la lengua y me decía que le gustaba mucho, que ojalá y tardara mucho el viaje para seguir comiéndosela.

No sé cuánto tiempo más seguimos así hasta que le avisé que me iba a venir, pero ella paró de jugar con mi pene y me dijo: No quiero que se termine esto, quiero seguir chupándote la verga por mucho tiempo. Me la acomodó nuevamente dentro del traje de baño y me bajó los pantalones lentamente. Me quitó las botas despacio, recogió mi pantalón y lo puso en el asiento de manera tal que se me bajara un poco la acelerada, me sobaba el bulto que tenía en el bañador y me decía al oído:

Yo también quiero que termines, te lo voy a exprimir hasta que saques toda la leche que tienes en estos huevitos y ¿sabes qué voy a hacer después? Me los voy a comer, porque tus moquitos deben ser dulces, porque están dentro de un miembro muy hermoso y que me está dando mucho placer.

Se agachó y esta vez me pasó la lengua por los huevos, me chupaba uno, y luego otro. Me lengüeteaba en el canalito que se forma en la base de los huevos haciéndome suspirar en cada latigazo y con la mano me chaqueteaba lentamente. Regresó a hacer su labor con la cabeza de mi pene, pero yo no podía soportar más esta tortura, así que le dije que estaba por terminar. Aceleró el movimiento de su mano y se recargó en mi abdomen. Subía su mano despacio y la bajaba con más ganas hasta que le tomé la cabeza con firmeza y vio frente a sus ojos como saltó con fuerza la primera expulsión de semen que fue a dar al asiento de adelante y lo demás saltó de tal forma que le cayó en la mano y Karla seguía jalándomela más duro hasta que mi pito empezó a perder su vigor. El lomo de su mano había quedado todo salpicado de mis mecos, volteó a verme a los ojos, sacó su lengua y despacio fue levantando con la lengua la mayor parte de mi semen que había quedado en él. Creo que en ese momento mi pene volvió a dar un respingón como agonizando. Se lengüeteaba una y otra vez como si de una gatita se tratara.

Se sentó y me dijo:

Tu semen es delicioso, me gustaría que me lo siguieras dando todos los días.

Sacó un kleenex, me limpió el miembro y todavía me lo apretó sacándome la última gotita que se pudo haber quedado en el camino y con su dedo índice se lo llevó a la boca. "No quiero desperdiciar nada", me dijo. Me lo limpió completamente, lo guardó en el bañador y le dio una palmadita. Me use mi pantalón y tenía una sonrisa increíble, de niña maldosa que le han cumplido su capricho. Nos abrazamos, la besé en la frente y le pregunté cuándo sería la próxima vez que nos veríamos a lo que me contestó que nunca.

No quiso darme ni su dirección, ni su celular ni su correo, según ella para que fuera inolvidable, aunque si me hubiera dado sus datos seguiría recordando igual aquella ocasión como el día en que salí de la escuela.

Si se les presenta la cachonda oportunidad de echarse un faje, una relación, felación o cualquier tipo de perversión, arriésguense. De veras vale la pena y no repriman lo que sienten. Espero su comentario.

Un saludo.

Gustavo.