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Uy Selene

en Sexo Oral

Uy Selene

No puedo evitar sonreír cada que me acuerdo del día en que Selene aceptó ser la putita de la banda. Recuerdo que después de aquella noche en la tocada, no había comentado con nadie acerca de la experiencia vivida con esa chica quizá adolescente que estaba deseosa por descubrir el amplio mundo del sexo… y de la putería.

En alguna ocasión, un domingo por la mañana que me dirigía a jugar futbol con el resto de amigos, me encontré a Selene en un puesto de antojitos. Debo aclarar que no se trata de una supermodelo ni mucho menos. No tiene exceso de grasa y esa es una virtud. Tampoco tiene erupciones en la cara ni marcas ni nada de eso. Si bien no tiene una cara limpísima, tampoco está ensombrecida por barros, espinillas o alguna enfermedad de esas que dejan marcas a veces horribles. Tenía un culito más bien pequeño, unas nalguitas respingonas, eso sí, que invitaban a ser tocadas, acariciadas, mordidas…

Iba vestida muy desenfadada, con un short de mezclilla y debajo una lycra rosa que hacía llamar la atención, una blusita rosa que le hacía juego, unas sandalias  el pelo apenas recogido, no imaginaba que se encontraría a alguien que valiera la pena por su camino, pero sí llegué…

-          Hola, ¿cómo estás?- la saludé efusivamente con un beso en la mejilla.

-          Muy bien, ¿y tú? ¿A dónde vas? Pregunta un tanto estúpida, pues iba con el uniforme de futbol y mi maletita con mis tacos y espinilleras, propias para ir a practicar el deporte.

-          Nos toca jugar a las ocho en la unidad deportiva de la colonia, ¿quieres venir? Me gustaría platicar acerca de lo que pasó la semana anterior en la tocada de tu barrio, pero creo que ahora no es el momento ni el lugar, no sé si puedas…

-          Claro que sí, me voy a divertir un rato contigo viendo los goles que metas… pero en tu portería… jajajaja…- reímos los dos, porque yo nunca he sido una estrella del deporte ni mucho menos.

-          ¿De verdad vas a ir? Mira que si no vas voy por ti a tu casa de la oreja ¿eh?

-          Claro que si… En media hora estoy ahí- para asegurarme le pedí su número de celular, que marqué inmediatamente para que ella tuviera el mío, le dije; aunque realmente lo hice para asegurarme que me estaba dando su número realmente. Al verlo vibrar y mi número telefónico como llamada entrante, pude asegurarme que así había sido y me despedí.

-          Entonces por allá te veo- me despedí dándole otro beso en la mejilla y le dije muy quedito al oído: Tengo muchos planes en la cabeza desde que pasó la semana anterior, hay veces que hasta el sueño me robas.

-          Jajaja… sólo se rió y me dijo adiós con la mano.

Llegué y aún no empezaba el juego. Apenas nos completábamos, así que me metieron a jugar. Como ya había mencionado anteriormente, no soy un as del deporte, así que nos defendimos como pudimos, hasta que cayó un gol en contra. Se pensaría que es un resultado adverso, pero para las condiciones en las que nos encontrábamos, nos resultaba favorable. Así llegó el medio tiempo, y llegaron más compañeros que, obvio, juegan mejor que yo y que se hacen los cambios. Estaba sentado bañado en sudor cuando llegó Selene vestida solo con la lycra rosa y una blusita blanca que le respingaba un poco más sus pechitos que declaraban no haber sido atacados por muchas manos, hasta ese momento.

-          ¿Cómo van?

-          Vamos perdiendo uno cero, pero como si fuéramos ganando, la mayoría vienen crudos, pero ya están llegando refuerzos.

Los otros dos compañeros que salieron para que entraran los que venían frescos se fueron a gritar por las bandas dejándome sólo con Selene, a quien abordé de inmediato, pues sólo tenía 45 minutos para avanzar antes de que llegaran el resto de banda, que iban a caer como pirañas, pues lo que es de uno, es de todos.

-          La semana anterior me dejaste de piedra- le dije acercándome con temor de que me rechazara, pues estaba bastante sudado y quizá podría molestarle mi olor.

-          La verdad es que a mí también me gustó la aventurilla.

-          Pues con esas palabras me haces pensar que te gustan las emociones fuertes, tanto como a mí-. Y me acerqué un poco más contagiándola del calor que traía por el esfuerzo casi extrahumano por jugar a un ritmo acelerado.

-          No me pongas a prueba, porque te vas a sorprender.

-          Pensé que me mandarías a bañar antes de entablar plática conmigo, creí que te daría asco el olor a sudor.

-          El olor a hombre me atrae, lejos de molestarme.

-          Así que te gusta el olor a macho- le dije rifándomela, o me mandaba a la fregada por a hablarle así o elevábamos de tono la conversación, afortunadamente sucedió lo segundo.

-          Ya nos estamos entendiendo, me dijo, mientras posaba una de sus cálidas manitas sobre mi muslo sudado.

-          Tu y yo podríamos vivir muchas experiencias inolvidables- dicho esto al oído, la abracé rozando con mis dedos la base de sus pechitos que se erguían desafiantes a la gravedad.

Estábamos bajo un la última grada bajo la sombra de un árbol, así que lo que pudiéramos hacer iba a ser difícilmente percibido, además de que ya sabemos lo imbécil que nos pone a los hombres el ver un partido de futbol.

Empezó a acariciar mi muslo de arriba abajo y me dijo:

-          Debes tener el pene bien sudadito.

-          No te quedes con la duda-. Le tomé la mano y se la subí hasta mi miembro que ya estaba empezando a ponerse erecto.

Por debajo del short me lo masajeaba, desde la base hasta la punta, me estaba masturbando en pleno partido. Lo hacía suavemente, me encantaba sentir su manita caliente en todo mi miembro.

-          No te quedes con las ganas, dale una lengüeteada, que ya sé lo mucho que te encanta el pene.

No se hizo de rogar, se agachó y me sacó el miembro por un lado del short.

-          ¡Qué grande es! La verdad es que no soy un superdotado, pero mis 18 centímetros de carne nunca me han defraudado.

-          Esta es una verga de a de veras, no los pititos de tus amigos que apuradamente se les para. Y ya es hora de sentir tu lengua-. Le agaché la cabeza y le pasaba su lengüita desde la base hasta la punta, jugando con mi cipote.

Mientras hacía lo anterior, le empecé a acariciar un seno por debajo de la blusa, le pellizcaba ligeramente el pezón, que ya estaban duritos y se le marcaban en la blusa. Sentía su lengua revolotear alegremente desde mis huevos hasta la punta, deteniéndose en el hoyito urinario y moviendo aún más su lengua, haciendo que mi miembro se erectara más salvajemente. Fueron dos minutos de placer máximo, cuando se sentó nuevamente y me sacó mi mano de su sostén.

-          Es mejor que sigamos viendo el partido, porque podemos meternos en problemas.

-          Si es lo que quieres, pues va, aunque me dejaste a medias y muy emocionado.

-          Por el momento así está bien.

Quizá tenía razón, porque estaban llegando jugadores del partido siguiente y para esto, ya le habían dado la vuelta al marcador, 2 – 1, que así fue el resultado final. Mis amigos se acercaron donde estábamos porque ahí estaban sus ropas y me dijeron que la presentara. Después de una presentación escueta, por un lado Selene y te presento a un montón de gañanes, empezaron a cambiarse y a hacer comentarios acerca del partido de futbol. Le hicieron una invitación a Selene que no me esperaba, y que francamente no pensé que aceptara.

-          ¿Qué les parece si venimos en la tarde a jugar basquetbol? -. Yo pensé que era una pésima idea, tal vez ver un partido por la tv, o tomar unas cervezas, pero nunca me imaginé jugar básquet la tarde del domingo. Sólo tres amigos aceptaron la invitación, y la mayoría, como yo lo hubiera hecho, lo mandaron a la chingada.

-          Yo no tengo nada que hacer por la tarde, así que me gustaría practicar un poco de deporte, que bien que me hace falta-. Dijo, dándose un par de nalgaditas, que solo pudimos sonreír a manera de respuesta.

-          Me parece buena idea – dije, aún sin creérmelo – estará bien para mantenernos en forma.

Nos despedimos y acompañé a Selene cerca de su casa, cuando nos despedimos le susurré al oído: Espero que en la tarde se repita lo de hace un rato. “No creo, tal vez sea mejor” me dijo.

Esa tarde, al llegar al deportivo nos vestimos todos para la ocasión, con short, tenis y playera. Selene llevaba lo mismo, pero antes de jugar se quedó en la lycra rosa que llevaba en la mañana. Jugamos tres contra tres, y a mí me tocaba ser adversario de Selene. Cada que pretendíamos quitarle la pelota, nos daba la espalda y nos tallaba el culito deliberadamente, al principio mis amigos pensaban que sólo a mí me lo hacía, provocando que mi bultito empezara a aparecer, pero después nos dimos cuenta que lo hacía por igual con los tres que éramos del equipo contrario.

Parecía una gatita tallándose intencionadamente con el bulto de los tres, que, aunque no tenía unas nalgas muy grandes, nos sabía a gloria esos arrimones. Cuando los tres estábamos como burros, Toño y Luis dijeron que hiciéramos una pausa para descansar y tomar agua, luego de comentar tonterías del juego, decidimos hacer nuevos equipos para que ellos también disfrutaran de aquellas paradas de pito que nos estaban emocionando.

Selene siguió tonteando con todos calentándonos de más, hasta que dieron las 6:30 y Lalo y Pepe se tenían que ir, así que sólo quedábamos tres y Selene. Ya no quisimos seguir jugando (aunque no sé a qué estábamos jugando realmente), y ellos se dirigieron a la salida, así como estaban, pues se les estaba haciendo tarde para llegar a las siete a un negocio que se traían entre manos. Nos sentamos bajo un árbol y nos fuimos al baño Luis y yo, haciendo comentarios sobre lo caliente que nos tenía Selene.

-          Esa amiga tuya es una verdadera puta, mira que frotarse con los cuatro miembros sin importarle un pepino lo que piense cada uno de ella.

-          Es realmente genial lo que me encontré hace ocho días, ¿a poco no? Me imagino que ahorita el Toño ha de querer apuntarse con la morra.

-          ¿Crees que le suelte el perro?

-          Pues yo creo. Pero ella no es de las que les gusta tener un noviecito, creo que le gusta que la traten fuerte.

-          ¿Qué tan fuerte?-. Preguntó Luis.

-          ¡Vamos a hacer realidad todas nuestras fantasías sexuales con ella!

-          ¿Neta? ¿Crees que esté dispuesta a darnos placer?

-          ¡Claro! ¿No has visto como nos estuvo calentando sin tener un poquito de vergüenza? Vente, déjame hacer el resto del trabajo.

Pero grande fue nuestra sorpresa al salir y encontrar al Toño sentado junto a Selene dándose un beso de lengua con la mano bajo la blusa y ella acariciándole el bulto por encima del short. No dijimos nada, sólo me acerqué y les dije:

-          Vengan al baño, no hay nadie y pueden hacer lo que quieran más cómodos.

Se sentaron en una banca que está al centro y les dijimos que les íbamos a echar aguas por si alguien se acercaba al baño. Cerramos la puerta y nos dispusimos a ver, pues se podía cerrar por dentro y dedicarnos cada quien a lo nuestro sin preocuparnos por si alguien quería entrar, pues encontraría cerrado y se largaría a mear a algún árbol. Nosotros, como meros espectadores veíamos el tremendo cachondeo que se tenían Toño y Selene. Se besaban y se acariciaban todo. Él le sacó la blusa y el brassier, dejando al aire un par de tetitas pequeñas, coronadas con un pezón rosa que invitaba a ser chupado, lamido, mordisqueado…

Ella le acariciaba el pene ya por fuera, se lo había sacado por una pierna del short y le daba lamidas como las que yo había disfrutado por la mañana, llevando su lengua desde el tronco hasta la cabecita, deteniéndose a jugar con toda la extensión de la punta. Me había dado cuenta de lo que le encantaba el sexo oral.

Nos paramos junto de ellos, no había nada por cuidar, ya que el baño estaba cerrado. Viendo de cerca, se nos empezó a parar, ella estaba dándose de lo lindo con Toño y volteaba la cabeza hacia arriba para vernos de vez en cuando. Se le veía muy bien franeleándose con el Toño y alternando su mirada hacia Luis y hacia mí. El ambiente estaba muy caliente, un poco por la tarde de verano y otro tanto por el trabajo de Selene, que aún estaría más impactante.

Estábamos de pie, admirando la calidad de cachondería que se estaban dando, metiéndose mano por todos lados. Luis le desabrochó el brassier y levantó su blusa, empezó a mamarle un pezón y fue entonces cuando yo empecé a frotarme el miembro por encima del short. Con la mirada le insinué a Luis para que hiciera lo mismo. Toño estaba bajo su blusa, cubierto por la misma. Entonces me dijo sólo moviendo los labios:

-          Sácatelo.

No me hice del rogar y liberé a la presa que había debajo de mi bóxer. Salió como impulsado por un resorte y me lo empecé a acariciar frente a los ojos de Selene. Ella sólo gemía por la chupada de chichis que le estaba dando mi amigo y repasaba su lengua por los labios viendo mi pene. Vio a Luis y levantó las cejas como diciendo: “Y tú qué esperas”

Ahora eran dos miembros de tamaño regular los que se encontraban a sus costados, cada uno siendo masturbados ligeramente por nuestras manos y una boca hurgando entre sus tetas. Cuando Toño salió de debajo de su blusa se sacó de onda al vernos con los pitos de fuera y enseñándoselos a Selene, casi casi se levanta y se sale ofendido, de no ser por la cara de vicio de la niña.

Se puso en cuclillas y empezó a lamer la concha de Selene por encima de la lycra. Mientras tanto, me abrazó por la cintura y me acercó a ella para meterse mi pene en la boca. Lo saboreaba en toda su extensión y con el otro brazo hizo lo mismo con Luis para desplazar su mano y empezar a masturbarlo con suavidad. Luis la salivó y la salivó y en un acto que nos sorprendió metió su dedo índice por la costura de la lycra y la rompió de la entrepierna (¡qué hermoso se escuchó ese rrrrt!) para descubrir con agrado que Selene se depilaba la panochita para dejarse nada más una línea de vellos que hacían ver cerrada a su partecita.

Empezó a darle lengua a su concha con un gusto bárbaro, por los gemiditos que empezaba a dar nuestra amiga. Cambió de miembro en su boca y en su mano, por lo que me tocó que me masturbara. Sentía su cálida manita pelar mi plátano cuando tantas veces lo hice yo, solo que ahora que me estaban masturbando la excitación era al doble. Al centro había una banquita del ancho de una persona, en donde estaba sentada Selene. La acostamos y continuamos con la misma labor: Toño y yo a su lado y Luis seguía lengüeteando su entrepierna, ya le había hecho un hoyo considerable a la lycra. Luis ya había sacado su herramienta del short y cuando estaba descubriendo la punta para penetrarla le dijo:

-          Desde la mañana que viniste vi en tus ojos el brillo que sólo las putas pueden tener. Ahora vas a tener la verga que andabas buscando, y creo que no vas a olvidar este día, el día de tu inauguración con tu nuevo grupo de amigos.

Se dedicó a darle riata sin piedad, penetrándola de tal forma que, a cada sacudida le hacía temblar las pocas chichis que tenía. Luis y yo estábamos disfrutando de la masturbada, cuando él decidió sustituir a Toño y ahora le tocaba darle caña a Selene y Toño y yo ser acariciados de los huevos y la riata. Selene empezaba a gemir un tanto fuerte, me daba temor que nos fueran a descubrir y hasta los separos fuéramos a dar… pero ganó la calentura.

Se estaba volviendo un concierto de gemidos e insultos. El primero en decir uno fue Luis y le siguieron muchos más…

-          Muchos gemidos y poca acción. Ponte a mamar verga, que es lo que andabas buscando desde la mañana que viniste al partido-. Y le metió su miembro hasta la mitad, la pobre de Selene se atragantó, pero no perdió el ánimo para nada.

-          A esta vieja le entra más riata que a un pozo-. Dijo Toño mientras se ponía las piernas en los hombros y le daba sin piedad. Está bien mojada, siento chulo chulo como se le va toda.

Cuando fue mi turno, lo hice lento, a comparación de mis amigos que le taladraban la pepa haciéndola casi gritar de excitación. Levanté sus piernas sin doblarle las rodillas, quedaba abierta como un compás, le agarraba la parte trasera de las rodillas y le metía el pene lo más profundo que llegaba, y cada que mis huevos chocaban con la base de sus nalgas iba acompañada de un ugggh de su parte. Lo hice unas diez veces, llegándole hasta lo más profundo de su vagina.

-          Aúlla comola perra que eres, verga es lo que andabas buscando, verga encontraste. Ahora disfruta cada centímetro de carne que te atraviesa.

-          Argh, argh, aaahhhhhhhh… denme más placer, quiero más…

-          Mira si es puta esta vieja –dijo Luis-. Es el primer día que la conocemos y ya la estamos ensartando entre los tres, jejeje lo que nos espera con esta golfita.

Le daba con ganas unas veces hasta los mismísimos huevos, y le cedía el lugar a Toño. Él le daba un momento y le daba chance a Luis después. Así estuvimos un rato y sus lycras ya eran un guiñapo, pues nunca se las quitamos. El primero en terminar fui yo. Ya no aguantaba estar limando y le avisé que ya estaba por venirme.

-          Échamelos en la cara. Quiero sentir la leche calientita.

No me hice esperar y le saqué el pene, me acerqué a su cara y me di dos chaqueteadas que me hicieron lanzar tres disparos de semen en una mejilla. La imagen hizo calentar a mis amigos y Luis tomó lugar en su vagina para acelerar sus movimientos y terminarle con unos grumos en la frente. No sé por qué, pero su leche era un poco más espesa. Toño de plano no se la volvió a meter; se puso junto a su frente y ahí le echó unos lechazos que le fueron a parar hasta la blusa. Le exprimimos hasta la última gota a nuestros penes para dejarle todo nuestro néctar en su carita. Nos sentamos en el piso y ella se quedó tendida en la banca del centro. Sólo la vimos y sonreímos. No hacía el mínimo intento por limpiarse.

Al poco tiempo, se pudo de pie y dijo:

-          Miren cómo me han dejado -.

Era una piltrafa, con el rostro glaseado de mocos, la blusa salpicada y la lycra era un pedazo de tela. Le dimos papel higiénico que había en el baño, pero nos lo agradeció y nos dijo que así se iría a su cara, pero necesitaba un short. Nos sorprendieron sus palabras; Toño se quitó el short y se lo dio. Se lo puso y, aprovechando que ya había oscurecido, nos fuimos caminando como si nada.

Íbamos platicando acerca de cuándo nos podíamos ver para salir a dar a la vuelta o algo así y por la sombra de la noche no se advertía que uno de nosotros iba en bóxer y Selene llevaba la cara llena de grumos. Después nos contaría que se lavó la cara hasta las de la noche, ya que en su casa no había nadie y así estaba viendo la TV, con su mascarilla de esperma, que para entonces a se había secado. Uy Selene, y esto apenas empieza.