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Yo, disímil

en No Consentido

YO, DISÍMIL

En medio de la oscuridad de la noche la vi, caminaba por las calles céntricas de esta urbe, presurosa, temerosa, pude percibir su temor, es un aroma ligero que te agudiza los sentidos, que te hace vibrar y acelera tu pulso, es una droga que cada vez se hace mas intensa y por supuesto mas necesaria…

Veintidós años como máximo, esa edad le calcule, tez morena, cabello negro semiondulado, delgada pero con unos senos demasiado grandes para su talla y estatura, piernas delgadas, piernas torneadas… falda corta entubada arriba de la rodilla, blusa blanca de manga larga, me pareció el uniforme de su trabajo.

Al principio no pude ver su rostro, ella caminaba hacia mi, pero en la acera contraria, su silueta y la de sus senos altivos e irreverentes, semialumbrados por las luces de la avenida despertaron mi deseo, despertaron eso que en mi vive…

Cerré mi puños y mire a mi alrededor, busque inútilmente algo que me detuviera, alguien que me hubiese visto, alguien que después me identificara, pero fue inútil, ni un auto, ni una persona, ni una ventana iluminada, solo ella y yo; deje que ella pasara a mi altura sin voltear a verle, una vez que paso, cerré mi chamarra de piel y crucé la calle para alcanzarle, mi corazón comenzó a latir rápidamente, cualquier cazador sabe que hay que ser precisos, rápidos…

Lunes, 11:40 p.m., todo parecía estar a mi favor, apresure el paso, trate de caminar a su ritmo para evitar notara mi presencia antes de tiempo, no pude evitar preguntarme: ¿Qué haces fuera a esta hora? ¿Qué te orilla a exponerte? ¿Por qué te me ofreces así? ¿Por qué nadie me lo impide? ¿Por qué me importa?

Estaba ya muy cerca de ella y ambos de la esquina, ahí ya había mas luz, así que tenia que actuar de inmediato, estaba yo a tres pasos de ella y sentí mi erección, sentí que entonces cambiaba, me transformaba, ella sintió mi presencia porque acelero un paso, pero fue muy tarde, ya había yo decidido tomarle, y así lo hice, la sujete firmemente del hombro derecho y la jale hacia un portón de una vieja vecindad, un viejo lugar conocido, trato de gritar pero le sujete firmemente y la empuje para que se sentara en un peldaño de la escalera, no le di tiempo y le abofeteé, le dije con un tono firme:

Si gritas te mueres, coopera, solo serán unos cuantos minutos y después te iras

Un haz de luz ilumino accidentalmente su rostro, y la pude entonces ver, era bella, inocente, casi angelical; ello me turbo y me hizo casi desistir, pero mi otro yo me lo impidió, entonces me acerque a ella y sujete sus muñecas, ella sollozando me decía: "no" le dije que no hiciera ruido o mis demás amigos me ayudarían a callarle, eso funciono, a partir de ese momento ese "no" seguía igual de firme pero su tono fue mas débil antes de que su voz se ahogara con la cinta adhesiva que coloque en su boca, saque de mi bolsillo dos cintas de seguridad y se las coloque, una en las muñecas y otra de sus muñecas al pasamanos de metal de las escaleras, para dejarla sin movimientos, entonces, sin miramientos le jale la blusa y los botones saltaron, la vista de sus senos fue interrumpida por un top deportivo que les aprisionaba y sin perder mas tiempo lo jale, sus senos eran impresionantes, pero sin duda lo que mas me excito fueron sus pezones erectos, un signo que me confunde siempre, pues pareciera que en ese momento lo que hago en verdad lo desea.

Me di mi tiempo y acaricie sus senos, los apreté, los bese, los amase y mordisquee suavemente, en suma, los disfrute, ella como las demás solo gimoteaba y cerraba los ojos, quizá imaginando que nada de eso pasaba, y debo aceptar que lo disfruto, disfruto viendo el llanto ahogado y la desesperación en su ojos, me hace sentir vivo, me hace sentir fuerte…

La coloque de rodillas y subí su falda, acaricie sus piernas y nalgas y la penetré fuertemente, sin preámbulo, sin aviso, sin consideración, su grito ahogado de dolor avivo mi placer, comencé con el vaivén violento, fuerte y profundo, ella trataba de liberarse estirando sus pierna e intentando golpearme con ellas, pero solo deje caer mi peso sobre ella para que desistiera, continué con el vaivén y su esfínter comenzó a ceder cada vez mas por lo que acelere mis movimientos, debo confesar que prefiero la presión de un esfínter antes de que comience a ceder, me salí de ella y comencé a masturbarme, ella como pudo se sentó en el escalón esperando lo siguiente, pero solo me acerque para terminar en su rostro, fue perfecto, mi semen y sus lagrimas se mezclaron hasta escurrir en sus senos, arregle mi ropa y antes de despedirme le tome una foto con mi celular, me acerque a su oído y le dije lo que tanto me excita decir al final:

Sé quien eres, ve a casa y olvídalo.