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Ávida Furtividad

en No Consentido

ÁVIDA FURTIVIDAD

¿Como dejar de ser? ¿Como no disfrutarlo? ¿Cuándo se detendrá?, si, me lo he preguntado; antes dentro de mi sentía ese algo que me frenaba, pero con el tiempo solo lo hizo crecer mas dentro de mi, como un instinto, algo que esta en tu naturaleza y no lo puedes evitar. Lo ansío, en verdad; quizá algún día cuando le satisfaga, cuando se sienta completamente saturado ese instinto, abra los ojos por la mañana y solo me deje pensar en una palabra: "detente".

Son muchas noches las que paso sin dormir, me duele la cabeza la mayor parte del tiempo, de día y de noche pienso en ello, trato de distraer mi mente, trato de ya no pensar en ello, pero no puedo, me es inevitable, cada día perfecciono más y mas, cada día cubro mas detalles, y debo reconocerlo, día a día lo hago mejor. Es como una sobredosis de adrenalina, una explosión interna de violencia; el deseo y la pasión son muy cortas para describir lo que siento, solo sucede, a partir de ahí solo necesito escuchar lagrimas y gritos, necesito vivirlo y estremecerme por dentro al escuchar quejidos mezcla de dolor y angustia; he aprendido que es mejor no tener una preferencia por un tipo de mujer, ello lo hace mas interesante, ello lo hace mas intenso, nunca aburrido.

Ayer la vi, no tengo reloj, pero sabia que era mas de la media noche, no podía dormir y estando así de inquieto solo puedo ejercitarme hasta cansarme para solo así poder dormir unos cuantos minutos; aunque siempre llega así, de momento, de una manera imprevista, es como un escalofrío que se sabe vendrá y la sorpresa no es el sentirlo, sino la intensidad que tendrá en ti; esa señal me hizo asomarme por la ventana; la vi, la luz de la calle le iluminaba, joven, no mas de veinticinco años, tez blanca y cabello castaño, muy largo y rizado; llevaba un uniforme de enfermera, vestido blanco y suéter verde; desde el cuarto piso de mi departamento no podía apreciar su cuerpo, pero eso despertó mi interés, la seguí con la vista.

Entró al edificio frente al que vivo, nunca la había visto, no sabia de ella, quizá tendría suerte, espere, todos las luces de los departamentos del edificio de enfrente estaban apagados, se encendió la luz de uno, seguro era el de ella, un quinto piso, casi frente a mi ventana, su cortina era delgada, pude ver como se dirigió a la cocina, abrió el refrigerador y algo sacó, se alejó de la luz y no pude ver mas, -comencé a planear-; minutos mas tarde vi como apago la luz de la cocina y se encendió la luz de lo que imagine era su cuarto, era un haz de luz mas tenue y la puerta le servia de marco, no podía distinguir nada, aun así imagine, como se despojaba del uniforme, como se preparaba a dormir sin saber, sin presentir, sin imaginar, ella ya era mía aun cuando todavía no lo sabia.

Pase toda la noche en vela, pensando, imaginando, resolviendo dudas, resolviendo el como lo haría.

Horas mas tarde, aun de madrugada, quizá entre cuatro y media y cinco, me vestí, estaba exaltado, me gusta vestirme para la ocasión, color negro, eso siempre ayuda; salí de mi departamento y baje, cruce la calle, aun no había mucho ruido, todo ello lo conocía, sabia bien que a esa hora solo tenia que cuidarme de no ser visto por un vendedor de periódico, cruce la calle rápidamente y entre al edificio de ella, al igual que el mío no había nadie que cuidara de la entrada, busque cámaras de seguridad, era poco probable que existieran, pero la costumbre me hizo buscarlas.

Subí por las escaleras que se encontraban al final del pasillo, debía conocer el área, aprendérmela; todos los pisos eran iguales, tenían luz en el pasillo principal y el ascensor se encontraba a la mitad del pasillo de cada uno de los pisos, justo donde se encontraba la lámpara que iluminaba cada pasillo imitando un pequeño farol, me detuve hasta llegar al cuarto piso, justo frente a las escaleras igual que en los demás pisos, estaba un departamento, el 402, se rentaba al igual que el contiguo, el 403, era perfecto; subí al quinto piso, deduje que el departamento de ella era el 504.

Regrese con los mismos cuidados a mi departamento, prepare mis cosas, seria una pequeña espera, pero valdría la pena; la alborada se hacia presente, quizá eran ya las siete de la mañana, decidí no ir, lo valía, marque a la oficina, le dije en tono amable a esa perra:

hoy no puedo ir, estoy enfermo.

Colgué.

La vi salir, era la hora de la comida, tenia trabajo vespertino, seguro regresaría cansada; encima de mis ropas me puse el overol uniforme de una compañía de cable, la gorra y una maleta completaron mi disfraz, reí para mis adentros, sabia que algún día lo utilizaría.

Entre al edificio de ella. Como en toda urbe, nadie te observa a pesar de que pases junto a ellos, menos aun cuando caminas a un ritmo distinto, te vuelves en automático un obstáculo a flanquear, en un tonto al que no vale la pena ni siquiera mirar.

Departamento 504. Toqué a la puerta, nadie abrió, espere dos minutos, use las ganzúas y entre al departamento, las fotos en una vitrina me dijeron lo que yo sabia, vivía sola; a veces me sorprende que de mis elegidas siempre he tenido la certeza de su forma de vida, es como si de ellas sintiera emanar sus miedos, sus inseguridades, sus fortalezas, y con solo verlas lo asimilara. Entré a su cuarto, busqué en su ropa y lo tomé, lo guarde en mi maleta rápidamente, Salí de ahí, baje un piso, abrí ahora el departamento 402, justo frente a las escaleras, entré, saque la cinta adhesiva y periódico de mi maleta y cubrí rápidamente las ventanas, una vez que respiré el vacío y oscuridad me sentí tranquilo, ahora solo debía esperar.

Quizá eran ya las nueve o diez de la noche, una rendija en la ventana me hizo ver menos gente en la calle y nulo transporte publico; debía prepararme, me quite el overol de la compañía de cable, saqué de mi maleta lo que necesitaría mas tarde, lo acomodé en el piso, abrí lentamente la puerta, salí y me dirigí al elevador, quite el foco de la lámpara que pobremente brillaba y la penumbra se apodero del pasillo, subí por las escaleras hasta el ultimo piso al ático; presione desde ahí el botón del elevador y una vez que abrió, lo trabé colocando un desarmador en la puerta que le impedía cerrarse, baje nuevamente hasta el 402, antes de entrar quité el anuncio de "SE RENTA" del 403 y del mismo 402, cerré la puerta y me dirigí a la ventana principal que daba a la calle, la abrí muy poco, lo suficiente para sacar un pequeño monocular flexible y vigilar desde ahí toda la calle y la entrada del edificio, ahora solo me restaba esperar. Cada minuto de espera aceleraba mi pulso.

Era ella, la vi desde lejos, puse atención a su caminar, parecía no querer llegar, quizá intuía, quizá imaginaba, en algún momento a lo lejos volteo hacia el edificio y fue como si me viera directamente, su rostro era limpio, sin maquillaje, sus facciones eran bellas, tiernas; el solo imaginar su rostro angelical con llanto, me excitó.

Abrí la puerta del departamento, solo lo suficiente para escuchar; primero silencio, poco a poco escuche pasos subiendo la escalera, era ella, en los pasos se escuchaba desgano, cansancio, pero eran de una persona ligera, se acercaban mas, eran mas claros, era claro que estaba ya en el descanso de las escaleras antes de subir los últimos cuatro escalones que daban al pasillo del 402 donde me encontraba, me preparé colocándome el pasamontañas, ya no había marcha atrás.

Justo cuando ella estaba en el pasillo y dio la espalda al 402, salí rápidamente y sin dudar golpeé certeramente su costado a la altura del hígado, fue fulminante, se desvaneció mientras la sujetaba por la espalda y aunque no emitió ningún grito, le coloque rápidamente un trozo de cinta adhesiva gris, la cargue hasta el departamento, cerré la puerta y la deposite en el centro de la habitación.

En penumbra total estaba el cuarto, amarré sus manos por sus muñecas detrás de su espalda, jadeaba, su respiración era dolorosa, comenzaba a recuperarse, aturdida aun por el golpe trataba torpemente de ponerse de pie, la empuje levemente solo para que se mantuviera de rodillas, su frente tocaba el piso y eso hacia que su trasero lo tuviera a la vista, deje que se recuperara.

Recuperada del golpe, aun de rodillas, trataba de soltarse, me fui al extremo de la habitación y con voz tranquila y firme, le dije:

Va a suceder, nada lo va a impedir, eres mía hasta que lo decida, si te portas bien no te lastimare, pero llores o no, voy a disfrutar de todo tu cuerpo.

El llanto ahogado trataba de salir por su garganta, ella aun no me veía, la oscuridad del cuarto era total, saque de mi bolsillo una barra de luz química, la agite y doble, enseguida la habitación comenzó a iluminarse de un tono verde neón, la puse en el piso un poco lejos de ella, solo necesitaba poca luz; ella de inmediato volteo a verme, abría sus ojos intentando ver mas, como al despertar de una pesadilla, tratando de identificar el lugar en donde estas.

Camine hasta ella y traté de tomar su rostro entre mis manos, se revolvió, no perdí mas tiempo, de un fuerte jalón abrí el suéter color verde que llevaba puesto, debajo traía puesta una blusa blanca algo formal, parecida a la que usan las chicas en el colegio, sus tetas no parecían muy grandes, ella comenzó a sollozar, me acerque mas a ella, su rostro difusamente iluminado en un tono verde era sublime, sus cejas delineadas en una ligera escuadra, daban a su ojos de grandes pestañas un aire de sensualidad que aun llorando se podía percibir, sujete su cabeza solo para ver como sus ojos se llenaban de lagrima, para después desbordarse en lagrimas que recorrían sus mejillas.

Traté de desabotonar los botones de su blusa, fue entonces cuando ella trató de revolverse y alejarse de mi, la tomé de la blusa y la sacudí fuertemente, la di una bofetada para centrar su atención, y nuevamente le hable, esta vez en un tono mas enérgico, acercando mi rostro al suyo le dije:

Entiende que va a pasar,¡¡ya eres mía!! viva o muerta haré de ti lo que me plazca, si quieres estar bien solo déjame hacer.

Volví a su blusa, esta vez desabotoné uno a uno los botones rápidamente, abrí su blusa y jale su bra hacia arriba, sus tetas brincaron al liberarse bruscamente del sujetador, amase sus tetas con ambas manos, pellizque sus pezones primero levemente, luego mas fuerte, me gusta sentir como a pesar de todo siempre se erectan sus pezones, siempre; moje mis dedos índice y pulgar de ambas manos con mi saliva y pellizque sus pezones fuertemente, un quejido salio de su garganta que se ahogo en su boca sellada por la cinta.

La empuje y su rostro se recargo en el suelo mientras su culo se erguía frente a mi, llevaba una falda un poco justa que hacia ver su culo en forma de corazón, me coloque tras ella y se la subí rápidamente, ella trato de recostarse para impedir esa posición; le golpeé las costillas para evitar forcejeara mas, cayó sobre su costado izquierdo y el dolor le hizo adoptar una postura parecida a la fetal, me acerque a ella y le jale fuerte y rápidamente su pantaleta, un moreno y lindo culito era lo que ocultaba, chupe mi dedo índice izquierdo y se lo metí por su ano, enseguida dio un pequeño salto aun cuando todavía no se recuperaba del golpe; me gustó sentir lo estrecho de su culo, era un buen augurio de lo que estaba por venir.

La coloque nuevamente de rodillas con el rostro sobre el piso, abrí los botones de la bragueta de mi pantalón y saque mi verga, podía sentir las palpitaciones de mi acelerado corazón en las venas de mi pene, estaba a mil, acerque mi rostro a su hermoso culo y aspire su aroma –el solo recordar esa esencia natural me estremece-, escupí en su culito y dispuse mi miembro en la entrada de su ano, me gustó ver el contraste entre mi verga y su culo, no solo por mi tez un poco mas oscuro que la de ella, sino por la diferencia aparente de tamaños entre la entrada de su culo y mi verga, aunque sabia que entraría, lo sabia y ello me excitaba mas y mas solo de pensarlo.

Sujete mi falo y de un solo empujón logré introducir la mitad, ella de inmediato comenzó a intentar moverse de esa posición para evitar que la siguiera sodomizando, los intentos de ella solo hicieron intensificar las sensaciones que ahora sentía, de mi cinturón saque una pequeña daga y se la coloqué al cuello, esperé que lograra recuperar el aire y le dije con un tono de voz grave:

Tranquilízate perra, no te opongas, piensa que esto es un sueño, imagina que lo que estas sintiendo es como si estuvieras con tu novio; si te opones, si te mueves cuando no te lo pido, no te mataré pero te haré sufrir tanto y tan lentamente que desearas la muerte. Solo serán unos minutos más.

Asintió levemente mientras sollozaba, así que sin dudarlo mas introduje a tope mi miembro en su culito, ella ahogó en un quejido a boca cerrada por la cinta, el dolor que le había causado, pero era claro que deseaba gritar, era claro cuanto había dolido.

Si, quizá ese fue el principio, quizá así comenzó todo, si lo has sentido lo sabes, es intoxicante recibir placer al inferir dolor, sentir mi verga dentro de ella, abriendo paso por ese estrecho culo y saber que ellas son mías; en esos instantes ellas ya no son fuertes, ya no son libres, no son nada, absolutamente nada; solo lo que yo quiero, lo que yo deseo, como y cuanto yo quiera, solo son mi placer, y sus quejidos, sus lagrimas solo alimentan el instinto que llevo dentro, solo me hacen ser mas como soy.

Ahí estaba ella, llorando y balbuceando mientras mi verga estaba ya dentro de su ser, me detuve un momento para sentir, para después recordar; me acomode, ahora venia lo mejor, sujete su cintura como si quisiera levantarle pero sin sacar mi verga, abrí el compás de mis piernas y sin aviso comencé a penetrarle rápidamente por el culo, ella comenzó a quejarse fuertemente, trato de zafarse pero la forma en que le había sujetado se lo impedía, podía sentir en cada embestida profunda como mi verga exploraba su interior con cada vez mayor resistencia, era evidente que a ella le dolía, su esfínter se empeñaba en impedirme ingresar; en un momento ella trato de zafarse, casi lo logró y yo respondí con una embestida fuerte, ahí fue cuando ella se desvaneció, había sido demasiado y su mente prefirió no sentir mas dolor, solo le solté para acostar su cuerpo boca abajo sin resistencia y separe sus piernas, me recosté sobre ella y le penetré, de inmediato sentí distinto, era su concha en donde estaba, la lubricación y la tibieza de su vagina era sumamente distinta, comencé a bombear, estaba cerca mi orgasmo, quizá la reacción inconsciente de su cuerpo por la penetración le hicieron despertar de su inconciencia, en cuanto me sintió su primer impulso fue cerrar las piernas y se trato de incorporar, mi peso se lo impidió, pero susurrándole al oído le dije:

Esto ya casi acaba, has sido buena, si quieres vivir, sigue así.

Su cuerpo volvió a relajarse, esta vez consiente y me permitió penetrarle, pude sentir como su vagina se lubricaba cada vez mas, su cuerpo reaccionaba a la estimulación a pesar de que sabia ella no me deseaba. Fue entonces cuando paré y la hice sentarse sobre el suelo, me puse de pie frente a ella y me dispuse a terminar en su cara, ella intento hacerse a un lado, pero utilicé nuevamente mi daga con la mano izquierda mientras con la derecha me masturbaba, sin decir palabra alguna ella entendió, y con la daga en su garganta me dejo hacer, solo pasaron un par de minutos cuando mi orgasmo llegó, fue abundante mi eyaculación en su rostro, aquel cuadro era lo que esperaba, rápidamente saque mi pequeña cámara digital y amenazándole nuevamente con la daga le tome dos fotografías, me acerque a ella y mi semen en su frente y ojos comenzaba a escurrir, le embarre por su mejilla y senos, disfrute verdaderamente de ese momento, su llanto ahogado y la desesperación en su ojos, me hicieron sentir vivo, fuerte, simplemente aquel cuadro era perfecto, mi semen y sus lagrimas se mezclaban y escurrían, me acerque a su oído izquierdo y le dije:

No olvides que yo sé quien eres, no regresaré, lo prometo, solo debes olvidarme y cumpliré mi promesa.

Saque de mi bolsillo un gotero con cloroformo, puse un par de gotas en una estopa pequeña que llevaba en uno de mis bolsillos y sin darle oportunidad se lo coloque en la boca y nariz. Salí de ahí con mayor precaución.

Son ya las nueve de la mañana; me encuentro en mi habitación, recostado en la cama, recordando, tratando de entender, esperando el haberme por fin saciado, aun no lo sé, pero de momento ya no siento ese vacío en mi ser, por el contrario ahora tengo una necesidad de sentirme normal, de olvidar, de volver a la rutina y esperar, quizá ya no vuelva ese deseo de atacar, quizá.

Suena el timbre de mi departamento, me levanto sin muchas ganas, aun llevo la ropa negra, solo abro un poco la puerta y asomo el rostro, es una chica que sin mayor preámbulo me dice:

Hola, disculpe la molestia, soy su nueva vecina del departamento de abajo, me parece que tiene una pequeña fuga de agua en su baño, pues el techo de una de las habitaciones de mi departamento tiene humedad, ¿podría mandar repararlo?

Solo atino decir que si, que lo haré pronto, no digo mas y cierro la puerta, me falta el aire, seguro ella se quedo desconcertada con mi actuar, pero no podía continuar hablando, siento un nudo en la garganta y un escalofrío recorre lentamente mi cuerpo; me siento débil y mis ojos solo atinan llenarse de lagrimas, me siento confundido, por dentro siento una mezcla de coraje y desesperación, pues solo puedo pensar en dos cosas: los lindos ojos de la chica, mi nueva vecina, y cuanto anhelo que ella no viva sola, que alguien la proteja.