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En el trabajo hay una chica, bueno ya más bien una mujer que se llama María José, la conozco desde que entré a trabajar en esta empresa, es una mujer de físico normal, tiene ya las curvas típicas de haber dado a luz a una criatura, pero dentro de eso no está nada mal.

Hemos trabajado siempre en el mismo departamento y siempre con buenos resultados, somos personas serias y entregadas a nuestro trabajo, siempre nos hemos tratado con respeto y admiración mutua, ambos somos casados y ya se sabe que en los trabajos todo el mundo siempre está pendiente de que haces, ya no solo en el ámbito laboral si no también fuera de él. Pocas han sido las veces que hemos estado juntos fuera del quehacer cotidiano.

Ni que decir tiene que como hombre, en esto si que tengo que decir que todos los hombres somos o iguales o muy parecidos y el que lo niegue miente como un bellaco, me he sentido siempre atraído por ella, lo que sucede que mi sentido de la responsabilidad siempre ha evitado que fuera más allá y la tirara los trastos con descaro, bueno esto ha sido hasta hace poco.

Hace un par de meses tuvimos que realizar un duro esfuerzo para acabar un trabajo, ya sabemos que con la crisis actual y como están los trabajos no es como para ponerse tiquismiquis a la hora de no echar horas extras. Tuvimos que estar un par de semanas quedándonos en el trabajo casi quince horas diarias, eso llevaba implícito, desayunar, comer y cenar juntos, incluso la llevaba a su casa por las noches.

Una de las noches en las que estábamos cenando, salió la conversación del sexo con la pareja, y la verdad que nuestras respectivas parejas no quedaron muy bien paradas, también y todo hay que decirlo que cuando te vuelcas en el trabajo poco tiempo queda para la otra persona, nunca hay que buscar culpables ya que en las relaciones todo va a un cincuenta por cien de esfuerzo y dentro también está el sexo. Bueno pues estuvimos charlando y nos dimos cuenta de que la atracción que yo sentía por María José no era solo mía, ella también se sentía atraída por mí. Un par de días después cenamos nuestros habituales bocadillos y reanudamos el trabajo, ya eran casi las once de la noche y no quedaba nadie en la oficina, nosotros ocupábamos un despacho a la otra punta de la salida y en la puerta estaba el bedel, Juan Carlos, un señor de unos cincuenta años, de color, bastante corpulento y la verdad que muy agradable y servicial, se le podía encargar cualquier tipo de trabajo que siempre lo realizaba con una sonrisa en la boca.

Una vez seguimos con la tarea, ocurrió lo que tenia que ocurrir y que no había sucedido en todos los años que llevábamos juntos, que ya eran cinco o seis, me acerqué a ella para darle unos papeles, medí mal la distancia y me quedé muy cerca de su boca, cuando me quise dar cuenta, mis labios estaban junto a los suyos y mi mano buscaba su nuca para que no pudiera zafarse del beso que la estaba dando, tampoco opuso mucha resistencia todo hay que decirlo, nuestras lenguas se entrelazaban ahora y se buscaban en el interior de su boca, mis manos comenzaron a tocar aquel cuerpo que siempre había anhelado poseer, ella por su parte me comenzó a despojar de la camisa, sus manos subían por mi vientre hacia mi pecho, no soy un tío nada fuera de lo común pero me gusta cuidarme, mido un metro ochenta, soy castaños, llevo el pelo corto a cepillo y un bigote bastante poblado, voy al gimnasio un par de veces en semana lo que me vale para estar en forma un tener tripa, peso cerca de setenta y cinco kilos, y mis ojos son de color marrón, como ya he dicho soy un tipo bastante normal, lo que ocurre es que en conjunto gano bastante y me personalidad ayuda mucho, no soy el típico ligón de fin de semana, soy más bien "ligón" de fondo. Así mismo he de reconocer que solo he sido un par de veces infiel a mi mujer, como he dicho antes soy un hombre y no puedo evitarlo, más bien no quiero evitarlo, me guata el flirteo y lo que ello conlleva aunque a veces, la mayoría de ellas, no hago nada con la persona en cuestión.

Finalmente me quedé con el torso al descubierto y ella me lamia los pezones, yo luchaba contra su blusa y su sujetador, cuando lo quité dejé unos buenos pechos al descubierto, algo caídos pero preciosos, de manera instintiva la comencé a lamer sus pezones y a mordisquearlos, la subí encima de la mesa para hacerlo mejor, echaba su cabeza hacia atrás y arqueaba su espalda, la tumbé encima de las hojas que había en el escritorio y empecé a lamerla y comerle sus pechos, fui bajando poco a poco por su vientre, mientras acariciaba sus piernas, estaban duras y fuertes, eso me encanta en una mujer que tenga unas buenas piernas, al llegar a su sexo que estaba húmedo y caliente, arranqué de cuajo el tanga que llevaba puesto, ella soltó una carcajada y me dijo que la debía un tanga, con mis manos en su vientre mi lengua inició una serie de movimientos en su clítoris, ella empezó a gemir y agarró mi cabeza, decía cosas pero no alcanzaba a oírla bien, mi lengua seguía dándola placer y mis manos la acariciaban por sus muslos prietos, el olor amargo que emanaba su sexo caliente y húmedo hacia que yo me estuviera poniendo a mil. Mi mano recorrió su muslo hacia arriba y acabaron dos de mis dedos dentro de su coño, los empecé a mover lentamente y ella movía su pelvis al mismo ritmo, busqué su punto "g" y seguí agitando mis dedos esta vez más rápidamente,

mi lengua seguía estimulando su clítoris, hasta que noté como arqueaba su espalda y la daban unos espasmos fuertes, se acababa de correr, se incorporó me bajó los pantalones y se metió mi pene en su boca, tengo una polla normal, pero se la tragó entera y sin rechistar, me estaba haciendo una buena felación, de pronto la puerta del despacho se cerró, pegamos los dos un brinco nos giramos para ver que era el bedel el que había entrado y cerrado la puerto, lo que significaba que había estado viendo toda la escena, nos miraba con ojos lascivos, sobre todo a María José que tenia sus pechos al aire y los pantalones bajados, nos quedamos unos segundos parados sin saber que hacer ni que decir, me pareció una eternidad, Ella con voz maliciosa le dijo: "Juan Carlos ya que estas aquí ¿porque no te unes?" Como si no hubiera pasado nada y delante del negro se arrodilló y siguió con lo que estaba, chupándome la polla, el bedel se fue despojando de la ropa y para ser una persona madura no estaba nada mal, lo mejor para ella supongo fue cuando se bajo los pantalones y los calzoncillos dejando ver una verga de considerable tamaño.

Yo me tumbe boca arriba sobre la moqueta, mientras María José seguía a cuatro patas haciéndome una buena mamada, el negro se puso detrás de ella y de un golpe clavo su polla en su sexo, creo que le debió de llegar hasta los riñones, comenzó a bombearla y ella tragaba a su vez mi pene, la verdad que la escena me estaba excitando cada vez más y no aguanté mucho, me corrí en su boca, ella tragó todo con ánimo y me limpió mi pene, mientras seguía recibiendo las sacudidas que el negro la estaba dando, yo como estaba delante de ella la tenia sujeta por los brazos y la lamia sus pezones que parecían que iban a salirse de su pecho los tenia encrespadísimos. Seguía subiendo y bajando y aquel príapo la debía de estar haciendo polvo, el negro la dijo que se iba a correr, ella salió de él y se puso a chuparle la polla, aproveché para ver bien la acción y me di cuenta de que la polla del negro no la tragaba como la mía, debía de medir al menos veintidós centímetros, y María José se lo estaba tragando entero, Juan Carlos echo la cabeza hacia atrás y dio un resoplido se estaba corriendo y ella lo estaba tragando todito. Cuando le dejó el sable reluciente a negro quedamos tirados en la moqueta, había sido genial.

Lo que estaba claro es que esto lo volveríamos a repetir.