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INTRO

Os voy a contar el episodio más oscuro de mi vida, de eso hace ya 25 años.

Eran años de descubrimiento de todo lo relativo al sexo, las hormonas fluían alteradísimas por todo el cuerpo, no creo que pasara una sola hora sin pensar en algún instante en el sexo.

Lo más importante de por aquel entonces era satisfacer mi curiosidad, tenía que saber más sobre lo que me estaba pasando, el por qué el cuerpo me exigía tanto. Vivía en un pueblo muy pequeño del interior, realmente en ese ambiente era muy difícil calmar esa curiosidad, la información era nula, no como ahora, todo el mundo me conocía y yo conocía a todo el mundo, el acceso a una revista en la papelería o una película en el videoclub era imposible, la única fuente de información eran los compañeros del instituto o de lo que les contaban sus hermanos mayores, o sus primos de la ciudad. De vez en cuando alguien que nunca era yo había podido ver algún fragmento de alguna peli un poco subidita y alguna vez alguien podía conseguir algún Interviú.

Vivía con mi madre, profesora de matemáticas de mi instituto, mi padre sólo estaba algunos fines de semana porque trabajaba en la costa haciendo movimientos de tierras en la construcción de autopistas.

Ella tenía unos 40, era más bien bajita pero tenía un buen tipo, unas caderas anchas y muy sugerentes, media melena morena siempre muy bien arreglada, cara muy agradable, cuidada y fina para su edad, siempre sonriente y vestida impecable. Nada en ella era excesivo ni escaso. Nuestra relación era muy buena, ella era muy abierta en comparación al ambiente de pueblo ya que había estudiado en Madrid y eso le había abierto bastante el mundo si lo comparamos con los zoquetes del pueblo. Aún así me daba mucha vergüenza abordar el tema del sexo con ella y yo mismo cree un tabú innecesario.

El caso es que me empecé a dar cuenta de que mis compañeros se empezaban a mirar demasiado a mi madre, no había caído en la cuenta pero realmente mi madre estaba bien buena, tenía el atractivo de las mujeres maduras bien arregladas que son atractivas pero sobretodo tienen morbo. Siempre vestía blusas blancas holgaditas que dejaban mucho espacio para la imaginación, mucho aire en el escote y estupendas vistas entre botón y botón, que según la posición podías ver bien el inicio de los sostenes siempre de encaje blancos que ya intuías por la fina blusa y que contrastaba con algún trocito de piel blanca de su pecho que se apetecía delicioso. Llevaba siempre falda apretadita tipo azafata y se solía sentar encima de la mesa con las piernas cruzadas en una pose que sin llegar a mostrar nada era de lo más sexi.

Esto me ponía de muy mala leche y llegué a tener una pelea bastante fuerte con un chulito de la clase que se pasó de listo con un comentario fuera de lugar sobre lo buena que estaba mi madre, que se hacía pajas pensando en ella y que era una calientapollas. El episodio de la pelea no pasó desapercibido y el castigo fue ejemplar y muy humillante para mi que solía tener siempre buen comportamiento.

Cuando llegué a casa mi madre me mandó sentarme con ella en la cocina mientras hacía la cena para que le contara qué había pasado ya que ese comportamiento no era nada normal en mí.

Primero intenté contarle una mentira pero estaba claro que por esa tontería no me hubiera peleado, así que al final no me quedó más remedio que confesar.

  • Alberto se ha metido contigo pensando que yo no le escuchaba y me ha dado tanta rabia que no he podido contenerme y le he atizado.
  • Alberto es un chulito hombre, no tienes que hacerle ni caso
  • Es muy difícil no hacerle caso a según qué
  • ¿Pero qué ha dicho Alberto de mí?
  • Nada déjalo
  • Venga cari dímelo
  • Te lo podrías imaginar
  • No, no lo sé dímelo tú
  • Pues guarradas mama, guarradas, que va a ser
  • Venga cari, estáis en una edad difícil, las hormonas os machacan, no debes hacer caso a según que tonterías, debes ignorarlas,
  • Joder mama pero como quieres que los ignore, es muy evidente que los provocas continuamente con tu forma de vestir, tus malditas blusas, tus falditas apretadas, tu forma de pasar por las mesas agachándote para corregir los ejercicios, este maldito botón que siempre deja ver tu ropa interior, cada día tengo que tragarme que todos los compañeros se te repasen de arriba a abajo mientras das la clase. Yo te he visto perfectamente en clase los sostenes y el escote, por lo que es evidente que todos esos malditos babosos de clase también te lo habrán visto. Parece que lo hagas aposta.
  • No te consiento que hables así, yo no pretendo provocar a nadie, estúpido
  • Pues a mí no me da esa impresión
  • Pues yo de ti me iría acostumbrando porque esa es la ropa que tengo y es muy normal, no sé qué narices te pasa, debes sacarte esta tontería de la cabeza, tienes que centrarte en los estudios porque estás bajando muchísimo el nivel y dejar de preocuparte por si me miran o no, es normal, todos los chicos a tu edad empiezan a mirarse a las mujeres, no hay nada malo, no debes darle mayor importancia tu también te miras las mujeres, te he estado observando y también giras bastante la cabeza, con tus compañeras de clase y se echó a reír

Me sentí fatal por su manera de reaccionar, a mi me dolía mucho esa falta de respeto de mis compañeros, una cosa es que yo mire a las mujeres y otra bien diferente es que se miren a mi madre.

Pasaron los días, todo siguió igual, la rutina, mis hormonas, y por supuesto las clases de mi madre, ella siguió vistiendo igual, paseándose delante de todos, agachándose dejando ver su escote y los cerdos asquerosos seguían babeando, haciendo resoplos, sonrisitas cómplices de las que me intentaba mantener ajeno.

Yo me tenía que contener y simular que era tonto y que no me daba cuenta de nada. No sé en qué momento empezó a pasar pero de tanto esfuerzo puesto en disimular que me importaba lo que estaba pasando pasé a sentir placer y morbo en ver esa situación, ese tormento se fue convirtiendo en placer, en un placer voyeur, placer de ver como mis compañeros la buscaban y miraban de ponerse de la mejor manera para poder ver su delantera, o su culo prieto en esas malditas faldas, placer de imaginar cómo se la cascaban pensando en ella, placer de pensar que ella se agachaba expresamente para enseñarles los pechos, placer de imaginar que cada vez llevaba los sostenes más atrevidos, incluso me llegué a imaginar que realmente le gustaba mostrarse ante esos adolescentes.

Todos esos pensamientos me alteraban de tal manera que ya había perdido totalmente el hilo de las clases, mi obsesión por la imagen de unos adolescentes cascándosela observando a mi madre llegó hasta tal punto que decidí que debía mostrarla a alguien de la clase para que se la cascara bien a gusto. Esa sería la venganza hacia mi madre por ser tan calientapollas y esperaba que eso fuera también el alivio de mi obsesión.

PARTE 1ª – MI PLAN

Invité a Marcos a pasar el fin de semana en casa con la excusa de necesitaba ayuda para los exámenes, mi padre no estaba y estaríamos solos los tres.

Marcos era el hijo del farmacéutico, recuerdo que siempre me regalaba pastillas Juanola, era un chico muy tímido, un poco raro, muy bueno en todas las asignaturas y mi madre siempre me lo ponía como ejemplo. No quería darle este placer a un bocazas que lo contara todo, necesitaba a alguien discreto. Él era uno de esos babosos mirones, pero de los silenciosos, sus miradas hacia mi madre eran de deseo encendido, de eso no había duda, pero no hacía comentarios, risitas tontas, y miradas cómplices como los otros, sus miradas eran obvias pero ahogadas en el silencio y seguramente en una buena paja nocturna.

Mamá se puso muy contenta cuando se lo propuse ya que estaba realmente asustada con mi caída de rendimiento escolar y se acercaban los exámenes de Junio. Ella pensó que esto podría ser el inicio de un cambio de actitud. Marcos por su parte se extrañó bastante de mi invitación, pero con él la relación siempre había sido buena, y yo siempre le había defendido cuando los chulitos de la clase se metían con él. Supongo que realmente pensó que necesitaba un cable con las notas y tampoco pudo rechazar la oportunidad de pasar un fin de semana cerca de su musa, mi madre. Creo realmente estaba enamorado de ella.

Vivimos en una casa vieja de campo en las afueras del pueblo, esta casa fue de mis abuelos y antes de mis bisabuelos, las paredes son de piedra y se reformó cuando mis padres se casaron. Mi padre se vendió la mayoría de las tierras para comprar maquinaria y los alrededores de la casa se transformaron en jardín desde el que es fácil esconderse, y poder espiar a través de las ventanas. De hecho sólo esperaba a que llegara el verano en el que suelen venir unos días mi tía y mis primas, que no es que sean unos monumentos pero tienen de todo, pero eso en todo caso ya os lo contaré otro día.

Cuando llegó Marcos mi madre todavía no había venido y le enseñé la casa, él nunca había estado allí, él vivía en un piso sin jardín y esa casa vieja le pareció fenomenal, empecé por la cocina, el comedor, mi habitación y la que usaría él. Aquí hubiera podido acabar la visita y quizás pareció un poco excesivo pero mi máximo interés es que hiciera un buen reconocimiento de la zona como lo hubiera hecho yo.

Mi principal objetivo era que se fijara en que el baño de la habitación de mis padres estaba comunicado a través de una puerta vieja con un cerrojo enorme y unas fisuras verticales perfectas con una habitación que usaba mi madre para planchar y guardar la ropa. Para ello primero le enseñe la habitación de mis padres, le enseñé el baño y deje la luz abierta, después fuimos a la habitación de la plancha y efectivamente era evidente que la luz que se veía a través de la cerradura y las fisuras era del baño. La carnaza estaba echada. Dejé expresamente a la vista un conjunto de ropa interior de mi madre, evidentemente yo me hacia el tonto.

Cuando llegó mi madre le recibió efusivamente con un beso en las mejillas y un abrazo, Marcos se puso como un tomate, el papel de madre que desempeñaba ahora le desconcertó, estuvimos un rato hablando sobre los exámenes que nos faltaban, nos dijo que prepararía algo para cenar y desapareció por el pasillo hacia la habitación. Nosotros nos metimos en mi habitación para estudiar. Ni él ni yo estábamos nada concentrados yo estaba muy ansioso por ver cumplir mi sueño y Marcos seguro que pensaba más en si tendría la oportunidad de poner el ojo en la puerta de ese baño que de nada.

Luego ya nos fuimos a cenar, mi madre vestía un batín liso azul, las marcas delataban que debajo sólo llevaba los sostenes de encaje que suele llevar y un pantalón de chándal cutre.

La verdad es que vestida así perdía mucho glamur pero el juego del escote y el batín lo compensaba sobradamente ya que con los movimientos de servir la mesa y moverse por la cocina dejó intuir bastante ropa interior y carne.

Después de la cena jugamos unas partiditas al parchís y simulé que me estaba durmiendo para poder retirarme a la cama lo más pronto posible, Marcos también se retiró a su habitación y mamá se quedó en la sala corrigiendo exámenes mientras veía una película un par de horas más.

Eran ya más de las doce, mis nervios y la ansiedad de ver si mi plan se cumplía me tenían alteradísimo, por el pasillo se escuchó por fin como mi madre iba cerrando interruptores hasta que se escuchó cómo se cerraba la puerta de su habitación, era el momento, puse el oído en la puerta de mi habitación esperando lo que al final sucedió, tímidamente se abría la puerta de la habitación de Marcos, intentando no hacer ruido anduvo de puntillas por delante de mi puerta hasta conseguir meterse en la habitación de la plancha, en ese momento pegué un salto y salí al jardín para disfrutar de mi momento de gloria, ¡¡¡mi plan funcionaba!!! Marcos había tenido suficiente valor como para arriesgarse.

Durante la tarde ya había preparado las cortinas de las ventanas de la habitación de la plancha y del baño de mis padres para que a través de sus holguras con el marco pudiera ver el interior sin ser visto, era una noche muy oscura, no había vecinos, no había nada que temer, sólo estar atento y disfrutar. Desde mi posición podía ver a mi madre o a Marcos simplemente con un cambio de ventana

Tardó todavía un par de minutos en abrirse la luz del baño, miré a Marcos se posicionó cómodamente arrodillado frente al cerrojo por el que ahora fluía la luz que le daría un espectáculo que jamás hubiera podido imaginar. Mi madre entró en el baño, colocó cuatro potingues que había comprado por la tarde y con un golpe seco al cinturón del batín se deshizo de él, para dejarlo caer al suelo , su espalda apareció tan solo vestida por los sostenes blancos de encaje que ya le habíamos visto por la mañana en clase y durante la cena, se fue hacia la bañera y abrió el grifo, se giró dejándonos ver por fin completamente de frente su cuerpo y los sostenes ahora libres de esa maldita blusa, hemos pasado de ver los escasos centímetros que veíamos entre botón y botón o a través del escote a tener la vista completa de todo el conjunto. Ahora podíamos intuir una zona un poco más oscura que correspondía a los pezones, podíamos tranquilamente recrearnos en la carne descubierta de sus pechos, en el canalillo, en su vientre, en su ombligo, la verdad es que me pareció apetitosa. Dio tres pasos y desapareció por la puerta de su habitación.

Cambié de ventana para observar a Marcos, Él estaba completamente pegado a la puerta, seguro que se empezaba a hacer una idea de lo que le esperaba. Me imaginaba sus nervios similares a los míos y una excitación difícil de superar.

Mi madre volvió a entrar sin los pantalones cutres de chándal, llevaba unas bragas beige que en principio no eran nada sexis pero que la naturalidad de la escena las hacían deliciosas, probó la temperatura del agua, se fue hacia el espejo y mientras se miraba se despojó del sostén. Aparecieron sus dos pechos ya maduros, de una medida mediana, con unos pezones que me parecieron grandes y muy apetecibles, se tocaba la cara mirándose el paso de los años, se estiraba las arrugas de la cara y se miraba de perfil, estaba preciosa, sus 40 años no eran más que la maduración de una belleza exquisita que yo me deleitaba en mostrar a un pajillero para mi satisfacción.

Puso sus manos en las bragas, iba a bajárselas , me acordé de Marcos él era mi objetivo, cambié de ventana, él seguía pegado a la puerta, tenía su mano fregándose los pantalones del pijama, en ese momento mi madre ya debía estar completamente desnuda ante él ya que se puso la mano dentro del pijama y aceleró su manoseo. Esto es lo que realmente quería, esta era mi obsesión ver a alguien masturbarse ante mi madre totalmente desnuda.

No pude más y me la saqué del pantalón y me empecé a pajear mirando como lo hacía Marcos, cambié de ventana mi madre estaba completamente desnuda frente a la puerta de Marcos con un pie sobre el bidet y agachada, se repasaba los pies a la vez que involuntariamente abría las piernas, Marcos no podía tener mejor visión, tal y como estaba seguro que podía ver su culo en pompa, apuesto que incluso el ojete del culo y los labios de su sexo entre una espesa pelambrera negra. No pude aguantar más y me corrí como un loco contra la pared. Demasiada ansiedad acumulada, el orgasmo casi me decepcionó, pero es igual, mis próximas pajas recordando todo esto serian las más placenteras de mi vida.

Mi madre se metió en la bañera y cerró las cortinas, ahora estaríamos un buen rato sin ver nada, ya que quedaba fuera del ángulo de la puerta y la cortina era muy tupida, el sonido del agua a través de su cuerpo era la música de fondo de esa curiosa situación. Miré a Marcos, se había retirado de la puerta, seguía con la polla fuera tocándose suavemente, haciéndosela durar. Busco entre el montón de ropa las bragas y los sostenes de mi madre que tenía allí pendientes de arreglar. Las observó detenidamente como si los estudiara pasando las yemas de los dedos por los encajes que tantas veces soñó acariciar en clase, se las pasó por toda la cara mientras se seguía tocando hasta que bajó las prendas hasta su miembro envolviéndolo. Ver esa profanación me puso a mil y volví a mi tarea masturbatoria, no podían salirme mejor las cosas.

Al rato se cerró la llave del agua, marcos pegó un salto al cerrojo mientras seguía refregándose con sus prendas. Mi madre salió de la bañera y se secó tranquilamente completamente ignorante de que a menos de dos metros de ella cuatro ojos la observaban. Se quedó completamente desnuda cogió el secador y se empezó a secar el cabello. Miré a Marcos también ignorante de que la estrella de la fiesta era él, se masturbaba ahora ferozmente entre la ropa interior de mi madre hasta que unos espasmos delataron su largo orgasmo.

Torpemente y aprovechando el ruido del secador se acabó de limpiar con la ropa interior de mi madre que ya definitivamente seguro que se llevaba de trofeo, le dió un último vistazo para grabar ese cuerpo en la memoria y se retiró hacia su habitación. Yo también me retiré a la mía para acabar la fiesta tranquilamente en la cama. Al poco se apagó el ruido del secador y todo quedó en silencio.

Durante la noche me la casqué dos veces más estaba muy excitado, al final pude dormirme

PARTE 2ª – EL SUEÑO

Durante esa misma noche tuve un sueño curioso, soñé que al día siguiente durante la cena veía a Marcos como tiraba un líquido en la bebida de mi madre y la mía, me lo debí temer, habría cogido algún potingue de la farmacia de su padre, algo tenia tramado por lo que decidí seguirle la corriente pero evidentemente sin beber de esa agua que pude tirar sin que él se diera cuenta creyendo que me la había tomado.

Pasó poco más de un par de minutos cuando mi madre empezó a sentirse cansada, yo la imité en los estiramientos y los bostezos, él nos miraba y nos imitaba un poco haciéndose también el cansado, fuimos a la sala donde mi madre se acomodó en el sofá y yo en una butaca, al poco ella estaba completamente dormida y yo simulé que también. Marcos esperó 5 minutos y se dirigió a mi madre

  • Señora Ana, Señora Ana, ¿se encuentra usted bien?

No recibió respuesta, insistió un poco más y la zarandeó un poco para asegurarse, no hubo la más mínima reacción. Después se acercó a mí y repitió la operación evidentemente sin recibir respuesta. Ese maldito cabrón drogó a mi madre y yo lo estaba viendo todo, ¿de qué será capaz?

Volvió al sofá, le quitó los zapatos a mi madre la tumbó y se quedó acariciándole los pies por encima de las medias, poco a poco fue subiendo su mano hasta llegar a esconder su mano debajo de la falda, yo le miraba y estaba completamente desquiciado, me preguntaba cómo es posible consentir lo que estaba viendo y que encima sienta placer, un placer enorme.

Marcos estaba claro que se iba a tomar su tiempo, no tenía ninguna prisa, quería saborear cada uno de sus movimientos, cada centímetro del cuerpo de mi madre. Se tumbó como pudo a su lado y la beso pausadamente, saboreando y oliendo todos los rincones de su cara y su cuello mientras le acariciaba el cabello y se lo olía. Pronto las caricias pasaron a sus pechos encima de la blusa, suaves, como si quisiera memorizar el tacto, le desabrochó un botón y su manó buceó por sus pechos, supongo que esto es lo que Marcos sueña hacer todos los días de clase porque se incorporó y se quedó mirando esa acción, yo podía ver como su mano se movía por debajo de la blusa tocando desde su barriga hasta sus pechos.

Marcos volvió a besarle el cuello y fue bajando por el escote hasta que sacó su mano y le desabrochó completamente la blusa, la siguió besando y supongo que lamiéndola toda, recreándose principalmente en los pechos de los que apartaba las copas del sostén para poder acceder a sus pezones.

En cierto modo envidiaba a Marcos, pero no por querer hacérselo a mi madre, no hubiera sido capaz, sino por el hecho de haber tenido esta oportunidad, yo nunca la tendría, a mí nadie me había invitado nunca a contemplar y a tocar a su madre.

Marcos se estaba poniendo las botas, pasaba cada vez más frenéticamente de besarle los pechos a lamerle los labios, le bajó la cremallera de la falda y con bastante fuerza para levantarle el trasero le bajó la falda hasta sacársela, llevaba unas medias y las bragas a conjunto con los sostenes blancos con encaje, bajó su cabeza para oler, lamer, besar sus piernas mientras le pasaba la palma de la mano para catar su finura, una de sus manos, pero, se quedó encima de sus braguitas primero por el encaje y luego poco a poco intentando acceder a su parte más íntima a la vez que con la otra mano le abría un poco las piernas, bajó la cabeza y olió su intimidad pegando su nariz a las bragas hasta hundirse en ellas, con las dos manos le bajó las bragas hasta sacárselas, le abrió rápidamente las piernas lo más que pudo y como si estuviera desesperado hundió su cabeza en su coño para lamerlo salvajemente.

Yo desde la butaca aproveché que no me iba a ver para tocarme por encima de los tejanos el paquete a modo de masturbación, su cara se hundía en su abundante pelambrera y movía rápidamente la cabeza como un loco. Se levantó, se desnudó y tumbándose encima de ella empezó a refregarse su pene completamente erecto hasta que un cambio de ritmo me delató que ya estaba dentro de ella, marcos empezó a besarla, ahora se movía lentamente tratando de retomar el control, acariciaba la cara de mi madre mientras la miraba de frente a escasos 15 centímetros y le decía:

  • Ves como ya sabía que al final serías mía, te quiero, te quiero, te quiero…

Siguió follándosela y yo tocándome, poco a poco fue acelerando sus movimientos y su respiración hasta que finalmente un par de movimientos secos y un ahogado sonido desde el fondo de su garganta dieron a entender su orgasmo.

Permaneció tumbado unos minutos sobre ella, poco a poco se fue incorporando mientras la contemplaba, se vistió y empezó el ritual de limpiar a mi madre con un trapo húmedo, luego la vistió también lentamente como si no quisiera su final. La incorporó y se sentó a su lado y se durmió.

Yo no podía, me los quedé mirando, me preguntaba si mamá se daría cuenta cuando despertara de lo ocurrido, yo tenía una excusa buenísima pero sería el fin de Marcos.

A las dos horas Marcos despertó y acarició a mi madre pero rápidamente pegó un salto, se sobresaltó muchísimo, empezó a blasfemar, volvió a tocar a mi madre hasta que dijo gritando horrorizado:

  • Joder, joder, joder ¡está muertaaaa!

Yo salté inmediatamente de la butaca hacia ella y la toqué, estaba fría como el acero y pegué un grito

  • ¡Mamá!

Desperté, estaba completamente desorientado y sudado, mi madre aparece en la habitación con un camisón, detrás estaba Marcos que se había asustado con mi grito.

  • Tranquilo hijo, no ha sido más que un sueño. Estás todo sudado, ¿Qué te pasa?, Marcos, cariño, trae un poco de agua de la cocina

Bebí todo el vaso mientras me tranquilizaba, todo había sido un sueño, mientras Marcos le acercaba otro vaso de agua a mi madre

  • Tómese usted también un poco de agua, le irá bien

Mi madre le agradeció el gesto y se lo tomó mientras Marcos la miraba de arriba abajo. El camisón rosa pálido, que sin llegar a transparentar, marcaba las braguitas y la ausencia de los sostenes era de lo mas sexi, la forma de sus pechos libres sobre la tela y sus pezones erguidos por el sobresalto eran mucho más excitantes que vistos desnudos. Los párpados se me estaban cerrando, mi madre dando un bostezo se sentó en la cama mientras pasaba su mano por mi pelo, miré a Marcos, estaba plantado frente a la puerta mirando como nos rendíamos al sueño y esbozando una sonrisa.

Adjunto una foto, evidentemente no es ella pero se le parece muchísimo en absolutamente todo, os puedo asegurar que cuando encontré esta foto hace pocos días reviví todo lo relatado como un hachazo y con una claridad tal que tuve la necesidad de escribiros este relato. Lo he hecho sin escatimar tiempo y saboreando cada palabra escrita, espero os haya gustado y vuestros piadosos comentarios.