miprimita.com

Ana, Aiko y yo

en Trios

AIKO

  • Esta noche te invito a cenar.
  • No puede ser.- Puse mi cara de sonrisa estúpida y se rió como siempre.

A Ana la conocí en un local de Barcelona, tan oscuro que solo recordaba su generoso escote. Hablamos de música, de películas, de nuestras vidas y me dijo, así sin venir a cuento, ‘Tengo una hija, ahora puedes salir corriendo’. Pero no me apetecía huir.

Follamos en su coche aparatosamente. No quise dormir en su casa, o debería decir en casa de sus padres, ella insistía que eran muy liberales pero mi educación me lo prohibió. Y es cierto, una hija así de libertina e independiente solo puede ser criada por unos padres del mismo modo.

Se quedó embarazada a los 20 años y él la abandonó al enterarse.

Él, ‘un hombre casado, con una cría diez años más joven, por favor’. Le dio medio millón de pesetas para que abortara. Todo un caballero como decía Ana. Se gastó ese dinero en acondicionar la habitación de su bebé.

Se llama Ángeles, y es una preciosa doncella de ocho años que se ríe cuando le hago muecas, un cielo de cría.

Sabíamos que era casual y tal vez eventual estar juntos, por eso disfrutábamos cada instante como el último. Era una relación como nunca antes tuve.

  • ¿Dónde me llevas?
  • A un 'Japo'..
  • Nooo- dije impertinentemente cursi
  • Te gustará
  • Pan, aloz, o si, licol Sake- le decía achicándome los ojos con los dedos.
  • No me pongas en ridículo ¿ehh! – una sonrisilla se le escapó mientras lo decía.

La entrada era majestuosa, austera pero decorada con un gusto exquisito. Mientras yo esperaba, Ana entro un momento a hablar con una señora nipona que parecía mayor. Me miraron un segundo y continuaron hablando, la señora no dejaba de sonreírle. Volvió y dijo:

  • ¿Vamos?
  • Sí.

Pasamos entre las mesas persiguiendo a la señora de los zapatos minúsculos. Subimos una escalera metálica que había al fondo que daba acceso a un pasillo estrecho, flanqueado por dos puertas correderas de papel. Nos abrió una y nos invitó a entrar.

Nos quitamos los zapatos y accedimos al interior. Tras cerrar la puerta no pude evitar curiosear:

  • ¿Dónde me has traído?- Pregunte
  • A cenar.- dijo convencida- ¿ no te gusta el sitio?
  • Si, es precioso. –Ciertamente lo era.-

Era una estancia de unos 25 metros cuadrados, con el suelo de caña y una mesa alargada oscura en el centro. Sobre las paredes colgaban una especie de pergaminos con dibujos a tinta de geishas desnudas.

Estábamos charlando tranquilamente cuando se abrió la puerta corredera y accedió al interior una joven nipona hermosa, con su kimono ajustado a la cintura, portando un carro perfectamente decorado repleto de comida.

Yo me quede mudo completamente, su belleza era hipnotizante. No escondí mi mirada a pesar que era perfectamente consciente que Ana observaba mis reacciones.

Mas de una vez le había hablado de mi atracción sobre las mujeres orientales y esta era ‘la mujer’.

Colocó cada uno de los platos a los lados de la mesa, nos colocó el servicio milimétricamente, cuando acabó se descalzó, se subió a la mesa y ante mi asombro se despojó de su ropa quedando completamente desnuda.

Tenia unos pechos pequeños y firmes, un pelo negro lacio que caía un palmo sobre sus hombros. Unas caderas poco voluminosas pero turgentes y desprendía un aroma cálido, embriagador.

Se tumbo frente a nosotros perpendicular, cogió unos palillos y fue colocando cada una de las piezas de sushi sobre su cuerpo desnudo. Nos sirvió unos vasitos de porcelana de sake y se quedo completamente inmóvil.

Yo no daba crédito a lo que estaba viendo..

  • Tengo hambre, ¿empezamos?- Dijo ana como si no hubiese pasado nada.
  • Ehmm, si, si, por supuesto- Dije balbuceando.

Ana cogió un trozo generoso y lo coloco sobre un plato con salsa de soja que quedaba a la altura de las costillas de la hermosa mujer. Yo hice lo mismo pero sin la seguridad ni la naturalidad de mi compañera.

Después de cinco minutos de comer completamente en silencio, Ana me dirigió las primeras palabras que oía desde que entro aquella mujer en nuestra estancia:

  • ¿Brindamos?- Dijo levantando su vasito de Sake
  • Brindamos.
  • Por tu noche querido, por esta noche que no olvidaras jamás.

Bebí de un sorbo el contenido del vaso y Ana me sonrió ampliamente.

Me costo acostumbrarme, pero reinicié el hilo de la conversación mientras comíamos sobre el cuerpo de aquella mujer.

Me contó que le hablo del restaurante un amigo suyo y de cómo debía contratar ese servicio, creo que poco legal. Me reía nervioso mientras me lo contaba.

Acabamos con la copiosa cena y aquella mujer se levanto nos sirvió mas saque y se aparto a un rincón donde se limpiaba con una toalla humeante cuyo aroma dejó impregnada toda la estancia.

Ana le hizo un gesto a la mujer y esta se acercó a mí.

  • No estés nervioso amor mío, Aiko sabe lo que hace.

Se acerco hacia mí y comenzó a desnudarme como si fuese un niño pequeño, yo me dejaba hacer.

Me miraba y me sonreía y yo cerré los ojos mientras me envolvía su olor.

Al abrirlos Ana ya estaba desnuda, sobre la mesa y me acariciaba el pecho.

Aiko, saco un frasco pequeño y comenzó a untarme de un aceite esencial maravilloso. Lo esparcía por mi cuerpo con una maestría deliciosa.

Como hipnotizado acerco su boca hasta la mía entreabierta y me besó largo, su lengua se entrelazaba con la mía. Ana la apartó un segundo y con su boca me mordió el labio.

Las manos de Aiko se habían posado sobre mi polla y la frotaba suavemente. A su paso mi miembro crecía cada vez mas hasta llegar a su máxima plenitud.

Ana cogió el frasco de aceite y vertió una generosa cantidad sobre el cuerpo de Aiko, ahora tumbada sobre la mesa. Comenzó a masajear desde sus pies, subiendo por los muslos, sus caderas, su cintura y se detuvo sobre aquellos pechos pequeños. Los pezones de Aiko comenzaron a endurecerse al tacto de los dedos, un suspiro se escapaba de su boca.

Ana la besó, acostada a un lado de la mesa, con su mano comenzó a acariciarle el coño. Yo de rodillas frente a ellas, yo miraba el espectáculo embobado.

La mano de Ana abría el coño de su sumisa amante para enseñármelo, le presionaba el clítoris con los dedos, se los introducía en el coño y los sacaba brillante de flujo nipón.

Viendo aquel espectáculo no dude un segundo en ser parte.

Unte mis manos con aceite y comencé a extenderlos por el cuerpo de Ana. Suavemente acariciaba sus pechos grandes y le pellizcaba dulcemente los pezones. Baje mi cabeza hasta su coño y pase mi lengua por todo su monte de venus. Le apretaba los muslos mientras con mi lengua jugueteaba con su clítoris. Ana suspiraba profundamente y gemía mientras se besaba con Aiko.

Ana invitó a su 'parteneur' a comerme la polla. Se la ofreció cogiéndola firmemente y diciéndole:

  • Chúpasela

Aiko obedeció, abrió su boca y se metió el glande. Con su lengua jugueteaba sobre él, se lo incrustaba en la boca y lo succionaba. Bajaba hasta mis huevos, los lamía, se los metía en la boca y subía de nuevo por el tronco de mi polla. Abrió la boca y se la introdujo hasta la garganta, para comenzar a mamarla con ansia.

Aiko estaba a cuatro patas sobre la mesa, Ana estaba detrás de ella. Sumergió la cabeza entre las nalgas. Aiko soltó un alarido al primer contacto de la lengua de Ana. La veía esmerarse con sus manos y su lengua, mientras Aiko movía sus caderas y gemía extasiada.

Después de que Aiko se corriese estrepitosamente y yo estuviera a punto de hacerlo. Ana la tumbó sobre la mesa, la abrió de piernas mostrándome el coño y me dijo:

-Es toda tuya, demuéstrale lo que sabes hacer, campeón.

Me puso enervado. Se la metí de un golpe, entera, hasta que mis huevos hicieron tope con las nalgas. Aiko soltó un gemido. Ana la tenia sujeta de las manos y yo me la follaba con fuerza. Mi polla entraba con facilidad, estaba encharcada de flujo y Aiko gemía. Se la metía hasta el fondo, la sacaba rozaba mi polla por su clítoris y volvía a metérsela. Aceleraba mis arremetidas y luego bajaba su intensidad. Aiko se retorcía de placer.

Ana se coloco detrás de mí y empujaba mis nalgas.

  • Pártela en dos.
  • Dios.. – estaba gozando de lo lindo.

Ana se subió en la mesa y colocó el coño a la altura de la boca de Aiko que comenzó a pasarle la lengua desesperadamente. Ana movía sus caderas rozando su coño por la cara de Aiko mientras se acariciaba las tetas morbosamente.

  • Chúpame el coño, ¡¡si!!- Le decía extasiada

Ana estaba al borde del orgasmo. Saque mi polla del coño de Aiko me acerque por detrás a Ana. De un golpe se la ensarte por el coño sin mediar palabra. Ana cayo de bruces sobre el Aiko.

La imagen era excitante. Aiko tumbada sobre la mesa comiéndole el coño a Ana, Ana sobre Aiko frotando su cuerpo y lamiéndole el coño, mientras yo me follaba a Ana con fuerza.

Ana se corrió mientras me la follaba y Aiko tuvo su segundo orgasmo con la lengua de mi compañera.

  • Voy a correrme.. –Grité

A mi suplica ambas se abalanzaron sobre mi polla, masturbándome y lamiéndomela por tandas. Me corrí abundantemente sobre sus caras. Mi semen resbalaba por ellas cayendo sobre la mesa y sobre sus pechos. Ana se lo esparcía por sus tetas, mientras con su boca me arrancaba los últimos espasmos de mi corrida descomunal.

Quedamos los tres extasiados, sudados, tendidos sobre la mesa mientras nuestras manos se entretenían con caricias

Aiko se levanto la primera, tomo su ropa y nos dijo:

  • Acompañadme.- en un perfecto castellano

Recogimos nuestras ropas y salimos al pasillo. Al final de este justo al otro lado de la escalera abrió una puerta perfectamente camuflada que accedía a una vivienda, parecía una pensión.

Nos abrió una de las puertas que quedaban distribuidas a lo largo de un largo pasillo y accedimos a una cámara, un baño nipón con una ducha al fondo tras una mampara de cristal.

-Podéis ducharos aquí.

Se despidió y se fue.

Dentro de la ducha hice el amor con Ana de nuevo, no sé si como agradecimiento o como compensación.

  • ¿Te ha gustado?- Me dijo mientras nos vestíamos.
  • Ha sido una sorpresa - no sabia que responder
  • Tú lo mereces. – y me besó.

No he vuelto a recordar la cara de Aiko, siempre recordare la de mi querida Ana.